Todos se precian de conocerlo bien. Lo leen como si fuese una biblia. Y es políticamente correcto usar sus citas en momentos puntuales.
José Martí y Pérez, nacido en La Habana el 28 de enero de 1853, es el ícono de los dos bandos en Cuba. Opositores y leales a los Castro utilizan sus artículos, discursos y versos para apuntalar sus teorías, proyectos y documentos.
La revolución cubana se autodenomina profundamente martiana y usa su figura de forma tan repetitiva que aburre a las nuevas generaciones. No se quedan atrás quienes no simpatizan con el régimen.
En la isla, hay bustos de José Martí en todas las escuelas, locales sindicales y del partido, y también en los hogares de algunos disidentes. Al otro lado del charco, son numerosos los exiliados anticastristas que lo admiran y lo tienen como bandera.
Cuando en los 80 el gobierno de Ronald Reagan destinó fondos para una emisora dirigida a la isla, la nombró Radio Martí. A Fidel Castro por poco le da una apoplejía. Consideraba que era una ofensa.
En julio de 1953, cuando él asaltó un cuartel militar en la ciudad de Santiago de Cuba, hasta el cansancio recurrió a frases de Martí. Y en el juicio declaró que la acción estuvo inspirada en la figura del héroe nacional, al conmemorarse ese año el centenario del nacimiento del Apóstol, como antes de 1959 le llamaban. Desde entonces, se dice que fue el “autor intelectual del asalto al cuartel Moncada”.
El bardo y humanista que murió a los 42 años en una escaramuza de poca monta en Dos Ríos, en la antigua provincia de Oriente, es un personaje que por sus ideas está por encima del bien y el mal. Para los políticos cubanos de cualquier tendencia, Martí es lo que el Papa para la iglesia católica.
En vida tuvo serias rivalidades y celos de ciertos grupos de toscos y valientes independentistas, que veían al político, poeta y periodista habanero como un bicho raro, que hablaba y escribía como los dioses, pero nunca había disparado un tiro.
Los hombres de los machetes en mano, cujeados por la guerra contra la metrópolis española, por lo bajo decían que era un capitán araña. Pero Martí luchó contra la corriente. Y es indudable su mérito de haber unido a los más prestigiosos luchadores por la independencia, en el Partido Revolucionario Cubano, fundado por él en 1892.
Todavía en la isla se lamenta su muerte prematura. Se piensa que el curso de los acontecimientos posteriores pudo haber sido otro de haber vivido más tiempo. Castro se considera un seguidor ferviente de sus ideas. Pero las aplica a su libre albedrío.
Martí fue antimperialista, pero no dijo que se debía gobernar de por vida y no respetar a quienes pensaran diferente. Y es ahí cuando los que se oponen al añejo mandato de los hermanos, sacan a relucir que el régimen manipula el ideario martiano. Creo que sí, que abiertamente lo manipula.
Martí nunca aplaudió las teorías marxistas. Y el gobierno cubano, en una aberración política, se considera martiano y marxista. Siempre propugnó la dignidad plena del hombre. Los leales a los Castro hacen oídos sordos de esa propuesta.
Martí se ha convertido en una muletilla de los políticos cubanos, al margen de su ideología. Un cliché. Y a veces resulta cansino, leer o escuchar cómo de uno y otro bando utilizan su figura a su antojo y conveniencia.
El resultado ha sido que hoy los más jóvenes miran con desdén e incluso se burlan, del Héroe Nacional, título concedido después del 59, en sustitución del Apóstol, que por su connotación religiosa no gustaba a los barbudos. A buena parte de la juventud, las ideas martianas le importa un bledo. Pocos muchachos han leído sus obras completas. Son descreídos por naturaleza. Sus símbolos son otros: las estrellas deportivas, del cine y la música.
Martí, al desván. Es una pena. Por un reflejo condicionado, ven a Fidel Castro como una extensión del mártir de Dos Ríos. La insistente propaganda gubernamental ha querido que así sea.
Ciento dieciséis años después de su muerte, el 19 de mayo de 1895, el espacio dejado por José Martí sigue vacío. Pepe, todavía andamos buscando un tipo que se te acerque.
Foto: Jose Marti India Porter, bebida que se vende en botellas en la Cigar City Brewing de
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