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domingo, 6 de junio de 2010

El Cártel de La Habana (II)

En 1961, la Unión Soviética solicitó los servicios de especialistas checos para iniciar a Cuba en este campo, con instrucciones de prestar atención especial al estudio del tráfico de drogas desde América Latina hacia los Estados Unidos. El GRU y la KGB soviética, asistidos por el Departamento Z de Checoslovaquia, y la Segunda Administración de Espionaje, ayudaron a conformar los trabajos ilegales de Cuba, incluyendo el narcotráfico.
Según el general Sejna, esta operación recibió el nombre de “epidemia rosada”. De inmediato, los checoslovacos comenzaron un programa de tecnología especial en su centro de investigación secreta de Milovice para desarrollar las técnicas de producción necesarias. Los resultados fueron luego facilitados a los servicios cubanos que hasta el momento sólo conocían las crudas técnicas usadas en América del Sur.
A pedidos del entonces premier moscovita Jruschov, y con la intención de acelerar los ya coordinados planes de inteligencia, el general soviético Nikolai Savinkin visitó a todos los países del bloque comunista, entre ellos a Cuba, para precisar detalles sobre el delicado componente del narcotráfico y disponer su despegue.
Una noche de noviembre de 1960, fue ultimado a balazos en un pequeño hotel de Ciudad México el nicaragüense Jail Zarruck, en lo que las autoridades al principio calificaron de crimen pasional. Zarruck recién había regresado de un viaje a La Habana. Con posterioridad se comprobó que el asesino había sido Francisco Otero Lastra, conocido como "Paco el cubano" en el vasto mercado negro latinoamericano, cuya relación con Castro en la compra y venta de armas era sabida.
Esa misma semana, agentes de la policía mexicana allanaron una casa ubicada en la calle Berlín, donde encontraron paquetes de drogas junto a varios cargamentos de ametralladoras, rifles M-1 y otros efectos militares provenientes de Cuba. Fueron detenidos Trecy y Debrowsky, a quienes se le atribuyó el envío de armas a la América Central para un movimiento castrista donde debía figurar el asesinado Zarruck.
El caso no halló una explicación más coherente hasta 1964. El 4 de junio de ese año, Otero Lastra fue asesinado en la prisión de Lecumberri, México. Su viuda declaró a periodistas que su marido había comprado armas para Castro con el dinero de la venta de narcóticos, y que ello era del conocimiento de La Habana. La policía mexicana consiguió pruebas de las actividades de Zarruck y de Otero en el negocio de narcóticos y de armas que vinculaban a funcionarios cubanos en México y en otras capitales del continente en dicho tráfico.
Según el diario Wall Street Journal, en 1961 tuvo lugar una entrevista entre el entonces capitán Moisés Crespo, Che Guevara y un grupo de guerrilleros latinoamericanos en la que se discutió la introducción de drogas en Estados Unidos con vistas a levantar fondos para la guerrilla. Moisés Crespo había sido del círculo íntimo del ex presidente cubano Carlos Prío, razón por la que conspira contra Batista y se asila en los Estados Unidos en 1956, donde espera el triunfo de la Revolución.
Su amistad con el comandante castrista Efigenio Ameijeiras hace que lo licencien junto con éste, en 1967, a raíz de un escándalo de consumo de drogas y marihuana. Crespo salió de Cuba, vía Mariel, en 1980, y no tardó en vincularse al narcotráfico. Murió en Miami en 1986.
En marzo de 1961, la policía colombiana descubrió un vasto complot preparado por La Habana que había logrado establecer un pequeño frente guerrillero en Colombia. Los documentos probaban que dos funcionarios cubanos participaban directamente en la subversión y que otro cubano llamado Máximo Grever entrenaba a la guerrilla en Sumapaz.
Lo que más llamó la atención fue la revelación de cómo el tráfico de armas se hacía por el golfo de Uraba y los aeródromos de Antioquía y de Valle aprovechando aeropuertos semi-abandonados y lugares solitarios de las costas. Al servicio de la embajada cubana había tres aparatos Piper tripulados por el aviador Alfonso de la Rosa, contrabandista de armas en el narcocircuito Panamá-Ecuador-Colombia, radicado en Barranquilla.
En su edición del 12 de agosto de 1961, el diario limeño La Prensa publicaba una entrevista espectacular concedida por los parlamentarios Mario Gutiérrez y Gonzalo Romero de Bolivia. "Bolivia es actualmente una gigantesca fábrica de cocaína que está sirviendo para financiar el tráfico de armamentos y la preparación de futuros 'fidelazos' en la propia Bolivia y en Perú, Chile y Argentina".
El senador Gutiérrez aclaró también que un avión derribado días antes en Bolivia no era un avión pirata. Explicó que antes de su captura se había realizado con el mismo otros quince vuelos sobre territorio boliviano transportando cocaína al exterior y trayendo armas y municiones a las poblaciones de Santa Cruz y Cochabamba.
Agregó que en cada vuelo llegaban diez toneladas de armas automáticas y proyectiles provenientes de Cuba, para ser entregadas a los agentes y subversivos de Perú, Chile y Argentina que clandestinamente las internaban en sus respectivos países. Por último señaló que las armas se pagaban con los fondos de la venta de incalculables cantidades de cocaína traficada desde Bolivia.
Los congresistas bolivianos apuntaron que este tráfico ya había sido mencionado por el ministro de Hacienda de Bolivia, dato que en el exterior no se le había concedido importancia. A raíz de tales denuncias, fueron detenidos y enjuiciados por tráfico de cocaína y espionaje con Cuba el propio jefe de la policía del gobierno de Bolivia, coronel Gaytán Contador.
Una semana después de los hechos en Bolivia, el vicegobernador de la provincia Argentina de Salta, José Guzmán, denunciaba un infame comercio en ambas fronteras, mencionando el papel de Cuba con el ya inculpado coronel boliviano. Se mencionaba además la relación de Cuba con José Requena, administrador de la empresa Yacimientos Petrolíferos Bolivianos y con un grupo de funcionarios argentinos de la provincia de Salta, entre ellos el doctor Bernardino Bella.
El 12 de septiembre, el diario argentino La Razón sacaba a la luz el contrabando de ametralladoras y cocaína introducido por el río Bermejo, a la altura del departamento de Orán, así como de otros contrabandos por Aguas Blancas, acarreados por elementos apoyados por Cuba. Es cuando el gobierno argentino decidió la ocupación militar de la provincia de Salta. El escándalo provocó una crisis gubernamental en Bolivia que trajo la renuncia del vicepresidente Juan Lechín.
Una vez exonerado por una comisión investigadora del congreso de Bolivia, Lechín acusó a los exilados Mario Gutiérrez y Walter Guevara de estos sucesos; este último era el nexo principal con Cuba. Tanto Argentina como Bolivia expresaron sus protestas diplomáticas a La Habana, pero el hecho no cobraría proporciones internacionales ya que la diplomacia cubana se movió febrilmente para sepultar el descubrimiento.
En un audaz golpe de mano, el Frente Revolucionario Democrático (FRD), organización de exiliados cubanos dirigida por el ex-premier cubano Antonio de Varona, hacía pública el 25 de septiembre de 1961 una información basada en documentos secretos obtenidos de la embajada cubana en Montevideo.
En ellos se revelaba un plan de Castro y del Che Guevara para infiltrar la Argentina a todos los niveles, con el fin de preparar condiciones para el derrocamiento del gobierno y hacer ascender a los peronistas y a la izquierda al poder.
Del libro Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis.
Foto: Stan Wayman, Life. Diciembre de 1957. El expresidente Carlos Prío Socarrás, exiliado en Miami.

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