"A mí me gustaría saber más de las negociaciones de Blas Roca con Fulgencio Batista cuando los comunistas del PSP (Partido Socialista Popular) se incorporaron al gobierno de Batista en la década de 1940 y su papel en la redacción de la Constitución de 1940. También de las broncas de Blas, que imagino fueron muchísimas, con Fidel, así como un juicio histórico objetivo de por qué los viejos comunistas y los sindicatos liderados por Lázaro Peña se los entregaron a los barbudos de la Sierra Maestra", me preguntó un amigo residente en República Dominicana después de leer Blas Roca y Dulce Antúnez, dos cubanos de a pie, publicado en este blog el lunes 2 de agosto de 2021.
A modo de una primera respuesta, copio el párrafo final de Harry Potter y la revolución escatimada, un testimonio sobre los 19 meses que trabajé como mecanógrafa en el PSP que publiqué en mi blog en junio de 2009 y en agosto de 2021 reproduje en cuatro partes con el título Recuerdos hilvanados:
"La historia de las relaciones entre los viejos comunistas y los hermanos Castro esta aún por escribir. En el libro Fidel, el desleal, el francés Serge Raffy especula al respecto, pero deben ser investigadas y comprobadas algunas de sus afirmaciones, particularmente las referidas a supuestos contactos entre Fidel Castro y Fabio Grobart desde los años 40. No lo dudo, solo digo que están por comprobar. Sesenta y dos años después de la llegada al poder de los barbudos, me sigo cuestionando por qué los dirigentes y militantes del Partido Socialista Popular, quienes habían fundado y consolidado un partido comunista dentro del capitalismo, dentro de gobiernos más o menos democráticos y que ellos mismos, con más o menos imperfecciones, en sus organizaciones y publicaciones hacían valer la libertad de expresión y las discrepancias tenían cabida, no vieron, no intuyeron, la personalidad egocentrista de Fidel Castro ni el peligro que su poder absoluto representaba para el país. ¿Es que no lo vieron o no lo quisieron ver?".
En una segunda respuesta, debo aclarar que nací y crecí no solo en el entorno de Blas, su mujer, mi tía Dulce, y sus cuatro hijos, mis primos Lydia, Francisco, Vladimiro y Joaquín, si no también muy cerca de otras familias comunistas y sus hijos, como los de Joaquín Ordoqui y Aníbal Escalante, con quienes en mi niñez participé en actividades infantiles organizadas por el movimiento femenino, sobre todo por la paz, algo común en Cuba después de la Segunda Guerra Mundial. También los hijos de los viejos comunistas estábamos muy identificados con la Guerra Civil Española, como escribí en El blog de Tania Quintero: De la vida de Juan José Portillo (I)
A diferencia de mis primos y de los hijos de los dirigentes del PSP, soy la única que en 1959 trabajó directamente con ellos y pude conocerlos más allá de las relaciones personales y familiares, porque no es lo mismo visitar sus casas, participar en cumpleaños y conocerlos dentro de sus hogares, que trabajar seriamente con ellos, mecanografiándoles sus escritos, incluidas las actas de las reuniones del comité nacional del PSP, que las tomaba a mano Flavio Bravo y yo las pasaba en limpio. Entonces tenía 17 años, los asuntos políticos no me eran ajenos, pero como las actas de las reuniones y los mensajes que en su oficina me dictaba Aníbal Escalante para 'Alejandro' (Fidel Castro) eran estrictamente secretos, cuando los terminaba de teclear ya los había olvidado. A nadie, ni siquiera a mi padre, jamás comenté lo que allí escribía, leía o escuchaba.
Si en 2005 decidí contar esos 19 meses de mi vida (publicados en mi blog en junio de 2009 y reproducidos en agosto de 2021), fue por insistencia de mi amigo Canek Sánchez Guevara, que en paz descanse. Ese testimonio, son vivencias, anécdotas, con cierto valor histórico-periodístico, pero insuficientes para hacer un análisis profundo sobre el comportamiento político de los viejos comunistas del PSP antes y después de 1959.
A fines de 2002, uno de los planes que tenía era sentarme a conversar con Edith García Buchaca, que vivía cerca de la casa de mi prima Lydia en Nuevo Vedado. También, revisar cartas, papeles, documentos, fotos, de Blas Roca y mi tía Dulce Antúnez, conservados por Lydia en su cuarto. Pero la llegada de la oleada represiva en marzo de 2003 cambió no solo mis planes, también mi vida. Desde la distancia poco puedo hacer.
Tania Quintero
Foto: Uno de los muchos bonos que para recaudar dinero el PSP vendía a la población, cada persona daba lo que podía (10, 20 o 50 centavos). Este bono debe haber sido de la década de 1940, cuando María Argüelles se postuló para Representante y Manuel Luzardo para Gobernador. A los dos los conocí en mi infancia. Tomado de Cuba Collectibles.com.
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