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domingo, 7 de junio de 2009

Harry Potter y la revolución escatimada (V y final)


Por Tania Quintero


Cuando las clases se reanudaron en la Escuela de Comercio me matriculé en la sesión nocturna. Así que hasta febrero de 1961, cuando me fui a pasar un curso de maestros voluntarios en Minas del Frío, Sierra Maestra, trabajaba mañana y tarde y por las noches, de lunes a viernes, estudiaba. Si no conseguía "botella" me iba a pie, por todo Carlos III hasta Ayestarán. La carrera de contador público la dejé en segundo año.

Si no caía ninguna tiñosa, los fines de semana me iba a la Biblioteca Nacional, entonces una maravilla, cuidada, con mobiliario nuevo. En la cafetería siempre pedía lo mismo: bocadito tostado de jamón y queso y batido de mamey. Otras veces iba al Palacio de Bellas Artes, a alguna exposición o curso (asistí a uno de arte precolombino) o a algún concierto en el teatro Auditorium, en el Vedado, hoy Amadeo Roldán, y que ya no es la sombra de aquél.

Los contactos con soviéticos, polacos y otros europeos del campo socialista databan de los años 30 y después de 1959 los mantuvieron y afianzaron. Pero en aquellos diecinueve meses sentí que eran más cercanos y naturales los vínculos del PSP con los partidos comunistas latinoamericanos. El ejemplo más conocido fue la amistad de Blas con Luiz Carlos Prestes, del Partido Comunista de Brasil. La historia de su esposa, Olga Benario, quien murió en un campo nazi de concentracion fue muy conocida en Cuba.

Monguito Calcines era el encargado de las relaciones internacionales. A través de él conocí a un grupo de nicaragüenses que en 1960, después de una estancia en Cuba, viajaron a la República Democrática Alemana. Entre ellos se encontraba Carlos Fonseca Amador. Lo recuerdo alto, delgado, amable, con sus espejuelos de armadura negra y gruesos cristales (yo también era míope, pero no tanto como ahora). El día de la despedida, los nicas me pidieron mi dirección. Se las dí, pero nunca me escribieron.

Quien me escribió fue un joven alemán que se acercó a ellos para practicar el español. La carta la recibí unos días antes de irme a la Sierra, en febrero de 1961. La guardé. No le respondí hasta el mes de junio, cuando regresé, con 130 libras de peso y el orgullo de haber subido tres veces el Pico Turquino. Mi amistad con aquel alemán se ha mantenido hasta el presente y tiene casi los mismos años de la revolución. Pero si en Alemania en todo este tiempo muchos cambios han ocurrido, en Cuba las cosas van para peor, desgraciadamente.

EPÍLOGO

Si J.K.Rowling, la autora de Harry Potter, decidió tirar la toalla y en el séptimo libro poner punto final a las peripecias del archiconocido huérfano de espejuelos redondos, la historia de las relaciones entre los viejos comunistas y los hermanos Castro está aún por escribir.

En el libro Fidel, el desleal, el francés Serge Raffy especula al respecto, pero deben ser investigadas y comprobadas algunas de sus afirmaciones, particularmente las referidas a supuestos contactos entre Fidel Castro y Fabio Grobart desde los años 40. No lo dudo, sólo digo que están por comprobar.

Cincuenta años después del triunfo de la revolución cubana me sigo cuestionando por qué ellos, que habían fundado y consolidado un partido comunista dentro del capitalismo, dentro de gobiernos más o menos democráticos y que ellos mismos, con más o menos imperfecciones, en sus organizaciones y publicaciones hacían valer la libertad de expresión y las discrepancias tenían cabida, no vieron, no intuyeron, la personalidad egocentrista de Fidel Castro ni el peligro que su poder absoluto representaba para el país. ¿Es que no lo vieron o no lo quisieron ver?

Foto: Aníbal Escalante, director del periódico Hoy, con el editor Vicente Martínez (de pie), mayo de 1945. Ed Clark, revista Life.

2 comentarios:

  1. No sólo lo vieron Tania, sino que lo denunciaron urbe y orbe a raíz del asalto al Moncada. Más tarde, con el ascenso de la marea filocastrista en 1958, se dejaron arrastrar por el jesuitismo inherente a su doctrina.

    Hasta entonces, si bien vistos con recelo por las masas populares, se habían hecho preferir y hasta respetar como defensores de la clase obrera y el campesinado dentro de un enfoque socialdemócrata.

    Pero, al fin y al cabo, eran estatutariamente un partido al servicio de la misma potencia extranjera que a partir del 59 tendería su mano protectora sobre el castrismo romántico.

    Recuerdo haber leído el discurso donde un Blas Roca autoflagelante se rasga las vestiduras ante el auditorio y exige a la militancia del PSP que, de mano besada, acepte un puesto de portero en el Gobierno Revolucionario, si se lo ofrecen...

    Poco después, al igual que toda la sociedad y la clase política republicana, se escinden al cometer los sobrevivientes una segunda traición. Esta vez intestina, contra el ala "microfraccionaria" de Aníbal Escalante, más escética, pragmática y leal al Kremlin.

    En lo adelante, el reciclaje castrista sólo dejaría en posiciones claves entre la dirigencia de la vieja guardia pesepista a los incondicionales del régimen.

    Significativamente, Juan Marinello, Carlos Rafael, Fabio Grobart, Lázaro Peña, Ordoqui y la Buchaca, Raúl Roa, Nicolás Guillén, etc. O sea, mayormente la pléyade intelectual del viejo PSP...

    No menos significativo es el hecho de que, aunque sin coraje para la ruptura abierta, Peña, Roca y Guillén murieran más o menos escaldados.

    El primero, ninguneado hasta aquel memorable canto de cisne suyo durante el XIII Congreso de la CTC. El segundo, rogando ser enterrado al pie de la tumba de Antonio Maceo, lejos del Panteón de las Fuerzas Armadas en la necrópolis de Colón. El tercero, echando a correr a título clandestino, ya moribundo, un poema titulado "Yo digo que yo no soy un hombre puro", que es un airado, rotundo mentís póstumo al mito guevariano del hombre nuevo...

    Por azar concurrente, el alevoso asesinato de los líderes obreros negros Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias corre a la cuenta de los auténticos de Grau y Prío, ambos anticomunistas furibundos y promotores de la rebelión contra el Batistato...

    Sigo tus memorias con sumo interés, puesto que tuviste la suerte o desgracia de conocer de cerca a la vieja guardia del PSP y eres un testigo honesto y veraz. Espero, por tanto, que no me tomes a mal una observación final.

    A saber, la imagen de cada persona es siempre múltiple: depende del espíritu de la época del contacto y, en particular, de la relación individual que uno haya mantenido con ella.

    Siendo así, a la hora de los recuerdos es preciso tener en cuenta la siguiente perogrullada psicológica: entre calidad humana y rol sociopolítico, o sea, entre imagen afectiva e imagen pública, suele mediar una enorme distancia.

    Escuchando aquí en la RFA el testimonio de cientos de ancianos que en su juventud fueron fanáticos de Hitler, no le cabe a uno la menor duda de que hubo jerarcas del NSAPD (Partido Socialista Obrero de Alemania, nazi),la GESTAPO y las SS encantadores como padres, esposos, amigos, camaradas, vecinos...

    Por contra, el acierto fundamental de la novelista marxista Anna Seghers en "La séptima cruz", , consiste en haber descrito en el personaje central de esa obra maestra del género a un héroe comunista evadido del campo de concentración que era todo lo contrario en ese sentido...

    Así ha sido, es y será por los siglos de los siglos a causa de lo que se ha dado en llamar "condición humana". Tanto más si, como en el caso de nuestros antiguos dirigentes marxistas, el cultivo de los buenos modales, el énfasis en la alta cultura, la inquietud por la suerte de los de abajo, forma parte de una estrategia de captación premeditada...

    Saludos,

    El Abicú

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  2. No sólo lo vieron Tania, sino que lo denunciaron urbe y orbe a raíz del asalto al Moncada. Más tarde, con el ascenso de la marea filocastrista en 1958, se dejaron arrastrar por el jesuitismo inherente a su doctrina.

    Hasta entonces, si bien vistos con recelo por las masas populares, se habían hecho preferir y hasta respetar como defensores de la clase obrera y el campesinado dentro de un enfoque socialdemócrata.

    Pero, al fin y al cabo, eran estatutariamente un partido al servicio de la misma potencia extranjera que a partir del 59 tendería su mano protectora sobre el castrismo romántico.

    Recuerdo haber leído el discurso donde un Blas Roca autoflagelante se rasga las vestiduras ante el auditorio y exige a la militancia del PSP que, de mano besada, acepte un puesto de portero en el Gobierno Revolucionario, si se lo ofrecen...

    Poco después, al igual que toda la sociedad y la clase política republicana, se escinden al cometer los sobrevivientes una segunda traición. Esta vez intestina, contra el ala "microfraccionaria" de Aníbal Escalante, más escética, pragmática y leal al Kremlin.

    En lo adelante, el reciclaje castrista sólo dejaría en posiciones claves entre la dirigencia de la vieja guardia pesepista a los incondicionales del régimen.

    Significativamente, Juan Marinello, Carlos Rafael, Fabio Grobart, Lázaro Peña, Ordoqui y la Buchaca, Raúl Roa, Nicolás Guillén, etc. O sea, mayormente la pléyade intelectual del viejo PSP...

    No menos significativo es el hecho de que, aunque sin coraje para la ruptura abierta, Peña, Roca y Guillén murieran más o menos escaldados.

    El primero, ninguneado hasta aquel memorable canto de cisne suyo durante el XIII Congreso de la CTC. El segundo, rogando ser enterrado al pie de la tumba de Antonio Maceo, lejos del Panteón de las Fuerzas Armadas en la necrópolis de Colón. El tercero, echando a correr a título clandestino, ya moribundo, un poema titulado "Yo digo que yo no soy un hombre puro", que es un airado, rotundo mentís póstumo al mito guevariano del hombre nuevo...

    Por azar concurrente, el alevoso asesinato de los líderes obreros negros Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias corre a la cuenta de los auténticos de Grau y Prío, ambos anticomunistas furibundos y promotores de la rebelión contra el Batistato...

    Sigo tus memorias con sumo interés, puesto que tuviste la suerte o desgracia de conocer de cerca a la vieja guardia del PSP y eres un testigo honesto y veraz. Espero, por tanto, que no me tomes a mal una observación final.

    A saber, la imagen de cada persona es siempre múltiple: depende del espíritu de la época del contacto y, en particular, de la relación individual que uno haya mantenido con ella.

    Siendo así, a la hora de los recuerdos es preciso tener en cuenta la siguiente perogrullada psicológica: entre calidad humana y rol sociopolítico, o sea, entre imagen afectiva e imagen pública, suele mediar una enorme distancia.

    Escuchando aquí en la RFA el testimonio de cientos de ancianos que en su juventud fueron fanáticos de Hitler, no le cabe a uno la menor duda de que hubo jerarcas del NSAPD (Partido Socialista Obrero de Alemania, nazi),la GESTAPO y las SS encantadores como padres, esposos, amigos, camaradas, vecinos...

    Por contra, el acierto fundamental de la novelista marxista Anna Seghers en "La séptima cruz", , consiste en haber descrito en el personaje central de esa obra maestra del género a un héroe comunista evadido del campo de concentración que era todo lo contrario en ese sentido...

    Así ha sido, es y será por los siglos de los siglos a causa de lo que se ha dado en llamar "condición humana". Tanto más si, como en el caso de nuestros antiguos dirigentes marxistas, el cultivo de los buenos modales, el énfasis en la alta cultura, la inquietud por la suerte de los de abajo, forma parte de una estrategia de captación premeditada...

    Saludos,

    El Abicú

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