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lunes, 14 de abril de 2008

CUBANOS EN PERÍODO ESPECIAL

Por Tania Quintero

Los testimonios que a continuación leerán es la versión periodística de un texto redactado entre enero y febrero de 2006 para la tesis de grado de una universitaria francesa, y quien por tema escogió Cubanas en Período Especial. Posteriormente lo dividí en seis partes, algunas ya publicadas. Ahora, para el blog, las he vuelto a unificar y las he ilustrado con imágenes tomadas por el escocés Colin Hannah durante un viaje a la Isla en 2004, cuando se suponía que “el período especial” era cosa del pasado reciente. Quienes no vivieron en Cuba en 1990, año de comienzo del “período especial en tiempos de paz”, con estos testimonios tendrán suficientes elementos y juzgar si para los cubanos resultó positivo o negativo esta guerra sin tronar de cañones decretada por Fidel Castro, su hermano y su gobierno con un claro fin: capear el temporal y seguir perpetuándose en el poder.

Preámbulo

La implantación del “período especial” en Cuba, desde mi punto de vista, tiene dos lecturas. La primera: fue una consecuencia directa del desmembramiento de la URSS, la caída del Muro de Berlín y la desaparición del campo socialista en el Este de Europa. Y la segunda: evidenció el fracaso de todos los planes agrícolas y pecuarios puestos en marcha por el “máximo líder”. De esto mucho se podría hablar, mas no es ahora el objetivo.

En 1986 me ocurrieron algunas cosas como periodista oficial que de cierta manera me hicieron presentir que algo tenso, difícil y no exactamente “especial”, positivo, se avecinaba.

El 12 de mayo de 1986 Fidel Castro me citó a su despacho en el Palacio de la Revolución, a propósito de una carta que yo había enviado al entonces ministro del Interior José Abrantes, denunciando el aumento del jineterismo y la marginalidad en torno a turistas (se sobreentiende que eran extranjeros: el turismo nacional es tan insignificante que no se denomina como tal). ¿Por qué Fidel Castro quiso hablar conmigo? Porque él estaba trabajando en un plan de renovación y fortalecimiento de la policía y mis vivencias le eran útiles. ¿Para qué quería él remodelar la policía? Para poder iniciar el despegue del turismo, visto como una tabla de salvación ante la realidad de que ya no íbamos a seguir mamando la teta de la vaca del Kremlin, o sea, dejaríamos de ser subvencionados y tenidos como “hijos preferidos” de la “madre patria soviética”. Una vaca que en vez de leche nos daba petróleo, mucho petróleo.

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