Si el ministerio cubano de Turismo, sus agencias de viajes y sus expertos no han hecho un buen estudio de mercado en China, se van a comer el marrón, como dicen en España. Al principio, por el embullo, es probable que viajen 100 mil o 200 mil, pero cuando constaten la realidad, dejarán de ir.
Lucerna, donde vivo, es el cantón suizo preferido por los chinos: cada año, exceptuando la etapa de la pandemia, alrededor de 3 millones de chinos viajan a Lucerna, si se suma que también viajan a cantones de la Suiza francesa y la italiana, la cifra se duplica o triplica.
El turismo chino, tanto en Suiza como en España y otros países europeos, tiene una característica: a los chinos lo que más les interesa es ir de compras, sobre todo a boutiques y tiendas exclusivas, a ver y/o comprar. En segundo lugar, sitios de interés histórico y cultural (museos, galerías, palacios). En lo que respecta a la gastronomía respecta, lo que en Lucerna he visto es que ellos prefieren comer en los restaurantes de comida china o que en el menú, sea desayuno, almuerzo o cena, incluyan platos chinos. Hace un tiempo se volvió noticia que el restaurante de un supermercado Migros en la parte vieja de Lucerna, de tres plantas, era muy visitado por turistas chinos y todos los días empezaron a ofertar patas de puerco, algo que a ellos les gusta mucho. En los hoteles y cafeterías a los que suelen ir, siempre junto a comidas suizas pueden comer sus fideos y otros platos típicos. De un artículo publicado en 2008 en Swissinfo en Español:
"Suiza reúne una de las condiciones exigidas por el visitante chino: poder ir de compras. A los chinos les interesa ir a los Alpes y pasear en barco por el Lago de los Cuatro Cantones, pero están más interesados en volver de Europa ostentando un símbolo de estatus, como un un bolso Vuitton de París o un reloj suizo original, una de las razones de visitar Suiza". Y yo añadiría los chocolates. Los comercios situados en las zonas visitadas por los turistas chinos, además de artesanías, tienen una gran variedad de chocolates, y en algunos casos, como los famosos bombones Lindor han aumentado la variedad de sabores y los venden a granel.
"Los turistas chinos se encuentran entre aquellos que más gastan en artículos de lujo, por lo que reportaron una ganancia inesperada a muchos países durante la última década. El 15 de enero, el diario suizo Neue Zürcher Zeitung (NZZ) señaló que los turistas chinos no solo llenan las habitaciones de los hoteles suizos, sino que también gastan mucho, alrededor de 380 francos suizos (410 dólares) al día, gran parte de ellos en objetos de recuerdo (souvenirs). Esto los convierte en el segundo grupo turístico más generoso de Suiza, después de los visitantes de Oriente Medio". Swissinfo en Español, 25 de enero de 2023.
Como en todos los cantones suizos, en Lucerna abundan las relojerías y joyerías y en casi todas por lo menos un empleado habla o entiende el cantonés, por lo regular nacido en Hong Kong o Taiwan. En una tienda Lolipop que hace poco abrieron en la terminal de trenes de Lucerna, entre las chucherías suizas y de otros países, hay de China, Taiwán, Japón y Corea del Sur.
Si para que en Cuba no vean el atraso, pobreza y la suciedad, piensan meterlos en Varadero y en hoteles en los cayos, será un fracaso. Antes de 1959, los chinos que en toda la isla tenían bodegas, puestos de viandas, 'trenes' de lavado y planchado, fondas y cafetines, se vestían con ropa ligera, por el clima, andaban limpios, no tenían peste a grajo. Lo que sí fumaban mucho y les gustaban los juegos de apuestas.
Al revés del turista canadiense, al turista chino no le gusta estar en la playa ni coger sol, por eso siempre andan con sombreros.
Otra característica: andan en grupos, les gusta participar en excursiones, a pie o en ómnibus. No les gusta andar solos. A diferencia de los japoneses, surcoreanos y otros asiáticos que visitan Lucerna, los chinos no dominan el inglés y menos el alemán, a no ser los guías. Son muy distintos a los turistas occidentales a los que Cuba está acostumbrada a recibir. En general, los turistas chinos no hablan de política, suelen percatarse de las realidades de los países visitados, pero no acostumbran a opinar ni hacer cuestionamientos. Pero hay excepciones, como en este texto de 2019.
Tania Quintero
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