Laureano Falla Gutiérrez, nació el 25 de diciembre de 1859 en el pequeño pueblo de Hoz de Anero, a 27 kilómetros de Santander, en Cantabria, España. Hijo de Juan Manuel Falla Gutiérrez (1825-1871) e Isabela Gutiérrez Diego (1834-1890), matrimonio que tuvo cinco hijos: Manuel, que se casó con María de los Ángeles Álvarez González; Juan que se casó con Teresa Casuso Agüero; María de la Concepción que se casó con José Cervera Piñal y la última, María Teresa.
En 1873, con apenas 14 años, Laureano se marchó a Cuba. Previamente sus padres se habían comunicado con los educadores Luis Febles y Carlos Toledo para que lo recibieran en su colegio en la ciudad de Cienfuegos. Era un alumno muy aplicado y después de graduarse, se fue a Santa Isabel de las Lajas (años después allí nacería el cubano que le diera fama, Benny Moré). En Lajas, trabajó como dependiente con su tío Laureano Gutiérrez Diego, próspero comerciante de una tienda mixta.
Al poco tiempo, Laureano se independizó y abrió una tienda de víveres que luego amplió. En 1894 se inició como colono con la finca Villarreal y a partir de 1901, como hacendado en el ingenio Santísima Trinidad, donde conoció a María Dolores Bonet y Mora. Se enamoraron y casaron el 31 de mayo de 1889. Lola, como le decían a la joven, era hija de Cristóbal Bonet y de María Adelaida Mora, padres también de María Antonia, que se casó con Juan Villareal y María Otilia casada con Florentino Becerra.
Del matrimonio de Laureano y Lola, nacieron siete hijos, pero tres fallecieron y cuatro sobrevivieron: María Adelaida, María Teresa, Isabel y Eutimio Falla Bonet. La mayor, María Adelaida Falla Bonet (1892-1954), casada con Viriato Gutiérrez Valladón (1890-1974) tuvieron seis hijos, apellidados Gutiérrez Falla: María Adelaida (1918-2001), María Dolores (Lolita 1921-2005), Carolina (1922-1995), Viriato (1925), Laureano F. (1928) y Eduardo (1932-1977).
Su hermana, María Teresa Falla Bonet (1898-1973) se casó el 14 de enero de 1926 con Agustín Batista y González de Mendoza (1899-1968) y tuvieron cinco hijos: María Teresa (1928-1988) casada con José Antonio Mestre y Álvarez-Tabío (1926-1993), que son los padres de José Antonio Mestre Batista (1950-2002) y de su Alteza Real, María Teresa Mestre Batista (1956) la Gran Duquesa de Luxemburgo. La otra hija, Isabel Falla Bonet (1900-1977) se casó con el abogado David Suero Rodríguez (uno de los hijos de Alejandro Suero Balbín) padres de Alejandro Suero Falla, quien fuera presidente del Central Punta Alegre, en Morón.
Eutimio Falla Bonet nació el 11 de marzo de 1905 en el central Andreíta, en Cruces, Cienfuegos. Este central lo compró Laureano Falla en sociedad con A. Leblanc y Nicolás Castaño, formando la Laureano Falla Gutiérrez y Compañía, hasta 1924 que compró toda la propiedad. La Guerra de Independencia de Cuba (1895-1898) interrumpió el desarrollo de la ya establecida y prometedora carrera y fortuna de Laureano y que posteriormente retomaría.
Terminada la guerra, estuvo involucrado en el comercio de azúcar y café y en la importación de ganado. En 1901, junto a Nicolás Castaño Capetillo, Domingo Nazábal y Agustín Llorente inició su incursión en la industria azucarera, llegando a ser dueño de varios centrales. Cuando murió, su patrimonio estaba valorado entre 65 y 75 millones. Sus cuatro herederos decidieron no dividir la riqueza sino continuar los negocios paternos. El 27 de mayo de 1929 crearon la Sucesión de L. Falla Gutiérrez, con oficinas en Oficios 110 altos, Habana Vieja, y cuenta bancaria con The Trust Company of Cuba.
Con el tiempo, la Sucesión realizó otras adquisiciones de centrales azucareros. Ya Laureano, su padre, había comprado centrales en sociedad con A. Leblanc, Nicolás Castaño, Segundo Casteleiro Pedrera y Carl. M. Loeb Rhoades, entre otros hacendado, aunque después se los compraría para quedarse como único dueño.
Sus primeros centrales fueron Santísima Trinidad, cuya última molienda fue en 1918. El central Manuelita, situado en Palmira, en la antigua provincia de Las Villas (hoy Palmira es un municipio de la provincia Cienfuegos), fue fundado en 1840 por los españoles, Antonio y Nicolás Jacinto Acea. Entre 1860 y 1905 perteneció a Nicolás Acea y su esposa Manuela Hernández de Rivera y a sus herederos. En 1905 fue adquirido por Falla y Monasterio.
Central Cieneguita, en el área de Cienfuegos, adquirido en 1910 como consecuencia de una acción de ejecución hipotecaria contra su anterior propietario, los herederos del inmigrante español Francisco de Sola Nanclares. Su última molienda fue en 1928 cuando fue absorbida por Central Constancia.
Central Adelaida, adquirido el 13 de agosto de 1915 a Nickerbocker Co. de Nueva York por Falla Gutiérrez y un grupo de inversionistas españoles que incluía a Segundo Casteleiro Pedrera, copropietario de Sucesores de Casteleiro y Vizoso S.A. de la que Falla Gutiérrez era accionista. En 1921 se convirtió en propiedad de Falla Gutiérrez. El pueblo se llamaba y sigue llamándose Falla, actualmente pertenece al municipio Chambas, en la actual provincia de Ciego de Ávila.
Central Andreíta, en Cruces, actualmente un municipio de Cienfuegos.. Falla Gutiérrez lo adquirió en 1917 en sociedad con A. Leblanc y Nicolás Castaño. En 1924 Falla Guriérrez pasó a ser propietario único bajo el nombre de Compañía Azucarera Central Andreíta S.A.
Central Violeta. Se estableció primero en Las Villas y después de la molienda de 1917 se trasladó a Morón, que entonces pertenecía a la provincia de Camagüey y hoy es una ciudad de Ciego de Ávila. Era propiedad de Tirso Mesa, Miguel Arango y Orestes Ferrara y había comenzado a moler en 1919. El 27 de octubre de 1936, sería adquirido en remate por Central Violeta Sugar Co. SA por 3 millones de dólares. En 1957, Miguel Falla fue nombrado vicepresidente y gerente general y en enero de 1958, la Sucesión Falla Gutiérrez se convirtió en su propietario único.
El Violeta era el noveno central en capacidad de producción diaria en la isla, con más de 675 mil arrobas, 1,693 caballerías de tierras y 7,115 trabajadores.Tenía una importante destilería construida en 1937 y con capacidad de producir hasta 15,850 galones diarios, aunque estaba inactiva. Contaba con su propio aeropuerto y un capital ascendente a $2,688, 690.
Central Punta Alegre. Se fundó en 1917 por la Punta Alegre Sugar Co. que se lo vendió el 31 de mayo de 1951 a la Sucesión Falla Gutiérrez, por algo más de 5 millones de dólares. Era el 18º central en capacidad de producción (550,000 arrobas, 1,418 caballerías de tierras y 4,630 trabajadores. Uno de los pocos centrales donde se criaban razas selectas de ganado. Alejandro Suero Falla fue el presidente; Julio Prado Rodríguez, primer vicepresidente; Miguel Ángel Falla, segundo vicepresidente y Julio Batista Falla, tesorero.
Central San Germán. Tenía una capacidad de producción diaria de 680,000 arrobas, 1,184 caballerías de tierras y 5,270 trabajadores. Fundado entre 1917 y 1920 por la Cía. Azucarera Canarias, luego perteneció a la Punta Alegre Sugar Co. hasta que en septiembre de 1946 lo compró la Sucesión Falla Gutiérrez en sociedad con Carl M. Loeb Rhoades de Nueva York hasta 1956, que le compraron su parte. Tenía su propio aeropuerto. Fue el 9º central en sobrepasar el millón de sacos de azúcar en 1952. Con activos en 1958 de $13, 600,000. Su administrador era Miguel Cervera Falla.
Además de sus participaciones azucareras, la Sucesión de Laureano Falla Gutiérrez participó en la dirección y/o fue accionista mayoritario de varias empresas de diversas industrias, entre ellas Cía. Cubana de Electricidad, Empresa de Electricidad de Lajas, Cía de Fibras y Jarcias de Cárdenas, Cía. Papelera Nacional de Marianao, Cía. de Seguros Unión Agrícola Industrial, Cía. Cubana de Pesca y Refinería de Petróleo de Luyanó, Compañía Cubana de Refrigeración Eléctrica S.A., Nauyu Distilling Company, Planta Eléctrica de Cárdenas (comprada por $590,000 y su Manager era Juan Castro), Cía. Litográfica de La Habana, Importadora Comercial de Cuba S.A., Productora de Superfosfatos S.A., The Sherwin Williams of Cuba, Productos Alimenticios Canímar, Banco de Los Colonos, Banco Comercial Panamericano de Cienfuegos y Sancti Spiritus, Banco Mercantil de Ranchuelo, Banco de Pinar del Río, Banco Atlántico, Banco del Comercio, Cía de Teléfonos de Cuba, Cuba Railroad, Laboratorios Gravi y Nueva Fábrica de Hielo S.A.
El propio Laureano costeó la construcción del Sanatorio de la Colonia Española de Cienfuegos Purísima Concepción entre 1906 y 1908. Dos años más tarde, en sus predios se erigió una capilla por acuerdo de las esposas de los hacendados hispanos. La pequeña iglesia brindaba a pacientes y familiares la posibilidad de orar por la salud de los enfermos.
Al morir Laureano en 1929, su hijo Eutimio, de 24 años, tuvo mucho que ver en el mantenimiento de la cohesión familiar. De profesión contador público, criado y educado en un ambiente de sobriedad y fina elegancia, en el respeto a la familia. Aprendió de sus padres y hermanas el amor a Dios, a su Patria y a sus semejantes, a sentir el dolor ajeno como suyo propio y a darlo todo por el prójimo. En 1915, cuando Eutimio tenía 10 años, su familia se trasladó a La Habana con el objetivo de facilitar a los hijos completar sus estudios, integrándolos a la vida en sociedad.
Eutimio rechazó el otorgamiento de un título nobiliario de marqués solicitado al Rey de España por organizaciones españolas de la Isla. En cambio, se adentró en el estudio de su árbol genealógico, y en particular de su padre español y su madre cubana, pesquisas que llevó hasta el siglo XVII, avalado siempre por documentos de estricta veracidad de cada uno de sus antepasados.
Esa sed de investigación genealógica lo llevó a visitar casi todos los pueblos villareños, hasta llegar a Santa Clara, donde descubrió su vinculación a las familias de Remedios, que un día lejano del siglo XVI emigraron y fundaron la ciudad. Y comenzó a investigar la historia de la Villa desde sus mismos comienzos. Hombre de vasta cultura, clara inteligencia y gran sensibilidad, honró a sus progenitores con el quehacer de su vida. Durante su fecunda existencia ,enseñó a los cubanos deberes sociales y amor por el prójimo, demostrándonos que se puede poseer riquezas, pero que nada valen, si no se comparten.
La labor filantrópica de Eutimio Falla Bonet comenzó desde muy joven, practicó la caridad pública para con el desvalido, dio auxilio económico, no solo a los amigos, también a los desconocidos muchos de los cuales nunca supieron quién era su benefactor, porque nunca lo proclamó, ni hizo alarde de su generosidad, contando siempre con el apoyo incondicional de su madre María Dolores Bonet Mora y de sus hermanas, especialmente María Teresa Falla Bonet, lo que le permitió llevar adelante su obra.
En 1943 llegó a Remedios el millonario Eutimio Falla en busca de las partidas bautismales de sus ancestros y al encontrarlas quiso invertir en la Iglesia Parroquial Mayor San Juan Bautista, el templo de sus antepasados. Lo primero que hizo fue el estudio arquitectónico del inmueble que lo llevó a iniciar la restauración el 2 de mayo de 1944 y terminarla el 22 de marzo de 1954 y que permitieron el redescubrimiento de techos y la restauración de sus trece altares enchapados en oro, que al igual que otras obras de arte, permanecieron camuflados bajo capas de pintura por varios siglos, para evitar su saqueo por los piratas.
Para terminar el altar mayor realizó investigaciones en la Iglesia de Bejucal en la otrora provincia de La Habana. Paulatinamente se fueron descubriendo áreas construidas y escondidas por los antiguos habitantes de la Villa de Remedios. A la vez que mantenía las reparaciones del atrio de la iglesia, continuó trayendo imágenes de España y de Perú. Restituyó los pisos de losas de capellanías y las barandas del coro. Eliminaron las rejas y las sustituyeron por otras de madera torneada. Repusieron las pilas de agua bendita y as columnas cuadradas.
Se reconstruyó la casa parroquial siguiendo el estilo de otra casa de la localidad, de dos plantas, balcones y ventanas altas. Se le devolvieron las líneas curvas a la fachada. Su techo de caoba constituye un admirable tesoro, pues fue decorado a mano por artistas andaluces, de tal forma que, si el visitante mira hacia arriba al entrar, distingue cientos de tulipanes, pero si lo hace al regreso, advierte que en el lugar de las flores se aprecia el rostro de Jesús.
Sus investigaciones lo llevaron hasta México y en San Luis Potosí encontró un púlpito que logró trasladar hasta Remedios, previa reparación completa de la ermita. Además de la restauración de la iglesia ,realizó la reparación completa y adaptación de la casa de los curas como apoyo a la vivienda de aquéllos que se dedicaran al cuidado y uso de la iglesia mayor.
Cuando Eutimio Falla Bonet visitó Bejucal, también incluyó su Iglesia, apoyando económicamente algunas reparaciones en su templo y altares. El 9 de diciembre de 1954, el padre José Vandor (1909-1979) llegó a Santa Clara para atender la Iglesia de El Carmen, dejada libre por los Pasionistas, y ocuparse de la construcción de una Escuela de Artes y Oficios, financiada por Eutimio, quien personalmente asesoró la reparación de la Iglesia del Carmen, fundada en 1745, en la Avenida Máximo Gómez esquina a Conyedo y se ocupó de la construcción del Colegio Salesiano Rosa Pérez Velasco, cuyas obras concluyeron el 11 de marzo de 1957. Al abrirse la escuela, el Padre Vandor fue nombrado Director.
La remodelación de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen de Santa Clara se terminó en 1955, al inaugurarse se develó una tarja en agradecimiento al patrocinador de la obra, Eutimio Falla, al cual se le agregó el atrio que circunda el frente y los laterales de la ermita y se renovaron puertas y ventanas. En otras ciudades de Las Villas, edificios religiosos fueron reparados gracias al aporte de Eutimio. También lo hizo en La Habana, en La Casa de Beneficencia en San Lázaro y Belascoaín.
Como presidente de honor de la Liga Contra el Cáncer de Cuba, Eutimio Falla Bonet, donó la clínica Dolores Bonet en Santa Clara, cuyo costo fue de 400 mil dólares. Su hermana, Isabel Falla Bonet de Suero, quien fuera presidenta de la Liga Contra el Cáncer en La Habana, donó la sala para niños del Hospital Curie, en la barriada habanera del Vedado. Y su madre, María Dolores Bonet Mora de Falla donó el tercer piso del dispensario de la Liga Contra el Cáncer en La Habana.
El 3 de abril de 1935, Eutimio Falla Bonet fue secuestrado. Al final, leer detalles del secuestro de un hombre soltero y metódico, que se hospedaba en el hotel Park View, en Colón esquina a Morro, Habana Vieja. Se levantaba temprano y luego de recoger en su auto a su secretario particular, en la calle Genios, se trasladaba a las oficinas de los negocios familiares, en la calle Oficios. Allí permanecía hasta el mediodía, cuando iba a almorzar a casa de su hermana, casada con David Suero, en 17 esquina a I, Vedado. Regresaba al hotel y al anochecer visitaba a su otra hermana, María Teresa, casada con Agustín Batista, en Paseo y 25.
En 1959, la Sucesión de Falla Gutiérrez era el segundo grupo azucarero más importante de Cuba en términos de capital con cerca de 65 a 75 millones de dólares, y el tercero en términos de producción. Además de sus activos cubanos, la familia Falla había realizado inversiones extranjeras por unos 40 millones de dólares. Por ello, cuando tuvieron que salir de Cuba, no partieron de cero como le ocurrió a otros empresarios cubanos y familias adineradas que no tuvieron esa visión.
El 23 de noviembre de 1965, en el Hotel Palace de Madrid, fallecía Eutimio Falla Bonet. Quiso el destino que muriera fuera de su patria, alejado de su obra, olvidado por muchos a los que un día ayudó, sin exigir nada a cambio.
Álvaro Álvarez
Diario Libre, 13 de diciembre de 2022.
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