Por Joel Millman
Félix Ramírez entró a un Café Internet en Gambia, un país del oeste africano. Navegó en la web buscando información de contacto con diplomáticos norteamericanos y posteriormente llamó por teléfono a la embajada norteamericana en Banjul, la capital.
Le dijo a la recepcionista que él era un turista americano que había perdido su pasaporte, y pidió hablar con la sección de visas. Mientras esperaba la conexión, ensayó su parlamento: "Soy un doctor cubano que quiere ir a América. ¿Cuándo nos podemos ver?"
El Dr. Ramírez dice que se le pidió que fuera a un abarrotado supermercado en Banjul y que buscara una rubia con un vestido verde, una oficial consular norteamericana. Después de reconocerse mutuamente y asegurarse de la identidad, comenzaron a hablar.
Para el cirujano de 37 años de edad, este furtivo encuentro en septiembre de 2008 fue el comienzo de un viaje que terminó en mayo de 2009 en Miami, donde fue reconocido legalmente como refugiado, con posibilidades de adquirir la ciudadanía norteamericana.
El Dr. Ramírez es parte de una ola de cubanos que han desertado hacia los Estados Unidos desde 2006, bajo el poco conocido programa de migración Acogida de Profesionales Médicos Cubanos, que permite a los doctores y otros trabajadores de la salud cubanos, que están sirviendo a su gobierno en el extranjero, entrar inmediatamente a los Estados Unidos como refugiados. Según información revelada al Wall Street Journal bajo la Ley de Libertad de Información, hasta el 16 de diciembre los consulados norteamericanos habían emitido 1,574 visas en 65 países.
Cuba ha estado enviando brigadas médicas a países del mundo desde 1973, lo que le ayuda a ganar amigos en el extranjero, a dar apoyo a regímenes "revolucionarios" en lugares como Etiopía, Angola y Nicaragua, y quizá lo más importante, a ganar divisas.
Le dijo a la recepcionista que él era un turista americano que había perdido su pasaporte, y pidió hablar con la sección de visas. Mientras esperaba la conexión, ensayó su parlamento: "Soy un doctor cubano que quiere ir a América. ¿Cuándo nos podemos ver?"
El Dr. Ramírez dice que se le pidió que fuera a un abarrotado supermercado en Banjul y que buscara una rubia con un vestido verde, una oficial consular norteamericana. Después de reconocerse mutuamente y asegurarse de la identidad, comenzaron a hablar.
Para el cirujano de 37 años de edad, este furtivo encuentro en septiembre de 2008 fue el comienzo de un viaje que terminó en mayo de 2009 en Miami, donde fue reconocido legalmente como refugiado, con posibilidades de adquirir la ciudadanía norteamericana.
El Dr. Ramírez es parte de una ola de cubanos que han desertado hacia los Estados Unidos desde 2006, bajo el poco conocido programa de migración Acogida de Profesionales Médicos Cubanos, que permite a los doctores y otros trabajadores de la salud cubanos, que están sirviendo a su gobierno en el extranjero, entrar inmediatamente a los Estados Unidos como refugiados. Según información revelada al Wall Street Journal bajo la Ley de Libertad de Información, hasta el 16 de diciembre los consulados norteamericanos habían emitido 1,574 visas en 65 países.
Cuba ha estado enviando brigadas médicas a países del mundo desde 1973, lo que le ayuda a ganar amigos en el extranjero, a dar apoyo a regímenes "revolucionarios" en lugares como Etiopía, Angola y Nicaragua, y quizá lo más importante, a ganar divisas.
El periódico Granma, órgano del Partido Comunista, informó en junio que Cuba tenía 37,041 doctores y otros trabajadores de la salud en 77 países. Los estimados de cuánto gana Cuba con sus equipos de personal médico -ganancias que el banco central de Cuba denomina "exportación de servicios"- varían enormemente, pudiendo llegar hasta 8 mil millones al año. Muchos cubanos se quejan que esas brigadas han afectado la capacidad de Cuba de mantener un alto estándar de salud dentro del país.
La iniciativa migratoria de los Estados Unidos hace recordar el tipo de estrategias comunes durante la Guerra Fría. Entorpecer el programa cubano alentando las deserciones de personal médico en todo el mundo: un promedio de una deserción al día desde que esta contramedida norteamericana comenzó en 2006. Cuba normalmente no incluye doctores dentro de los 20,000 o más cubanos que autoriza a migrar a los Estados Unidos cada año.
Los funcionarios del Departamento de Estado dicen que no es intención del gobierno norteamericano utilizar el programa de inmigración, conocido como CMPP por sus siglas en inglés, para involucrarse en espionaje o sabotear las misiones médicas. A los doctores cubanos, dice un vocero del Departamento de Estado, "se les niega a menudo el permiso de venir a los Estados Unidos por parte del gobierno cubano, a pesar de calificar para ello en otros canales legales establecidos." Un objetivo del CMPP es lograr que Cuba cambie esto.
El CMPP fue creación del diplomático Emilio González, nacido en Cuba, director de los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos de 2006 a 2008. Anteriormente coronel del ejército norteamericano, González es un empecinado exiliado anticastrista. Ha caracterizado la política cubana de enviar doctores y otros trabajadores de la salud al extranjero, como "tráfico de personas patrocinado por el Estado". Los doctores cubanos, dice, trabajan directamente para las autoridades de salud de otros países y no tienen derecho a opinar sobre sus destinos, salarios, horas de trabajo o condiciones de éste.
Los doctores cubanos consideran dichas misiones al extranjero de una manera distinta. Sus salarios en Cuba no van más allá de 25 dólares al mes. Al servir en el extranjero, se les pagan sus salarios cubanos, mas un estipendio de 50 dólares al mes -ambos se les paga a sus familiares mientras ellos están en el extranjero, dicen los médicos cubanos que fueron entrevistados para este artículo. Además, ganan salarios en el extranjero -de 150 a 1000 al mes, en dependencia de la misión, dicen los doctores.
"En Haití nos pagaban 300 al mes, en gourdes, el dinero haitiano", dice una antigua misionera que ahora está de regreso en Cuba. "Convertía mi salario y vivía bien con 100 al mes". Con sus ahorros, dice, compró una televisión y una laptop, objetos que no hubiera podido comprar en Cuba.
Ramón González, un desertor que sirvió en misiones médicas en Ghana y en Gambia, dice que los instintos empresariales de los cubanos les permiten un sinfín de oportunidades para ganar dinero. "Puedes ir al mercado de pulgas africano y comprar un traje de baño americano, cualquier cosa con una etiqueta de Speedo o Nike. Cuesta como 45 centavos en Africa", dice. "Lo vendes por 5 dólares en Cuba".
Una actividad alterna aún más lucrativa: la práctica médica privada, incluyendo abortos. El Dr. González dice que hacer abortos puede constituir una mina de oro para los cubanos, particularmente en las naciones del Medio Oriente que pagan los mejores salarios.
"La vasta mayoría de los doctores cubanos se pelean por irse de misión, porque así pueden acumular miles de dólares" dice el Dr. Darsi Ferrer Ramírez, director del grupo antigubernamental Centro de Salud y Derechos Humanos Juan Bruno Zayas, en La Habana.
El disidente, de 41 años, dice que el programa está plagado de corrupción. "Se sabe que para poder ir a los mejores países -estamos hablando de Sudáfrica o Brasil- hay funcionarios que aceptan dinero por debajo de la mesa. Cuesta entre 500 y 1000 dólares", dice.
Juan Bautista Palay, jefe de fisioterapia del hospital habanero 10 de Octubre, reconoce que el dinero es lo que atrae a sus colegas al extranjero. "Usted iría también si pudiera triplicar su sueldo", dice. Él niega que nadie en su hospital haya pagado sobornos para servir en el extranjero.
El programa de inmigración norteamericano da a los doctores cubanos una razón más para servir en el extranjero: una vía para establecerse en los Estados Unidos. Los cubanos ordinarios que buscan asilo tienen que llegar a las costas norteamericanas para poderlo solicitar. Bajo el CMPP, los doctores cubanos pueden hacerlo en cualquier embajada norteamericana en el mundo.
De las casi 1,600 deserciones hasta el 16 de diciembre, más de 800 trabajadores de la salud han desertado sólo desde Venezuela, y casi 300 vienen de Colombia y Curazao, países que no reciben brigadas médicas cubanas, pero a los cuales puede llegarse fácilmente desde Venezuela. Otros 135 vienen de otros cuatro países: Bolivia, Guatemala, Namibia y Perú. Otros han aparecido, para desertar, en lugares tan lejanos como Qatar, Fiji, Djibouti y Mauricio.
La odisea del Dr. Ramírez comenzó cuando fue seleccionado para un destino de dos años en Gambia. Los doctores cubanos allí están en la cima de la comunidad de salud pública, enseñando en facultades de medicina y dirigiendo hospitales. El Dr. Ramírez dice que desde el principio su intención era usar el CMPP para desertar. Dice que mantuvo su plan en secreto incluso de su esposa y sus padres, que quedaron en Cuba cuando él salió en 2008.
El Dr. Ramírez fue asignado para dirigir la unidad de cirugía en el Hospital Clínico Royal Victoria en Banjul. Cuando llegó al país, a unirse a una delegación cubana de 138 personas, tuvo que entregar su pasaporte al personal de seguridad de la embajada cubana. Los doctores cubanos también tenían que entregar cualquier otro documento de identificación como licencias de conducir, dice el Dr. Ramírez, para obstaculizar cualquier intento de convencer a los diplomáticos norteamericanos de su buena fe como desertores. Él conservó la suya.
"También teníamos que tener teléfonos móviles, para que siempre pudieran encontrarnos", dice. El Dr. Ramírez compró dos teléfonos baratos, uno para hablar con sus jefes, el otro para planificar su escape.
Su encuentro con la funcionaria consular en el supermercado de Banjul puso su plan en movimiento. Ramírez dice que pudo persuadir a la funcionaria -dice que su nombre era Wendy Kennedy- que él era un doctor cubano trabajando en el país. Su próximo encuentro fue en el hospital, dijo, donde la Sra. Kennedy llevó a cabo una entrevista formal para preparar su solicitud de asilo.
El Departamento de Estado se negó a proporcionarnos acceso a la Sra. Kennedy para una entrevista, pero confirmó algunos detalles de la historia del Dr. Ramírez, incluyendo que la Sra. Ramírez trabajaba en Gambia en el momento de su solicitud de asilo.
El Dr. Ramírez tuvo que esperar durante meses antes de saber si el asilo le sería concedido. En mayo de 2009 la noticia le fue comunicada por teléfono celular. Irónicamente, dice, él estaba en una reunión de emergencia, convocada por el coordinador de su brigada, para discutir el caso de dos cubanos que habían acabado de abandonar su misión y huido al vecino Senegal.
"Nos habían llamado para advertirnos que no tratáramos de huir, porque nuestras familias en Cuba serían castigadas por ello", recuerda.
Obtener una visa para los Estados Unidos era una cosa, pero salir de Gambia otra completamente diferente. Sus superiores cubanos tenían su pasaporte, y tratar de salir por aire probablemente atraería la atención de las autoridades de Gambia, que alertarían a los cubanos. Ramírez dedujo que tenía que irse a Senegal.
No había nadie en quien confiar entre sus amigos misioneros, dice. Se sentía como un prisionero en la casa que compartía con otros cuatro cubanos. "Siempre hay uno que es el informante", dice. Necesitaba el permiso de un coordinador de la brigada incluso para visitar la casa de un colega africano para cenar. Él se había hecho amigo de un comerciante libanés que era paciente del hospital. El comerciante lo conectó con un contrabandista, que accedió a llevarlo a Senegal por 500 dólares.
El Dr. Ramírez se fue la noche siguiente a la aprobación de su solicitud de asilo, llevando documentos de oficiales consulares norteamericanos en Banjul. En Senegal, se encontró con cinco camaradas de la misión en Gambia, que sin él saberlo, también habían estado planeando su escape. En el aeropuerto, le mostró a los oficiales de la aerolínea sus documentos de entrada en Estados Unidos, y se le permitió abordar un vuelo hacia España. Cuando llegó, un funcionario norteamericano se responsabilizó por él, para que pudiera abordar un vuelo a los Estados Unidos.
No está claro cuán perjudiciales son las deserciones como las del Dr. Ramírez para el programa cubano de misiones médicas. Sólo ha desertado un pequeño porcentaje de los doctores cubanos enviados al exterior, lo cual hace improbable que se hayan afectado mucho las ganancias de Cuba por el programa.
Es difícil hallar información sobre cuánto exactamente gana Cuba con las brigadas médicas. En muchos casos, Cuba extrae un pago directamente de un gobierno huésped, o un grupo internacional de ayuda. A los doctores cubanos individualmente se les paga sólo una fracción de lo que Cuba recibe.
Desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1998, Cuba ha estado intercambiando doctores por petróleo venezolano. El Departamento de Energía de los Estados Unidos estima que Venezuela le envía a Cuba 90,000 barriles de petróleo por día -con un valor superior a los 2 mil millones de dólares al año, a los precios actuales. Además, Venezuela le paga a Cuba por los equipos médicos que se envían a países que Chávez considera como parte de la "esfera bolivariana": Bolivia, Honduras, Ecuador y Paraguay reciben todos doctores cubanos, pagados por Venezuela. Alemania, Francia y Japón, trabajando a través de la Organización Panamericana de la Salud, pagaron 400 dólares al mes por cada doctor que fue enviado a trabajar a Honduras después de un huracán en 2005, según afirma el gobierno hondureño.
El Ministro de Salud Pública de Cuba dijo en noviembre: "Como principio, hemos priorizado la donación de brigadas médicas a países que tienen graves problemas de salud y pocos recursos, en lugares de difícil acceso donde los doctores locales se niegan a trabajar." Dijo que Cuba pretende enviar más doctores al extranjero, a naciones más preparadas para pagar por los servicios. "En aquellos países donde la economía lo permite, aumentaremos la presencia de nuestros profesionales, con compensación", dijo.
Julie Feinsilver, que investiga la diplomacia médica cubana como miembro de alto rango del Consejo de Asuntos Hemisféricos en Washington, un gabinete estratégico, dice que estos acuerdos benefician tanto a Cuba como a los países huéspedes. "¿Creen que es posible contratar doctores por menos de 1,000 dólares al mes? El gobierno cubano gana dinero, aunque considerablemente menos que lo que ganarían otros por servicios similares".
A finales del verano, el Dr. Ramírez y los otros cinco cubanos que desertaron con él de Gambia estaban todos en Miami. Cuatro de ellos trabajan como instructores en el Colegio Médico del condado Dade. El Dr. Ramírez es asistente quirúrgico en el hospital Baptist Health del sur de la Florida, en Homestead.
Los padres y esposa del Dr. Ramírez -y un hijo que nació poco después que él partiera a Africa y a quien nunca ha visto- permanecen en Cuba, en Camagüey. Todos ellos pueden recibir visas norteamericanas a través del programa CMPP, pero no existe virtualmente ninguna oportunidad de que puedan salir pronto. El Dr. Ramírez dice que su esposa perdió su trabajo en un hospital debido a su deserción. "Están en la lista negra por cinco años como mínimo", dice el Dr. Ramírez, "ahora soy un traidor a la patria".
La iniciativa migratoria de los Estados Unidos hace recordar el tipo de estrategias comunes durante la Guerra Fría. Entorpecer el programa cubano alentando las deserciones de personal médico en todo el mundo: un promedio de una deserción al día desde que esta contramedida norteamericana comenzó en 2006. Cuba normalmente no incluye doctores dentro de los 20,000 o más cubanos que autoriza a migrar a los Estados Unidos cada año.
Los funcionarios del Departamento de Estado dicen que no es intención del gobierno norteamericano utilizar el programa de inmigración, conocido como CMPP por sus siglas en inglés, para involucrarse en espionaje o sabotear las misiones médicas. A los doctores cubanos, dice un vocero del Departamento de Estado, "se les niega a menudo el permiso de venir a los Estados Unidos por parte del gobierno cubano, a pesar de calificar para ello en otros canales legales establecidos." Un objetivo del CMPP es lograr que Cuba cambie esto.
El CMPP fue creación del diplomático Emilio González, nacido en Cuba, director de los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos de 2006 a 2008. Anteriormente coronel del ejército norteamericano, González es un empecinado exiliado anticastrista. Ha caracterizado la política cubana de enviar doctores y otros trabajadores de la salud al extranjero, como "tráfico de personas patrocinado por el Estado". Los doctores cubanos, dice, trabajan directamente para las autoridades de salud de otros países y no tienen derecho a opinar sobre sus destinos, salarios, horas de trabajo o condiciones de éste.
Los doctores cubanos consideran dichas misiones al extranjero de una manera distinta. Sus salarios en Cuba no van más allá de 25 dólares al mes. Al servir en el extranjero, se les pagan sus salarios cubanos, mas un estipendio de 50 dólares al mes -ambos se les paga a sus familiares mientras ellos están en el extranjero, dicen los médicos cubanos que fueron entrevistados para este artículo. Además, ganan salarios en el extranjero -de 150 a 1000 al mes, en dependencia de la misión, dicen los doctores.
"En Haití nos pagaban 300 al mes, en gourdes, el dinero haitiano", dice una antigua misionera que ahora está de regreso en Cuba. "Convertía mi salario y vivía bien con 100 al mes". Con sus ahorros, dice, compró una televisión y una laptop, objetos que no hubiera podido comprar en Cuba.
Ramón González, un desertor que sirvió en misiones médicas en Ghana y en Gambia, dice que los instintos empresariales de los cubanos les permiten un sinfín de oportunidades para ganar dinero. "Puedes ir al mercado de pulgas africano y comprar un traje de baño americano, cualquier cosa con una etiqueta de Speedo o Nike. Cuesta como 45 centavos en Africa", dice. "Lo vendes por 5 dólares en Cuba".
Una actividad alterna aún más lucrativa: la práctica médica privada, incluyendo abortos. El Dr. González dice que hacer abortos puede constituir una mina de oro para los cubanos, particularmente en las naciones del Medio Oriente que pagan los mejores salarios.
"La vasta mayoría de los doctores cubanos se pelean por irse de misión, porque así pueden acumular miles de dólares" dice el Dr. Darsi Ferrer Ramírez, director del grupo antigubernamental Centro de Salud y Derechos Humanos Juan Bruno Zayas, en La Habana.
El disidente, de 41 años, dice que el programa está plagado de corrupción. "Se sabe que para poder ir a los mejores países -estamos hablando de Sudáfrica o Brasil- hay funcionarios que aceptan dinero por debajo de la mesa. Cuesta entre 500 y 1000 dólares", dice.
Juan Bautista Palay, jefe de fisioterapia del hospital habanero 10 de Octubre, reconoce que el dinero es lo que atrae a sus colegas al extranjero. "Usted iría también si pudiera triplicar su sueldo", dice. Él niega que nadie en su hospital haya pagado sobornos para servir en el extranjero.
El programa de inmigración norteamericano da a los doctores cubanos una razón más para servir en el extranjero: una vía para establecerse en los Estados Unidos. Los cubanos ordinarios que buscan asilo tienen que llegar a las costas norteamericanas para poderlo solicitar. Bajo el CMPP, los doctores cubanos pueden hacerlo en cualquier embajada norteamericana en el mundo.
De las casi 1,600 deserciones hasta el 16 de diciembre, más de 800 trabajadores de la salud han desertado sólo desde Venezuela, y casi 300 vienen de Colombia y Curazao, países que no reciben brigadas médicas cubanas, pero a los cuales puede llegarse fácilmente desde Venezuela. Otros 135 vienen de otros cuatro países: Bolivia, Guatemala, Namibia y Perú. Otros han aparecido, para desertar, en lugares tan lejanos como Qatar, Fiji, Djibouti y Mauricio.
La odisea del Dr. Ramírez comenzó cuando fue seleccionado para un destino de dos años en Gambia. Los doctores cubanos allí están en la cima de la comunidad de salud pública, enseñando en facultades de medicina y dirigiendo hospitales. El Dr. Ramírez dice que desde el principio su intención era usar el CMPP para desertar. Dice que mantuvo su plan en secreto incluso de su esposa y sus padres, que quedaron en Cuba cuando él salió en 2008.
El Dr. Ramírez fue asignado para dirigir la unidad de cirugía en el Hospital Clínico Royal Victoria en Banjul. Cuando llegó al país, a unirse a una delegación cubana de 138 personas, tuvo que entregar su pasaporte al personal de seguridad de la embajada cubana. Los doctores cubanos también tenían que entregar cualquier otro documento de identificación como licencias de conducir, dice el Dr. Ramírez, para obstaculizar cualquier intento de convencer a los diplomáticos norteamericanos de su buena fe como desertores. Él conservó la suya.
"También teníamos que tener teléfonos móviles, para que siempre pudieran encontrarnos", dice. El Dr. Ramírez compró dos teléfonos baratos, uno para hablar con sus jefes, el otro para planificar su escape.
Su encuentro con la funcionaria consular en el supermercado de Banjul puso su plan en movimiento. Ramírez dice que pudo persuadir a la funcionaria -dice que su nombre era Wendy Kennedy- que él era un doctor cubano trabajando en el país. Su próximo encuentro fue en el hospital, dijo, donde la Sra. Kennedy llevó a cabo una entrevista formal para preparar su solicitud de asilo.
El Departamento de Estado se negó a proporcionarnos acceso a la Sra. Kennedy para una entrevista, pero confirmó algunos detalles de la historia del Dr. Ramírez, incluyendo que la Sra. Ramírez trabajaba en Gambia en el momento de su solicitud de asilo.
El Dr. Ramírez tuvo que esperar durante meses antes de saber si el asilo le sería concedido. En mayo de 2009 la noticia le fue comunicada por teléfono celular. Irónicamente, dice, él estaba en una reunión de emergencia, convocada por el coordinador de su brigada, para discutir el caso de dos cubanos que habían acabado de abandonar su misión y huido al vecino Senegal.
"Nos habían llamado para advertirnos que no tratáramos de huir, porque nuestras familias en Cuba serían castigadas por ello", recuerda.
Obtener una visa para los Estados Unidos era una cosa, pero salir de Gambia otra completamente diferente. Sus superiores cubanos tenían su pasaporte, y tratar de salir por aire probablemente atraería la atención de las autoridades de Gambia, que alertarían a los cubanos. Ramírez dedujo que tenía que irse a Senegal.
No había nadie en quien confiar entre sus amigos misioneros, dice. Se sentía como un prisionero en la casa que compartía con otros cuatro cubanos. "Siempre hay uno que es el informante", dice. Necesitaba el permiso de un coordinador de la brigada incluso para visitar la casa de un colega africano para cenar. Él se había hecho amigo de un comerciante libanés que era paciente del hospital. El comerciante lo conectó con un contrabandista, que accedió a llevarlo a Senegal por 500 dólares.
El Dr. Ramírez se fue la noche siguiente a la aprobación de su solicitud de asilo, llevando documentos de oficiales consulares norteamericanos en Banjul. En Senegal, se encontró con cinco camaradas de la misión en Gambia, que sin él saberlo, también habían estado planeando su escape. En el aeropuerto, le mostró a los oficiales de la aerolínea sus documentos de entrada en Estados Unidos, y se le permitió abordar un vuelo hacia España. Cuando llegó, un funcionario norteamericano se responsabilizó por él, para que pudiera abordar un vuelo a los Estados Unidos.
No está claro cuán perjudiciales son las deserciones como las del Dr. Ramírez para el programa cubano de misiones médicas. Sólo ha desertado un pequeño porcentaje de los doctores cubanos enviados al exterior, lo cual hace improbable que se hayan afectado mucho las ganancias de Cuba por el programa.
Es difícil hallar información sobre cuánto exactamente gana Cuba con las brigadas médicas. En muchos casos, Cuba extrae un pago directamente de un gobierno huésped, o un grupo internacional de ayuda. A los doctores cubanos individualmente se les paga sólo una fracción de lo que Cuba recibe.
Desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1998, Cuba ha estado intercambiando doctores por petróleo venezolano. El Departamento de Energía de los Estados Unidos estima que Venezuela le envía a Cuba 90,000 barriles de petróleo por día -con un valor superior a los 2 mil millones de dólares al año, a los precios actuales. Además, Venezuela le paga a Cuba por los equipos médicos que se envían a países que Chávez considera como parte de la "esfera bolivariana": Bolivia, Honduras, Ecuador y Paraguay reciben todos doctores cubanos, pagados por Venezuela. Alemania, Francia y Japón, trabajando a través de la Organización Panamericana de la Salud, pagaron 400 dólares al mes por cada doctor que fue enviado a trabajar a Honduras después de un huracán en 2005, según afirma el gobierno hondureño.
El Ministro de Salud Pública de Cuba dijo en noviembre: "Como principio, hemos priorizado la donación de brigadas médicas a países que tienen graves problemas de salud y pocos recursos, en lugares de difícil acceso donde los doctores locales se niegan a trabajar." Dijo que Cuba pretende enviar más doctores al extranjero, a naciones más preparadas para pagar por los servicios. "En aquellos países donde la economía lo permite, aumentaremos la presencia de nuestros profesionales, con compensación", dijo.
Julie Feinsilver, que investiga la diplomacia médica cubana como miembro de alto rango del Consejo de Asuntos Hemisféricos en Washington, un gabinete estratégico, dice que estos acuerdos benefician tanto a Cuba como a los países huéspedes. "¿Creen que es posible contratar doctores por menos de 1,000 dólares al mes? El gobierno cubano gana dinero, aunque considerablemente menos que lo que ganarían otros por servicios similares".
A finales del verano, el Dr. Ramírez y los otros cinco cubanos que desertaron con él de Gambia estaban todos en Miami. Cuatro de ellos trabajan como instructores en el Colegio Médico del condado Dade. El Dr. Ramírez es asistente quirúrgico en el hospital Baptist Health del sur de la Florida, en Homestead.
Los padres y esposa del Dr. Ramírez -y un hijo que nació poco después que él partiera a Africa y a quien nunca ha visto- permanecen en Cuba, en Camagüey. Todos ellos pueden recibir visas norteamericanas a través del programa CMPP, pero no existe virtualmente ninguna oportunidad de que puedan salir pronto. El Dr. Ramírez dice que su esposa perdió su trabajo en un hospital debido a su deserción. "Están en la lista negra por cinco años como mínimo", dice el Dr. Ramírez, "ahora soy un traidor a la patria".
Wall Street Journal, 16 de enero de 2010
Foto: El Dr. Félix Ramírez en Gambia, en 2008.
Este trabajo fue publicado en el Wall Street Journal el 16 de enero de 2011, no del 2010.
ResponderEliminarDisculpen la errata. T.Q.