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domingo, 20 de marzo de 2011

"Gadafi tiene las manos libres"

Fidel Castro ha dicho que "se podrá estar o no de acuerdo con Gadafi", pero lo importante es si Estados Unidos y la OTAN invaden Libia. Es decir, la geopolítica por encima de las víctimas provocadas por su amigo, que ni se mencionan.

El politólogo e historiador Juan F. Benemelis (Manzanillo, 1942), un profundo conocedor de los entresijos de la política africana, analizó en Diario de Cuba la crisis del Magreb y los vínculos del castrismo con los regímenes de la región. Benemelis, que desde hace 30 años vive en Estados Unidos, fue embajador de La Habana en Ghana, Tanganika, Tanzania, Zanzíbar y Yemen del Sur.

Su primer y peculiar encuentro con Egipto se produjo de camino a Ghana. Durante la escala en El Cairo, el encargado de negocios de la embajada cubana le llevó a una plaza en la que ahorcaban a seis miembros de la Hermandad Musulmana, acusados por el régimen de Nasser de urdir un complot.

P: Fidel Castro salió en auxilio de Gadafi, sin embargo no dudó en arremeter contra Mubarak ¿Por qué?

-Tiene otro tipo de relación con Gadafi, mucho más profunda que con Mubarak. Hay que recordar que cuando Libia tuvo choques militares con El Chad, contaron con asistencia militar cubana. Fueron a construir carreteras militares hacia El Chad y hubo asesoría.

-A partir de 1974, Gadafi se convierte en un aliado bastante fuerte de La Habana en los foros internacionales y en el intercambio de información de inteligencia. El ministro libio del Interior constantemente estaba en La Habana, con Manuel Piñeiro y Ramiro Valdés. También los cubanos entrenaron guerrilleros en Libia.

P: Pero Fidel Castro y Mubarak, ¿eran aliados o no?

-No puede decirse que fueran grandes aliados, porque la relación de la Cuba de Castro con Egipto siempre fue distante. Egipto es el país de mayor influencia en Medio Oriente, sobre todo con Gamal Abed Nasser, Anuar Al Sadat y Hosni Mubarak. Ellos aplicaron una política más o menos de neutralidad, con respecto a las grandes potencias, y después una política pragmática. Aunque hubo ciertas alianzas con La Habana, no fueron estratégicas ni políticas, sino más bien para un mejoramiento de relaciones.

-Por ejemplo, en la época de Nasser, las relaciones estaban a muy bajo nivel. Él no apoyó casi ninguna de las iniciativas de Fidel Castro con respecto a Medio Oriente y África. Es más, después de la muerte de Al Sadat es que la política exterior de Castro logra abrirse paso en la zona.

-El Egipto de Al Sadat criticaba la presencia de Cuba en el Movimiento de Países No Alineados. Se decía que Cuba era una dependencia soviética, que era un país alineado a una de las dos grandes potencias. Solamente la intervención de Yasser Arafat hizo que los países árabes aceptaran que Cuba siguiera en ese movimiento.

P: ¿Fue El Cairo una base de operaciones del castrismo en África?

-Nunca fue una base importante, como sí lo fue en su momento Argelia. Nunca logró ese alto nivel. Hubo buenas relaciones, pero los cuerpos de seguridad egipcios siempre estuvieron muy atentos para detener cualquier acción de Cuba. Castro utilizó primero a Argelia y después a Yemen del Sur. Luego tuvo buenas relaciones con Irak.

P: Parece más difícil hacer caer a Gadafi que a Mubarak y Ben Ali...

-Es mucho más difícil, primero porque Estados Unidos no tiene en Libia la misma influencia que en Egipto. Libia no recibe tanta asistencia militar y económica de Estados Unidos como Egipto. El Cairo ha sido un aliado fuerte de Washington, no así Libia.

-En segundo lugar, a Europa le da igual que esté o no Gadafi. Por lo tanto, el dictador tiene las manos libres. Todo radica en las disputas internas, si las élites de poder militar libias determinan que es tiempo de hacer un cambio de poder. Esto es típico en todos los países islámicos, en todas las épocas, lo que pasa es que ahora tenemos mayor información sobre lo que está sucediendo. Y hay otro componente: la juventud en la calle.

P: ¿Hay base democrática en Egipto como para enfrentar satisfactoriamente el futuro?

-Esa es una pregunta muy difícil de contestar. En primer lugar, porque en ningún país islámico existen mecanismos de transferencias del poder, y eso se está demostrando en estos momentos.

-Mubarak intentó transferir el poder a su hijo, al igual que hizo el sirio Hafez al-Assad con Bashar al-Assad. Pero en todo el Medio Oriente, incluso en las monarquías, no existe el designado. Por lo tanto, cuando se plantean cambios de poder siempre vienen crisis estructurales y violentas.

-Cualquier cambio democrático es muy difícil. Históricamente, los experimentos que se han hecho, en Túnez y Líbano, han fracasado. Líbano es un tribalismo democrático, porque el voto siempre se va a alinear (cuando lo hay) con el factor religioso o con el factor étnico.

P: ¿Cómo son los vínculos de la Hermandad Musulmana con La Habana?

-La Hermandad Musulmana ha tenido contactos con La Habana, pero muy esporádicos. Ellos están situados en tal extremo, que incluso consideran a un país comunista como una nación de infieles. O sea, estamos quizás ante el cuadrante islámico más intransigente, desde el punto de vista teórico y práctico.

-Ellos han hecho concesiones, en algunos puntos y áreas, pero nunca vieron como aliados a los países del bloque soviético. Estamos ante el factor religioso total. Y esto se demuestra en el apoyo de la Hermandad Musulmana a los chechenios.

P: Occidente ha apostado durante más de 40 años por la "estabilidad" del Magreb, en vez de promover reformas democráticas. ¿Es esto similar a lo que han hecho América Latina y el Caribe con respecto al castrismo?

-Sí, creo que hay razón en eso; aunque, claro, el Medio Oriente es un escenario mucho más complejo. Está el factor petróleo-gas, y la dependencia energética europea. Hay una operación europea por la estabilidad.

-En el caso del entorno caribeño y latinoamericano, también hay una política de este tipo con respecto a Cuba. Y ahora se está pagando muy caro, porque la alianza con Venezuela -aunque no estemos hablando de ejércitos y guerrillas, sino de dinero y política- ha hecho penetrar el castrismo en América Latina, mucho más que en tiempos de las guerrillas.

P: ¿Puede decirse que la sociedad egipcia -incluso con Mubarak- era más libre que la cubana de los últimos 50 años?

-Sí, sin lugar a dudas. Egipto no es un país totalitario. No hay control total de la prensa, existen partidos políticos independientes y, desde el punto de vista económico, prima la economía de mercado, la propiedad privada. Hay empresas estatales, pero más bien son de tipo pública, en sectores de servicios.

Michel Suárez, Diario de Cuba

Publicado el 23 de febrero de 2011.

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