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lunes, 11 de marzo de 2024

Mitos y leyendas involucionarias

Lo que quedará de la llamada Revolución cubana será una hábil mezcla de mitos y leyendas entretejidas, cuya originalidad consiste en haber hecho sobrevivir a un régimen sin base económica sustentable, sin una ideología coherente. De curiosa aparición en medio de la Guerra Fría, el modelo cubano agotó tempranamente los recursos materiales y espirituales del pensamiento nacional-liberal fundacional para girar hacia un destino que permitiera la concentración absoluta del poder, el sostén parásito, y el enfrentamiento a quien, sin dudas, se opondría a la deriva totalitaria, Norteamérica.

La sociedad cubana podrá ser estudiada en tiempos venideros no solo por sus fracasos y logros, sino por esa peculiar manera de construir y engarzar mitos y leyendas que, contrarios a toda lógica, incluso del marxismo clásico, carecen de un soporte racional y material. Los mitos y leyendas han sido expuestos y creídos como verdades no solo por el pueblo cubano; gran cantidad de personas en el mundo, para desgracia de sus propios pueblos, han copiado lo que creían era una revolución cuando no era otra cosa que sobrevivencia en el poder a todo costo.

¿Cómo se fueron entrelazando los mitos y las leyendas del Castrismo? Las leyendas, ¿dónde la verdad y donde la fantasía? Para comprenderlo es necesario saber qué es un mito, qué una leyenda y cómo funcionan en las comunidades humanas.

Los mitos son narrativas maravillosas cuyo destino último es dar cohesión a grupos de seres humanos. No existen en otros mamíferos pues necesitan del lenguaje. Los mitos, a pesar de tener definiciones divinas, ahistóricas, son mapas explicativos que justifican el presente y proyectan el futuro. Según Malinowski, “el mito es un ingrediente vital de la civilización humana, no un cuento ocioso, sino una laboriosa y activa fuerza, no es una explicación intelectual ni una imaginería del arte, sino una pragmática carta de validez de la fe primitiva y de la sabiduría moral”. Los mitos, debemos añadir, no tienen un lugar, tiempos y espacios concretos, sino que se construyen sobre hechos y personajes inalcanzables por el entendimiento humano.

Las leyendas, en cambio, fusionan realidad y fantasía. Y aunque sus metas también son moralizar y dar cohesión a la comunidad, poseen escenarios y personajes creíbles. Lo que pudo comenzar como un hecho anodino pero único, el tiempo y las narraciones lo pueden ir convirtiendo en una historia idílica e inspiradora. Las leyendas están muy relacionadas con la cultura popular y los orígenes de los pueblos. Una leyenda bien construida y asumida, moviliza, dirige, coloca estándares para todos los miembros del grupo, desde una familia hasta toda la nación.

Por otro lado, no todas las leyendas emergen de una acción heroica. Podría decirse que en ocasiones hasta de catastróficos fracasos. La “técnica” de trastocar lo doloroso, y la derrota en algo bueno y útil para un propósito determinado ha sido llamado reframing en inglés, y reencuadre en castellano. Recuadrar la historia hasta convertirla en leyenda potable y apetecida necesita tiempo —timing— y lenguaje precisos. No todo puede ser recuadrado. No todos los destinatarios del “enmarañe” aceptan mansamente gato por liebre. La frase que mejor ilustra esto es la tan utilizada en Cuba de convertir el revés en victoria. Porque… ¿qué es el socialismo cubano sino una cadena interminable de fracasos “convertidos” en victorias? Al final, en política, lo que vale no es la verdad constatable sino la percepción que se tiene de esa realidad.

Quizás el primer mito-leyenda autóctono fue el de la Revolución cubana inacabada, trunca, citada por varios historiadores cubanos. Desde la fundación del Partido Revolucionario cubano por José Martí en 1892, casi todos los partidos políticos usaron el adjetivo revolucionario para autenticarse como artífices del cambio radical. Parte ese mito revolucionario puede que haya surgido de la mutilada obra martiana, y la independencia mediatizada. Hasta los más cercanos colaboradores del apóstol se negaron entre sí; disputaron quien era o no “un verdadero revolucionario”; lidia que perviviría en la primera República como nuestro peor caudillismo al llamarse Auténticos, Insurreccionales, Radicales.

Las palabras revolucionario y revolución estaban tan al pairo, reclamadas por tantos apóstoles del cambio, que un astuto ex Máximo Líder se adjudicó encarnar la Revolución Acabada. Él estaba llamado a concretar la obra inconclusa del sueño martiano; secuencia mística que recuerda el pasaje evangélico: Martí es el Bautista que anuncia el Salvador en un Jordán tropical llamado Sierra Maestra. O si se prefiere cantando, es así: “te lo prometió Martí, y Fidel te lo cumplió”.

De aquí se desprenden varios sub-mitos que podrían resumirse en frases inteligentes como aquella en referencia a los mambises: “hoy ellos hubieran sido como nosotros y nosotros hubiéramos sido como ellos”. O el mito de encadenar el Partido Revolucionario de Martí y el Partido Comunista de Cuba como prolongaciones históricas e ideológicas cuando hay abismales diferencias de propósitos, tiempos, y, sobre todo, de filosofía política.

Una vez enlazado el pasado con el presente en una narrativa mítica, fue fácil rellenar con leyendas los espacios libres para rediseñar —y adoctrinar— en el futuro. La primera leyenda involucionaria fue el ataque frustrado al cuartel Moncada en Santiago de Cuba en 1953. Esta acción armada, como sabemos, fue un fracaso militar desde la planeación hasta la ejecución. En palabras de una de las llamadas heroínas del Moncada, debía ser el día más triste de la historia, y la leyenda la convirtió en fiesta y Dia de la Rebeldía Nacional. Nunca se habla de los soldados del ejército muertos o heridos, casi todos sencillos uniformados que descansaban en las barracas después de una noche de carnaval. Ni un solo alto oficial batistiano perdió la vida esa noche triste.

Después de asesinatos, torturas, y escapes, vendría la leyenda de los juicios. La muy polémica autodefensa llamada La historia me absolverá. Hay indicios de que el estilo en que está escrita corresponde a un buen amanuense, habilidad carente en el ex Máximo Líder. Lo más curioso de la leyenda es que el texto fue proclamado como fundamento político para el asalto. Pero nadie lo conoció previamente pues fue escrito en la cárcel, después de la derrota. La frase que se lleva las palmas es auto exculpatoria, y simbólica, mezcla genial de lo mítico y lo legendario: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario… ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!”

A partir del triunfo, las leyendas de la guerra apuntalaron el mito de los campesinos y obreros que derrotan una tiranía opresora. Un relato que, desde los albores de la Humanidad, de Grecia pasando por Roma con Espartaco, el Cid Campeador, Sigfrido y Roldán, hacen del héroe y la epopeya una baza mítica difícil de desmontar y muy fácil de creer y seguir. Tras releer la prensa de esos primeros meses del triunfo, (Bohemia) se advierte la intención de crear los mitos de la Infalibilidad, la Invulnerabilidad e Invencibilidad del Máximo Líder. La publicación de fotos, reportajes, y narraciones épicas llenaron todo un dossier del primer año.

Paradójicamente, fue una publicación norteamericana la que todavía en tiempos de la dictadura batistiana fundó el mito en la invencibilidad-inmortalidad castrista al reportar desde la profundidad de la Sierra la sobrevivencia del grupo guerrillero a despecho de la aseveración de que había sido liquidado. Mucho contribuyeron y siguen contribuyendo los vecinos del Norte, por omisión, intención o simples tonterías para mantener la mítica y la leyenda involucionarias. Sin su colaboración voluntaria y a veces inconsciente, mitos y leyendas como el Bloqueo-Embargo, la mafia terrorista de Miami, el neoliberalismo autoritario y otras tantas historias no habrían podido llegar al tuétano social de los cubanos de la isla.

Uno de los dilemas de la Continuidad, además de no ser auténticamente populares, y de carecer de capital político propio, es el uso y abuso de mitos y leyendas que tienen marca registrada fidelista, trucos con denominación de origen —protegida— castrista. De un error a otro, el pueblo cubano aceptó todo acto de “magia” y reencuadres siempre que viniesen de un traje verde olivo. Pero parece, además de ser actos de ilusionismo ajenos, que las mangas del disfraz continuista están cortas, y se nota la engañifa. Por cierto, el ex presidente general ha hecho muy bien en no quitarse el uniforme. Es un símbolo mitad mito, mitad leyenda al que ni él ni su hermano podían renunciar.

Los viejos mitos del Imperio asesino, el bloqueo genocida, y la mafia terrorista cubano-americana cumplieron su rol histórico: mantuvieron vivo al enemigo. Pero en tiempos de Internet, esos mitos-leyendas carecen de suficiente efectividad. Son, para decirlo en lenguaje vernáculo, cuentos chinos —con perdón para las moralizantes leyendas asiáticas. Hoy un breve artículo, algunas fotos, unas estadísticas, desmontan en reversa cualquier construcción mítica y legendario-simbólica del castrismo.

Francisco Almagro Domínguez
Texto y foto: Cubaencuentro, 20 de diciembre de 2023

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