Después de varios años buscando en Cuba algún familiar de Lino Frías, quien desde 1944 hasta 1976 fuera pianista de la Sonora Matancera, el pasado mes de junio se localizó a su hijo mayor, Lino Frías Floricio, de 78 años, y a su nieto Ernesto Frías Acosta, de 54 años.
Los dos residen en El Cerro, cerca del Estadio Latinoamericano. Físicamente se parecen a Ezequiel Lino Frías Gómez (La Habana 1915-Nueva York 1983), el mejor pianista y un músico clave en la orquesta fundada en 1924 en la ciudad de Matanzas.
La localización de los Frías en La Habana fue posible gracias a Rosa Marquetti Torres, realizadora del blog Desmemoriados. Historias de la Música Cubana. Ella también los entrevistó y vía email, envío el audio y tres fotos a Carlos Darío Patiño Gaviria y a mí. Patiño es uno de los numerosos colombianos que a través de un club creado en 1976 en Antioquia y Medellín, mantienen vivo el legado de la Sonora Matancera, sus cantantes y músicos, entre ellos Lino Frías, a quien este verano le van a dedicar un homenaje por el centenario de su nacimiento.
Los especialistas y estudiosos de la Sonora Matancera y de la pianística en la música popular cubana, hablan de Lino Frías Gómez como un mito, una leyenda. Además de Mata Siguaraya, compuso Pan de piquito, Óyela, gózala, Vamos todos de pachanga, Cañonazo, Vive la vida hoy, Suena mi bajo, Convencida, Afecto y cariño, Has vuelto a mí y Baila Yemayá, entre otras.
Pero esto lo desconoce el mayor de los cinco hijos que con diferentes mujeres tuvo el legendario pianista y compositor. Es que a partir de 1959, en la Isla cayó un manto de silencio sobre los artistas y músicos cubanos que decidían establecerse en Estados Unidos.
Aunque siempre vivió con su madre, Mercedes Floricio Iribe, Lino hijo recuerda a su progenitor como un padre cariñoso, que muchas veces lo llevó a los ensayos de la Sonora Matancera en los estudios de Radio Progreso y a los bailables en los jardines de la cervecería La Polar. Eso le permitió conocer a casi todos los integrantes de la Sonora: Caito, Celio González, Daniel Santos, César Pedroso, Pedro Knight, Celia Cruz y al director Rogelio Martínez, entre otros.
"Mi padre era muy divertido y extremadamente sociable. Tenía buenas relaciones con los músicos y con las personas. Con sinceridad digo que fue un padre maravilloso y con el cual me llevé muy bien. No era recto, era cariñoso. Me decía que cuando uno es negro, debe preocuparse más por estudiar".
Cuando Ernesto Frías Acosta nació, en 1961, ya su abuelo Lino se había ido de Cuba. "Mi abuela Mercedes siempre me hablabla de él, me decía que era una bella persona, un hombre honesto. Ella tenía en la pared una foto grande de él. A mí siempre me interesó saber de mi abuelo. De niño no me incliné por la música, pero ahora me gusta componer y canto como aficionado en un grupo".
En 1960 Lino hijo tenía 23 años, pero con exactitud no puede decir el día que su padre se fue. "Pensé que sería una gira más al exterior de la orquesta. Y nunca más le vi. Él sabía de nosotros porque se mantuvo en contacto con su hermana América Frías Gómez. Mi tía le contaba de la familia. Berta Quijano, una prima mía, se quedó viviendo en la casa de mi padre en Lawton, en el mismo barrio donde vivieron Pedro Knight y Celia Cruz".
El 15 de julio de 1960 todos los integrantes de la Sonora Matancera salieron del aeropuerto de La Habana rumbo a la Ciudad de México, para cumplir un jugoso contrato. Ninguno de ellos sabía que jamás volverían a su patria. El único que sabía que era un viaje sin regreso era Rogelio Martínez, el director de la agrupación.
Tania Quintero
Fotos: Rosa MarquettiLeer también: Carta a Lino Frías y Los personajes del mito de la Sonora Matancera.
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