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lunes, 15 de marzo de 2010

Entrevista desde un balcón colombiano


Tania, en 1974 comenzaste tu vida periodística en la revista Bohemia. ¿Qué recuerdas de aquella época?

Soy autodidacta. Bohemia fue mi escuela de periodismo, porque en esa época en ella trabajaban excelentes reporteros, como Mario Kuchilán, Fulvio Fuentes, Mario García del Cueto, Reinaldo Peñalver y Alberto Pozo, entre otros, y aún era fuerte la influencia que había dejado el anterior director, Enrique de la Osa. Había buen ambiente de trabajo, entusiasmo, disciplina y ética periodística. Las relaciones entre los más viejos y los más nuevos eran muy buenas. Igualmente eran estupendos los vínculos entre periodistas y fotógrafos, casi todos fotorreporteros, como Gilberto Ante, Tony Martin, Juan López Carlón, Ricardo Barrero, Raúl Castillo y Luis Toca, entre otros que ahora recuerdo. Algo que siempre aprecié en Bohemia es que los que cubríamos un sector, en mi caso cultural, nacional y económico, estábamos al tanto de lo que hacían los de la redacción internacional, histórica, deportiva y también con el departamento de diseño, entonces dirigida por Ñico, Antonio Marín. Tuve buenos colegas de trabajo entre los diseñadores y ahora quiero recordar a Xiomara Crespo, ya fallecida, a Pedro Contreras, Hortensia Dejú, Manuel López Allistoy, Pelly y Enrique Agramonte, quien ahora vive y trabaja en Puerto Rico.

¿Qué vivencias tienes de aquellos primeros años de la revolución cubana?

De la revolución cubana tendría mucho que contar, pero prefiero recordar la ilusión de los primeros años, sobre todo para mí, que procedía de una familia del Partido Socialista Popular, que era como se llamaba el partido de los comunistas cubanos antes de 1959.

Poco a poco esa ilusión se fue desvaneciendo y la culpa la tuvo Fidel Castro, porque todos esperábamos una sociedad aún más libre y democrática, pero no fue así, por su aferramiento al poder. Afortunadamente mi padre era un hombre muy pragmático y de él aprendí a tener siempre los pies en la tierra, a ser inconforme y crítica y por ello nunca me callé cuando algo lo consideraba injusto y mal hecho.

Bohemia fue uno de los varios centros donde laboré a partir de 1959. El último, el Instituto Cubano de Radio y Televisión, donde permanecí catorce años. En todos esos lugares, mis compañeros de trabajo me recuerdan como una persona trabajadora, pero también "conflictiva", como en Cuba le dicen a los que no se dejan meter el pie.

Nadie nunca me pudo cortar las alas, siempre me sentí libre. No fui militante del partido ni de la juventud comunista, ni tuve cargos de dirigente ni de nada. Lo mío siempre fue trabajar. Bastante mal remunerada, por cierto: mi más alto salario fue en el ICRT, 250 pesos (unos diez dólares al cambio actual).

¿Y de la Unión Soviética qué recuerdas?

Antes de responder, una aclaración: nunca viajé a ese país ni aprendí el idioma ruso. De la Unión Soviética también me desilusioné, como le pasó a la inmensa mayoría de los pueblos que veían en ella la gran nación socialista, el gran futuro. Y ya sabemos lo que realmente era y lo que ahora es, un país muy dividido, con infinidad de problemas y desigualdades y que en 1917 trataron de meter en un solo país, la URSS, algo que no funcionó, porque eran repúblicas y etnias muy distintas unas de otras.

En una biografía tuya leí que en 1980 fuiste condecorada con la Medalla de Plata de la Liga de Amistad con los Pueblos de la República Democrática Alemana, ¿Cuál fue el motivo de tal distinción?

Me concedieron esa distinción porque en 1978 publiqué en Bohemia una investigación sobre los alemanes antifascistas que pudieron escapar de Alemania cuando se desató la Segunda Guerra Mundial, entre ellos el pintor Gert Caden, de Dresden, quien en La Habana fundó un comité de alemanes antifascistas. Por esa investigación fui invitada a la RDA en junio de 1979, donde permanecí tres semanas como periodista. A mi regreso, en Bohemia publiqué unas 50 páginas de ese viaje. Según supe después, del ministerio de relaciones exteriores de la RDA dijeron que había sido la periodista más productiva de todos los que viajaban a la RDA, fueran capitalistas o socialistas.

Dos años después, en 1982, haces el tránsito a la televisión cubana.

Para mí trabajar en la televisión cubana fue todo un reto. Y si Bohemia fue mi primera escuela de periodismo, la televisión cubana fue la segunda. Comencé en el Instituto Cubano de Radio y Televisión en julio de 1982, tenía ya 40 años, y algunas personas me dijeron que no iba a adaptarme a ese medio, porque estaba acostumbrada al periodismo escrito, más tranquilo y sedentario.

Pero ellos no sabían que durante los años que trabajé a tiempo completo en Bohemia, aproximadamente entre 1975 y 1980, mi productividad era igual o superior a la que hubiera tenido en un periódico de tirada diaria. En la televisión pertenecí a los servicios informativos y, entre otros espacios, trabajé para el Noticiero Nacional de Televisión, la Revista de la Mañana, Conversando, Panorama y Puntos de Vista.

Durante un tiempo escribí guiones para una redacción que dirigía María Fortes, muy buena persona. Se llamaba Redacción de los Países Amigos y en las fechas patrias de aquellos países con los cuales Cuba en ese momento tenía buenas relaciones, como la URSS, RDA, Polonia, Hungría, Vietnam, España, se le dedicaba una programación especial, para la cual yo tenía que escribir un guión, de acuerdo a las ideas del director. Fue un trabajo interesante, porque tenía que informarme bien y buscar imágenes, labor en la que ayudaba la secretaria, Dorita, mujer educada y agradable.

De esa etapa lo que más recuerdo fueron los programas que grabé con Manolo Rifat en Trinidad, ciudad patrimonio de la humanidad, situada a unos 400 kilómetros de la Ciudad de La Habana. Rifat, era uno de los grandes directores que ha tenido la televisión cubana. No recuerdo los nombres y apellidos de todos con quienes trabajé en el ICRT, pero a todos, periodistas, directores, productores, editores, videotecarios, camarógrafos, luminotécnicos, electricistas, choferes, oficinistas, personal de la limpieza, los recuerdo con cariño.

Durante cinco años fuiste realizadora del programa Puntos de Vista. ¿De qué trataba este programa? ¿Cuáles fueron sus aportes?

Era un programa de encuestas en las calles, sobre temas populares, y no fue demasiado censurado, porque coincidió con la influencia de la perestroika y la glasnost en la Isla. Trabajé como realizadora de Puntos de Vista desde 1987 hasta 1991. Algunos tuvieron buena repercusión en la prensa, como El Servicio Militar, La Pelota, Veneno sobre Ruedas, Las Telenovelas y Mujeres Dirigentes, Ponerse en su Lugar.

Mi aporte principal fue incorporar a jóvenes para que compartieran conmigo la realización. Entre ellos podría mencionar a Alexis Núñez Oliva, en ese momento humorista-periodista y hoy productor ejecutivo en Televisa; Orlando Carrió, periodista del periódico Tribuna; a varias estudiantes de periodismo (Rosa Miriam Elizalde, Grisell Pérez, Dania Rosales); y a mi propio hijo, Iván García, quien junto con Alexis me ayudaron en un Puntos de Vista sobre cine, televisión y video, grabado durante un Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Una mención aparte merece Frank Romero, quien trabajaba como técnico en el master de la televisión, pero tenía muchas inquietudes creativas y quería dedicarse a la realización de programas, documentales, videoclips. Frank habló con Maelia Divó, editora con la cual solía trabajar y a quien también recuerdo con mucho cariño. Maelia me puso en contacto con Frank e inmediatamente lo sumé al equipo del próximo programa, El Servicio Militar.

A partir de ahí, Frank comenzó a superarse, pasó cursos y actualmente trabaja en lo que le gusta. A fines de los años 90 estaba esperando un ómnibus, en la parada de 9na. y 86, Miramar, y él venía en una bicicleta y cuando me vio se detuvo y muy contento me saludó, algo que le agradecí, porque ya todos sabían que me había hecho periodista independiente y muchas personas evitaban saludarme y dirigirme la palabra en público. En Cuba faltan muchas cosas, pero si algo abunda es el miedo. Pero Frank no sólo me saludó, sino que me dijo que en su currículo y en todas partes decía que si él había logrado hacerse realizador había sido por mí.

Tengo entendido que uno de tus programas, La Creatividad, te significó el comienzo de roces con el gobierno cubano. ¿Por qué?

Ese programa no gustó a algunos dirigentes, como a José Ramón Fernández, entonces ministro de Educación, quien llamó para quejarse a Rodobaldo, director del Canal Tele Rebelde en ese momento. Pero no fue el comienzo de roces con el gobierno. Era un programa donde se cuestionaba sobre la creatividad del cubano.

Recuerdo que una tarde en que estábamos grabando por Palatino, en el Cerro, el tiempo se nubló y comenzó a lloviznar y decidimos entrar a la heladería Ward, situada en la avenida Santa Catalina, cerca de la Ciudad Deportiva. Consciente de lo que costaba un día de grabación en la calle, con un equipo de media docena de personas y una guagüita (ómnibus pequeño), para no desaprovechar el tiempo, después de tomarnos unos helados, comencé a entrevistar a los usuarios.

Sus respuestas no eran muy interesantes y cuando me disponía a hacer la última, una muchacha, residente en San Miguel del Padrón, uno de los municipios más marginales de la Ciudad de La Habana, dijo estar en desacuerdo con preguntar sobre la creatividad, cuando sucedían cosas más importantes en el país.

"Cómo cuáles", le pregunté, y ahí se explayó y contó de una escuela primaria en muy mal estado en su municipio, a punto de desplomarse. El camarógrafo que ese día me acompañaba era Jorge del Valle, más conocido por El cangrejo, y a quien casi siempre solicitaba para trabajar conmigo, no sólo porque era uno de los mejores, sino porque tenía mucha paciencia, buen carácter y enseguida captaba lo que quería.

Cuando terminamos de grabar, Elcangrejo me dijo: "Tania Quintero, a ver si tienes valor y pones esa descarga completa, porque es lo mejor que te han dicho". Le respondí: "Claro que la voy a poner, cuando estructure el guión ya veré donde la ubico". La puse en medio del programa. Y para "suavizar" aquella fuerte crítica, a continuación hice una pausa musical, con unos atractivos peces de colores. De fondo, Juan Luis Guerra cantando Burbujas de Amor, canción de moda en ese momento en Cuba. Las casualidades de la vida: en 1988, hace veinte años, utilicé Burbujas de Amor para un programa televisivo crítico y fue una de las canciones interpretadas por Juan Luis Guerra en PAZ SIN FRONTERAS, esa genial iniciativa que tuvo Juanes y que convocó a más de cien mil colombianos, ecuatorianos y venezolanos en un sitio donde estuvo a punto de estallar una guerra entre latinoamericanos.

En 1991, la detención de tu hijo Iván por la Seguridad del Estado, acusado de "propaganda enemiga" te cambia la vida. ¿Cómo terminó ese incidente?

A estas alturas, pienso que el régimen se dio cuenta de su error y de lo mal que manejó aquella detención de mi hijo y, sobre todo, el haberme puesto en una lista negra. Porque fue la gota de agua de mi desilusión por el proceso revolucionario. Eso fue en 1991, no obstante, no me declaré abiertamente disidente.

Me hice periodista independiente el 23 de septiembre de 1995, cuando el poeta, escritor y periodista Raúl Rivero fundó la agencia Cuba Press. Un par de meses después mi hijo comenzó a escribir también para Cuba Press, primero con notas deportivas (el deporte es su fuerte) y posteriormente con crónicas de la realidad cotidiana.

A raíz de este problema de Iván, tu carrera periodística quedó en suspenso. ¿Qué recuerdas de aquella época?

Fui hija única y desde pequeña mis padres me prepararon para enfrentar sola la vida. Antes de la revolución, los pobres, si estudiaban y se esforzaban, tenían oportunidades. Mis padres no pasaron del cuarto grado, pero a mí desde muy niña me inculcaron el amor por el estudio y la lectura. No sólo sacaba buenas notas, sino que era una alumna muy activa, participaba en actos patrióticos, humanitarios, artísticos.

Nunca fui una niña mimada ni blandengue y eso me ayudó a enfrentar todas las dificultades de la vida. Y por ello, cuando a mí y a mi hijo nos declararon no personas, nos excluyeron de todo y pretendieron que hasta los vecinos nos repudiaran, soporté todo con dignidad, sin echarme a llorar ni deprimirme, como ahora mismo soporto cinco años de exilio con mi hijo en La Habana y sin conocer a mi nieta de cinco años. Porque por muy duro que todo eso pueda ser, no es más duro que lo que están pasando los cientos de secuestrados por las FARC y el dolor de sus familiares. O lo que pasan hoy en las cárceles cubanas más de 200 presos políticos y el sufrimiento que ello representa para sus familias.

En 1995 viene la invitación de Raúl Rivero a formar parte de Cuba Press. Tu aceptación te coloca en la otra orilla del periodismo cubano, el independiente. ¿Cómo fueron esos inicios escribiendo sobre una Cuba vista desde una óptica distinta?

Fue algo natural, porque siempre viví entre la gente, haciendo colas, cogiendo guaguas (transporte público), con muy poca ropa en el escaparate y poco dinero en el monedero. Siempre fui una cubana de a pie, que vivió en casas donde faltaba el agua y había que cargarla, con un refrigerador viejo y un radio más viejo aún, sin tocadiscos ni grabadora ni cámara fotográfica. Para que se tenga una idea, tuvimos televisor por primera vez el 31 diciembre de 1977, en blanco y negro, de la marca rusa Krim.

Me casé en 1963 y en 1969 me divorcié, él era abogado y militante del partido, pero no fue un buen padre, le gustaba tomar y terminó alcoholizado, murió de un derrame cerebral el 31 de diciembre de 1977, el mismo día que compramos el televisor. Con ayuda de mi madre crié a mis dos hijos en años muy duros, cuando conseguir un par de medias y de zapatos para un niño era una proeza. Cuando me hice periodista independiente fue cuando conquisté lo que todo periodista anhela, total libertad para escribir.

El círculo comienza a cerrarse cuando en 1996 te expulsan del Instituto Cubano de Radio y Televisión. ¿Qué motivos adujeron?

Los motivos que alegan todos los regímenes totalitarios, que trabajaba para el "enemigo". El problema era, y sigue siendo, que como en Cuba los disidentes y los periodistas independientes no tienen voz ni voto, no les publican en la prensa nacional ni pueden hablar por la radio y la televisión del país, sólo les queda un recurso para hacerse escuchar: utilizar alguna organización que desde el exterior les publique sus noticias, hablar por Radio Martí y dar entrevistas a periodistas extranjeros.

Volviendo a tu pregunta: me convocaron a una reunión el 4 de abril de 1996 en la oficina de Danilo Sirio, entonces vicepresidente del ICRT, con él y dos funcionarios más, Formoso, por el comité del partido del organismo, y Cristóbal Martínez, periodista (de la raza negra, como yo), en representación del sindicato. Luego de escuchar una serie de argumentos, que ninguno valía la pena rebatir, quedé oficialmente expulsada.

Tenía 54 años y en ese momento acumulaba 37 años ininterrumpidos de trabajo (comencé mi vida laboral en agosto de 1959, cuando aún no había cumplido los 17). Danilo Sirio, recientemente nombrado presidente del ICRT, dijo que la revolución iba a ser generosa conmigo y me iban a dar una pensión como jubilada. Todavía la estoy esperando.

En febrero de 1999, apareces en un reportaje especial al lado de José Saramago y el obispo cubano Pedro Meurice, en la RTP (Rádio e Televisão de Portugal). ¿Qué temas se trataron? ¿Qué significó para ti como periodista independiente?

En los primeros días de enero de 1999 se apareció en mi casa Alberto Serra, periodista portugués de la RTP. Además del frío ese día, yo estaba en los preparativos de la comida, preocupada porque no tenía dólares para comprarle unos juguetes a mi nieta para el día de Reyes. Recuerdo que tenía puesto el pulóver rosado que me había dejado una periodista del Chicago Tribune que había estado en Cuba para la visita del Papa, y así mismo, sin arreglarme y ni siquiera peinarme, me senté en la silla al lado del teléfono, y respondí todo lo que me preguntó.

En realidad a quien él quería entrevistar era a Raúl Rivero, pero al no poder localizarlo, alguien les sugirió mi nombre. Serra no me dijo que yo iba a aparecer al lado de José Saramago ni del Obispo Pedro Meurice. Si me lo hubiera dicho, no le hubiera dado la entrevista, porque Meurice me simpatizaba, pero no Saramago: su miopía no siempre le permite ver la realidad, al menos la de los cubanos.

Por un cable de EFE me enteré de ese programa especial, trasmitido el 25 de febrero de 1999 por la RTP de Portugal. Si después lo he mencionado ha sido porque lo encuentro anecdótico, no porque lo considere meritorio ni importante. Como tampoco le he dado valor a que en su libro “Y Dios entró en La Habana”, el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán me mencionara. Nada de eso ha influenciado mi forma de ser y pensar ni tampoco nada me ha reportado. ¿Ser un poco más conocida? Algo que me resbala, porque para mí, todas las vanidades, ¡a la hoguera!

Perteneciste a la "Sociedad de Periodistas Márquez Sterling", cerrada en 2003. Háblanos sobre esa experiencia.

La persona idónea para hablar de esa Sociedad es Ricardo González Alfonso, pero lleva cinco años preso, purgando una injusta e inhumana condena de 20 años. Fuí un miembro más, no demasiado activa, porque al vivir en una sociedad machista, al igual que otras cubanas y latinoamericanas, tenía la responsabilidad de alimentar a mi familia: madre, dos hijos y nieta. Tener que cocinar cada día en un país con gran escasez de alimentos y salir a la calle a ver qué conseguía para poner al fogón, jabón para bañarse o lavar la ropa es una responsabilidad muy angustiosa y extenuante.

Y como Ricardo y Raúl Rivero estaban conscientes de esa cruz que desde 1959 cargan las amas de casa cubanas, la mayor parte de las veces me mantenían al tanto por teléfono y en tres o cuatro ocasiones nada más asistí a reuniones. Escribí las dos veces que me lo solicitaron. En el primer número de la revista De Cuba, de diciembre 2002, me publicaron Deshojando la discriminación, y en el segundo y último, de febrero 2003, un mes antes de la oleada represiva, El regreso de David.

En un artículo tuyo publicado en Cubaencuentro () hablas del doloroso caso de Jorge Luis García Pérez (Antúnez), ¿has conseguido comunicarte con él? ¿Al final resultaron ser parientes?

Nunca conocí personalmente a Jorge Luis, sí a su hermana Bertha y a su esposo, Alejandro, ahora los dos con sus hijas viviendo en Miami. Jorge Luis se casó y sigue en Placetas, su ciudad natal. Ha estado ingresado, su salud es muy delicada y ojalá pudiera salir a hacerse un buen chequeo y tratamiento fuera. Hasta ahora no hemos descubierto el parentesco, pero en alguna rama del árbol genealógico de los Antúnez cubanos debemos haber coincidido. Hasta donde sé, el primer Antúnez que llegó a Cuba, creo que en el siglo 15 o 17, era judío sefardita y arribó procedente de Portugal, por lo cual su apellido original debe haber sido Antunes.

En noviembre de 2003 abandonas tu patria. ¿Cómo fue la llegada a Suiza? ¿Cómo se cumplió tu proceso de adaptación?

Del viaje, llegada y estancia en Suiza no quiero aún hablar, porque con esas vivencias quiero continuar y terminar el libro que comencé a escribir en La Habana en diciembre de 2002. El proceso de adaptación ha sido bueno.

¿Cómo es tu vida hoy en Suiza?

Vivo en Suiza como refugiada política, lo cual me garantiza un status legal, con una serie de derechos, pero también con unos cuantos deberes, que hasta ahora mi hija, mi nieta y yo hemos cumplido y seguiremos cumpliendo. Los suizos son muy estrictos a la hora de conceder asilo político y lo son aún más después que lo han concedido. No es ningún "exilio dorado", como algunos pueden suponer. Un refugiado político tiene muchas más restricciones y obligaciones que cumplir en Suiza que en Estados Unidos o España.

Mi hija, mi nieta y yo vivimos muy modestamente, con muchas limitaciones, pero no nos quejamos, sabemos que son normales y que de nosotras dependerá tener mejores condiciones de vida. Las tres le estamos muy agradecidas al gobierno suizo por la forma en que nos ha tratado desde el mismo momento que solicitamos asilo, en junio de 2003, en la Embajada de Suiza en Cuba.

Ya cumplí los 65, edad de jubilación para mujeres y hombres en Suiza. Mi hija ha logrado aprender el alemán y ha pasado distintos cursos, y poco a poco se encamina, teniendo en cuenta que ya tiene 43 años. Mi nieta llegó con 9 años y es la que más podrá aprovechar el privilegio de vivir y estudiar en un país de personas trabajadoras, organizadas y civilizadas.

¿Cuándo verá la luz ese libro interrumpido en 2003?

Primero tengo que terminarlo, después buscar un editor serio e interesado en publicar un libro de testimonios personales de una periodista de la tercera edad.

¿Cuáles son tus planes futuros?

Vivir para ver crecer a mis nietas.

Pasando al tema de la Cuba actual, ¿qué papel juega Raúl Castro?

De momento está jugando un papel secundario, tratando de conquistar los medios internacionales con noticias relacionadas con el tema migratorio, la venta de computadoras y de aperos de labranza a los campesinos. Pero no creo que se arriesgue a hacer, ni siquiera intentar, los verdaderos cambios que necesita Cuba y que van más allá de que los cubanos puedan entrar y salir de su país o tener determinados equipos electrónicos en sus hogares o de que dejen de circular dos monedas, sino declarar una amnistía general e incondicional para todos los presos políticos cubanos y comenzar a construir una sociedad democrática, con libertad de expresión, asociación y reunión. Que cumpla todos los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la cual Cuba fue firmante el 10 de diciembre de 1948.

¿Cómo se encuentra hoy en Cuba el periodismo independiente?

En las cárceles cubanas hay 25 presos políticos que escribían como periodistas independientes. Pese al hostigamiento y la represión, el periodismo independiente ha logrado sobrevivir de un extremo a otro de la Isla. Sus informaciones y crónicas no serán las mejores, pero sin ellos no sabríamos lo que realmente está pasando en Cuba. Casi ninguno ha estudiado periodismo -yo tampoco- pero ya se sabe que si una profesión se puede ejercer sin pasar por la universidad es el periodismo. Desde aquí los sigo, les tengo mucho respeto y admiración, por lo que pasan para trasmitir una noticia y por el riesgo que cada día corren. Los verdaderos periodistas independientes, no los infiltrados por el Departamento de Seguridad del Estado.

¿Hay esperanzas para los disidentes presos?

Lamentablemente no. Parece que los soltarán por cuentagotas, como monedas de cambio o para complacer a determinado visitante ilustre.

Tania Quintero en pocas palabras

Un sueño

-Que Cuba un día se convierta en un país moderno, desarrollado, democrático y tolerante, sin perder la alegría. Y que nuestra música y nuestros ritmos vuelvan a sonar en el mundo como antes de 1959.

Una meta

-Nunca tuve madera de deportista y por tanto, nunca me he propuesto metas. La vida misma te las pone y te las quita.

Una frustración

-Que en Suiza no haya mar, sólo lagos y ríos.

Una alegría

-Encontrar un portador para mandarle cositas a mi nieta de La Habana.

Un poema

-Olvido de Memoria, de Raúl Rivero. Es corto, lo transcribo:

”Sólo los recuerdos olvidados duelen más que el propio olvido. No es tan grave perder un nombre, un rostro y unos besos definitivamente. Lo insoportable es haberlos recordado y que la memoria no alcance para que se salven y nos traigan una línea de gozo o de suplicio. Todo olvido es sagrado” .

Una canción

- ”Y tu qué has hecho”, de Eusebio Delfín, interpretada por María Teresa Vera acompañada de Lorenzo Hierrezuelo.

Un cantante

-Un cantante no, muchos cantantes. De los cubanos, haciendo una gran selección: Benny Moré, Bola de Nieve, Carlos Embale, Pablo Milanés, Elena Burke, María Teresa Vera y Celia Cruz. De los extranjeros: Nat King Cole, Frank Sinatra, Gal Costa, Celine Dion, Andrea Bocelli y Gilberto Santa Rosa.

Un libro

-Made in Japan, de Akio Morita.

Un lugar

-El Malecón de La Habana.

Un personaje

-Nelson Mandela.

Un proyecto

-Poder terminar ese libro.

Un recuerdo

-El de todos los amigos y parientes que dejé en Cuba.

Un amor

-El que siempre he sentido por mi familia y mi ciudad. Es más grande e importante que el que alguna vez sentí por un hombre.

Un secreto

-Soy agnóstica, pero en los momentos difíciles pienso en Sai Baba, la Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II y San Judas Tadeo.

¿Algo más que quieras añadir?

¿Crees que todavía me queda algo por compartir? Gracias, Lully, por el interés demostrado hacia esta periodista-abuela. Si me permites, quiero aprovechar para enviar mis más sinceros saludos a todos los lectores de equinoXio, en particular a los colombianos. Estoy al tanto de todo lo que pasa en Colombia y de corazón deseo que se acabe de producir un verdadero diálogo y una verdadera mediación y que todos los secuestrados puedan volver a sus casas.

(Versión de entrevista realizada por la colombiana Lully Posada y publicada en http://reflexionesaldesnudo.equinoxio.org/ el 24 de marzo de 2008).

2 comentarios:

  1. Lectora

    Articulo de Yoani Sanchez pone los puntos sobre las ies y llama al pan pan , al vino vino y a la mafia mafia .

    http://www.penultimosdias.com/

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  2. Nueva Bitacora

    Le invitamos cordialmente a leernos y opinar .

    http://sombradelcubano.blogspot.com/

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