Por Iván García, desde La Habana
Una de las primeras medidas del gobierno de Fidel Castro en 1959 fue eliminar el juego. Casinos, máquinas traganíqueles y la lotería, arraigada afición en amplios sectores de la población, pasaron a mejor vida. El vicio al juego y el azar eran incompatibles con la idea de clonar un hombre nuevo, robotizado y obediente que en cuerpo y alma se entregara a la construcción de una utópica sociedad comunista donde el dinero no tendría ningún valor.Pero a dos años de un nuevo siglo, los cubanos, sean militantes del partido o delincuentes comunes, disidentes o nihilistas con morbo exagerado, se interesan por el placer de obtener el dinero que proporcionan los juegos.
Existen varios juegos ilícitos por decreto estatal que despiertan interés: La lotería, más conocida como "la bolita" es la que tiene mayor número de seguidores en todo el país. Los más adictos son personas nacidas antes de 1959, cuando su práctica no era prohibida. Consiste en 100 números --cada uno con varios significados-- de los cuales cada noche la emisora venezolana, La Voz del Táchira, por la que se rige "la bolita" cubana, lanza 3 números, uno "fijo" y dos "corridos". Si el jugador acierta en el fijo, los banqueros le pagan entre 75 y 100 pesos (de 4 a 5 dólares por cada peso "apuntado"). Si se ligan dos, lo que se llama un "parlé", entonces se ganan entre 700 y 900 pesos (entre 30 y 45 dólares). Hay otras combinaciones como el "candado" (jugar una serie de números) y los "corridos", que son dos números que se sortean cada noche y que se suele pagar entre 20 y 25 pesos.
José Luís, un negro banquero que ha sufrido prisión en tres ocasiones por montar bancos de "bolitas" coincide en que desde finales de la década de los 80 trabaja con total tranquilidad e impunidad. No sabe las causas, pero cree que son tantos los que se interesan por esta variante de lotería que han dejado de combatirla. Por supuesto "la bolita" engendra grandes ganancias. Según José Luís, para armar un banco hacen falta entre 70 y 80 mil pesos (de 3 a 4 mil dólares). "Pero si tiene más, mejor. Con un poco de suerte te puedes buscar entre 20 y 30 mil pesos a la semana (de mil a mil 500 dólares)".
Por tanto, cualquiera que se dedique al negocio de "la bolita" en Cuba se nota a golpe de vista: carro, buena casa y dinero para gastar a manos llenas.
Otro juego ilegal que le hace competencia a "la bolita", es el "tripares" que no es más que una variante criolla del póker que se juega en los casinos. En el "trío", como popularmente se le conoce, juegan hasta 7 "burliches" (así se les llama a los jugadores), con tres cartas destapadas arriba de la mesa y dos posibilidades de tomar baraja, para formar combinaciones con las figuras y números que están en la mesa. Este juego ha creado furor. Todas las personas que tienen grandes sumas de dinero, producto de robo en sus trabajos, por lo general en sus tiempos de ocio practican el "tripar", donde un jugador puede ganar --o perder-- cuantiosas sumas.En esta especie de pequeños casinos ilegales, los dueños de la casa, hacen las veces de dealer. Manuel, es uno de ellos. En su hogar, lo primero que uno observa al entrar es una inmensa foto de Fidel Castro felicitándolo por un triunfo deportivo. Manuel fue un atleta de éxito. Pero su sueldo de 300 pesos (15 dólares), como entrenador le resultaba insuficiente. Probó suerte jugando a las cartas y le fue bien. Con el dinero ganado montó una casa de juego. "La mejor de la zona", se enorgullece en decir. A él le gusta que le llamen Charlie, como el personaje de un viejo filme norteamericano sobre póker.
En la casa de Charlie se ofertan meriendas y comidas y se aceptan empeños de ropa y prendas de oro. "He creado un fondo que me permite inclusive otorgarle crédito, con pequeños intereses, a los jugadores que pierden su dinero. Por supuesto, para los artículos de valor". A Charlie le gusta el oro. Sobre su cuello ostenta seis o siete cadenas de oro de 18 quilates. "Claro tengo que tener cuidado con los timadores, ya una vez me empeñaron una cadena de oro en 5 mil pesos (250 dólares) que resultó ser falsa. Pero el negocio no me va mal".A regañadientes, me dice que se busca entre 17 y 20 mil pesos a la semana. "Me compré un auto y le compré una casa a la querida". Afirma sonriente este dealer improvisado, que se entera de lo que pasa en Cuba, o en el mundo, cuando va al baño a hacer sus necesidades y le hecha una ojeada a la prensa. "No me interesa la política. Sólo me informo para dar la imagen de un hombre integrado a la causa de la revolución". Y mira para el cuadro donde aparece el hombre que en 1959 de un plumazo prohibió el juego.
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ResponderEliminarpedro uhart
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