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miércoles, 6 de enero de 2010

Crónicas Habaneras (III)

Lágrima por krishna.krishnamurthy.

Por Tania Quintero

En mi cuadra vivían tres muchachas incapacitadas mentales. Una blanca y dos mestizas. Las tres rebasaban los 20 años y asistíann a escuelas especiales. La de piel blanca nació con el Síndrome de Down y de lunes a viernes permanecía internada. Las otras dos, las mulatas, iban y venían diariamente. De estas dos, una no nació con problemas: su mal se lo produjo una encefalomeningitis. En esos tres hogares tenían en común una misma resignada infelicidad.

En la cuadra residían también tres mujeres para quienes la maternidad era un sueño remoto. Dos habían tenido que ser operadas de urgencia, perdiendo cada una trompa. Dos años después, no habían logrado procrear. La más joven de las tres es negra y para tener un hijo tendría que recurrir a un método artificial: a consecuencia de dos embarazos ectópicos perdió las dos trompas. En el mundo hay suficientes adelantos para que una mujer, con útero y ovarios, pero sin trompas, pueda quedar embarazada. Mas para ella, su situación es una dramática frustración.

Cada una de estas vecinas mantiene, a su modo, una infeliz esperanza.

Se ha cumplido un nuevo aniversario de la muerte de la "Rosita Fornés de la Víbora". Rebasaba los 70 años. pero se ganó ese apodo porque desde que se levantaba hasta que se acostaba andaba maquillada, con tacones altos y perfumada, como si fuera una vedette. Por nada del mundo exhibía sus canas: se pintaba el pelo con la misma frecuencia que iba a la manicura. No tenía ningún familiar en Cuba.

Un sábado, al notar su ausencia, los vecinos avisaron a la policía. Cuando llegaron los azules y abrieron la puerta de su apartamento quedaron horrorizados. Llevaba más de 12 horas sin vida y yacía muerta en el piso, en un charco de sangre. Irreconocible. Ella, que siempre cuidó su imagen, no merecía haberse ido así. Parecía cosa de algunas de las telenovelas de la cuales era fanática. Aunque han circulado versiones de asesinato, los peritos finalmente sentenciaron un infarto masivo y golpeaduras al caer. Nuestra "Rosita Fornés" falleció terriblemente sola e infeliz, añorando el reencuentro con sus parientes en Puerto Rico.

En el edificio aledaño, hace años se ahorcó una anciana. En la acera de enfrente, en un pasillo, una mañana amaneció muerto, delante de la puerta de su miserable habitación, el borracho de la cuadra. Cada uno de estos cadáveres se llevó consigo diferentes infelicidades.

En la misma cuartería donde vivía el beodo, habita uno de los maricones reconocidos de la cuadra. Un gay del barrio, al enterarse de que ése señor gordo y fofo se había prestado a ser una de las "voces cantantes" en el acto de repudio que la Seguridad del Estado orquestó contra mí el lunes 10 de febrero de 1997 le puso "La vieja".

A "La vieja" le sigue en edad un cuarentón taimado cuya debilidad por los jovencitos se conoce en varios kilómetros a la redonda. Cerca de este homosexual encubierto vive otro, aficionado a la cultura y la santería. Al fondo del inmueble, reside una pareja de lesbianas de mediana edad, ambas. El team homosexual de mi cuadra lo completa una pareja masculina. La aparente felicidad de todos ellos no es más que eso: apariencias. En Cuba ser homosexual sigue siendo un estigma.

El panorama de infelices lo completan unos cuantos vigilantes o informantes, popularmente conocidos como "chivatos". Pero de ellos no vale la pena hablar. Están por toda Cuba y son rehenes de su propia conciencia. La infelicidad que anida en sus corazones sólo encontrará sosiego cuando sus almas descansen en paz.
(Publicado en Cubafreepress en diciembre de 1998).

Foto: krishna, Flickr.

1 comentario:

  1. Todos hemos sido victimas, de una forma u otra, de una revolucion infeliz, fruto de la pesadilla de un infeliz, como diria un mexicano, que dicho por un cubano, un servidor, elperfecto hijo de la gran puta y sus seguidores infelices.
    Muchos saludos Quintero!

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