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lunes, 29 de julio de 2019

Entuerto regalado



El bloguero y promotor comercial Philip Peters aprovechó la bombita que un energúmeno puso en el buzón de correos de George Soros, el 22 de octubre de 2018, para sacar de ultratumba el reportaje especial “El magnate George Soros y su influencia en Latinoamérica”, que había salido en el mes mayo por RTV Martí.

Peters procedió a tacharlo de antisemita y de este modo desató una serie de acontecimientos jalonados por la cesantía de ocho o nueve periodistas implicados y el reciente informe pericial de la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales (USAGM) sobre la incultura periodística en RTV Martí. La tacha de antisemita viene justificándose con que el reportaje etiquetó a Soros “como judío no practicante de flexible moral”. Peters endilgó la etiqueta como cosa de la narradora (The narrator calls Soros a "non-practicing Jew of flexible morals) y ocultó que venía precedida de que Soros “se describe a sí mismo como especulador financiero y…”.

Peters se revela así como globero, porque este segmento del reportaje se basa -con video subtitulado y todo- en la entrevista de Steve Kroft a Soros, el 20 de diciembre de 1998, para el programa 60 Minutes (CBS). Aquí Soros se define como “una persona que algunas veces se involucra en actividades amorales y el resto del tiempo trata de ser moral”.

Las credenciales del descubridor del reportaje olvidado e inventor de su antisemitismo son impresionantes. Además de bloguear en The Cuban Triangle y tuitear en @philpeters1, Peters mantiene contactos con Cuba en “government, business, culture, academic, religious, and diplomatic”. Como consultor propició que Starwood Hotels y Resorts Worldwide fueran los primeros inversores estadounidenses desde la imposición del embargo. Preside Cuba Research Center (Arlington, Virginia) y viene publicando sobre la Isla de Cuba pintoresca desde 1996, incluyendo una guía sobre la reforma económica (Lexington Institute, 2012).

De ahí que resulte incomprensible que Tomás Regalado, director de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB por sus siglas en inglés), haya cedido ante las acometidas interesadas que, a la zaga de Peters, emprendieron los senadores Jeff Flake (republicano de Arizona), por su abierta militancia a favor del gobierno cubano, y Bob Menéndez (demócrata de Nueva Jersey), al parecer por resentimiento de que su candidata a la dirección de la OCB fuera desbancada con la designación de Regalado.

Peor aún: Regalado se tornó patético en su reacción al informe pericial de USAGM tergiversando como “judío de dudosas morales” la etiqueta bien fundada del reportaje de RTV Martí. El patetismo de Regalado se acentúa por identificar a Soros como “filántropo norteamericano” (sic) en pueril enmienda a la etiqueta de “millonario y filántropo” que usó el reportaje criticado.

En el pasado, Regalado mostró muy buen tino en coyunturas complicadas, como la situación exiliar inmediata posterior a la ejecución extrajudicial del ingeniero José Elías de la Torriente, pero ahora no parece haber advertido que una medida activa de La Habana cabe como hipótesis explicativa de la colusión Peters-Flake, que acaba de reforzarse con Peters abogando por el cierre de RTV Martí como columnista en la página digital filo-habanista On Cuba.

Así queda cerrada la trampa en que Regalado cayó. El alboroto premeditado con el reportaje de Soros sirvió como pretexto para que USAGM mandara a escudriñar la programación de RTV y saliera entonces que adolece de los mismos problemas detectados desde 1999: la falta “de equilibrio, imparcialidad, objetividad y fuentes adecuadas, que afectaban la credibilidad de los programas”, así como la falta de “profesionalismo en las transmisiones tanto al combinar noticias y opiniones como al presentar reportajes noticiosos de manera confusa y con criterios desacertados de selección”.

De este modo se prolonga la mala suerte constatada por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado hacia abril de 2010: la repercusión insignificante de RTV Martí tanto entre la población como en el gobierno de Cuba. Esta genuflexión ante senadores mal intencionados sirvió en bandeja otro entuerto para desacreditar a RTV Martí, del cual no podrá librarse desfogándose en aquel reportaje sobre Soros, producido antes de que asumiera como director de OCB en junio de 2018, porque casi todos los reportajes y programas que aparecen en el punto rojo del colimador del informe de la USAGM fueron realizados y aprobadas durante la administración de Regalado con su pimpante Director de Noticias, Jorge Jáuregui.

Tampoco saldrá Regalado del mal paso invocando ahora la verdad y excelencia en información, si durante su corto año de ejercicio como director de OCB, por sólo citar un ejemplo ilustrativo, un entrevistador con grado 13 (que significa alto rango profesional) espantó en la cara al senador Marco Rubio (republicano de la Florida) la mentira regalada de que Obama dejó que "ACN (Agencia Cubana de Noticias) y otras, Cubadebate, tuvieran un buró aquí en Estados Unidos".

Las mentiras gordas llegan incluso a la serie Cuba: 60 años, que Regalado mismo vendió como "el proyecto más ambicioso que periodísticamente se ha llevado a cabo en la historia de Radio y TV Martí", pero queda desacreditada por cuentos de bar o cervecera como este lanzado por Luis Conte Agüero: Fidel Castro se complotó con Celia Sánchez en la Sierra Maestra para que Juan Almeida convenciera a los demás guerrilleros de que aquel no debía pelear.

Así, la presentación del informe de USAGM por su director, John Lansing, sigue el patrón castrista de mejorar con el mismo liderazgo que venía metiendo la pata, pues define al propio Regalado como “el impulsor clave” de las reformas en RTV Martí y esto aviva el recuerdo del “¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!” proferido por Fidel Castro en 1987.

Detrás de estos hechos debe estar La Habana, porque sólo sus analistas de contenido mediático tienen el deber impuesto y la paciencia obligada para dispararse la programación de Radio y Televisión Martí.

La cuadratura del círculo sobreviene con la pregunta que se cae de la mata jurídica al sacudirla con el informe de USAGM y los periodistas cesanteados podrían formular a Regalado: si el consabido reportaje sobre Soros es apenas expresión -muy pálida a la luz de la jurisprudencia sobre la libertad de prensa en Estados Unidos- de la incultura periodística y el sesgo propagandístico de RTV Martí, ¿por qué sólo los implicados en este reportaje fueron reprimidos con cesantía?

Arnaldo M. Fernández
Cubaencuentro, 29 de mayo de 2019.
Foto: Tomás Regalado, director de RTV Martí desde junio de 2018. Tomada de Cubaencuentro.

lunes, 22 de julio de 2019

Martí podría descansar en paz



Si existiera un Premio Don Quijote por Sueños Imposibles en Periodismo, el ganador de este año sería John Lansing, quien tiene como objetivo arreglar las transmisiones de Estados Unidos a Cuba.

Lansing dirige la agencia estadounidense que supervisa Radio y Televisión Martí. Tuvo la mala suerte de enterarse en octubre de 2018 que Televisión Martí había producido un documental sobre el filántropo George Soros que, en opinión de Lansing, era "descaradamente antisemita" y "totalmente inconsistente" con los estándares y la ética que deben regir toda la programación del gobierno de EE.UU.

El programa fue una atrocidad tal que ningún cubanoamericano del Congreso lo defendió. El director de Radio y Televisión Martí, Tomás Regalado, dijo que era "impreciso" y que carecía de "equilibrio" –una postura extraña que mantuvo por poco tiempo, mientras el senador Jeff Flake le recordó en Twitter que “no existe ‘equilibrio’ que justifique el antisemitismo”.

Regalado despidió a varios empleados, a los cuales se consideró relacionados con el programa de Soros, incluyendo algunos cuya conexión parecía periférica. Lansing, admirablemente, ordenó una revisión completa de la programación de Radio y Televisión Martí.

La revisión, llevada a cabo por cinco expertos independientes, concluyó que “las normas de objetividad bien establecidas en el periodismo se ignoran de manera sistemática a favor de tácticas de comunicación abiertamente propagandísticas”.

Más demoledor aún fue la aseveración de esos expertos de que las transmisiones de Estados Unidos a Cuba constituyen un fracaso, incluso si se les evalúa únicamente como un ejercicio propagandístico. La calidad de la producción es “mediocre”, el estilo recuerda el de la radio miamense de 1960, el contenido aburre, se esfuerza muy poco para generar empatía en la audiencia en Cuba, especialmente en la generación más joven.

Lansing le dijo a The Washington Post que la revisión expuso “la carencia total de las normas básicas del periodismo en todos los ámbitos” y hace un llamado a reconstruir Radio y Televisión Martí “desde cero”. Para lograrlo, tendrá que luchar contra una cultura institucional que ha echado raíces durante 34 años y que tiene poco que ver con el verdadero periodismo.

Hace 25 años, una evaluación realizada por los predecesores de Lansing encontró que las emisoras se caracterizaban por “decisiones periodísticas politizadas y una proporción excesiva y en aumento de cobertura dedicada a la comunidad cubanoamericana”. En 2003, otra evaluación interna provocó la renuncia del entonces director de las emisoras al determinar que estas “carecían de control de calidad al aire” y tenían una serie de problemas de gestión que implicaban corrupción. En 2009, el disidente cubano Vladimiro Roca le dijo a la BBC que “más del 80 por ciento de la programación de la emisora tiene que ver con la agenda local de Miami”.

Este es el órgano de noticias que en el 2000 se quedó tan paralizado ante la reunión de Elián González con su padre que esperó cuatro horas para cubrir la noticia, dos horas después de que los medios estatales cubanos la divulgaran. En 2002, esperó un día entero para transmitir el discurso pronunciado en La Habana por el expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, quien habló de derechos humanos y elogió el Proyecto Varela, promovido por el disidente Oswaldo Payá.

Los temas de Cuba en el Congreso se cubren rutinariamente, citando únicamente a los representantes del Condado de Miami-Dade. Cuando John Bolton habló en Miami, en noviembre de 2018, la cobertura solo incluyó entrevistas de personas que estuvieron en sintonía con sus planteamientos. En diciembre pasado, la historia de una compañía estadounidense que administraba un hotel en Cuba solo dio cobertura a críticas a la empresa, sin que haya indicios de que ésta haya tenido la oportunidad de comentar.

En enero pasado cuando los senadores Rubio y Menéndez propusieron restaurar el programa de visas automáticas para personal médico cubano en misiones extranjeras, la cobertura incluyó exclusivamente sus puntos de vista, ninguno en oposición. Hay un sinfín de ejemplos. Estos no ilustran que no haya equilibrio en Radio y Televisión Martí, sino que esas emisoras tienen su propia concepción de “equilibrio”.

Comúnmente, el buen periodismo se concibe como la presentación objetiva de hechos que definen los sucesos, y si se trata de incluir opiniones, se representa la gama completa de los diferentes puntos de vista. En Radio y Televisión Martí tienen una idea diferente: servir de contrapeso a los medios estatales cubanos y, en sentido literal, dar la dosis completa de un punto de vista que creen es el opuesto de Granma.

Y no importa que esto implique descartar los puntos de vista de muchos cubanoamericanos, y también ignorar el mandato que les viene dado de "representar a Estados Unidos, no a un solo segmento de la sociedad estadounidense". Este estilo de periodismo, practicado en nombre del esfuerzo para cambiar a Cuba, no es el periodismo de una democracia.

John Lansing merece apoyo. Si él tiene la mínima posibilidad de mejorar esas estaciones, debe revertir la desastrosa decisión -tomada bajo presión política en 1996- de ubicar a Radio y Televisión Martí en Miami. Ambas deben estar en Washington, junto a La Voz de América, con un equipo compuesto por periodistas profesionales que operen sin influencia política. Dos décadas de experiencia demuestran que esto es imposible en Miami.

Sin embargo, el Congreso debería considerar un enfoque más amplio y preguntarse si, de hecho, Radio y Televisión Martí son necesarias. Son entidades que provienen de etapas tempranas de la Guerra Fría, un mundo donde las radioemisoras operadas por gobiernos era la única manera de llegar a los pueblos de los países comunistas. Ese mundo dejó de existir hace rato.

Los cubanos de hoy escuchan radio y ven televisión de todas partes del mundo, viajan fuera de Cuba, conviven con familiares y visitantes extranjeros, tienen El Paquete Semanal, acceso a internet y son entusiastas en el uso de Facebook, Twitter, WhatsApp e Imo. Además, ahora ven nacer nuevos medios de factura nacional basados en la web como 14yMedio, Periodismo de Barrio y muchos otros, que son diversos, interesantes y modernos, y tratan a su audiencia como ciudadanos inteligentes en lugar de como sujetos necesitados de instrucción. Su inmediatez, estilo y dedicación a la noticia local brindan una nueva competencia a los “medios fundamentales” del Estado y, posiblemente, los obligan a mejorar.

No hay nada más difícil de “matar” que un programa gubernamental de Estados Unidos, pero vale la pena considerarlo: el servicio en español de La Voz de América podría crear una maravillosa Hora de Cuba. Los contribuyentes estadounidenses podrían ahorrar un poco de dinero. El Sr. Lansing podría concentrarse en temas más importantes. Y Martí podría descansar en paz, sin que se abuse de su nombre.

Philip Peters*
On Cuba, 24 de mayo de 2019.
* El autor es presidente del Centro de Investigación de Cuba en Arlington, Virginia, y director de la Consultoría de Negocios FocusCuba.
Foto: La muerte el 19 de mayo de 1895 de José Martí, a los 42 años, en Dos Ríos, Jiguaní, municipio de la actual provincia Granma, quedó inmortalizada en este óleo de Carlos Enríquez.

lunes, 15 de julio de 2019

Los dilemas de Los Martí



En la Habana, caminando al mediodía sobre las agujeradas aceras de sus calles, dos sonidos podían oírse con claridad salir de las casas humildes: el “pito” con el cual el régimen trataba de interferir la señal de Radio Martí, y el de las ollas de presión, ablandando cualquier cosa.

Era una mezcla extraña de sonidos, casi única: el hambre y la noticia, dos hambres; la escasez y la novela, dos desengaños; aires de libertad y a la vez, el oxígeno aprisionado, la incertidumbre del cubano. No quedaba de otra que especular: la gente, temerosa del CDR delator, echaba a andar el fogón para poder oír la novela o las noticias de Radio Martí.

En aquellos primeros días, en los cuales el régimen se ufanaba de que Radio y Televisión Martí ni se oían ni se veían, la interferencia radial, y unos pedazos de latas y tubos metálicos en las alturas de los hoteles y las torres, indicaban la urgencia de bloquear la señal. Ciertamente, lo consiguieron en parte. Incluso con la ayuda del inefable Agente Orión, un técnico que en poco menos de tres años en Estados Unidos había sido contratado para trabajar en el proyecto televisivo -¿premura o incapacidad de la CIA? El golpe moral y técnico a la “agresión radioeléctrica” fue apoyado, directa e indirectamente, por las reglas y leyes norteamericanas que impedían esfuerzos más intrusivos. Sin embargo, la olla ablandadora y el “pito’ radio-martiano continuaron sonando en las calles de toda la República.

La última batalla por la sobrevivencia de Los Martí no ha tenido lugar en Cuba sino en Estados Unidos, y se debe a un informe devastador hecho por la Agencia de Estados Unidos para Medios Globales. Algunas críticas son crónicas, y tienen razón. Otros son hechos recientes a los cuales se les ha dado, tal vez, una dimensión exagerada, como el llamado affair Soros. Los evaluadores no han escatimado palabras que bastarían para el cierre de ambos proyectos mediáticos: mal periodismo, propaganda ineficaz, violación de las normas de contratación, y éticas, y lo más importante de todo, un largo historial de infiltraciones y filtraciones de la inteligencia cubana.

Para hacer un balance justo -siempre será insuficiente-, de ambos programas es necesario analizar su base ética, legal, composición humana y material, y su factibilidad técnico-económica. Desde el punto de vista ético, hacer un medio de difusión alternativo que rete el monopolio informativo e ideológico de un régimen totalitario, no tiene mucha discusión. Pero si ese medio es financiado enteramente por un gobierno extranjero, y es este quien fija los libros de estilo y hasta las contrataciones -como es el caso actual-, su ética comunicacional es discutible.

No se trata de que Los Martí no reciban “donaciones” de Estados Unidos, Francia o Alemania. Donación es una cosa. Financiamiento es otra. Los equipos, personal y hasta las noticias, están monitoreados por el gobierno norteamericano, y, compresiblemente, deben responder a su política hacia Cuba, y no a las ideas o los proyectos de los cubanos. Así ha sucedido: el tinte de Radio y Televisión Martí es el mismo que usaron Reagan, Clinton, Bush, Obama y ahora Donald Trump.

Ese “pecado” de nacimiento ha sido la base para muchos conflictos fuera y dentro del programa; y ha servido de bandera al régimen cubano para desnortar del sentido liberador de Radio y Televisión Martí.

Una solución plausible es que, de ser un apéndice del gobierno norteamericano, Los Martí luchen por ser entidades independientes, quizás ayudadas, pero nunca regentadas por agencias federales. Hay una gran cantidad de ciudadanos cubanoamericanos que pudieran financiar el proyecto, solo que tendrían el derecho a cuestionarse, como inversores privados, la eficacia y la eficiencia de estos medios alternativos de comunicación.

Es preferible la fiscalización de los nuestros, a la que hasta ahora han hecho otros, ajenos a nuestra cultura e idiosincrasia. En ese caso le “apretarían las clavijas” al programa, y quizás ya sea hora de que algo así suceda: costos contra beneficios.

En este punto, y salvando las distancias históricas, Radio y Televisión Martí honrarían de ese modo el nombre que llevan. Patria, el periódico fundado por José Martí para la libertad de Cuba, se financiaba con fondos de tabaqueros cubanos en Tampa y Cayo Hueso. Era un modesto periódico semanal de pocas páginas, y enviado por correo. Pero era cubano, y nadie tenía que decir qué y cómo se publicaba.

Ese eslabón nos lleva al siguiente de la cadena: el manejo de la información. El periodista no se hace, nace. Puede y debe formarse, pero no solo de noticias vive el comunicador. Él también tiene ideas, emociones, desengaños. Necesita una cultura sólida, y una formación ética donde, sin renunciar a sus criterios, pueda poner sobre la mesa todas las cartas, sin marcar. Debe tener, en el caso que nos ocupa, una información veraz, actualizada de lo que sucede realmente en la Isla, y no de lo que cuenta el emigrante o el opositor, quienes para obtener asilo y sellos de comida mienten descaradamente.

Las fuentes deben ser contrastadas, verificadas, sometidas a escrutinio. En el caso de Cuba eso es difícil, mas no imposible. Quien sale de la Isla por un par de meses y regresa, encuentra otra Cuba. La Isla aparenta no moverse. Pero como dijera Galileo, sin embargo se mueve -es lo que le ha permitido, en sesenta años, evadir expertos francotiradores.

Por otro lado, no merece la pena regodearse en lo que todos saben: que no hay agua en Centro Habana, que en El Cerro no recogen la basura hace diez días, que dan tres pescados para siete personas, que todavía hay albergados del ciclón del 26. El periodismo debe, además de denunciar, proponer; ir la búsqueda de lo que el lector o el oyente no puede ver ni oír; la noticia, que deriva de nuevo, de notable, debe sorprender no solo como novedad sino como curiosidad humana. Hacer ver a los que no pueden o no quieren ver.

Eso es lo que ha perdido el periodismo que se hace en la Isla y es lo que debería encargarse de hacer un medio alternativo de cubanos para cubanos, hipotéticamente, la misión de Los Martí. No ofender. No ir hasta la descalificación del contrario. Hay un punto donde hay que parar. No es necesario poner o decir de más, porque como un bumerang, regresa contra el propio comunicador. Siempre se debe dejar algo debajo del agua, como el iceberg de Hemingway, para que el lector o el oyente puedan sentirse capaces, partes de la información. Ese olfato y talento lo han tenido los grandes periodistas.

Y entrando en el tema de las misiones, posibilidades técnicas y económicas, no sin razón quienes pagan Los Martí, que somos todos los que vivimos en Estados Unidos, desearíamos conocer, limpiamente, cómo se invierten decenas de millones de dólares. El “amiguismo” y los “socios”, endémicos males entre latinos en una agencia gobernada por norteamericanos es una bandera roja a la cual le van arriba como el toro al trapo. No porque en la Isla se fuera ministro, general o hijo de un personaje, se es comunicador social. Ellos tendrán mucha información, pero esta es una profesión seria, no para improvisados ni principiantes. Una vez que han dado todo el “jugo” que traían, deberían dedicarse, si es posible, a sus profesiones originales.

Quien escribe no puede asegurar que Televisión Martí, como prometió el ex alcalde Tomás Regalado hace meses, se puede ver ahora en toda la Isla. Por cierto, Don Tomás fue y es una elección más que acertada para dirigir ambos proyectos. Tendríamos derecho a saber qué ha sucedido y quiénes son los responsables, aquí, en Estados Unidos, no en Cuba, de que este periodista, de la “gorra a los spikes”, no haya podido avanzar más en sus propósitos.

Por último, Radio y Televisión Martí enfrentan dos conflictos que nada tienen que ver con los cubanos y los norteamericanos: las nuevas tecnologías. Si ya muy pocos leen, cada día son menos los que oyen radio y siguen noticias por televisión. El teléfono celular y las redes sociales han sustituido los diales y los comentaristas profesionales, el twitter es la verdad, y el noticiero de las ocho, la mentira. A casi ningún milenio le interesa lo que diga Díaz-Canel o Trump. Le interesa, eso sí, el nuevo escándalo de las Kardashian o en que se gastan 1,6 billones Jay-Z y Beyonce. Es una realidad triste, pero es una realidad de nuestro tiempo y hay que tenerla muy presente.

Es aquí en Estados Unidos donde el periodismo de hoy, sin renunciar a su objetivo último que es denunciar y anunciar, describir con imparcialidad y a la vez exponer el criterio del profesional, debe colocar de manera muy cuidadosa, balanceada, atractiva, el producto. Si el mensaje tiene el objetivo de mover al receptor -única confirmación de su efectividad- hay que usar métodos novedosos, actuales, para comunicar. No siempre se logra ser original. Pocas veces se pueden poner en fila la ética, la verdad, el buen decir, la legalidad y la posibilidad real de llegar a la gente.

Llamándose pues, Radio y Televisión Martí, nadie debe dudar que la meta principal es la libertad y la unión de todos los cubanos: TODOS, sin excepción. No separar ni disgustar a quienes desean un país democrático, moderno y próspero. Los dilemas que quizás se planteó el apóstol al fundar Patria, tienen puntos en común con el conflicto que genera vivir y trabajar por Cuba fuera de sus fronteras.

Por esa misma razón sus palabras resuenan, a la distancia de 127 años, con inusitada vigencia: “Nace este periódico, a la hora del peligro, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden”.

Francisco Almagro
Cubaencuentro, 4 de junio de 2019.
Foto: Tomada de Diario de Cuba.

lunes, 8 de julio de 2019

Una programación anclada en el pasado



La agencia federal estadounidense que controla las transmisiones de Radio y Televisión Martí emitió un informe donde afirma que las dos entidades dedicadas a emitir propaganda hacia Cuba, no respetan cánones éticos del periodismo, están desfasadas en el tiempo en relación a la audiencia y amarradas a viejos valores políticos.

Por otro lado, la divulgación del informe este miércoles coincide con un hecho inédito dentro de la Oficina de Transmisiones hacia Cuba (OCB, por sus siglas en inglés) donde están integradas Radio y TV Martí, que es la circulación entre sus trabajadores de una carta anónima de denuncia de situaciones de nepotismo y favoritismo en las altas esferas de OCB.

El informe fue preparado por un grupo de expertos contratados por la Agencia Estadounidense para los Medios Globales (USAGM, por sus siglas en inglés), tras un sonado escándalo acaecido en octubre de 2018, relacionado con un programa de TV Martí donde se mencionó al filántropo e inversionista George Soros, como “un multimillonario judío de origen húngaro cuya fortuna se estima en 8,000 millones de dólares”. Además, se le caracterizó como “un judío no creyente” y “de moral flexible”.

Las primeras investigaciones condujeron al despido de cuatro editores y el informe ha sido emitido tras seis meses de revisión de los programas regulares de la emisora, para detectar posibles violaciones de los parámetros éticos de USAGM, en el marco de una amplia investigación ordenada tras el escándalo por el directo, John Lansing.

El informe recuerda que durante décadas, desde la creación de la emisora radial Voz de América dentro de la desaparecida Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), sus directivos se debatieron siempre entre promover emisiones de propaganda o un instrumento para ejecutar la política exterior de Estados Unidos. Al final concluyeron que todas las emisoras patrocinadas por el Gobierno federal deben servir para “reflejar los ideales estadounidenses de una prensa libre, objetiva e imparcial, y que de ese modo tratara de influir en las poblaciones extranjeras demostrando cómo funciona una democracia, aun con todas sus imperfecciones”.

Sin embargo, apunta el informe, en OCB las cosas no funcionan así, ya que “gran parte del contenido de Martí es diferente al de cualquier otro servicio de noticias de la agencia. Martí se dedica abiertamente tanto a la propaganda como a la promoción de la política exterior de la administración actual, en este caso hacia Cuba (así como hacia Venezuela y Nicaragua)”.

Aunque la comisión investigadora decidió no tomar partido sobre si es acertado o no que Radio y TV Martí lo hagan, ha cuestionado su efectividad. “Si bien no existe una buena forma de evaluarlo, el criterio profesional unánime del panel, basado en lo que cada miembro sabe sobre cómo usar las comunicaciones para atraer e influenciar a una audiencia y en el éxito de las tácticas que contribuyeron a la caída de la Unión Soviética, fue que los intentos unilaterales de Martí son desacertados, y es casi seguro que fracasarán”.

Así las cosas, “los problemas radican en los noticieros de radio y televisión, y especialmente en la oferta diaria constante de los programas de debate político y los informes de investigación. Estaban plagados de mal periodismo. Y, sin embargo, también eran propaganda ineficaz”. Todo esto se debe también a que la forma en que son montados los programas, tanto de radio como de televisión, pecan de una falta de calidad asombrosa. Dicho en términos sencillos, “desde el punto de vista técnico y estético, la calidad de la producción de la radio y la televisión de Martí es mediocre”.

“En la gran mayoría de los programas de radio se escuchan ruidos molestos de fondo. En televisión, la calidad del manejo de la cámara, la iluminación y los gráficos es irregular, lo que refleja una aparente falta de experiencia técnica y profesionalismo. Como resultado, muchas de las producciones parecen obsoletas y antiguas, cuando no vergonzosas”, apuntan los cinco expertos que confeccionaron el informe.

Los problemas más serios parecen estar en los estándares del trabajo, ya que muchos materiales que salieron al aire o fueron publicados en Martí Noticias solo citan fuentes de un lado de la historia, no hay equilibrio informativo y ni siquiera está claro si disponen de la competencia necesaria para opinar sobre lo que se les pregunta.

En los debates, por ejemplo, los moderadores que se supone deban ser imparciales, corrientemente dan sus opiniones y participan en las conversaciones como un panelista más. “Del mismo modo, se presentó demasiada información sin atribuir las fuentes, y esto da la impresión de que se obtuvo de manera arbitraria. Aunque no se detectó ningún plagio, una atribución descuidada de fuentes puede llevar a acusaciones de plagio”.

El informe señala también que los periodistas y editores de OCB no hacen ningún esfuerzo por contactar a las autoridades o fuentes en Cuba para contrastar la información y dependen demasiado de la llamada “oposición disidente”.

El panel concluye que en las trasmisiones se ignoran sistemáticamente las normas de objetividad establecidas en el periodismo “a favor de tácticas de comunicación visiblemente propagandísticas”, por lo cual “parece poco probable que la presentación del contenido en la radio, a través de vídeos y online logre promover la libertad y la democracia dada la demografía, la cultura y las circunstancias políticas de Cuba en la actualidad. Radio y TV Martí operan como un anacronismo”.

A juzgar por el informe, el gran problema de OCB es que opera en términos de antigüedad. Es una emisora anclada en el pasado, que creció teniendo como fuente una forma de hacer radio en Miami en las década de 1960 del siglo pasado y no ha sabido modernizarse. “El tono de las conversaciones no es diferente al que se escuchaba en la radio de Miami de hace 50 años, cuando las radios se transformaron en instrumentos de combate contra el gobierno cubano".

En estos momentos, la realidad en Cuba y en Miami es totalmente diferente. “La mayor parte de la oposición que tiene opiniones contrarias a la revolución cubana se fue hace tiempo y la gran masa de cubanos en la isla hoy tiene más sentimientos encontrados o no está demasiado politizada”, por lo cual el reto es lograr una conexión basada en esta realidad, y no “en la falsa realidad febril que suelen tener las comunidades de refugiados de todo el mundo sobre sus países de origen”.

En la introducción al informe, John Lansing absuelve de responsabilidad al actual director de OCB, Tomás Regalado, nombrado en junio de 2018 y a quien califica como “impulsor clave de estas iniciativas de reforma continua”.

Con el informe, USAGM pretende iniciar proceso de reformas de OCB para evitar que la situación se repita. “La OCB debe cumplir con los más altos estándares de periodismo profesional en todo momento y cualquier desviación de ellos es inaceptable”, declaró Tomás Regalado. Y para ello la única forma parece ser remodelar desde cero las transmisiones hacia Cuba. Lansing no fue del todo claro en esto, pero su subdirector de Operaciones, Matt Walsh en una entrevista en la VOA dijo que hay que enfrentar el reto de cambiar la cultura dentro de OCB. “Lansing quiere que nos concentremos en cómo pudiéramos reconstruir OCB desde cero, algo que no va a pasar de la noche a la mañana”.

Y una de la razones es la propia composición de los empleados de OCB, como apunta uno de los autores del informe, Edward Schumacher-Matos, director del Edward R. Murrow Center for a Digital World en la Fletcher School of Law and Diplomacy de la Universidad Tufts, Boston, Massachussets. “Son gente con buenas intenciones que quieren lo mejor para Cuba, pero también están llenos de viejos resentimientos y odio, lo que es perfectamente entendible”.

La publicación del informe coincidió con la aparición en varios buzones de correo electrónico de empleados de OCB de una carta anónima donde se acusa al director de la entidad, Tomás Regalado, de nepotismo, arbitrariedad y mantener un régimen tiránico en Radio y Televisión Martí.

Se ignora la autoría de la carta, aunque tres empleados de la entidad que la leyeron coinciden en que su contenido es “factual”. Es algo, “que todo empleado allá dentro comenta abiertamente a diario. Llevamos meses en esto”, dijo a OnCuba uno de ellos, que no puede ser identificado porque los empleados federales necesitan de permiso de sus supervisores para hablar con la prensa.

Las alegaciones son bastante duras y su autor se identifica apenas como alguien que tiene “un puesto previligiado y muchos años de servicio”, y quue se encuentra “en el grupo de los castigados con horario muy forzado (3 de la tarde a 11 de la noche) y no porque me necesiten, sino simplemente porque no soy un yes man ni un mandadero”. Sin embargo, asegura que ha estado presente en reuniones con el director de OCB, donde presuntamente Regalado habría humillado a empleados.

Según el autor de la misiva, Regalado llegó a la presidencia de OCB con la intención de cambiar el estado de cosas en su interior. “Me consta porque estuve presente en su primera reunión, cuando dijo que no voy a hacer ninguna presentación pública porque vine a cortar cabezas e incluso de aquellos vagos que creen que por ser federales no se pueden remover. A partir de ese momento y hasta hoy día, no solo ha acabado con la moral y la vida de muchas personas, sino que ha convertido el lugar en una oficina de familia para impulsar sus proyectos personales y las de su hijo, con un nivel de nepotismo que ni siquiera en la empresa privada se permite”, explica la carta, que acusa a Regalado de no haber reformado la empleomanía sino despedido a veteranos para sustituirlos por “sus amigos” que supuestamente no aportan nada a la programación radial y televisiva.

Tres empleados, bajo condición de anonimato, indicaron que ha habido un “retroceso” en la calidad de la programación, algo que señala el informe de USAGM. “Regalado trajo a su gente, que hacen radio vieja”, dijo uno de ellos.

En términos de nepotismo, la carta afirma que Regalado ha promovido a su hijo, Tomás Jr., al punto de que es quien “verdaderamente manda ahora en Martí”, y a quien describe como “un hombre atormentado por su ineptitud e ineficacia, que ni siquiera habla bien el español, balbucea, se equivoca cada dos por tres palabras y deshonra a toda la institución”.

“Con esta carta espero que alguien nos brinde ayuda para denunciar ante las instancias pertinentes todo lo que pasa desde junio pasado: Tomás Regalado Sr. ha tenido el descaro de insultar con declaraciones públicas y llamar mentirosos a los que han botado injustamente; sobran las groserías, los recortes, el maltrato a los contratistas que no los dejan ejercer con tranquilidad, y en general a todos los profesionales que él ha relegado dándole paso a nuevos contratados que o son muy inexpertos o no tienen preparación alguna para ejercer sus actuales funciones”, afirma la misiva sin proporcionar más datos o identidades.

OnCuba intentó contactar a Tomás Regalado y a su hijo y no obtuvo respuesta. Sin embargo, un portavoz de USAGM indicó que la agencia federal también recibió una copia de la carta anónima, pero declinó comentar su contenido por no estar autorizado y porque “no respondemos a anónimos”. El portavoz tampoco quiso ser identificado por no estar autorizado.

En noviembre de 1918, Regalado conversó con OnCuba. y declaró que los cambios introducidos en el personal se debieron a cierto sesgo periodístico. “Lo que encontré al llegar fue una cierta izquierdización de las noticias. Aunque no sé si las noticias tienen derecha o izquierda. Mi opinión como un observador de fuera, interesado siempre en la cosa de Cuba, es que en muchos momentos esta agencia se desvió del espíritu y la letra de la ley. Incluso durante la administración de Obama ese muro que debe haber entre la dirección política y la dirección profesional se quebró. Por ejemplo, aquí se prohibió dar la noticia de la victoria de Trump. Radio Martí fue el último medio en dar la noticia de la presidencia de Donald Trump”.

Rui Ferreira
On Cuba, 22 de mayo de 2019.
Foto: Tomada de On Cuba.

lunes, 1 de julio de 2019

Radio y TV Martí: Mal periodismo y propaganda ineficaz


El servicio del gobierno de Estados Unidos encargado de transmitir noticias objetivas a Cuba produce tanto "mal periodismo" como "propaganda ineficaz", según una auditoría independiente publicada el martes 21 de mayo de 2019.

La Agencia de Estados Unidos para Medios Globales (USAGM) -que supervisa las transmisiones internacionales financiadas por los contribuyentes-, ordenó la auditoría a la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB) en febrero, en respuesta a un reportaje de 2018 que contenía comentarios antisemitas sobre el filántropo multimillonario George Soros. Fragmentos del reportaje trasmitido por TV Martí provocaron una condena generalizada y a nueves periodistas de OCB les aplicaron medidas disciplinarias.

Posteriormente, John Lansing, CEO de USAGM, se disculpó con Soros y ordenó una auditoría para detectar "cualquier patrón de periodismo poco ético, no profesional, parcial o de calidad inferior".

Los resultados arrojaron una dura acusación de prácticas en OCB que al formar parte de USAGM, está obligada por ley a proporcionar una programación objetiva y equilibrada que refleje una variedad de puntos de vista.

Los cinco expertos del panel de la auditoría opinaron que el periodismo en OCB (radio, televisión y web) es parcial, no proporciona contextos y se cruza en la defensa estridente de las causas disidentes cubanas de línea dura. “No es solo defensa, es realmente una propaganda antigua, de martilleo constante", afirmó el presidente del panel, Edward Schumacher-Matos, profesor de la Escuela de Derecho y Diplomacia de Fletcher en la Universidad de Tufts, en Boston, Massachussetts.

La auditoría señala que "casi cualquier crítica" al gobierno cubano está permitida en los programas de Radio y TV Martí, mientras que "hay poco o ningún intento de obtener una respuesta o proporcionar información de equilibrio".

Según el panel de expertos, "las normas de objetividad bien establecidas se ignoran rutinariamente en favor de las tácticas de comunicación propagandística. Es poco probable que sus programas "logren promover la libertad de democracia dada la demografía, la cultura y las circunstancias de Cuba en la actualidad".

La implacable crítica contra Cuba "desplaza a otros tipos de cobertura de noticias e incluso al periodismo de defensa que podría ser más efectivo, por ejemplo, contar historias positivas sobre una persona o sobre Estados Unidos", expresó el panelista de la auditoría Roberto Suro del Pew Hispanic Center, con sede en Washington D.C.

En la introducción al informe, Lansing manifestó que se nombró un grupo de trabajo para actualizar los estándares periodísticos, se incorporará un nuevo editor para mejorar las prácticas periodísticas y "se requerirá capacitación adicional sobre equidad, objetividad, equilibrio y sesgo en la cobertura para todos los empleados de OCB".

Con sede en Miami, OCB supervisa Radio Martí, fundada en 1985, TV Martí, que comenzó en 1990, y Martí Noticias, un sitio de noticias online creado en 2011. Su presupuesto fue de 29 millones de dólares en 2018, y sus transmisiones, a menudo bloqueadas por el gobierno cubano, alcanzan aproximadamente el 11 por ciento de la población de la isla.

En 1999, el entonces inspector general del Departamento de Estado declaró que tanto Radio Martí como TV Martí, tenían "problemas con el equilibrio, la imparcialidad y la objetividad". En 2010, una investigación del Senado de Estados Unidos concluyó que Martí tenía "un apoyo insignificante de parte del pueblo cubano". A pesar de las críticas, Radio y TV Martí han tenido un apoyo contínuo del Congreso de los Estados Unidos.

Pero ese no será el caso si no mejoran, dijo Tomás Regalado, ex alcalde de Miami que lidera OCB. Regalado fue nombrado por la administración de Trump y asumió el cargo en junio de 2018, un mes después de que se emitieran ese reportaje sobre Soros. "Un miembro del Congreso me dijo: 'Bueno, si Radio y TV Martí no se reinventan, no se puede defender'", dijo Regalado.

Además de la OCB, USAGM supervisa también la Voz de América (VOA), una organización federal; y tres organizaciones sin fines de lucro, Radio Free Europe/Radio Liberty, Radio Free Asia y redes de transmisión del Medio Oriente que reciben subsidios de USAGM. Los autores de la auditoría reconocieron una "tensión inherente" en todas las agencias de noticias de USAGM, pero "en ninguna parte es esa tensión más aguda" que en TV y Radio Martí.

De acuerdo al informe, "Martí se involucra abiertamente en la propaganda y en la promoción de la política exterior de la administración actual en este caso hacia Cuba (así como en Venezuela y Nicaragua)". Y cita ejemplos de que Martí no cumplió con los estándares periodísticos:

• Los anfitriones e invitados en sus programas de son "tan anti-castristas que su lenguaje a menudo es crudo". El anfitrión de un programa, un disidente que pasó 16 años en la cárcel en Cuba, llamó "cáncer" al gobierno de Castro.

• Un programa de 30 minutos se centró en la decisión de la administración de Trump de permitir que los exdueños estadounidenses de propiedades expropiadas por el gobierno cubano presenten demandas en los tribunales de Estados Unidos. Nadie explicó por qué eso podría ser perjudicial para un nuevo gobierno democrático en Cuba y fue evitado por administraciones anteriores.

• A pesar de que las noticias en vivo de Martí tuvieron pocos errores, "no hubo esfuerzo" para agregar contextos. "Los invitados y anfitriones a menudo se refieren a eventos de la década de 1960 sin explicación para una audiencia que no está familiarizada o es demasiado joven para conocer las etapas iniciales de la revolución cubana".

Los autores del informe también consideran que los "programas de entrevistas unilaterales y los anfitriones combativos" de Martí que se centran en las quejas de la época de la Guerra Fría, son "fundamentalmente inadecuados" en la Cuba de hoy, donde el 40 por ciento de la población nació después de la caída de la Unión Soviética en 1990-91.

"No estoy discutiendo la existencia de esas faltas, pero mucho de esto sucedió antes de que naciera la mayoría de las personas en Cuba", dijo Roberto Suro. Por su parte, Schumacher-Matos apuntó que "son personas bien intencionadas que quieren lo mejor para Cuba, pero que también están llenas de resentimientos y enfados que son totalmente comprensibles".

En los últimos años, según el informe, ha habido cierta flexibilización de los controles gubernamentales, con más cubanos que obtienen acceso a internet, una mayor influencia e la Iglesia católica e incluso un crecimiento en los mercados privados. Para llegar a una audiencia en Cuba menos sumergida en política, el informe recomienda un periodismo más equilibrado, así como una cobertura neutral de los eventos no controversiales en Cuba, como la evacuación de huracanes.

La controversia sobre el segmento de Soros, que se emitió originalmente en mayo de 2018, se hizo pública meses después, luego de que un bloguero lo expusiera y los medios de comunicación de Estados Unidos le dieran repercusión. Entre otras cosas, Soros, un objetivo frecuente de los teóricos de la conspiración, fue descrito como "un judío no creyente de moral flexible".

Regalado dijo que nueve empleados de Martí fueron despedidos, han renunciado o han sido puestos a prueba, en espera de una investigación. Al iniciar la auditoría en febrero, Lansing denunció que el segmento de Soros era "profundamente ofensivo y totalmente inconsistente con nuestros estándares profesionales y ética. OCB no debería haberlo transmitido".

Además de Schumacher-Matos y Suro, los otros panelistas de la auditoría de OCB fueron Laura Castañeda de la Escuela Annenberg de Comunicación y Periodismo de la Universidad del Sur de California, la ex periodista de Telemundo Andrea Sarralde, y María Fernanda Sandoval, una especialista en Latinoamérica.

Matt Walsh, subdirector de operaciones de USAGM, asveró en una entrevista que cambiar la cultura en OCB será un reto. "(Lansing) realmente quiere que nos enfoquemos en cómo podemos reconstruir OCB desde cero. Lo que ciertamente es algo que no sucederá de la noche a la mañana".

En 2018, USAGM también tuvo que lidear con otras serias violaciones éticas periodisticas. En octubre, 15 periodistas del servicio de hausa de VOA fueron despedidos o disciplinados por aceptar sobornos de un oficial nigeriano. Además, la jefe del servicio en mandarín de VOA fue despedida por permitir a un multimillonario chino exiliado hacer acusaciones sin fundamento contra oficiales en Beijing durante una transmisión en vivo.

Brian Padden
VOA, 22 de mayo de 2019.
Foto: Sede de la VOA en Washington, tomada de La Galena del Sur.
Leer también la nota del director interino de USAGM y escuchar declaraciones de Tomás Regalado.