A pesar de ser el béisbol el deporte nacional, sus seguidores no tienen acceso informativo a los mejores equipos del mundo. Ningún espacio en la televisión ni en la radio divulga los resultados de las ligas de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, las más prestigiosas.
Tampoco de los torneos invernales que se juegan en Puerto Rico, Dominicana, México o Venezuela. Ni rastro de información de las series que se efectúan anualmente en el Caribe con las mejores novenas.
En una isla netamente beisbolera no hay revistas especializadas en el tema. Las categorías escolares y juveniles se juegan casi en la clandestinidad. Sólo un par de periodistas, Jesús Suarez Valmaña y el talentoso Yasel Porto, escriben notas para la web de la emisora COCO o el sitio de la Federación Cubana de Béisbol.
Practicar el deporte de la bola y los strikes en Cuba es bastante caro. Amén del mal estado de los terrenos, repletos de yerba y sin el cuidado adecuado, los padres deben comprar de su bolsillo, en pesos convertibles, los implementos deportivos de la disciplina, como bates, guantes y spikes.
Raciel bien sabe lo que ha costado mantener a su hijo de 15 años en la práctica del béisbol. “Te aseguro que he gastado más de 600 dólares en artículos deportivos. En la escuela donde está becado, la comida es pésima, y también he tenido que gastar para reforzar su alimentación".
Leonel es otro padre que tiene planes a largo plazo con su hijo, jugador en la categoría juvenil. “Ojalá que mantenga el interés por el béisbol. Pienso que algún día pueda llegar a jugar en la gran carpa, en Estados Unidos”.
Es el sueño de muchos jóvenes peloteros. E incluso de algunas de las grandes estrellas que desertan a la primera de cambio. Los salarios de seis ceros en Las Mayores marean a los beisbolistas cubanos.
Pero si es difícil y caro es entrenar y jugar béisbol organizado, qué dirán los fans. En estos meses de septiembre donde no se juega en la isla, la gente está sedienta de saber qué sucede en las ligas de otros países.
En la famosa y concurrida peña del Parque Central, muy cerca del Capitolio, desde bien temprano en la mañana un grupo nutrido de seguidores discuten en voz alta sobre su pasión preferida: la pelota.
Es ahí donde uno puede encontrar alguna persona con acceso a internet, a diarios de Miami o a la revista especializada USA Baseball. De esa forma, seguidores del deporte se ponen al día de lo que acontece en las Grandes Ligas.
También se sigue con interés la actuación de los peloteros cubanos. Y a no dudarlo, la primera base de los Angelinos de California, Kendry Morales, un ex industrialista que brilla en ese equipo, es un héroe deportivo a lo largo y ancho del país.
Lo más absurdo es que Cuba, una nación donde el fútbol que se juega es vulgar y ramplón, existan espacios dedicados al universal deporte. Se retrasmiten ligas españolas y europeas y con frecuencia dan resultados de las sudamericanas.
En esta isla donde lo absurdo es casi una ley, los fans del béisbol sufren por la sequía de noticias. Una causa podría ser que las autoridades teman que con la trasmisión de encuentros de ligas foráneas, aumente el deseo de emigrar de los nacionales.
Tal vez consideren que los hinchas locales no deben ver a cubanos que han desertado. O a exniños pobres de Maracaibo, Caguas o Santiago de los Caballeros, convertidos en estrellas de primer nivel y ganando salarios estratosféricos. Cuando los peloteros en la isla ganan salarios de obreros.
Otra causa es política. A los hermanos Castro les interesa que en sus medios se hable lo peor posible de Estados Unidos y los países capitalistas. Y esa fobia la pagan los fanáticos cubanos del béisbol.
Foto: azulísimo, Panoramio. Estadio Latinoamericano, en El Cerro, La Habana.
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