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miércoles, 18 de junio de 2008

Mañana, después, más tarde

Por Raúl Rivero
Sólo quienes viven en Cuba pueden conocer la importancia de un alambre de cobre, la trascendencia de un pedazo de soga, los valores sagrados de la estopa y del trapo, las fidelidades del hilo y la actitud de entrega de las sustancias plásticas.
En los momentos criticos, a la hora en punto de darle solución a un problema, nos habita la filosofía del parche, la doctrina del apuntalamiento, la maldición del luego, otro día, resuelve con esto.
En la casa de un amigo que fue piloto se muestra con orgullo la puerta del refrigerador amarrada con cordones de paracaídas. Otro, chapistea su carro con jabas de nylon y cemento, los limpiaparabrisas se aseguran con presillas y los asientos se afirman con bujias viejas y tacos de madera.

Conozco a una mujer que reparó sus espejuelos con teipe, hilo de coser y frutas de ateje. Ahora puede leer, pero asusta a sus sobrinos y recuerda siempre a Francis Drake.
Los radios americanos (aquellos RCA de pasta roja) y los rusos (los VEF sombríos y contundentes) parecen salvados de un bombardeo. El esparadrapo y las precintas que cubren sus heridas los rediseñan asimétricos, con gibas y oquedades. Les devuelven precariamente algún fulgor, la esbeltez de las antenas de percheros que salen como contorsionistas de la ventana al cielo.
No es vagancia ni extravío. Se trata de vivir a plazos, provisionalmente, "resolver" hoy con una lata de galletas Pinocho la pata de la cama y tener, desde ese momento, la sospecha de que esa lata vacía sera para siempre el sostén de los sueños y las pesadillas.
Es una manera de encarar la vida en la que nos ha sorprendido la vejez.Es salir del paso, de un paso que tu no quisiste dar, pero en el que estás, y para irte nada más dispones de materias frágiles y fragmentadas.
Se vive como si lejos, muy lejos, hubieran puesto a hervir el futuro. Y no se tienen noticias de su hervor. El milagro de la tachuela, el prodigio del alambrito, la resistencia de los cordeles permiten pasar el día y sostienen la potestad de la canción.
Y el amor, hermana mía? preguntaba el poeta. El amor vendrá mañana. Y mañana no venía.
(Publicado en Cubaencuentro el 21 de enero de 2001)

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