Un reportaje del periodista cubano Julio Acanda (ver el video que encabeza este post) trajo de vuelta a una mujer que fue famosa, aunque nunca dejará de serlo porque pertenece a la historia del mundo de la moda en Cuba. Después de tanto tiempo sin escuchar su nombre, se mencionaba a Norka, una de las modelos cubanas más conocidas de todos los tiempos. “La modelo cubana más reconocida internacionalmente a través del tiempo”, dice Acanda.
A muchos no les habrá dicho nada su imagen cuando en principio ante la cámara una septuagenaria limpiaba las ramas de sus plantas florecidas en un jardín de la barriada habanera del Cotorro mientras de fondo se escuchaba la voz de Pavarotti. Luego, el periodista comenta que la señora Natalia Méndez Ramírez tiene 77 años (en el momento de la entrevista) y que su vida gira en torno a sus plantas y a sus perros recogidos en las calles.
Para empezar, la inversión de su tiempo es buena. Dos causas que ennoblecen a quien, según Acanda y el reportaje, solo recuerda su pasado cuando está frente al espejo. Y, en lugar de ofrecernos detalles de esa actividad que también la conmueve y ocupa, o de lo que fuera el final de una carrera brillante en el modelaje y la rutinaria vida que la ha llevado a un presente alejada de las cámaras fotográficas o acaso el asesoramiento, mencionó ligeramente algunos temas del pasado.
Norka fue inmortalizada por Alberto Korda de eso habla el material de tres minutos, que en algún momento recuerda por qué su rostro sigue siendo un clásico sesenta años después, mientras Pavarotti se desgañita interpretando un aria de la ópera Turandot, de Puccini. Luego escuchamos las palabras de la modelo, su voz, que es la típica voz de algunas mujeres de La Habana, medio dura y pedestre: “Nunca fui el prototipo de la mujer cubana, y al hombre le gusta la mujer cubana con mucha carne y yo no lo era. Eso fue lo que hizo que Alberto se fascinara conmigo, porque era la mujer que él estaba buscando y no encontraba”.
Con Norka, el fotógrafo Korda, cuyo nombre verdadero es Alberto Díaz, tuvo dos hijos, dicen, y un matrimonio de nueve años, dice ella. A finales de los cincuenta, el célebre Korda la inmortalizó en imágenes que hoy pueden contemplarse en libros como Korda. Conocido Desconocido, La Fábrica, 2008, una antología editada por Cristina Vives y Mark Sanders en la que se encuentran criterios como este: “Las fotografías de mujeres de Korda (especialmente las de Norka) iban mucho más allá de los requerimientos de la publicidad de su tiempo. Eran retratos de la protagonista, cada uno de ellos diferente, no por el tipo de prensa publicitada, sino por la caracterización que fotógrafo y modelo lograban en cada situación. Es difícil determinar dónde termina la modelo per se y dónde comienza la publicidad de la prenda que lleva puesta”.
También quedó ella en la literatura de autores como Guillermo Cabrera Infante, quien volvió inmortales a tantos protagonistas de aquellas noches habaneras, tiempos de cuando era un cronista de Carteles, revista que convirtió en hábito descubrir la belleza femenina desde ensayos fotográficos infrecuentes en la prensa cubana. En uno de sus libros (Cuerpos divinos, Galaxia Gutenberg, 2010) Cabrera Infante la describe como una mujer de “belleza nórdica” que, antes de aquellos trabajos de Korda, había sido descubierta por el fotógrafo, cineasta y animador cultural no hace tanto fallecido, German Puig, uno de los creadores del Cine Club de la Habana y de la primera Cinemateca de Cuba.
La propia Norka, en una interesante entrevista que acabo de descubrir, realizada por Talía Jiménez en 2019, cuando la modelo estaba por los ochenta y un años, dice: “Cuando yo conocí a Korda estaba modelando desde muy niña con un diseñador español aquí en El Vedado”. También en esta entrevista habla de su vida, de que todo en ella no había sido brillo y éxito al verse ligada, por ejemplo, a nombres tan notables en el mundo de la moda como los de Christian Dior, sino que muchas veces “ha sido muy difícil”, que había pasado diecisiete días en Alemania en la calle, sin dinero, con fiebre y tomando agua de río” en los años sesenta y que después, por alguna razón, sucedió el silencio.
Norka ha sido referente para las modelos, y en Cuba para muchas jóvenes que se iniciaban era un orgullo decir cosas como que tomaban clases “con la experta Norka”, tal cual refiere María Magdalena Rodríguez, “Marushi”, una de las “Ninfas constantes” que publicaba la revista Cuba y cuya sección era guiño a Carteles y vitrina para mostrar chicas que, al igual de bellas, se entregaban a cientos de tareas demandadas por la sociedad del momento.
¿Cuándo dejó de modelar Norka?, ¿por qué ha sido tan fácil la vida para ella?, ¿qué ha sido para una mujer que rinde culto al cuerpo y a lo bello vivir en una isla rodeada de precariedades? No creo que la vejez sea el freno para dejar de mostrar ese talento, algo que demuestra su imagen ese pedido que le hizo una universidad norteamericana para volver a modelar, según declaró a Acanda para este trabajo que recién salió al aire, pero que según la edad que en ese momento dice Norka tener, debe haber sido realizado hace varios años.
Cuando vuelva por La Habana trataré de localizar a Norka para conocer de sus presupuestos, su presente y sus recuerdos de esa época que queda en la música, en la literatura y las imágenes donde ella misma es más que algo que va y viene, pues allí su belleza es indoblegable, como ella.
Leandro Estupiñán
On Cuba News, 3 de febrero de 2022.
Leer también: Luz María, la primera modelo negra de Cuba y ver la entrevista a la ex modelo cubana Estela Padrón.
La ultima vez que la vi me quede asombrado me acerque y le dije:Norka y era despachando pan en una panaderia en Playa.
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