Domingo, 1 de marzo de 2020
Estimada Tania Quintero,
Primeramente le pido que me excuse el español, pues hace más de 50 años que vine para los Estados Unidos (1969) para un área donde habían pocos cubanos (Lakeland, entre Tampa y Orlando).
Me llamo Reinaldo Marsella y tengo 65 años de edad. Le escribo porque por casualidad me dí con un artículo que Ud. escribió en su blog acerca de su infancia en la Habana donde menciona mi escuela primaria. Le diré que y también fuí a la Ramón Rosaínz en Monte y Pila, desde el año 1961 hasta el año 1964, cuando me gradué de sexto grado.
Yo vivía en el Barrio de Atarés, en un edificio de apartmentos en la esquina de Cristina y Pila. Nací en la Quinta Dependientes y me bautizaron en la Iglesia del Pilar. Mi madre Berta García Valdés (1918-2011), era maestra y mi padre, Reinaldo Marsella (1923-1988) trabajaba en La Lechera, en la calle Concha.
La familia de mi madre estaba en el barrio desde hacía mucho tiempo. Mi abuelo (el papá de mi mamá) era jefe de la Estación de trenes de Cristina. Yo no lo conocí porque murió cuando yo tenía 6 meses. Mi mamá, que tenía tres hermanos y una hermana, fue a la antigua escuela primaria donde el Dr. Ramón Rosaínz era director. Después fue al Instituto de La Habana y posteriormente a la Universidad de La Habana donde se graduó de doctora en pedagogía en 1947.
Cuando estaba en el instituto abrió una escuelita de barrio en la casa de su familia en la Estación de Cristina. Después de un tiempo, la familia se mudó para el apartmento donde me crié. Ahí continuó su escuelita hasta el año 1960 cuando cerraron todas las escuelas privadas. Así es como yo paré en la Ramón Rosaínz en 1961.
Mi maestra de 3er. grado fue también su profesora, la Srta. Roxana García, hija del periodista Guido García Inclán. Me acuerdo que su merienda favorita era una barrita de queso crema, la cual se comía sin galleta ni pan.
La directora era Hilda García. Mi maestra de cuarto y quinto grado fue la Srta. Berta Madán, y en el sexto la Srta. Nancy Frómeta. Las conserjes eran dos señoras muy buenas, madre e hija. A la mamá le decían Cusa y tenía un aparatico que se ponía en la laringe para poder hablar. La hija se llamaba Silvia.
De ahí fuí a la secundaria básica Antonio Maceo, ubicada en la antigua Escuela Normal de Maestros en San Joaquín y Amenidad. Ahí es donde conocí al profesor Tomasito que usted menciona, era maestro ahí. Muy serio, él. Me acuerdo que él estaba ya mayor, pero así y todo iba "de cara al campo" con nosotros.
Cerraban las escuelas por 45 días al año y nos mandaban para campamentos en el campo. Los maestros iban con nosotros. Trabajabamos "voluntariamente" de lunes a sábado y dormíamos en los alberguers.
Le adjunto una foto de mi compañeros y yo en la escuela que espero que le guste.
Aténtamente, su servidor,
Reinaldo (Rey) Marsella

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