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lunes, 11 de septiembre de 2023

Dos habaneros nacidos en 1942

Vladimiro y yo nacimos en La Habana de 1942, un año marcado por un mismo signo: el asedio de las tropas nazis a Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial. Dulce Antúnez, la madre de Vladimiro, era hermana de Carmen, mi madre. En 1942 las dos salieron embarazadas, y dieron a luz con un mes de diferencia: mi madre el 10 de noviembre y mi tía el 21 de diciembre.

El nombre de Tania me lo puso mi tía Dulce, pero no estoy segura si fue ella la que decidió ponerle Vladimiro a su tercer hijo. Lo que si sé que fue en honor de Vladimir Ilich Lenin. Desconozco por qué a mi primo desde pequeño lo llamaron Pepe, apodo con el cual es conocido por parientes y amigos.

A su padre Blas Roca, esposo de mi tía Dulce, le deciamos Paco (hasta 1963, Blas fue secretario general del Partido Socialista Popular, PSP). Por su parte a mi padre, José Manuel Quintero, un mulato alto y obeso, nacido en Palmira, Cienfuegos, su familia le decía Manolito y sus allegados le llamaban 'el gordo Quintero'. De oficio barbero, desde la década de 1930 el trabajo principal de mi padre era cuidar la vida del máximo dirigente del PSP.

Junto al secretario René López y el chofer Fiallo, el guardaespalda Quintero, formó parte de un equipo incondicional a Blas Roca, un zapatero nacido de una familia muy humilde en Manzanillo y que por méritos propios, ocupó altos cargos en la politica nacional, antes y después de 1959. Blas, como mi padre, se distinguían por su carácter flemático, ecuánime, sereno. También por hablar despacio y en voz baja. Fuera el adversario que fuera, no perdían la compostura ni los buenos modales.

A partir del 26 de julio de 1953, cuando después el asalto al cuartel Moncada, el PSP tuvo que pasar a la clandestinidad, mi padre fue barbero ambulante a tiempo completo, pero continuó en contacto con Blas, quien hasta el 1 de enero de 1959 permaneció escondido en La Habana sin ser descubierto.

En ese ambiente político hostil, Vladimiro, sus hermanos Lydia, Franciso, Joaquín y yo crecimos, igual que otros primos maternos. La persecusión del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y del Buró de Represión de Actividades Anticomunistas (BRAC) alcanzó mi hogar, pero fue más violenta en la casa de mi primos, los cuatro hijos de Blas y Dulce. En el Museo de la Revolución, en el antiguo Palacio Presidencial, había una foto de una de las tantas veces que gendarmes armados registraron la vivienda de los Roca-Antúnez en Estrada Palma 107, Santos Suárez. En primer plano aparecía mi tía Dulce Antúnez.

Tanto Vladimiro como yo procedemos de familias que se caracterizaban por tener sangre fria, ser realistas y emocionalmente fuertes. Desde agosto de 1959 y hasta febrero de 1961,cuando me incorporé al tercer contingente de Maestros Voluntarios Conrado Benítez en el Campamento La Magdalena, Minas del Frío, Sierra Maestra, trabajé muy cerca de Blas como mecanógrafa, en el Comité Nacional del PSP, en Carlos III y Marqués González, Centro Habana.

Pasaba en limpio textos de los principales dirigentes comunistas: Juan Marinello, Aníbal Escalante, Carlos Rafael Rodríguez, Flavio Bravo, Secundino Guerra, Lázaro Peña y Blas Roca, entre otros. Recuerdo que en 1960, Bas cogió una edición de su libro Los Fundamentos del Socialismo en Cuba, fue desprendiendo las hojas y sobre ellas fue actualizándolo. Para poder concentrarse en la reedición del libro, Blas trabajó varias semanas en una casa alquilada en la playa de Guanabo, al este de la capital. Con un chofer y un escolta, uniformados de verde olivo, me mandaba las páginas que debía mecanografiar. En dos ocasiones fui personalmente a Guanabo, a revisar con Blas las cuartillas mecanografiadas.

Entonces, no había cumplido los 18 años, ganaba solo 46 pesos al mes y trabajaba de lunes a domingo, sin horario. En esos dos años estuve muy cerca del 'tío Paco'. La última vez que hablé con él fue en 1978 o 1979, cuando le pedí unas palabras sobre Lázaro Peña para un trabajo que iba a ser publicado en la revista Bohemia, junto con los testimonios de Lazarito y Aila, los dos hijos del reconocido líder sindical. Blas falleció el 25 de abril de 1987 y su cadáver fue velado en la Base del Monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolucion. A la hora del entierro, vi a mi primo Vladimiro. Iba vestido con un traje azul y nos dimos un abrazo.

A Vladimiro no volví a verlo hasta agosto de 1994, cuando un periodista español, conocedor de nuestro parentesco, quiso que lo llevara a su domicilio. Ya Vladimiro era un reconocido disidente y yo todavía era periodista oficial. Ese año fui una o dos veces más a su casa. Pero no fue hasta que me convertí en periodista independiente de Cuba Press, agencia fundada el 23 de septiembre de 1995 por Raúl Rivero, que comencé a visitar regularmente a mi primo Vladimiro en su casa del Nuevo Vedado.

Su vida, como la mía, siempre había girado alrededor de la política y aunque nunca militamos en el partido comunista, ni Vladimiro ni yo éramos indiferentes a lo que pasaba en nuestra patria y en el mundo. Estar informados, leer, hablar con la gente, intercambiar criterios, conocer interlocutores con otros puntos de vista, era tan necesario para nosotros como alimentarse o dormir. A partir de 1996, nuestras conversaciones fueron más habituales y personalmente o por teléfono hablábamos de los temas más variados.

Después que Vladimiro fuera arrestado el 16 de julio de 1997, en una ocasión lo visité en Villa Marista, cuartel general del Departamento de Seguridad del Estado, donde en distintas celdas se encontraban también detenidos y sometidos a procesos de investigación, los otros integrantes del Grupo de Trabajo de la Disidencia (Martha Beatriz Roque Cabello, René Gómez Manzano y Félix Bonne Carcassés), considerados presos de conciencia por Amnistía Internacional.

Vladimiro, Martha, René y Félix tuvieron la osadía de redactar un análisis profundo de la situación económica, política y social de Cuba que titularon "La Patria es de Todos" y que ha tenido más repercusión que el documento que les sirvió de motivacion: el proyecto que sería discutido en el V Congreso del Partido Comunista en octubre de 1997.

Tania Quintero
Publicado en Cuba Free Press el 22 de agosto de 1997 con el título Mi primo Vladimiro.
Foto: Mientras naciones de Europa y otros continentes estaban involucradas en la Segunda Guerra Mundial, un lluvioso 4 de julio de 1942, en el Paseo del Prado de La Habana se celebraba el Día de la Independencia de Estados Unidos. En la imagen, tomada del Facebook Vintage Cuba, tres obreros de la Standard Oil Company of Cuba llevan una pancarta donde se lee: "Prestaremos todos nuestros esfuerzos para que triunfen las democracias". En 1942, en las afueras de la capital cubana, se inauguraba la residencia del Embajador de Estados Unidos en la isla, como pueden ver en esta galería de fotos.

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