Google
 

lunes, 23 de octubre de 2023

La crisis de vivienda en Cuba es sistémica


Unos diez mil años antes de nuestra era, al descubrir la agricultura, los humanos dejaron de ser nómadas, se asentaron en lugares fijos e inventaron las viviendas sólidas permanentes: un techo con cuatro paredes firmes. Hoy, en el año 23 del tercer milenio, millones de cubanos no tienen una vivienda digna, propia o rentada. Están hundidos en la peor crisis habitacional de todo Occidente, si se excluye a Haití.

Así brota de las estadísticas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la CEPAL, y el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC). Y por contraste, de Cuba no informan nada. Por ejemplo, según el BID en las 242 ciudades de América Latina y el Caribe con dos millones o menos de habitantes hay un déficit habitacional de un 6% como promedio.

Pues bien, en La Habana no baja de un 20%. Y ese porcentaje habanero seguramente es mayor, ya que se basa en un déficit de 216.000 viviendas reportado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), que siempre manipula las estadísticas para "no dañar la imagen de la revolución", frase que acuñó el Che Guevara a principios de 1960, cuando con ese fin ordenó inflar el muy bajo crecimiento del PIB en 1959.

Pero incluso asumiendo como veraz esa cifra oficial, y con tres personas por vivienda que estima como promedio la ONEI, hay en la capital cubana no menos de 600.000 personas sin una vivienda adecuada, propia, o rentada. Viven agregadas en casas de familiares, en albergues estatales colectivos de mala muerte, en casas en mal estado, muy precarias, apuntaladas a punto de derrumbarse, o han improvisado chozas en barrios marginales insalubres tipo "llega y pon", con peores condiciones de higiene que en los tiempos de Atila.

A nivel nacional, la ONEI dice que el déficit de viviendas es de 862.000 inmuebles, pero fuentes independientes afirman que no baja de 1,2 millones. Tomando nuevamente el déficit oficial y con tres personas por vivienda, hay en Cuba unos 2,58 millones de cubanos sin vivienda aceptable, ni propia, ni rentada.

La Habana hoy se cae a pedazos, y no lo digo en sentido metafórico. El propio gobierno admite que en la capital se derrumban unas 1.000 viviendas cada año. Han muerto horriblemente aplastados muchos adultos y niños. Hay escombros y basureros inmundos por todas partes, aguas albañales, calles con zanjas y enormes baches pestilentes.

Qué contraste con el de esa misma urbe antes de 1959, cuando era una de las más bellas y seductoras del mundo. Asiduos visitantes hollywoodenses tan célebres como Marlon Brando, Gary Cooper, Rita Hayworth, Fred Astaire, Walt Disney o Ava Gardner, la llamaban el "París de América Latina".

El BID en otro informe revela el déficit cualitativo habitacional en Latinoamérica y el Caribe: viviendas carentes de electricidad, 4%; de saneamiento, 15%; de agua potable corriente, 9%; construidas con materiales deficientes,12%; techo deficiente, 3%; piso de tierra, 6%; paredes deficientes, 2%; hacinamiento, 6%; y carentes de la infraestructura necesaria.

Y el ECOSOC informa que en América Latina el 9% de la población carece de servicio de agua potable, el 15% vive en barrios insalubres, el 6% vive hacinados, el 4% sin electricidad, y el 5% "con paredes y techos pobres".

Según el censo de 2012, en Cuba había 3.785.196 viviendas en total, y el 35% de ellas necesitaban reparaciones, incluso capitales. Solo el 74,4% de ellas tenían servicio de agua potable de acueducto, el 41% tenía alcantarillados para eliminar las aguas albañales, el 38,3% lo hacía en fosas y del 21,7% restante el censo no dice nada. Y solo el 50,4% de los hogares tenía servicio de recogida de basura a domicilio en camiones y el otro 49,6% resto lo echaba en contenedores públicos o en vertederos callejeros nauseabundos. O sea, hace 11 años ya todos los parámetros habitacionales en Cuba eran peores que los publicados por el BID y el ECOSOC. Y hoy la situación es mucho peor.

En la otrora fabulosa Habana actualmente existen decenas de barrios marginales insalubres. Cito algunos: Los Pocitos, El Hueco, Los Sitios, Cocosolo, El Fanguito, Los Mangos, La Timba, La Jata, Palo Cagao, Atarés, La Güinera, El Palenque, La Escalera, Indaya, Cambute, La Isla del Polvo, Alturas del Diezmero, El Tropical, Ruta 11, El Canal, El Plátano, Las Cañas, Núñez, El Casino, La Yuca, La Ceiba, Los Bloques, Jesús María, La Corea, La Cuevita y La Loma del Burro, entre muchos otros.

Ah, y no importa que en los últimos años han emigrado más de 450.000 cubanos, y ha bajado algo el porcentaje de personas sin vivienda: el pésimo estado de las viviendas es el mismo, o peor.

Expertos y organizaciones especializadas explican que la falta de viviendas adecuadas en un país es consecuencia de la pobreza. Cierto, no es culpa de los Estados, pues en el mundo normal la construcción o renta de viviendas corre a cargo del sector privado. El Estado-nación normal edifica algunas viviendas de bajo costo para familias pobres, y se encarga de la infraestructura vial, parques, avenidas, acueductos, limpieza de calles y ocasionalmente de la recogida de basura. Y punto.

Pero Cuba es un país furiosamente anormal. En vez de un Estado-nación hay un Partido Comunista-Estado que monopoliza la construcción de viviendas y la producción de materiales de construcción; y la abrumadora mayoría de la población es muy pobre, asfixiada por el sistema totalitario.

El gobierno castrista, ahora ya quebrado financieramente, construye muy pocas viviendas. En 2022 se erigieron 20.131 viviendas de 48.143 planificadas. En 2023 el plan es de 25.134 viviendas, de ellas 12.770 a construir por las propias familias que las van a habitar. Pero no se llegará ni a la tercera parte de lo previsto.

Para colmo, la mafia gobernante con los pocos materiales de construcción que genera, se dedica básicamente a edificar hoteles, pese a que el turismo declina ostensiblemente en Cuba. Eso refuerza la sospecha de que es para lavar dinero sucio. Eso sí, construye apartamentos para militares y esbirros del Ministerio del Interior o remodela y amplía mansiones del patriciado dictatorial, como se hizo recientemente con el bunker de la 'infanta' Mariela Castro.

En cuanto a la pobreza, la CEPAL muestra que los países con mayor índice de pobreza, luego de Haití, son Honduras (20%), Nicaragua (18,3%), Guatemala (15,8%) y Colombia (15,4%). No aparece Cuba, donde la pobreza es sistémica pues la genera el propio Partido Comunista-Estado y la padece no menos del 95% de la población, incluyendo, créase o no, más de un 80% de ciudadanos sumidos en la pobreza extrema, según los parámetros de la ONU y del Banco Mundial.

Por ejemplo, el salario cubano promedio es de 3.828 pesos (31,12 dólares) mensuales, y el salario mínimo, 2.100 pesos (17,07 dólares). Y un médico gana algo más de 5.000 pesos mensuales, un científico investigador titular 5.560 pesos (45,20 dólares al cambio oficial de 123 pesos por dólar, a la venta). Ninguno de esos sueldos alcanza el mínimo de 2,15 dólares diarios que la ONU establece ahora para medir la pobreza extrema. Con 2,15 diarios, cinco días a la semana, se percibe un salario mensual de 46,58 dólares, que supera en 15,42 dólares el sueldo promedio en Cuba, y en 1,38 dólares el de un científico titular. Y el costo de la canasta básica mensual no baja de 14.000 pesos, es decir, 113,82 dólares.

Eso significa que la abrumadora mayoría de los cubanos vive en la extrema pobreza y explica la gravedad de la crisis de vivienda. Pero este tema lo abordaré en otro artículo, porque se adentra en el terreno resbaladizo de pobres y ricos en el socialismo, y en las aberraciones agravantes que proliferan en el castrismo.

En fin, la dramática crisis habitacional cubana es sistémica, una obra legítima de la "revolución", agravada in extremis por el divorcio ya definitivo, abierto y descarado de la mafia millonaria que usurpa el poder del pueblo cubano. Y continuará empeorando, sin solución real posible, mientras esa plaga devastadora siga impidiendo que tantos cubanos tengan un techo y cuatro paredes propios como los sumerios en la antigua Mesopotamia.

Roberto Álvarez Quiñones
Diario de Cuba, 5 de septiembre de 2023.

No hay comentarios:

Publicar un comentario