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lunes, 14 de junio de 2010

Las drogas siguen en aumento, pese a la acción policial

Havana Police. by Robin Thom.
Por Iván García
Todos saben cómo se introducen las drogas en la isla. Pero nadie que la consume, pregunta para no parecer sospechoso. Los tipos que venden drogas en Cuba saben que se juegan su pellejo y ante cualquier sospecha de presunto topo de la policía, actúan con sobrada violencia.
En la vida nocturna habanera las drogas hacen furor. Ya sea en fiestas de jóvenes intelectuales, bailables populares o discotecas de moda. En una consulta a 25 jóvenes, en edades comprendidas, entre 15 y 32 años todos, absolutamente todos, habían probado un cigarrillo o porro de marihuana.
Diecinueve también inhalaban el polvo blanco, aunque se confiesan asiduo a la marihuana, cuyo costo es muy inferior. Un buen cigarrillo de marihuana cuesta 5 cuc (4 dólares) o 120 pesos cubanos. Mientras que un gramo de cocaína anda por los 35 cuc (33 dólares o 840 pesos).
Jóvenes como Youasan Pedroso, 18 años, no consideran la marihuana como una droga. “Creo que los médicos en otros países la recetan para ciertas enfermedades”, aclara Vera Fernández, 21 años, con un tono comedido de chica informada.
La policía cubana no lo ve así. Y persigue con razón y de forma impecable la comercialización de las drogas. Pero el creciente mercado, de turistas y nacionales les está aguantando el tirón. A partir del 2000, se han efectuado varios operativos policiales y de fuerzas de la Seguridad del Estado, para desmantelar puntos de acopio y ventas de drogas.
A pesar de se han encarcelado a cientos de zares locales en el negocio de drogas, con celeridad inusitada han surgido otros, quienes con más ambición y violencia desmedida, quieren enriquecerse para vivir a lo grande.
La vía de entrada principal de las drogas de calidad al país es por el mar. Debido al acoso de los guardacostas de Cuba y Estados Unidos, o si se produce una avería, los traficantes internacionales tiran las pacas al agua.
Es ahí cuando entran en juego los pobladores que residen cerca de las costas. Al amparo de la noche, se hacen de pacas que luego venden a mercaderes de la droga en La Habana, en un precio que supera los 60 mil dólares por cada una.
También la corrupción policial hace lo suyo. Cuando tropas guardafronteras incautan un alijo de estupefacientes, por lo general se incinera. Pero de una u otra manera, algún miembro de este cuerpo de élite se las arregla para esconder algunas bolsas de mariguana o coca, para comercializar por su alto valor.
El caso es que con dinero en mano usted puede comprar toda la coca o marihuana que desee. Colombiana. De primera.
Ante las precarias condiciones de vida, campesinos de las regiones montañosas, siembran cannabis de forma ilegal. Incluso pequeñas plantaciones pueden encontrarse silvestres por esos parajes. A la producida en Cuba se le conoce como "criolla" y según los consumidores, en cuanto a calidad, está a años luz de la yerba colombiana.
A los consumidores hace algún tiempo no se les sanciona a privación de libertad. Y a pesar que existen clínicas de desintoxicación y una línea telefónica de ayuda a los drogadictos, éstos tienen sus recelos.
Según Fernando Diéguez, 29 años, “conozco amigos que sólo eran adictos y ahora están presos. Si la policía te pilla con más de un cigarrillo o varios gramos de coca, te acusa de estar vendiendo drogas. Yo no me fio de las leyes, ni de las buenas intenciones de las autoridades de mi país”, dice con los ojos achinados producto de los efectos de un porro de marihuana.
Ya los que la venden, tienen su existencia pendiente de un hilo. Si los atrapan, las condenas son rigurosas. Pueden llegar a cadena perpetua. A pesar de todo, los tipos que venden estupefacientes en la isla se rifan el pellejo. “Es que hay mucho dinero en liza, para mí este peligro es como una ruleta rusa. Pero cuando miro la buena vida que me puedo dar con la plata de las ventas, me arriesgo. La vida es una sola, y hay que vivirla a plenitud”, señala con la habitual filosofía marginal una persona que se dedica al fructífero negocio.
Es un reto para la policía. Que hace lo que puede. Pero entre el creciente número de consumidores del patio, hastiados de sus vidas mediocres y sin futuro, turistas que pagan bien las drogas y lo lucrativo del negocio, frenar su auge es un reto para las autoridades.
Créanme que lo intentan. Pero el negocio sigue. Boyante.
Foto: Robin Thom, Flickr

5 comentarios:

  1. IVAN VUELVES A CONVERTIR EL CUC A DOLAR ERRONEAMENTE,TE LO HE COMENTADO EN CASI TODOS TUS POST PERO PARECE QUE NO LEES LOS COMENTARIOS O NO TE IMPORTA DAR INFORMACION VERAZ

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  2. No sé su nombre, pero soy Tania Quintero, quien además de la madre de Iván, soy quien le edita sus trabajos. Noto que está un poco molesto, pero probablemente usted no vive en Cuba y no sabe que Iván sólo puede pasar una vez a la semana por internet. Lo hace desde un hotel, con una tarjeta para dos horas, que cuesta 15 cuc, que no sé si eso equivale a más o menos dólares, porque cuando me fui de la isla, en 2003, todavía el cuc no existía (como recordará, lo implantó Fidel Castro en octubre de 2004), pero Iván no puede darse el lujo de gastar esa tarjeta de una vez, si no tratar de utilizarla dos o tres veces. Él va para pasar trabajos, para su blog y para El Mundo/América y si apenas puede revisar su correo y responderlo, menos el tiempo le alcanza para ponerse a leer comentarios. Y yo, sinceramente, tampoco puedo, salvo excepciones, como en este caso, porque cuando dejan un comentarios me llega a mi correo. Inclusive, casi nunca puede entrar a su blog, tampoco puede pasar fotos y menos videos, por allá las conexiones son muy lentas. Este domingo, día de los padres en Cuba, cuando llame a Iván para felicitarle, le daré su recado. Pero lo que yo sé, porque me lo ha dicho Iván y también por amigos extranjeros que han viajado a Cuba, cuando vas a una Cadeca, por cada 100 dólares te dan 80 cuc, o sea que la relación es de 8 cuc por cada 10 dólares. No sé a cuáles casos concretos usted se refiere, pero puede que en algunos, la culpa haya sido mía como editora, pues en ocasiones a Iván se le olvida aclarar entre paréntesis y lo hago yo y entonces puedo haberme equivocado, sobre todo si también hay que hacer la equivalencia también en moneda nacional. Gracias, por su interés y su comentario.

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  3. De las poquísimas cosas en que apoyaría la dictadura y su policía es en que no les de tregua a esa lacra social, la droga hace y puede hacer mas daño que la propia dictadura, sus faltas de libertades y su hambruna endémica.
    Eso de pensar que la marihuana es medicina es puro marketing, las investigaciones serias dicen otra cosa.

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  4. Caballero, pero aquí nadie señala que el consumo aumenta en forma geométrica al de la crisis que vive Cuba y que esa es desafortunadamente una forma de escape de esos jóvenes que merecen muchísimas más esperanzas de las que tienen en su realidad, en la vida cotidiana, al igual de millones de jóvenes de América latina, que viven en sociedades gobernadas por ancianos mentales e incluso en Cuba además de ancianos mentales, ancianos corporables.

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  5. Gracias por la información, pero prohibir no es la solución, y encarcelar tampoco.

    Yo como ciudadano tengo la libertad y el derecho de hacer con mi cuerpo lo que me de la gana. ¿Quién es el ser superior a mí que me puede prohibir, perseguir y castigar, por fumarme un porro?

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