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lunes, 8 de agosto de 2016

Luz María, la primera modelo negra de Cuba



Hace unos meses, una amiga nos habló de ella. “Es la primera modelo negra de Cuba", dijo, y durante todo este tiempo la hemos molestado para que nos ayudara a contactar con Luz María Collazo Reyes.

Tras los primeros cinco minutos de conversación, nos damos cuenta de que su trayectoria va mucho más allá de haber sido la primera cubana de la raza negra en desfilar por las pasarelas.

Luz María, ¿cómo entró al mundo de la moda?

-No recuerdo si fue el fotógrafo Korda o el diseñador Rafael de León quién me avisó de que buscaban una modelo en el Salón de Embajadores del Hotel Habana Libre. Allí estaban todas las modelos de El Encanto de antes del triunfo de la revolución: Norka Méndez, Adelfa Borges, Estela Padrón.. No había una sola mujer negra. Dos horas antes de salir a la pasarela, recibí las primeras clases de la modelo Norma Martínez. Yo tenía 21 años.

Esto sucedió en 1964. “Era una época en la que se trataba de integrar al negro a la revolución y a todas las esferas de la cultura. Antes aquí todo estaba dividido, los parques, los clubes, las playas. Incluso entre negros y mulatos había divisiones. Cuba era posiblemente el país más racista de Latinoamérica", cuenta Luz María.

Ella recuerda otros eventos importantes en su vida durante ese año: “Bailé en el rol de Eurídice en Orfeo Antillano, de Ramiro Guerra, fui solista en la obra Octeto Amoroso, con coreografía de Manuel Irán”.

Y es que Luz María Collazo fue también solista del Conjunto Nacional de Danza Moderna (Ahora Danza Contemporánea de Cuba), fundado por el maestro Ramiro Guerra en 1959.

¿Entonces lo que usted quería realmente era ser bailarina?

-Lo que yo quería era ser actriz. Fui al Teatro Nacional por una convocatoria para estudiar Arte Dramático, pero ya había cerrado.

Alguien le habló de la convocatoria para estudiar Danza y regresó al día siguiente para hacer las pruebas. “Aquella era una época en que había pocos bailarines entrenados y Ramiro Guerra los buscó en la calle, entre la gente común”

En 1961, tras meses de esfuerzo en la escuela nocturna de la compañía, Luz María debutó en Suite Yoruba, una de las más famosas coreografías de Ramiro Guerra, ganadora de premios internacionales. Actualmente no está en el repertorio de la compañía.

“En 1964 también salí en la portada de la revista Film Soviético, por mi participación en Soy Cuba, cinta dirigida Mijail Kalatozov, y que fuera la primera coproducción cubano-soviética".

Soy Cuba ha sido incluida entre las diez mejores películas de la historia del cine, después de haber permanecido engavetada durante décadas. Fue desempolvada gracias a los directores Francis Ford Coppola y Martin Scorsese, quienes la descubrieron en Estados Unidos y quedaron impresionados por la fotografía de Serguei Urusevski.

Luz María es la protagonista del primer cuento en la película.

¿Cómo obtuvo ese papel?

-Por casualidad. Fue en 1962 o 63. Yo había ido al Hotel Habana Libre a hacerme un aceite para el pelo. Estaba tomando algo en la cafetería con el tratamiento puesto, cuando se me acercó una mujer con una traductora y me preguntó si quería hacer una película. Le dije que sí, por supuesto. La mujer era la esposa del fotógrafo Urusevski.

Antes de finalizar la década de 1960, Luz María fue solista en varias coreografías de Ramiro Guerra y otros coreógrafos de la compañía, y participó en su primera gira internacional a cinco países socialistas.

Apareció también en la portada y la contraportada de la revista Cuba, donde se le hizo un reportaje como bailarina en la sección La Ninfa Constante. Las fotos fueron del Chinolope, quien la retrató vestida de iyabó (de blanco, por acabar de hacerse santo).

“El tema de la religión era tabú en aquella época, y después que salió la revista, me llamaron del Ministerio de Cultura y me preguntaron si yo era santera y por qué me habían fotografiado así.”

En aquel momento Luz María no tuvo respuesta, pues no practicaba ninguna religión. Hace poco volvió a encontrarse con el fotógrafo, a quién no había visto en varios años, y él le explicó que la había retratado así como una forma de homenajear a su abuela, que sí practicaba la religión yoruba.

En 1967 fue invitada al V Festival de Cine de Moscú y después viajó a Montreal, Canadá, para la Expo 67. “Era la primera exposición cubana fuera del país. Allí me recibieron con mucha admiración y hasta modelé ropa de diseñadores de otros países.”

En 1970 ejerce de profesora de danza en la Escuela Nocturna del Teatro Nacional y comienza a trabajar como modelo en exposiciones de moda para el Ministerio de la Industria Ligera. Pero al año siguiente, ocurrió uno de los momentos más importantes de su vida como bailarina. La compañía montó Sulkary, con coreografía de Eduardo Rivero, que se convertiría en uno de los clásicos de Danza Contemporánea de Cuba.

“Entré al salón porque habría dos elencos, pero una vez dentro, el coreógrafo Eduardo Rivero dijo que quería solo uno, así es que me tocó observar desde una esquina y desde allí me aprendí toda la coreografía. Una semana antes del estreno una de las bailarinas se enfermó y me tocó sustituirla. La noche del estreno en el Gran Teatro estaba muy nerviosa y no sabía qué hacer, pero la estrené y marcó mi vida. La bailé por última vez en Kingston, Jamaica, en 1994.”

En ese momento, Luz María tenía 50 años. En la actualidad, la compañía ya no baila Sulkary.

Durante todo ese tiempo alternó sus trabajos de modelo y bailarina. ¿Eso no le creó conflictos?

-¿Qué no? Ramiro Guerra siempre se molestaba conmigo. Me regañaba porque yo me iba con los fotógrafos y los diseñadores. A la Expo de Praga me fui sin su permiso. Me decía que para qué quería bailar si yo era tan linda. A uno de los productores de Soy Cuba le dijo que no entendía por qué me habían escogido si yo no era actriz. Pero ahora somos grandes amigos y siento que le debo mucho. Ramiro nos estimulaba para que fuéramos al cine, a ver exposiciones en los museos, a que leyéramos libros.

¿Cuál de las dos profesiones prefería?

-La danza, la danza siempre me interesó mucho.

En algunas fotos suyas se observa que sus movimientos en la pasarela era más propios de la danza...

-Sí. Se ve en una de las fotos de la Expo 67 en Canadá. A los artesanos del Fondo de Bienes Culturales les gustaba que nos moviéramos de forma más artística, que hiciéramos cosas de danza, que se salieran del modelaje clásico. Sin embargo, en las pasarelas más profesionales, en La Maison, por ejemplo, esos movimientos eran criticados por los diseñadores. La verdad es que yo siempre me sentí un poco bailarina-modelo o modelo-bailarina.

Otra coreografía que Luz María recuerda con mucho cariño a lo largo de su carrera como bailarina fue Dúo a Lam, que bailó junto al propio coreógrafo, Eduardo Rivero, y fue un homenaje al pintor cubano Wifredo Lam. Cuando él la vio se emocionó mucho porque nunca se había hecho una danza inspirada en su obra. En la casa de Luz María se encuentra un dibujo que hizo el pintor de su perfil. “Dijo que le recordaba su infancia". Dúo a Lam tampoco figura en el repertorio actual de la compañía.

En 1977 viaja a varios países con la compañía. Baila en París, en el Festival Internacional de Danza, en el Théâtre des Champs-Élysées y en Saint-Étienne. Varios artículos de periódicos, entre ellos L'Humanité, la compararon con Loie Fuller, bailarina de principios de siglo, por su interpretación en Okantomí, coreografía de Eduardo Rivero.

"Sin embargo, ¿quieres que te confiese una cosa?". Es la segunda conversación con Luz María. Estamos en la entrada del Teatro Bertolt Brecht, ha terminado de trabajar con el grupo de teatro El Círculo, dónde monta los movimientos que realizan los actores. "Yo fui una bailarina sin condiciones, no tenía grandes extensiones ni flexibilidad. Empecé a los 18 años, con un cuerpo duro. Lo que pasa es que trabajé mucho. Te cuento esto para que sepas que yo nunca me creí gran cosa, siempre estuve consciente de mis limitaciones".

Me cuenta esto con la mayor humildad, minutos antes de que alguien la salude y la presente a otras personas como una primerísima bailarina de Danza Contemporánea de Cuba. A lo largo de su carrera, Luz María Collazo bailó más de treinta obras, participó con la compañía en varias giras internacionales y festivales, incluyendo el Festival de Ballet de La Habana. En 1978 recibió un diploma por sus 17 años de trabajo ininterrumpido en la cultura y en 1979 recibió un reconocimiento del destacado músico Sergio Vitier (fallecido el 1 de mayo de 2016) y un diploma por pertenecer a la primera agrupación danzaria nacida en la revolución.

Durante esos años fue uno de los rostros más fotografiados de Cuba. En 1970 posó para afiches y folletos del ron Habana Club. Su imagen apareció en portadas de discos y de revistas como Bohemia y Mujeres, dónde fue fotografiada por Osvaldo Salas, quien ganó un premio con las fotos de Luz María en la Novia de Orfeo. También posó como modelo para Alberto Korda.

En 1980, en Praga, fue la única modelo cubana en el Intermoda de los países del CAME (organización de las ex naciones socialistas europeas y a la que Cuba pertenecía) y estilistas de la RDA y la URSS solicitaron sus servicios como maniquí. En 1983 participó en la Feria Internacional de Turismo de Madrid y luego viajó a otra feria en París, donde desfiló para distintas firmas de modistos, entre ellas Yves Saint Laurent.

En 1992, cuando ya tenía 49 años, participó en la Feria Anual de Padova, en Italia. Luz María desfiló con ropa de diseñadores italianos. Pero lo que más la emocionó fueron dos trajes de novia, incluyendo uno con los colores de la bandera cubana especialmente diseñado para ella. Es que en La Maison, nunca una mujer negra había desfilado con un traje de novia. Es llamativo que a la altura de los años 90, nunca una modelo de la raza negra hubiera desfilado vestida de novia en la casa de modas más importante de Cuba.

¿Qué piensa del trabajo de las modelos actualmente?

-Creo que antes la modelo era más inalcanzable, tenía más clase. Ese paso agresivo que tienen en la pasarela no me entusiasma mucho.

Usted ha hecho también incursiones como coreógrafa…

-En el 95 dejé de bailar y me convertí en ensayadora de Danza Contemporánea. También imparto clases en los Cubadanza. Monté mi primera coreografía en 1996, titulada Enjambre. Pero solo se puso tres veces en el García Lorca y se engavetó, nunca nadie me explicó por qué. Tampoco recibí mucha ayuda. Después empecé a montar Las concubinas de Changó, pero no aparecieron cosas que yo necesitaba, la escenografía no podía ser como yo quería, ocurrieron situaciones que me disgustaron y no la terminé. Tal vez no luché lo suficiente. Mi época como bailarina fue diferente, entonces se bailaba de otra forma, más con el alma. Lo que veo ahora me entusiasma, pero siento que no lo domino.

Sin embargo, en el año 2000 montó la coreografía para una obra de teatro que se llamó Bailando con Elvis. También ese año organizó una exposición de modas en Saint-Étienne, Francia, con diseños de Mercy Nodarse. “Pero sólo había muchachas y había que exhibir vestuario masculino, me lo puse y salí con un bastón. Me parecía a Benny Moré.” Ese desfile obtuvo un premio por sus valores coreográficos y los diseños.

Luz María ha impartido varios cursos de danza y bailes populares en Cuba y en el extranjero. Desde 1998 imparte clases de Danza Moderna en el grupo de Teatro Buendía y actualmente colabora con el grupo El Círculo.

Me ha contado que disfruta mucho el trabajo con los actores…

-Sí. Es un trabajo que me obliga a estar muy vinculada a la obra que están montando. Los actores se entusiasman con un movimiento que les marco, pero al día siguiente a lo mejor no lo recuerdan o lo cambian. Debo tener mucha paciencia. No les monto una danza moderna, sino movimientos que tienen que ver con la danza.

Su esposo, presente durante la entrevista, agrega lo que ella no me dice, tal vez por modestia: “Creo que ella amplía las posibilidades de los actores para utilizar el cuerpo.”

Apenas hemos logrado reflejar una parte de la carrera de Luz María Collazo Reyes como modelo y bailarina. De sus incursiones en el teatro solo mencionaré Yerma y La canción de Rachel, dirigidas por Roberto Blanco, y La piedra de Elliot, con la compañía Rita Montaner. Luz María Collazo es además Maitre de Danza y miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha sido difícil discriminar información por la falta de espacio.

La noche del 6 de enero del 2010, en La Maison tuvo lugar un desfile en el cual participaron modelos retiradas, de diferentes generaciones. Luz María se encontraba entre las invitadas, pero decidió no desfilar y observar desde el público. Al finalizar el desfile, los animadores mencionaron a las que trabajaron en La Maison. No pronunciaron el nombre de Luz María Collazo. No se sabe si por falta de organización o por simple desconocimiento.

El público se marchó sin saber que entre ellos estaba la primera modelo negra de Cuba, el rostro del filme Soy Cuba, solista de Danza Contemporánea, fundadora de La Maison y regisseur de modelos. Por eso es necesario que refresquemos la memoria cada cierto tiempo, para que el trabajo de los que nos precedieron no caiga en el olvido.

Yusimí Rodríguez e Irina Echarry
Havana Times, 14 de abril de 2010.
Foto: Tomada de Manufactoriel.


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