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lunes, 4 de octubre de 2010

Vistazo a La Habana de 1960

Por Iván García
Para retroceder a La Habana de hace 50 años no he utilizado la máquina del tiempo, sino un directorio telefónico de 1960 que por 50 pesos (2 dólares) me vendió un coleccionista de revistas y libros viejos.
La primera novedad fue encontrar que la Embajada de España se localizaba en Oficios, calle menos céntrica que la de su ubicación actual, en Cárcel y Zulueta. Y que el embajador era Juan Pablo de Lojendio Irure, Marqués de Vellisca (San Sebastián 1906-Roma 1973), destinado en Cuba desde 1952.
Este diplomático español se hizo famoso porque el 22 de enero de 1960, pasada las 12 de la noche, se apareció en el estudio de televisión donde Fidel Castro, en una comparecencia en vivo, lo acusó de ayudar a sacerdotes católicos a montar imprentas clandestinas y de proteger a contrarrevolucionarios.
Lojendio, un vasco de armas tomar, estaba viendo en su residencia la intervención y al escuchar aquello, salió como un bólido rumbo al canal Tele Mundo. Interrumpió el programa y se encaró a Castro como hasta la fecha, nadie públicamente ha hecho. La trasmisión fue cortada. Los escoltas lo sacaron del lugar y en 24 horas tuvo que abandonar el país.
De sumo interés, al menos para los de mi generación, es descubrir la gran cantidad de compañías, nacionales y extranjeras, existentes en esa época. Muchas con sus nombres en inglés, como la McCann Erickson de Cuba S.A., General Electric Cubana o Pan American World Airways.
Algo que no es de extrañar si se recuerda que un año después de la llegada de los barbudos al poder, Cuba era sede de firmas americanas como Coca Cola, Esso, Shell, Goodyear, Dupont, Firestone, Sinclair, Swift y US Rubber, entre otras. O entidades bancarias como The Chase Manhattan Bank, The Bank of Nova Scotia y The Royal Bank of Canada.
A los choferes de "almendrones" (autos americanos viejos) más jóvenes, les cuesta creer que en 1960, sólo en la capital, se localizaban varias agencias automovilísticas: Chevrolet, Ford, Chyrsler, Buick, Fiat, Volkswagen... Y si uno quería alquilar un coche, lo podía hacer en Hertz Rent A Car, en Infanta y 23.
Los cubanos, que hoy por divisas tienen que adquirir jabones, desodorantes, champús, colonias y detergentes, en los primeros años de la revolución, por pesos, aún podían comprar productos de aseo elaborados por las dos grandes empresas nacionales, Crusellas y Sabatés, y por las foráneas Revlon, Max Factor, Elizabeth Arden, Helena Rubinstein y Avon, entre otras asentadas en la capital.
También en La Habana radicaban las cinco principales fábricas de cerveza de la isla: Hatuey, Cristal, Polar, Tropical y Cabeza de Perro. En Guanabacoa, la Miller High Life tenía una sucursal.
En ese directorio aparecen los nombres, direcciones y teléfonos de 131 cines y 3 autocines habaneros. En el principal circuito cinematográfico estrenaron Nuestro hombre en La Habana, adaptación de la novela homónina de Graham Greene, filmada en abril de 1959 en locaciones de la Habana Vieja y protagonizada por Alec Guinnes y Maureen O'Hara.
En 1960 no sólo el embajador Lojendio fue expulsado de Cuba. También tuvo que irse la familia Bacardí, dueña de la destilería y fábrica de ron que en 1862, en Santiago de Cuba, había fundado el catalán Don Facundo Bacardí Massó.
El gobierno revolucionario nacionalizó todas sus instalaciones, pero no pudo impedir que Bacardí continuara siendo el mejor ron del mundo. Aunque ahora se elabore en Puerto Rico.
Foto: Peter Stockpole, revista Life, 1959. El actor Alec Guinness durante el rodaje de Nuestro hombre en La Habana, en el Sloppy Joe’s, bar situado en Zulueta y Ánimas. Desde su fundación en los años 20, su dueño, el gallego José Abeal Otero lo convirtió en uno de los sitios preferidos de los turistas y militares de Estados Unidos que antes de 1959 viajaban a la isla. Entre sus clientes más conocidos se encontraba el escritor Ernest Hemingway.

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