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sábado, 2 de octubre de 2010

Monumentos extraños




Por Raúl Rivero
La solemnidad y el culto ciego a los benefactores de carne y hueso -a los simples mortales- no es, precisamente, una virtud reconocible en los habitantes de América Latina. Allá, con tanta música, tanta claridad, con los huracanes y los terremotos emboscados en el mar y en la tierra, perseguidos por una obscena tradición de dictadores y gorilas, las imágenes que se adoran son las de los antepasados, los santos y los artistas.
Las estatuas que más interesan y llaman la atención de los cubanos, por ejemplo, son una que está en lo alto de una avenida de La Habana en la que se conservan los zapatos del primer presidente, Tomás Estrada Palma. Y otra, en la Isla de Pinos, al sur de la capital, levantada en honor a una vaca lechera.
La de los zapatones solitarios se debe a que un grupo de habaneros derrumbó, a golpe de mandarria, en enero de 1959, el monumento al político porque lo consideraron demasiado amigo de Norteamérica. Como los zapatos eran parte de la base de la escultura no los pudieron destrozar. Y ahí están como un homenaje silencioso a la historia criolla del calzado. O a la estupidez.
La orden de inmortalizar a la vaca Ubre Blanca, un cruce de Holstein con cebú, se dio al más alto nivel del Gobierno en 1987. El animal murió en esa fecha, unos meses después de que, según la prensa oficial, aportara a la economía nacional 109,5 litros de leche en un día.
John Lennon, cuya música estuvo prohibida en Cuba durante 40 años, consiguió también que le hicieran una escultura sentado en un parque habanero. Pero al artista inglés han tenido que ponerle una guardia de 24 horas porque, durante su primer mes de eternidad en el Caribe, le robaron dos pares de espejuelos.
No se nota por allá una inclinación por la idolatría al bronce estático y al gesto congelado. Pero hay excepciones. Hace unos días, se anunció en Caracas que en septiembre develarán un busto de Fidel Castro frente al edificio de la Asamblea Nacional de Venezuela.
Para que Castro esté a gusto, en la céntrica zona donde aparecerá su figura se ordenará el cierre de un establecimiento de comida basura propiedad de una transnacional estadounidense.
Hay sitios en el mundo alumbrados por una estrella oscura.
Los antepasados, los santos y los artistas recomiendan hielo, agua fría y muchas flores blancas para esa esquina de Caracas. Cosa de que el espacio se refresque y, poco a poco, pacíficamente, se le abran los caminos.
Fotos: Monumento a Tomás Estrada Palma, primer presidente de Cuba, al final de la Calle G o Avenida de los Presidentes, en el Vedado. En la foto en blanco y negro, de 1956, aparece un nieto de Estrada Palma, delante del monumento original. En la foto en colores, el monumento sin la estatua, sólo con los zapatos. El edificio que se ve detrás es el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.

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