Fueron cerca de 10 millones de dólares los que el grupo Gran Caribe, empresa estatal perteneciente al Ministerio de Turismo (MINTUR), en 2015 destinó a la reparación integral del complejo hotelero Neptuno-Tritón, pero, a juzgar por las 281 calificaciones de “pésimo” más las 105 de “malo” que ha recibido la instalación en TripAdvisor, poco de ese dinero fue usado en hacer las reformas que se anunciaron aquel año y, quizás, ni siquiera las anteriores a esa fecha.
De 573 opiniones de clientes que se pueden leer en TripAdvisor, apenas ocho lo califican como “excelente”. Y es que no solo se trata de la mala atención que recibieron del personal de servicio ni de la falta de higiene generalizada sino, además, de la destrucción de techos, escaleras, paredes, pasillos y mobiliario, que a gritos hablan de cuán prolongado ha sido el abandono.
Hoy el Neptuno-Tritón, como buena parte de los hoteles en Cuba, es prácticamente inhabitable o al menos no se corresponde con la categoría que ostenta debido al grado de deterioro. Las torres, de 22 pisos y 240 habitaciones cada una, fueron levantadas en principio con financiamiento del “campo socialista” de Europa del Este y su Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) a mediados de los años 70, y fueron el primer gran hotel construido en La Habana por el régimen comunista después de 1959.
Pero, aun en medio de la bonanza económica de la era soviética y los préstamos financieros recibidos de países ajenos al bloque comunista, sobre todo del gobierno español a finales de los años 80, la construcción tardó más de una década en terminarse debido a “problemas de presupuesto”, de acuerdo con la información divulgada en la prensa oficialista de la época. Así la torre Neptuno terminó siendo inaugurada en 1991, en medio de la debacle político-económica que Fidel Castro bautizó eufemísticamente como Período Especial, pero que en realidad alcanzó proporciones de hambruna, tanto así que aún hoy muchos cubanos sufren por las marcas psicológicas, físicas y sociales que esos años dejaron como secuelas.
Lo cierto es que, en medio de la vorágine constructiva relacionada con la celebración de los XI Juegos Panamericanos en la Isla, del endeudamiento y la ruina financiera que estos provocaron, el Partido Comunista, empeñado en promover a Cuba como destino turístico, decidió concluir el proyecto de las “torres gemelas” de Miramar sin miramientos y a toda velocidad, lo cual, según opinión de varias personas vinculadas a la obra, repercutió en la calidad de la edificación. Como consecuencia, a inicios del nuevo milenio, los bloques habitacionales, afectados más por la chapucería, el abandono y la cercanía al mar que por el paso del tiempo, ya habían sido declarados con severos daños estructurales que, de continuar, podrían desembocar en el derrumbe total.
“En el año 2003 se aprobó un presupuesto de ocho millones de pesos (dólares) para la rehabilitación”, afirma el ingeniero civil Reinaldo Maza, vinculado al proyecto original y da más detalles: “El dinero era de una donación de España que también incluía la rehabilitación del Hotel Comodoro que no recuerdo bien si también recibió entre ocho y diez millones, que fue cuando se comenzaron a hacer los bungalows, pero en el Neptuno-Tritón no se hizo absolutamente nada más allá del cambio de los ventanales, algunos aires acondicionados y las áreas exteriores. Las estructuras quedaron tal cual. Era un trabajo muy complejo, costoso, por la altura de los dos edificios. Las empresas constructoras que podían hacerlo, como Bouygues (Bouygues Batiment International), que entonces comenzaba en Cuba, estaban totalmente en la construcción de hoteles para los militares en los cayos y en Varadero. A alguien del MINTUR se le ocurrió que era mejor emplear ese dinero en hacer más bungalows en el Comodoro".
"El dinero lo aprueban y con la misma se va en otros proyectos de Gran Caribe”, asegura un antiguo empleado del hotel:.“Desde que trabajo aquí he visto más de una vez que llegan, ponen los andamios, las grúas, pasan los meses, los vuelven a desmontar cuando el salitre los pica y no pasa nada. Dicen que el daño es tan grande que es mejor demolerlo y hacer otro”. Pero ni una cosa ni la otra: ni demolición ni rehabilitación. Y aunque los presupuestos para la ejecución han sido regularmente asignados, casi al instante se esfuman.
“Lo que pasa es que son presupuestos asignados a mantenimiento y no a inversiones. Por tanto deben usarse en el año”, explica un funcionario de la Dirección Económica de Gran Caribe: “Si dentro de ese año no se usa, no importa si es por un problema ajeno a la empresa, ese dinero es reintegrado al presupuesto del MINTUR, y sin dudas de allí pasa al Estado, para usarse en asuntos que probablemente no tienen que ver con turismo. Así fue hasta el 2017 tanto para mantenimiento como para inversiones. Por eso nunca asumen la rehabilitación como una inversión sino como mantenimiento, porque se sabe que el plazo expira”.
El mismo funcionario continúa con la explicación de los mecanismos por los cuales el dinero desaparece: “El presupuesto de inversiones no vence, o mejor dicho, tiene mucho más tiempo para ejecutarse. En el caso del Neptuno, del Habana Libre, incluso de hoteles nuevos como el Packard, todos tienen el mismo problema, cuando no se ejecuta el presupuesto de mantenimiento este no se acumula, sino que se pierde. Con esas trampas se ha jugado todo el tiempo. Se ingresa dinero para reparaciones, se deja pasar el tiempo, y el dinero se usa en otra cosa. O se dice que fue usado en mantenimiento porque se compra un poco de pintura, algunos muebles, que muchos terminan en casa de alguien o en el mercado negro. La justificación es el vencimiento del plazo. Es la parte cubana la que está obligada al mantenimiento y la que debería asumir el financiamiento como única dueña del hotel, pero en la práctica, como Cuba no tiene fuentes de financiamiento externo, es la parte extranjera la que consigue los préstamos financieros para que hagamos lo que mejor sabemos hacer, desvestir un santo para vestir otro”.
De acuerdo con la información publicada de manera dispersa tanto en la prensa como en diversos trabajos académicos relacionados directa o indirectamente con las inversiones para el turismo en la Isla (véase nota 1 al final del reportaje), al menos entre los años 2000 y 2019, tanto el Ministerio del Turismo en representación de todos sus grupos hoteleros, como Gaviota S.A. —perteneciente al Grupo Empresarial de las Fuerzas Armadas (GAESA)—, Habaguanex y la Constructora Puerto Carena (las dos últimas de la Oficina del Historiador de La Habana hasta que fueron absorbidas por GAESA a mediados de 2016), habrían recibido al menos la suma de más de 1.850 millones de dólares por concepto de donaciones y préstamos financieros cuyo propósito era la rehabilitación de la planta hotelera fundamentalmente en la capital cubana.
Debido a que el régimen cubano no permite el acceso a los datos, y a que en Cuba no existen leyes que obliguen a las instituciones y funcionarios públicos a la transparencia informativa, se trata de un estimado que pudiera quedar muy por debajo de la realidad, más cuando hemos decidido dejar fuera del cálculo varias sumas importantes como, por ejemplo, las aportadas por el Fondo Saudí para el Desarrollo. Ese Fondo, presente en la Isla desde 2010 hasta la actualidad, se ha mantenido inyectando préstamos y donativos que oscilan entre los 30 y 200 millones de dólares anuales, fundamentalmente destinados al desarrollo de la infraestructura hidráulica en la Isla (indispensable para el crecimiento de la industria del turismo) pero, además, a las obras del llamado “Plan Maestro” de la Oficina del Historiador de La Habana, donde están incluidas las labores de reparación del conjunto arquitectónico del Malecón.
No obstante, vale señalar que un edificio emblemático como el Hotel Deauville, aunque enclavado en la zona, no parece haber sido beneficiado, puesto que la edificación, perteneciente al grupo Gran Caribe del MINTUR, integra desde hace años la lista de los hoteles peor calificados. Algo que no sorprende, en tanto se pudiera afirmar sin temor a las generalizaciones, que la totalidad de los hoteles en Cuba, incluyendo instalaciones emblemáticas como el Hotel Nacional, Habana Libre, Meliá Habana, incluso “joyas” como Paradisus los Cayos, de Meliá; y Gran Packard, de Iberostar, no cumplen con los altos estándares con que son promovidos por los turoperadores dentro y fuera de la Isla, ya no solo por el servicio que brindan sino por el penoso estado de mantenimiento que exhiben y sobre el que se reiteran quejas, reclamos y denuncias.
Aunque el Grupo Gran Caribe promociona el Hotel Neptuno-Tritón como “una magnífica elección para los viajeros que visiten La Habana” por su precio “económico”, la cercanía al mar y su ubicación en la barriada de Miramar, la realidad es que la mayoría de los huéspedes coinciden en calificarlo como “pésimo”. El usuario de TripAdvisor nombrado Paratecle, de España, alojado en el lugar en enero de 2021, escribió: “No se cumplían las medidas anti COVID (no temperatura, empleados sin mascarillas) falta de higiene, falta de mantenimiento, insectos en la habitación”. Marisa H, en la misma página en junio de 2020, calificó el lugar como “asqueroso”: “El hotel tiene cuatro ascensores, solo funciona uno, sin aire acondicionado, horrible. (…). La habitación sucia, llena de bichos, carcoma, migas de pan, comida, está muy descuidado todo en general. La ducha no era ducha, es una manguera (porque no tienen más). Las toallas estaban amarillas, llenas de agujeros”.
Vicente Danni F, de Colombia, y Caridad F, de España, alojados en el hotel en enero y febrero de 2020, también se quejaron del estado de los ascensores, del servicio recibido y recomiendan la reparación general de los edificios: “Pésimo servicio. Si desea ir a Cuba nunca nunca haga la reservación online, no hay garantía (…). Los que reciben en la puerta están todo el tiempo conectados con el teléfono celular y hablando entre ellos, luego al sexto día preguntan muy agresivos: ¿ustedes están alojados? Porque nunca antes los vi. (…) La comida en la mañana de mala calidad. Tres ascensores rotos por años, y el que funcionaba dejó de hacerlo por dos días. Este hotel necesita cambiar sus empleados y la reparación general del lugar”. Carmen Y Perez, de Estados Unidos, escribió en enero de 2020: “La gran estafa. (…) El aire acondicionado hace mucho ruido, tiene cuatro ascensores de los cuales solo funcionaba uno. El último día de mi estancia se rompió el único que funcionaba por lo cual tuve que bajar 21 pisos y al momento de poner una reclamación nadie quiso dar la cara. Estoy muy decepcionada de este hotel, no se lo recomiendo a nadie”.
Sara M, de España, en diciembre de 2019 lo calificó como “basura de hotel”, y agrega: “Mejor dormir en la calle. Instalaciones pésimas, sucias y deterioradas. La gente de recepción muy antipática y los porteros del hotel unos pesados con las mujeres. El desayuno muy básico y con hormigas en el embutido. El baño de la habitación un horror, con tuberías abiertas. La nevera no funcionaba, el balcón mejor no apoyarse en la barandilla. Muebles viejísimos y una puerta que conectaba con la habitación de al lado por la que se oía todo. En resumen, una pocilga. Nada aconsejable”. Una opinión coincidente es la del huésped identificado como Trulibola: “¿Puede haber algo peor? Por favor no vayan. ¡No ocurrió una tragedia en ese hotel todavía de milagro! ¡Parece abandonado! No salgan al balcón. Deficiencia en barandas y en estructura. Si están en el piso 18 suban por las escaleras. El ascensor está súper exigido. ¡Desastroso! ¡Como positivo es que van a vivir una experiencia única que no se van a olvidar más, ja!”. Fecha de la estancia: enero de 2019.
Pero no solo el Neptuno-Tritón y el Habana Libre, ambos de Gran Caribe, se encuentran en esa situación de abandono. En TripAdvisor hay reportes similares sobre el mantenimiento y los servicios de hoteles emblemáticos como el Nacional, el Sevilla y hasta de los “ultra lujosos” Gran Hotel Manzana Kempinski y Gran Packard. Sobre estos dos últimos no abundan las malas referencias, pero sorprende que, siendo instalaciones consideradas como de cinco estrellas plus, una treintena de huéspedes los hayan calificado de “malo” y medio centenar como “pésimo”.
Sobre el Iberostar Grand Packard, en marzo de 2020 la usuaria de TripAdvisor Elisa Enríquez, de España, escribió: “La limpieza no era perfecta para un hotel de esta calidad. Había polvo acumulado por las esquinas, detrás de la puerta y debajo de la cama. En un hotel de cinco estrellas estos detalles no deberían ocurrir. La habitación tiene que estar impecable. La ducha tenía un poco de moho en las juntas de las baldosas, las orillas de los grifos y la orilla de la mampara. El aseo olía un poco a caño por falta de ventilación. En la terraza había excremento de pájaro acumulado de días. La ropa de cama tenía alguna mancha (…). Los cristales de la zona de desayunos estaban sucios y también los de la piscina”. Por su parte, el usuario Paradise24288981841 escribió en enero de 2020: “Hotel lujoso con cosas para mejorar. Los cuatro días de alojamiento la temperatura del agua de la habitación estuvo tibia, a pesar de los reclamos no pudieron solucionar el tema, incluso nos ofrecieron cambiar de suite pero en los dos casos el agua tampoco estaba caliente, con lo cual deduzco que era una falla de todo el hotel”.
Otro hotel con problemas, administrados por la cadena Meliá en acuerdo con Gran Caribe, además del Habana Libre, es el Meliá Habana, señalado como “malo” y “pésimo” por más de 200 usuarios de TripAdvisor, y con una calificación de 45 puntos en la escala de 100. La usuaria identificada como Lia señaló en agosto de 2019 que la instalación necesitaba “una reforma URGENTE”: “Tendrían que hacer una GRAN reforma, le urge mucho. Hay paredes de la planta cinco que se están cayendo. No fue económico, pagamos un dineral y los resultados no fueron los esperados”. Ese mismo mes, Carlos Pérez, de México, escribió: “Pésimo hotel. El peor hotel en La Habana. El gerente en turno es una persona sin criterio. Viaje desde México y recibí pésimo trato, incluso discriminatorio. Prefieren al turista europeo. La persona en la recepción no se preocupa por dar un buen servicio. Si vienes a Cuba, mejor elige otras opciones”. Ari, huésped de España, opinó en enero de 2020: “Me esperaba más. Decepcionante en muchos aspectos. (…) Había goteras en el baño que se colaban a través de uno de los focos oxidados del techo (…). De seis ascensores en determinados momentos del día solo funcionaban dos por lo que para bajar se podía tardar más de 15 minutos”.
Otro de Meliá que no escapa a las quejas es Paradisus los Cayos, en Cayo Santa María. Vendido como “un paraíso en el Caribe”, varios comentarios en TripAdvisor hacen dudar: Patri-T-21, huésped de Argentina, dijo en febrero de 2020: “Malísimo. Realmente una desilusión enorme. El hotel es bastante nuevo, desde afuera parece lindo, pero al entrar deja mucho que desear. El lobby es amplio pero triste y con mal olor. La atención pésima. (…) El comedor espantoso. Antes de llegar ya se siente el olor a verdura podrida y al entrar el olor es muy feo, falta de ventilación y limpieza. Los platos no los lavan, se nota que los sumergen en agua y eso es todo, quedan sucios, con restos de comida y en general mojados. La comida, si a uno le quedan ganas de comer, es regular, en cinco días, o sea 10 comidas, solo tres fueron buenas”. Arlet G, de España, escribió en febrero de 2020: “Es una falta de respeto tanta pasividad de los directivos de este hotel ante los problemas. (…) Estando embarazada casi me electrocuto en la ducha, hoy 15 llego al bufé y ni yogurt pude encontrar, ni refresco ni nada que poder ingerir, hasta los mismos trabajadores se quejaban pues no tenían con qué trabajar, no había azúcar ni siquiera para endulzar un poco de leche”.
Si no ha sido en las rehabilitaciones anunciadas regularmente en la prensa cubana ni en el buen aprovisionamiento de los hoteles y el cuidado sistemático de estos, entonces ¿en qué se han empleado los fondos asignados? Mauricio Olivera, exfuncionario de Cubanacán S.A., diplomático y que, además, ocupó diversas responsabilidades en el Ministerio de Turismo entre los años 80 y 90, asegura que cabe la posibilidad de que los presupuestos se hayan utilizado en la construcción de nuevos hoteles.
“Cuando en los años 90 Fidel decide fomentar el turismo, toda la planta hotelera de Cuba estaba en ruinas y me imagino que siga así. Los (Juegos) Panamericanos se habían chupado todo el dinero que quedaba de cuando los soviéticos; en esa misma fecha Meliá estaba por Varadero levantando el (hotel) Sol Palmeras, todo al mismo tiempo, soltando dinero como locos, y de ahí se iba una gran tajada para los Panamericanos y también para lo que no eran los Panamericanos”. Y especifica: “Los Panamericanos fueron lo que después fue la Batalla de Ideas. Agujeros negros que se tragaron todo el dinero que entró. Todas eran tareas de Fidel. Y con él los Osmany Cienfuegos, los Otto Rivero, pero era Fidel el que decidía lo que pasaba con el dinero. Tenía habilidad para sacarle el dinero a cualquiera, prometer y después hacer lo que le daba la gana. Ese estilo de trabajo, al antojo, el ‘ah, porque me da la gana’, es el mismo estilo de trabajo en los ministerios cubanos, en las empresas. No dudo que pidan dinero para reparar, lo dejen podrirse un año en una cuenta y después lo saquen para hacer otra cosa que les sirva para pedir más dinero. Es lo que hacíamos todo el tiempo en el MINTUR”, afirma Olivera.
Por su parte, un directivo de la representación de Iberostar en Cuba, que aceptó conversar con CubaNet bajo condiciones de anonimato, reconoce que gran parte de los presupuestos y créditos concedidos a la Isla por bancos españoles, a pesar de haber sido gestionados por la parte extranjera, no terminan cumpliendo la función para la cual les fueron solicitados. “El convenio es de administración, es al propietario del hotel, la parte cubana, a quien corresponde el mantenimiento y cualquier otro gasto en ese sentido. Nosotros sabemos los problemas de financiamiento que enfrenta el gobierno cubano, por eso es que ayudamos con la solicitud de los créditos, con los préstamos, hasta con la renegociación de las deudas, pero lo que ha estado sucediendo es responsabilidad total de la parte cubana.
"Además, de eso hay burocracia por los cuatro costados… para la importación, el pago de impuestos, la contratación de personal y de las empresas constructoras donde no decidimos en lo absoluto. Logramos hace poco una licencia de importación que nos ha permitido mejorar, pero aún hay problemas sin resolver, el dinero para mantenimiento no se acumula cuando no se usa, ¿por qué no? ¿Por qué se desvía para otras cosas? ¿Por qué no se ejecuta si aquí sobran las empresas (constructoras) que pueden hacerlo? Pero hay que contratar a la que ellos digan, y eso es absurdo porque es la misma empresa con más compromisos que capacidad”, dice el directivo de Iberostar.
En el Informe Económico y Comercial —tanto en el de 2019 como en el de 2020—, elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en La Habana, se advierte a los ciudadanos españoles de los riesgos que deben enfrentar cuando invierten en la Isla. En los documentos no solo se habla de los propósitos eminentemente políticos que rigen las decisiones del Partido Comunista en lo relacionado con las inversiones extranjeras, sino también de los problemas con la importación de insumos, la exportación de bienes y servicios, la selección de los socios comerciales, la búsqueda de suministradores en el mercado internacional y la aprobación de proyectos, incluidos los de la Zona Especial de Desarrollo Mariel.
Pero lo más importante en cuanto al tema que nos ocupa es que hace énfasis en la alta probabilidad de que las deudas contraídas por la parte cubana nunca sean saldadas, así como las retenciones de capital en los bancos cubanos. La agencia de calificación Moody’s, en la actualidad continúa evaluando el riesgo de Cuba como “Caa2 estable”, lo que coloca al país en la categoría 7ma. de “Riesgos Substanciales”.
Desde finales de 2015 en Cuba se están produciendo impagos a los proveedores. Numerosos contratos están sufriendo importantes retrasos en su cobro, de modo que tan solo en el balance del empresariado español en Cuba, a comienzos de 2019 se estimaba el volumen de la deuda en torno a los 300 millones de euros. Anteriormente, en noviembre de 2015, España había alcanzado un Acuerdo de reestructuración de la deuda a corto plazo por un importe de 201 millones de euros, de los que se condonaron 118 millones y otros 40 millones de euros pasaron a integrar un Fondo de Contravalor de Deuda.
Otros informes y estudios, algunos incluso realizados por instituciones académicas de la Isla, también señalan estos y otros “agujeros negros” de la economía cubana dentro de los cuales se pierde el rastro de los presupuestos asignados a las instituciones estatales, lo que afecta por igual a los fondos administrados por las instituciones de gobierno, en especial a la llamada “Contribución Territorial para el Desarrollo Local” (CTDL), que tan solo en el año 2018 fue de unos 1.000 millones de pesos (en aquel momento en paridad con el dólar), pero en la práctica no significaron absolutamente nada en tanto no cumplieron su función de tributar al desarrollo de los municipios, es decir, fue dinero recaudado por el pago de impuestos, cobro de multas y otros que, casi en su totalidad, se perdió.
“Hay una cosa importante en todo esto y es lo que nosotros llamamos el ‘milagro Gaviota’, y es cómo en menos de 20 años Gaviota se convirtió de la nada en el grupo empresarial hotelero más poderoso”, advierte Mauricio Olivera. Y agrega: “Su nacimiento fue cuando el MININT cayó en desgracia y la batuta de los dólares pasó a las FAR, su crecimiento fue en los años de la famosa Cuenta Única, y su apoteosis fue precisamente cuando se cogen el BFI (Banco Financiero Internacional). Es casi una coreografía”. Directamente relacionado o no con lo que ha estado sucediendo en décadas, lo cierto es que la cadena hotelera del Grupo de Turismo Gaviota S.A., administrado por las Fuerzas Armadas de Cuba, fue creada en 1988 y ya para el año 2016 se había convertido en el principal grupo hotelero cubano con cerca de 30.000 habitaciones de cuatro y cinco estrellas, y con un plan de crecimiento que, aún con los problemas de financiamiento que dice afrontar el Gobierno cubano, plantea construir más de 50.000 habitaciones más para el año 2025.
En tal sentido, el Ministerio de Turismo ha anunciado en su Estrategia de Desarrollo para el año 2030, “proyectos de inversión intensos” para ampliar la capacidad de alojamiento hasta alcanzar más de 100 mil cuartos nuevos para el 2030, de los cuales unos 30 mil serán construidos con capital extranjero. Para lograr esta ambiciosa meta se requerirán, según algunos expertos, aproximadamente 33 mil millones de dólares en nuevas inversiones, pero de las rehabilitaciones de los viejos hoteles nada se ha dicho en concreto.
Cubanet, 15 de febrero de 2021.
Foto: Las dos torres del Hotel Neptuno-Tritón, en Calle 3ra. y 76, Miramar, La Habana. Tomada de CubaNet.
Ver imágenes (Inversiones hoteleras en Cuba: dinero que se esfuma (cubanet.org)) del estado en que se encuentran algunas habitaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario