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sábado, 23 de octubre de 2010

Regina Duarte, la vida como una novela

Por Sarah Moreno

"Las divas son una invención del público'', afirma Regina Duarte sobre su relación en la serie Páginas de la vida, con Sonia Braga, otra figura de la televisión y el cine brasileño que, como ella, tiene dimensión internacional.
"Entre los actores ese concepto no existe'', añade Duarte, que ha protagonizado algunas de las series televisivas más importantes de su país, desde la famosa Malú mujer, que en 1979 enseñó al mundo la vida de una mujer divorciada e independiente a este lado del mundo, hasta otras memorables como Roque Santeiro (1985) y Vale todo (1988).
Es esta postura la que determina que a sus 63 años continúe interpretando papeles interesantes, como el de la doctora Helena Camargo en la producción de Rede Globo, Páginas de la vida, que trasmite América TeVé de lunes a viernes a las 3 p.m. Duarte retoma el rol que interpretó en Historia de amor y Por amor, grabadas a mediados de la década de los 90.
En su madurez, Helena ejerce la maternidad con una niña que padece el síndrome de Down y es abandonada por su familia. "Ahora Helena es una mujer exitosa en su carrera de médica, pero con una vida emocional frustrada y vacía. Con la adopción de Clara, la maternidad le llega en el momento correcto'', opina Duarte, que considera que convivir 10 meses con la niña Joana Morcazel durante las filmaciones "me enseñó que ser una persona diferente es excelente y natural''.
"Joana siempre estaba sonriendo. Es una niña que hace observaciones muy inteligentes, y que se divierte con la vida y contagia a todos los que están a su alrededor'', cuenta la actriz, que cree que la novela contribuye a cambiar la visión que el público tiene del Síndrome de Down.
"Hasta hace poco el Síndrome obligaba a las personas que lo padecían a vivir entre cuatro paredes. Ahora salen a teatros, restaurantes, parques y cines porque, de alguna manera, se ha derrumbado el tabú'', comenta.
Conocida por su valor para elegir papeles controversiales, fue el de Malú el que le dio un rostro internacional, ya que la novela se trasmitió en 60 países, en Holanda se ha repuesto tres veces. "Fue un personaje que le dio mucha fuerza a las mujeres -divorciadas o no- porque era una luchadora, con ganas de realizarse. No se intimidó ni se rindió a la depresión cuando se encontró sin un hombre a su lado. Asumió la maternidad con las dos manos'', recalca la actriz, que cuando se le pregunta por su secreto para conservar su apariencia, no se entrega a la vanidad y resume: "Creo que son fabulosas las mujeres que creen en el poder del amor y del trabajo''.
Regina Duarte logró, sin duda, una popularidad especial en Cuba, donde junto a otras actrices brasileñas como Maité Proenza (Doña Beija) y Lucélia Santos (La esclava Isaura) integra un triunvirato de estrellas que llenó un vacío en el imaginario del país, con un público ávido de ver producciones extranjeras.
"En Cuba, la recepción de Malú fue maravillosa, y creo que pesó mucho la identificación natural entre las culturas brasileña y cubana. Cuando estuve allí me sentí en casa, como con los amigos en Bahía, con la única diferencia de que hablaban español'', recuerda del viaje en que fue recibida en privado por Fidel Castro.
"Me recibió a mí, a mi familia y a Daniel Filho (director de Malú) en la casa de gobierno y charlamos por más de dos horas. Fue inolvidable. Su carisma es impresionante, independientemente del juicio que pueda hacerse de él como dictador'', cuenta.
Cuando no está grabando una serie de televisión, la actriz, que reside entre Sao Paulo y Río de Janeiro, dice llevar una vida muy sencilla, que incluye, entre otras actividades, "hacer hidrogimnasia y tomar baños fríos, y una visita a mis nietos al final de la tarde''.
Madre de tres hijos, André, Joao y Gabriela -que trabajó con ella en la serie Chiquinha Gonzaga (1999)-, Regin tiene dos nietos, Manuela y Theo. "Con mis nietos vuelvo a ser niña. Ellos me renuevan las energías, me hacen olvidarme del tiempo, de la monotonía y de los problemas'', cuenta la actriz, que se describe como "alguien que no hace grandes planes''.
"En lo profesional, este año no tengo ganas de luchar por un proyecto en específico. Dejo que la vida me lleve, pero estoy abierta a hacer teatro, cine y televisión. Si surge alguna invitación de calidad, será bienvenida'', concluye.
El Nuevo Herald, 30 de julio de 2010

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