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domingo, 30 de septiembre de 2007

NEGOCIO BOYANTE

Por Iván García, desde La Habana

Sentados alrededor de una mesa, seis hombres desarrollan una partida de cartas. Frente a cada uno de ellos, una considerable suma de dinero. Hay tensión. Las apuestas son altísimas. Sudan copiosamente, a pesar del inmenso ventilador de techo que ambienta el local.

"Voy con todo el dinero", dice un mulato sin camisa, al que no le cabe un tatuaje mas en la fornida espalda. Un negro lleno de prendas y collares de santería acepta el reto. A su diestra un blanco gordo, con una gorra de los Bravos de Atlanta, se queda pensativo, vacilante. Mas finalmente responde irónico al mulato tatuado: "Voy completo, pago solo por ver tus cartas".

Están jugando Tripares. El juego consiste en tres barajas puestas boca arriba sobre la mesa; se reparten dos cartas a cada jugador y estos tienen tres opciones para que con los números o figuras que están sobre el paño verde, formen tríos o pares. Gana el trío mas alto. Si ninguno de los "burliches" -como se les conoce a los jugadores de cartas- liga un trío, entonces la victoria se la lleva el que tenga dos pares, es decir, el que en su mano posea dos barajas similares a las que están sobre la mesa.

Concluye la jugada en la que los tres "burliches" apostaban todos capital. El gordo con gorra béisbolera sale triunfador. Son las 2 de la madrugada, hora de cierre del "burle" (casa de juego), situado en una céntrica calle de la ciudad de La Habana. Los jugadores se retiran lentamente mientras comentan el resultado final: dos mil 800 pesos engrosó a su bolsillo el obeso ganador. Contento le regala 200 pesos a la esbelta negra dueña de la casa.

A diferencia de muchas mujeres en Cuba, agobiadas por el "periodo especial" y la escaséz, ella es una mujer de éxito. Estaba pasando las de Caín, pero la suerte tocó a su puerta: se enamoró de un reconocido "burliche" de la zona. Él fue quien le dió la idea de montar una casa de juegos (burle). Lleva dos años en el "business" (negocio) y no se queja. Arregló la vivienda, compró ropa nueva para ella y su hijo; desayuna, almuerza y come, y se pudo arreglar la boca. Cosa rara en Cuba.

No tiene de qué quejarse. Gana entre 500 y 2,000 pesos diariamente por prestar su casa. Además de barajas, se juega silót y dominó. "Pero las cartas son lo que más dan. Hay día que me busco hasta 4 mil pesos". No es la única. En la barriada se han multiplicado las casas de juegos. Prohibidas por la ley, la gente se arriesga, pues las ganancias son jugosas y nadie duda en contraponerlas a la necesidad imperiosa de vivir como Dios manda.

"Tengo mucha competencia, pero mi burle es el mejor de los alrededores. Además de las buenas condiciones de mi hogar, oferto meriendas y comidas de primera", expresa sonriente. Y añade que su morada es más segura que el resto, porque tiene buenas relaciones con policías de la zona.

Dichosa y feliz, como una escultura viviente de ébano, ve como su negocio marcha boyante. Quizás sus clientes cuando salen de su "burle" no reparen ante el cartel, que justo frente a su hogar, y teñidos, proclama SOCIALISMO O MUERTE. Algunos tal vez sonríen al verlo. De cualquier modo esa afición desmedida de una parte de la población cubana por el juego ilícito, está matando lentamente lo que queda del socialismo en la revolución "más verde que las palmas".

(Publicado en Cubafreepress el 4 de marzo de 1998)

martes, 25 de septiembre de 2007

QUIMBOMBÓ QUE RESBALA...


...PA'LA YUCA SECA


El autor de Quimbombó que resbala es el pianista, compositor y arreglista Luis Lilí Martínez Griñán.


Lilí nació en Guantánamo en 1917 y falleció en La Habana en 1990. A pesar de su formación esencialmente autodidacta, llegó a ser pianista de la Orquesta Sinfónica de Santiago de Cuba. En 1945 se trasladó a la capital y un año después sustituye a Rubén González en el conjunto de Arsenio Rodríguez.


El estilo de Lilí influyó en muchos pianistas cubanos y sus ideas como orquestador fueron muy apreciadas, pero uno de sus mayores aportes es haber realizado solos de piano: a nadie en medio de un son se le había ocurrido soltar notas improvisadas.

Cuando Arsenio Rodríguez marchó a Estados Unidos y el conjunto quedó bajó la conducción de Félix Chappotín, Lilí Martínez se mantuvo como pianista.


Pero en 1967 decidió descargar en nights clubs habaneros, como Las Vegas, en Infanta y Humboldt.

De las innovaciones de Lilí Martínez han copiado casi todos los pianistas del Caribe, desde Papo Lucca y los hermanos Palmieri hasta Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba (en la foto).


Lilí Martínez también compuso Mami me gustó, Alto Songo se quema La Maya, Qué cosa tendrán las mujeres, Se acabaron los guapos de Yateras, La juventud de San Leopoldo y Eso sí se llama querer, entre otras.
Jóvenes soneros interpretan Quimbombó que resbala.
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viernes, 21 de septiembre de 2007

APUESTAS A ESPALDAS DEL CABALLO

Por Iván García, desde La Habana

Pese a que casinos y traganíqueles pasaron a mejor vida, con la intención de formar un hombre nuevo, libre de lacras y vicios del pasado, el morbo del cubano por el azar no ha podido ser ahuyentado.

De los juegos prohibidos por las leyes revolucionarias, el de mas arraigo entre la población siguió siendo la lotería conocida como "la bolita". Compuesta por más de 100 números, cada uno con varios significados, por ejemplo: el 1 es caballo, mote que la gente adoptó para identificar al presidente del país. La astucia del cubano ha quedado también demostrada en las cosas ilícitas.

Reiteradas veces la policía detiene a cientos de boliteros, sin lograr impedir que "la bolita" continúe siendo parte del pasatiempo nacional junto con la pelota y el dominó. Es el caso de Regino, banquero, que ha vivido en la lotería toda su vida aunque ésta lo ha llevado dos veces a la prisión. Pero él persiste, "porque este negocio da mucho dinero".

De estatura media, calvo, Regino sobrepasa los 60 años. Es un tipo muy conocido e influyente en su zona. Al viejo Regi le extraña mi interés. Le explico que soy periodista independiente. "Ok.. A ver, qué tu quieres que te diga?".

Le pido entonces que me cuente cómo es el entramado que se ha montado para que "la bolita" funcione y sobreviva a cuantos operativos policiales han diseñado. Regino sonríe mostrando sus muelas de oro, y me explica que la clave de "la bolita" es el banco.

"Cuando a uno le cae un buen dinero y no quiere perderlo, por lo general lo invierte en la lotería. Para formar un banco de éxito hacen falta no menos de 70 mil pesos. Después te buscas seis o siete listeros que trabajen para ti. La función de ellos es recoger las apuntaciones de los clientes. Un buen listero entrega diariamente mas de mil pesos al banco". Los listeros ganan el 20 por ciento de lo que recojan, es decir alrededor de 200 pesos diarios (unos 10 dólares al cambio actual).

Regino me invita a un espeso batido de mamey. Prende un cigarro y sigue contando. "Esos 200 baros son sin contar lo que puedan ganar si alguno de sus clientes se saca un número. Mira, para que tengas idea del dinero que en este negocio corre, te diré que por un parlé yo pago 900 pesos, por un número fijo 90 y por el corrido 30. Todo esto es por cada peso que me juegan. Entonces el listero paga un 10 por ciento menos a la hora de repartir los premios de sus clientes. Además, a cada uno le doy 40 pesos diarios para gastos personales, cigarros, meriendas, transporte, etc".

Le pregunto si ha tenido alguna vez problemas con los listeros. Su respuesta es tajante: "Nunca. Por una sencilla razón: no todo el mundo en Cuba gana mil cañas (pesos) a la semana, por lo que ellos cuidan su trabajo como a la gallina de los huevos de oro. De vez en cuando la policía hace redadas, pero ya eso no nos asusta. Al principio uno jugaba con candela, pero ahora hay una especie de pacto no firmado con los guardias, quienes por lo general se hacen de la vista gorda".

Regino lleva 30 años en el juego, y ante mi cara de asombro, el viejo banquero me aclara: "Esto no es tan fácil, uno tiene que trabajar para ganárselos." Enciende otro cigarro y prosigue. "Al menos yo no tengo problemas con los policías de mi zona. Inclusive algunos creen que trabajo para ellos y yo qué le voy a hacer a eso." Con sorna, Regino me confiesa que él lo que hace es seguir alimentando esa bola para que no lo molesten. Inclusive el tiene buenos amigos que enseguida le avisan cuando la policía o el Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) están preparando alguna operación.

En Cuba los bancos de los boliteros se rigen por la charada de Venezuela que toos los días transmite Radio Rumbos. De este modo, esta emisora y Radio Martí (que nada tiene que ver con "la bolita") son las que mas audiencias tienen en la Isla. Según Regi en algunos barrios de la capital se han montado bancos que recogen y pagan en dólares. "En mi zona eso aún está verde aunque ya lo tengo en mente. Dinero no me falta." Se encamina a su Chevrolet del año 58, en excelente estado. A modo de despedida dice: "Oye muchacho 'la bolita' mueve mucho dinero y está arraigada en el alma del cubano. Si por el gobierno fuera la combatía con el máximo rigor, pero ya se han convencido de que están arando en el mar."

(Publicado en Cubafreepress el 13 de marzo de 1998)

lunes, 17 de septiembre de 2007

MATA SIGUARAYA



Lino Frías, quien durante veintidós años fuera pianista de la Sonora Matancera, en 1951 compuso la popularísima Mata Siguaraya.



Una de las más difundidas fotos de la Sonora Matancera. En ella podemos ver a Lino Frías desde su piano mirando ruiseño a Celia Cruz, gran intérprete de Mata Siguaraya, junto a Benny Moré y Oscar D'León.



Ezequiel Lino Frías Gómez, nació en La Habana (?) y murió en Nueva York en 1983. Lino estudió piano en el Conservatorio de La Habana. Durante un tiempo, en los años 30, tocó en la Orquesta de Raimundo Pia y Rivero, cuyo cantante era Joseíto Fernández. Después tocaría en la Orquesta Fantasía.

En 1939 se unió al hasta entonces Septeto Carabina de Ases, dirigido por Mariano Oxamendi, guitarrista y voz segunda y con Bienvenido Grande, cantante y clave, Nilo Alfonso, contrabajo, José Bergerey, maracas y voz tercera, Ramón Liviano Cisneros, tresero, Florencio Coco Morejón, bongosero, y Félix Chappotín, trompetista.

En 1944, Lino entra como pianista a la Sonora Matancera, donde permanece hasta 1976.




En los años 60, Frías se vincula al movimiento creador de la llamada música salsa, al lado de Fania All Stars, Johny Pacheco, Bobby Rodríguez, Carlos Patato Valdés y Caíto, Carlos Manuel Díaz (Matanzas 1905-Nueva York 1990), entre otros.

Don Adolfo, timbalero puertorriqueño, trabajó con Lino Frías en un grupo que contó con algunos de los más renombrados músicos y cantantes de la década 1950-60: Olga Guillot, Daniel Santos, Lucecita Benítez, Bobby Capó, Marco Antonio Múñiz, Carmen Delia Depiní, Chucho Avellaneda, Sergio González Siaba y La Lupe, entre otros.



En 1974, paralelamente a su trabajo como pianista en la Sonora Matancera, Lino Frías crea el conjunto Son de la Loma, con la participación de cubanos-niuyorquinos como Marcelino Guerra, Rapindey (Cienfuegos 1914-España 1996), autor de Convergencia, y Pedro Rudy Calzado (Santiago de Cuba 1929-Nueva York 2002).

Debido a la artritris, en 1976 Lino deja la Sonora. Su lugar es ocupado por Javier Vázquez (Matanzas 1936), hijo del contrabajista Pablo Vázquez. Dicen que la muerte de Lino Frías, en 1983, fue un duro golpe para su gran y fiel amiga Celia Cruz (La Habana 1925-Nueva Jersey 2003).

Además de Mata Siguaraya, Lino Frías compuso Pan de piquito, Óyela, gózala, Vamos todos de panchanga, Cañonazo, Vive la vida hoy, Suena mi bajo, Convencida, Afecto y cariño, Has vuelto a mí, Baila Yemayá...



En la web Radio Gladys Palmera dedican Kabiosiles a diversos artistas cubanos, entre ellos a Lino Frías (leerlo aquí). Kabiosile es una palabra de origen afrocubano y su escritura proviene de kabiyesi que en yorubá significa "viva su majestad". Kabiosile es una salutación respetuosa para Changó, el Orisha guerrero de los truenos y los relámpagos y dueño de todos los tambores.


Kabiosile Lino Frías

Lino Frías con la Sonora Matancera en La rumba tiene valor.




Oscar de León en Mata Siguaraya.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

PASIÓN POR EL JUEGO




Por Iván García, desde La Habana

Una de las primeras medidas del gobierno de Fidel Castro en 1959 fue eliminar el juego. Casinos, máquinas traganíqueles y la lotería, arraigada afición en amplios sectores de la población, pasaron a mejor vida. El vicio al juego y el azar eran incompatibles con la idea de clonar un hombre nuevo, robotizado y obediente que en cuerpo y alma se entregara a la construcción de una utópica sociedad comunista donde el dinero no tendría ningún valor.

Pero a dos años de un nuevo siglo, los cubanos, sean militantes del partido o delincuentes comunes, disidentes o nihilistas con morbo exagerado, se interesan por el placer de obtener el dinero que proporcionan los juegos.

Existen varios juegos ilícitos por decreto estatal que despiertan interés: La lotería, más conocida como "la bolita" es la que tiene mayor número de seguidores en todo el país. Los más adictos son personas nacidas antes de 1959, cuando su práctica no era prohibida. Consiste en 100 números --cada uno con varios significados-- de los cuales cada noche la emisora venezolana, La Voz del Táchira, por la que se rige "la bolita" cubana, lanza 3 números, uno "fijo" y dos "corridos". Si el jugador acierta en el fijo, los banqueros le pagan entre 75 y 100 pesos (de 4 a 5 dólares por cada peso "apuntado"). Si se ligan dos, lo que se llama un "parlé", entonces se ganan entre 700 y 900 pesos (entre 30 y 45 dólares). Hay otras combinaciones como el "candado" (jugar una serie de números) y los "corridos", que son dos números que se sortean cada noche y que se suele pagar entre 20 y 25 pesos.

José Luís, un negro banquero que ha sufrido prisión en tres ocasiones por montar bancos de "bolitas" coincide en que desde finales de la década de los 80 trabaja con total tranquilidad e impunidad. No sabe las causas, pero cree que son tantos los que se interesan por esta variante de lotería que han dejado de combatirla. Por supuesto "la bolita" engendra grandes ganancias. Según José Luís, para armar un banco hacen falta entre 70 y 80 mil pesos (de 3 a 4 mil dólares). "Pero si tiene más, mejor. Con un poco de suerte te puedes buscar entre 20 y 30 mil pesos a la semana (de mil a mil 500 dólares)".

Por tanto, cualquiera que se dedique al negocio de "la bolita" en Cuba se nota a golpe de vista: carro, buena casa y dinero para gastar a manos llenas.

Otro juego ilegal que le hace competencia a "la bolita", es el "tripares" que no es más que una variante criolla del póker que se juega en los casinos. En el "trío", como popularmente se le conoce, juegan hasta 7 "burliches" (así se les llama a los jugadores), con tres cartas destapadas arriba de la mesa y dos posibilidades de tomar baraja, para formar combinaciones con las figuras y números que están en la mesa. Este juego ha creado furor. Todas las personas que tienen grandes sumas de dinero, producto de robo en sus trabajos, por lo general en sus tiempos de ocio practican el "tripar", donde un jugador puede ganar --o perder-- cuantiosas sumas.

En esta especie de pequeños casinos ilegales, los dueños de la casa, hacen las veces de dealer. Manuel, es uno de ellos. En su hogar, lo primero que uno observa al entrar es una inmensa foto de Fidel Castro felicitándolo por un triunfo deportivo. Manuel fue un atleta de éxito. Pero su sueldo de 300 pesos (15 dólares), como entrenador le resultaba insuficiente. Probó suerte jugando a las cartas y le fue bien. Con el dinero ganado montó una casa de juego. "La mejor de la zona", se enorgullece en decir. A él le gusta que le llamen Charlie, como el personaje de un viejo filme norteamericano sobre póker.

En la casa de Charlie se ofertan meriendas y comidas y se aceptan empeños de ropa y prendas de oro. "He creado un fondo que me permite inclusive otorgarle crédito, con pequeños intereses, a los jugadores que pierden su dinero. Por supuesto, para los artículos de valor". A Charlie le gusta el oro. Sobre su cuello ostenta seis o siete cadenas de oro de 18 quilates. "Claro tengo que tener cuidado con los timadores, ya una vez me empeñaron una cadena de oro en 5 mil pesos (250 dólares) que resultó ser falsa. Pero el negocio no me va mal".

A regañadientes, me dice que se busca entre 17 y 20 mil pesos a la semana. "Me compré un auto y le compré una casa a la querida". Afirma sonriente este dealer improvisado, que se entera de lo que pasa en Cuba, o en el mundo, cuando va al baño a hacer sus necesidades y le hecha una ojeada a la prensa. "No me interesa la política. Sólo me informo para dar la imagen de un hombre integrado a la causa de la revolución". Y mira para el cuadro donde aparece el hombre que en 1959 de un plumazo prohibió el juego.


(Publicado en Cubafreepress el 31 de agosto de 1998)


sábado, 8 de septiembre de 2007

EL GUAYO DE CATALINA


"DILE A CATALINA QUE SE COMPRE UN GUAYO QUE, LA YUCA SE ME ESTÁ PASANDO..."




El guayo de Catalina fue compuesta por Arsenio Rodríguez (Matanzas 1911-Nueva York 1972).





A los trece años perdió la visión, de ahí el seudónimo de "El ciego maravilloso". Comenzó como tresero en el Sexteto Boston y en 1940 funda un conjunto de sones, muy famoso entre los bailadores que los domingos frecuentaban los jardines de la cervería La Tropical.

En los años 50 viaja a Nueva York y forma su agrupación. El conjunto que deja en La Habana pasó a ser dirigido por Félix Chapottín (1909-1983).



Entre las canciones más conocidas de Arsenio Rodríguez se encuentran Bruca maniguá, Fuego en el 23, Nacer o morir (también llamada La vida es un sueño) y El guayo de Catalina, la cual escucharán por Irakere y Miguelito Cuní.