Las otras Gran Vía

Por Tania Quintero

El 4 de abril de 2010, los madrileños festejaron el centenario de una de sus principales avenidas, La Gran Vía. Pero para los habaneros, La Gran Vía es sinónimo de buenos dulces y cakes, como los cubanos decimos a las tartas o pasteles.

El diseño al inicio, es el que aparecía en las tapas de las cajas de nuestra Gran Vía. De su historia escribieron los periodistas Maite Rico y Bertrand de La Grange, en La Habana, ruinas y revolución, publicado en Letras Libres, en enero de 2009.

"Si la tienda El Encanto era 'la joya' de La Habana, la dulcería La Gran Vía era el 'legítimo orgullo para la industria cubana', según reza el Libro de Cuba, una gigantesca enciclopedia ilustrada sobre la vida republicana publicada en 1953. Sus fundadores eran también españoles, tres hermanos de Toledo, España, que habían aterrizado con lo puesto en Güines, allá por los años 20. Pero quien mejor puede contar la historia es Bartolo Roque, un anciano enjuto y vivaracho de 78 años cuya vida está unida a La Gran Vía.

"Allí entré chamaquito, con 16, como ayudante de caja. Ellos eran pichones gallegos (en Cuba le dicen 'gallegos' a todos los españoles). El mayor era José García Moyano, Pedro era el más chico, y Valentín, el mediano. Empezaron haciendo dulces para los comercios del área campesina. Tenían gran aceptación, porque los hacían sabrosos. Yo fui a verles. Me recibió Pepe. Dígole: Quiero aprender un oficio. Díceme: Ven pa'cá. Empecé fregando latas, y luego me pusieron con el maestro repostero. Me formé como dulcero en poco tiempo, porque me gustaba y aprendí rápido.”

"La fama de los dulces se expande por la isla y en los años 40 deciden dar el salto a La Habana. Y se instalan en la calle Santos Suárez. “El negocio marchaba muy bien, así que compraron el solar de enfrente, toda una manzana, hicieron un parqueo y una tienda, que inauguraron en 1952. Éramos 120 trabajadores.”

Bartolo saca una carpeta de viejas fotos. Una pastelería reluciente y luminosa. Las cocinas con los hornos. Cinco elegantes señoritas muy atareadas recogiendo encargos por teléfono. Flota de camionetas de reparto, con sus choferes uniformados. Bartolo haciendo un pastel. Y en otra, 37 operarios y ayudantes, todos con largos delantales y gorros blancos, posan frente a incontables pasteles de nata. “Hacíamos de todo: tartaletas de guayaba y queso, pasteles de carne, pero los cakes eran la gran especialidad. Traían la leche en cántaros, para hacer la nata. La Habana entera compraba allí.” Debe de ser cierto, porque no hay habanero de cierta edad que no suspire y mire al cielo cuando se menciona La Gran Vía.

"En la siguiente foto, unos dirigentes sindicales hablan a los empleados desde una tarima. “La pastelería fue intervenida muy pronto, recuerda Bartolo. Los hermanos García se marcharon en 1959 a Puerto Rico. Muchos maestros dulceros también se fueron". Bartolo no. Él apoyó la revolución y siguió trabajando hasta 1984, cuando se alistó en la zafra y un accidente lo dejó con una mano paralizada y una magra pensión de invalidez. “Después del accidente, seguí trabajando como voluntario. No era fácil.” Tesonero como es, dio clases en la escuela de dulcería. Y hoy, ya viudo, acude cada día a la tienda a ayudar en lo que puede.

La Gran Vía conserva su local, a unas cuadras de la casa de Bartolo, con el mismo rótulo y el cartelito de madera del año de la fundación. Ahí terminan las similitudes. La otrora rutilante calle Santos Suárez es un estercolero, con la basura apilada alrededor de contenedores a rebosar. En el interior de la dulcería, llena de humo, unos clientes beben cerveza. Los vecinos compran chucherías, cigarrillos y latas de refrescos. Todo en divisas.

Las vitrinas refrigeradas han dejado paso a cuatro mostradores con cakes de intensos colores amontonados en cajas y cuatro bandejas de pastelillos. “No se hace lo que se debe hacer porque carecemos de materia prima”, dice Bartolo, que culpa de inmediato “al bloqueo”. La animadversión hacia Estados Unidos no se ve matizada por el hecho de que tres de sus seis hijos se hayan marchado allá, y que le ayuden a completar su pensión de 240 pesos mensuales (12 dólares).

Como maestro repostero, en los años 50, Bartolo ganaba 81 pesos al mes. “¡Y entonces el peso valía más que el dólar, era una moneda fuerte y reconocida en todo el mundo! -dice sin poder disimular el orgullo. Entonces, claro, comprábamos más cosas y vivíamos mejor. Mi padre era agricultor, ganaba 40 céntimos la jornada y con eso le alcanzaba pa' comprar comida pa' dos días. Hoy, como todo viene desde China, tiene que salir más caro. A ver si Obama arregla el bloqueo".

El anciano combina su profesión de fe revolucionaria con destellos de nostalgia. “Los dueños eran buena gente. Eran los que mejor pagaban de las dulcerías y se portaban bien con los empleados: te resolvían problemas, te hacían préstamos.”

En el Libro de Cuba, los propietarios de La Gran Vía, quizá por sus propios orígenes, dejan patente su rechazo a cualquier connotación elitista: “En esta casa no hay preferencias clasistas. Igual se hace un cake por valor de un peso y 50 centavos que otro de 500 pesos. Todos ellos de la mejor calidad. A la casa lo mismo acuden los ricos de la alta sociedad que personas modestas y de condición humilde”.

Hasta aquí el fragmento sobre la más afamada dulcería que hubo en Cuba. Pero si La Gran Vía está muy lejos de ser lo que fue, en la barriada de Santos Suárez, en otros países existen dulcerías y cafeterías que han adoptado el popular nombre.

La Gran Via Bakery en Inglewood, California.

Pastelería La Gran Vía en la colonia Condesa, México D.F.

Cafetería y panadería en Brooklyn, Nueva York.

Bakery La Gran Vía en Nueva Jersey.

Por un artículo de El Nuevo Herald, del 9 de septiembre de 2009, nos enteramos que también existe una dulcería La Gran Vía en La Pequeña Habana, Miami.

Como lo bueno es imperedecero, aquellos dulces y cakes artesanales que en 1921 empezaron a hacer los hermanos García en el poblado habanero de Güines, 89 años después los encontramos en Pembroke Pines, Florida. Ya no con el nombre de La Gran Vía, si no con el de Elite Cake Creations .