Por Tania Quintero
Su foto era la número 60 de las cien que formaban parte de RETRATOS DE UN PAÍS, reportaje publicado el 28 de junio de 2009 en la revista El País Semanal. Iker Seisdedos tuvo a su cargo la presentación de Iluminada Hernández, de 82 años y nacionalidad cubana.
Hubo una vez en que Iluminada trabajó y se ganó la vida honradamente en España, en los más diversos oficios. Eso fue poco después de su llegada de la Isla, en los 90. Tal vez huyendo del período especial, sin imaginar que otra crisis la arrojaría a la calle.
Y la obligaría a deambular de un lado a otro, dormir en albergues y hacer colas a las puertas de comedores sociales, donde cada vez acuden más personas. "Con pinta de ciudadanos respetables", le dijo al periodista, mientras se acomodaba la flor plástica en su sombrero de fieltro rojo.
Ciudadanos respetables. Como ella misma. Mujer digna. Limpia, ordenada y presumida. Pese a su infortunio y su soledad.
En su crónica, titulada La ley de lacalle, el periodista considera a Iluminada una mendiga. Aunque ella en realidad es pensionada. Todos los meses cobra 330 euros. Cantidad que en España -y en Europa- sólo alcanza para eso: vivir en la intemperie. Y dormir en locales para marginales, drogadictos e inmigrantes sin papeles.
Más que pensionada, mendiga, pobre y desamparada, Iluminada Hernández es madre. Y pese a lo exiguo de su
pensión, se las arregla para ahorrar y mandarle unos "euritos" a su hijo en Cuba. Un hijo que probablemente desconozca este retrato de su progenitora.
Foto: Oscar Carriquí
Verdaderamente tramático el destino de esta cubana, muy triste. Salir de su país en busca de la libertad y la prosperidad, y enfrentarse a ese destino. Y no obstante ayudar a su hijo en la isla. Sin generalizar, pero pocos como los cubanos arrastran ese nivel de responsabilidad y sacrificio para con la familia.
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