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martes, 21 de diciembre de 2010

Voleibol cubano, un deporte de laboratorio




Por Iván García

Luego de veinte años de triunfos y fracasos, Cuba volvió a la élite del voleibol masculino al obtener medalla de plata en la recién finalizada Liga Mundial celebrada en Roma, Italia.

Hagamos un poco de historia. Antes de 1959, el volei nunca fue un deporte de pegada en la isla. A los aficionados sólo les atraía el béisbol y el boxeo, y un poco el baloncesto. Con la llegada de los barbudos al poder comenzó su despegue, impulsado por el subsidio estatal y el apoyo abierto de Fidel Castro.

En los años 60, de Corea del Norte y Europa del Este arribó un buen número de entrenadores, para echarle una mano al movimiento deportivo en la isla. Entonces, casi ningún cubano practicaba el volei, polo acuático, lucha grecorromana, taekwondo o gimnástica.

Cuando no se jugaba la temporada invernal del béisbol local, o se efectuaba en La Habana algún cartel entre púgiles rentados de alto vuelo, los hinchas al deporte preferían ocupar su tiempo libre tomando cerveza, jugando dominó o yendo a una valla de gallos.

En los países totalitarios ya desaparecidos de Europa, se le prestaba una atención meticulosa al deporte. Era asunto de Estado. Una de las maneras para demostrar la "superioridad del sistema comunista" sobre el capitalismo.

Cuba también lo hizo. Mientras la mayoría de la población sólo tenía dos mudas de ropa y se alimentaba mal, el gobierno destinaba cuantiosos recursos a la formación de atletas de élite. Se formaron campeones en serie.

En el caso del voleibol, los primeros entrenadores fueron de Hungría y la extinta URSS. Un alumno aventajado fue Eugenio George, considerado el padre del volei cubano. En 1978, Cuba se coronó campeona del mundo en la rama femenina. Se empezaba a tejer la increíble leyenda de las 'fabulosas morenas del Caribe', que con un golpe de mano desplazaron a las 'niñas magas del oriente', como le decían a las japonesas.

La apoteosis llegó en los 90, cuando las mujeres de la malla alta se coronaron tres veces seguidas campeonas olímpicas en Barcelona 92, Atlanta 96 y Sidney 2000. Las esculturales jugadoras cubanas brillaron por todo lo alto.

Mercedes Pérez, Imilsis Téllez, Magalys Carvajal, Regla Torres -considerada la mejor voleibolista del siglo XX- y la fenomenal Mireya Luis, formaron parte de una hornada preparada con rigor espartano por Eugenio George en gimnasios y pistas del centro deportivo de alto rendimiento ubicado en el municipio Boyeros.

Los métodos de preparación de George han pasado a ser un clásico en las academias formadoras de entrenadores de la disciplina. El fuerte trabajo físico y con pesas, contribuyó a elevar de forma brutal el poder de salto de las voleibolistas del patio, que les permitía evadir fácilmente el bloqueo rival.

En el sector masculino también se apostó por el trabajo de laboratorio, al no tener una materia prima abundante de jóvenes. En la isla, los torneos de volei son cortos y se juegan a grada vacía.

Los directores técnicos (DT), tenían que aguzar su ingenio para captar muchachos con talento. Sacaron oro del fango. En un país donde no abundan los gigantes, en 2007 el sexteto nacional llegó a ser el más alto del planeta, con ocho hombres por encima de los dos metros, y un pasador, Oriol Camejo, de 2.08.

El volei masculino también tuvo calidad. Fueron medallistas de bronce en los juegos olímpicos de Montreal 76 y subtitulares del mundo en 1998. Pero ha sido el trabajo de Gilberto Herrera y Orlando Samuels -el actual DT- el que ha estabilizado los resultados del voley criollo después del 2000.

Si Cuba no es el número uno del mundo, ha sido por las constantes deserciones de voleibolistas, que optan por jugar como profesionales, ganar dinero y administrarlo a su libre albedrío. Cerca de 20 se han marchado del país.

A pesar de la inestabilidad y los cambios constantes por la salida de atletas, en el recién culminado campeonato del orbe efectuado en Italia, Cuba ocupó un meritorio segundo lugar con un grupo de jóvenes cuyas edades no superan los 23 años.

Sólo el gran Brasil, tricampeón del orbe, pudo impedir que los cubanos se llevaran el título. Los auriverdes barrieron sin piedad a los antillanos en tres sets, pero ya los nuestros enviaron un mensaje de ida y vuelta a sus rivales para los Olímpicos de Londres 2012. Habrá que contar con Cuba.

La pelota está en la cancha gubernamental. Si el régimen sigue atado a la absurda idea de que los deportistas compitan sólo por honor a la patria, el camino rumbo a Roma, Madrid o Grecia seguirá abierto. Y los voleibolistas continuarán desertando hacia clubes profesionales.

Mientras los Castro deciden qué hacer para que los atletas no emigren, celebremos la última hazaña del voleibol cubano.

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