La última gran figura que estremeció La Habana nocturna que retrata Guillermo Cabrera Infante en su novela Tres tristes tigres fue una mulata bonita y sensual que llegó a la capital cubana con este expediente inofensivo: le gustaba la música, era maestra de primaria y había nacido en el barrio San Pedrito de Santiago de Cuba.
La mujer se llamaba Lupe Victoria Yoli Raymond, sus amigos íntimos le decían Yiyiyi y cuando se ponía a cantar exigía que le llamaran La Lupe.
La santiaguera consiguió que la contrataran en el club La Red, en 19 y L, en el corazón de El Vedado, y aquel escenario comenzó a desbordarse cada noche porque La Lupe -"un fenómeno fenomenológico", escribió Cabrera Infante- era un ciclón con buena voz, una tormenta afinada y sensible que hacía más dramáticos que nadie los boleros y actuaba impulsada por una furia interna que podía, en medio de la melodía, romper diez vasos o caerle a zapatazos al pianista.
La Lupe era el atrevimiento, la irreverencia, la violencia y la belleza en un solo cóctel concentrado en su anatomía de un tipo de mujer que en Cuba llaman mulata blanconaza y su arte sacudió la ciudad, el país y aunque una corriente de críticos moderados y correctos rechazaban sus tánganas nocturnas, su nombre se instaló junto a los músicos más populares de la época.
Su paso por el escenario, su voz y su talento llegaron a impresionar a dos personajes que pasaron por La Habana y tuvieron que decir algo sobre ella. Uno fue Jean Paul Sartre. El francés dijo que La Lupe era "nn animal musical." El otro, Ernesto Hemingway, la describió como "la creadora del arte de frenesí".
La Lupe se fue de Cuba en 1962 agobiada porque su arte no encajaba con el proceso político que se iniciaba en el país. Fue a parar a México y de ahí Nueva York donde se reafirmó como una artista de renombre universal. En esa ciudad murió en 1992, pobre, devastada por las drogas y otras derivas particulares. Tenía 55 años.
Su vida y sus canciones siguen vigentes. Se han hecho documentales, se han escrito libros y algunos cineastas, como el español Pedro Almodóvar, han utilizado la música de La Lupe en sus filmes.
El Mundo cultural de Hispanoamérica está empecinado en que la cantante no se pierda en el olvido. El pasado 6 de marzo, en Nueva York, donde una calle en 'spanglish' se llama La Lupe Way, el periodista Armando López dio una conferencia sobre el paso de la santiaguera por el mundo. "Intensa, desbordada, irrepetible. La Lupe es el último grito de rebeldía de la música cubana", dijo López.
Raúl Rivero
El Mundo, 14 de marzo de 2017.
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