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lunes, 12 de agosto de 2013

Supuestamente, todos los chinos son iguales (IV y final)


La etnia Han es la mayor de China, y también es la etnia dominante, que ha impuesto a través del sistema comunista su lengua -el mandarin- sobre el resto de las etnias nacionales en detrimento de culturas y lenguas tan ricas como las cantonesas, tibetanas y uyghur, entre las 55 etnias que mal conviven con la etnia dominante de los Han en el extenso país asiático.

Los modernos mandarines de carnet rojo han hecho lo que nunca soñó hacer el Celeste Imperio, es decir, ha transformado la rica y variada cultura china en una cultura homogénea, al menos de cara a Occidente, con el objetivo de imponer los modos, lengua, cultura, y objetivos políticos de la elite partidista dentro de la etnia dominante. Hace mucho tiempo, Mao decidió que la etnia Han era la única que estaba llamada a detentar el poder en la China de su creación, y comenzó con la destrucción de la verdadera historia de Sun Yat Sen, el cantonés fundador de la Republica China, re-escribiéndola a su conveniencia.

El nacionalismo de Mao tuvo un carácter fascista desde el primer día aunque lo encubrió bajo el manto de la ideología gemela, el comunismo. La limpieza étnica, el genocidio, y la revolución cultural tuvieron como objetivo la implantación de la su versión de la cultura de la etnia Han como cultura dominante. Es decir, eliminó a todas las expresiones culturales que no respondieran a su visión de la cultura y la ideologización de la sociedad como primer paso. La religión budista fue casi proscrita, los creadores de etnia Han tenían que responder única y exclusivamente a las ideas de Mao y a los lineamientos maoístas de creación y propagación cultural.

Luego de establecer mediante la represión de la revolución cultural -tan admirada por algunos intelectuales occidentales- una versión partidista de la cultura Han, se dedicó, con la ayuda de miles de comisarios político culturales, a la eliminación de otras lenguas y culturas en China, dejando solamente como exponentes de una falsa diversidad a los creadores maoístas que pudieran existir dentro de esas culturas.

Hoy por hoy, la cultura Han en versión maoísta -aunque oficialmente se diga que ya no hay maoísmo en China- sustituye a las culturas locales. Especialmente cruel ha sido la eliminación de las culturas Uyghur y del Tibet, donde la lengua impuesta a través del terrorismo cultural institucionalizado es el mandarín. En Cantón, por ejemplo han eliminado poco a poco los periódicos en cantonés y se han reducido las transmisiones de radio y televisión en esa lengua -tanto, que la academia de la lengua cantonesa se encuentra en Hong Kong.

En Tibet y en Xingjiang, donde vive la minoría Uyghur, la violencia gubernamental ha sido primordial en la imposición de la cultura Han. Los mongoles, de la hoy llamada Región Autónoma de la Mongolia Interior están sufriendo la misma suerte, con una saña especial ya que aún hoy se recuerda que Genghis Khan invadió Pekín y sus hombres se impusieron a la etnia Han, ya en aquella época dominante en la hoy capital de China.

Hay ejemplos de la crueldad estatal por doquier, pero el más dramático es la “conversión” de huérfanos, niños abandonados, y niños raptados por el gobierno de sus padres prisioneros políticos o disidentes en miembros de la cultura Han en una limpieza étnica sin sangre. Esos niños reciben nombres chinos, se educan única y exclusivamente en mandarín ya sea en orfanatos o en las familias de miembros del partido, eliminando toda traza de su origen étnico.

Aprovechando la percepción racista occidental de que todos los chinos se parecen, los mandarines del partido no tienen reparo en ofrecer en adopción a parejas occidentales niños de apariencia general asiática como niños de la mayoría Han, cuyos padres han supuestamente fallecidos, pero que bien pudieran haber sido ejecutados o son prisioneros políticos. Una observación típica de los Han que pertenecen al partido, es que a los niños de las minorías se les debe hacer una cirugía plástica para conformarle los ojos según el modelo canónico de la belleza Han.

También el gobierno y sus “independientes” raptan a niños de las minorías, ya que la política de un matrimonio un hijo -o más bien de 'una mujer un hijo'- que se aplica con un tremendo grado de flexibilidad en la mayoría Han (dependiendo del dinero que se tenga o de la lealtad al partido), no se aplica a las minorías, es decir, estas minorías producen una abundante cantidad de niños que luego son raptados por las instituciones gubernamentales si los padres son desafectos al régimen, disidentes, o practicantes del Islam o el Budismo Tibetano.

La “chinificación” de un niño -en su mayoría niñas- de origen tibetano va desde darle un nuevo nombre chino, ubicarlo en una familia inmigrante Han con probada lealtad al régimen, o en un orfanato donde el mandarin es la única lengua en que se dirigen a los niños, los cuales son dados en adopción más tarde con esta identidad étnica falsa. A los niños de origen Uyghur se les “chinifica” un poco más violentamente, con castigos si hablan su idioma a los mayores y con una dieta forzada que incluye carne de cerdo (no muy abundante, tampoco hay que hacerse ilusiones) y carne de perro, animales prohibidos por el Islam para consumo humano.

Entre otras religiones perseguidas están los practicantes de cualquier variante del cristianismo o de la secta Falun Gong. Sus miembros son internados en campos de trabajo forzados, o lanzados a la prisión, y sus hijos “desaparecen” y son dados a las familias de represores, carceleros o miembros del partido. Si su identidad no es negada desde el principio y presentados como hijos naturales de las familias que les reciben, entonces son declarados huérfanos y sus padres aparecen como “muertos” en sus certificados de nacimiento, con nombres falsos y lugares de nacimiento falsos también.

A los de las minorías Miao (una de sus “subetnias” los Hmong, están entre las minorías étnicas peor tratadas por el grupo dominante a nivel de todo el planeta), los Tujia y los Dairae o Dai se les considera poco hombres, y por tanto dignos de ser exterminados en campos de trabajo forzado y sus mujeres son vistas como perfectas para el apareamiento con los Han, produciendo “Han que son racialmente aceptable” de acuerdo con los jefazos del partido. Una minoría china, los Hui, también practican el Islam, pero los Han los reconocen como parte de su propia etnia dominante, asimilándolos racialmente a la vez que atropellan cultura y religión, y venden una falsa imagen de diversidad al complaciente occidente.

Esta práctica ha generado mucho escándalo durante las dictaduras militares de Argentina, Brasil y Chile. También se ha notificado su presencia en la España franquista, pero virtualmente no se conoce nada de esta genocidio silencioso como se ha practicado por décadas en China.

Tal pareciera que el mundo es selectivo a la hora de escuchar. Y que son pocos los dispuestos a escuchar y aún menos abundantes, los seres humanos dispuestos a destruir un sistema de injusticias como éstas. Las baratijas fabricadas en China producen una enorme cantidad de dinero: con él compran el silencio occidental.

Charlie Bravo
Foto: Tres niñas de la etnia Uyghur. Tomada del blog Detrás de la Muralla.
Fuentes: Conversaciones en China con un verdadero disidente de la etnia Han, en China; Conversaciones con activistas minoritarios en Washington DC; Reportes de organizaciones de derechos humanos en Washington DC, publicados y no publicados; Amnistía Internacional y Wikipedia.

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