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lunes, 20 de mayo de 2019

"Yo ya no soy presidente"



Escrupulosamente honesto, íntegro, austero, modesto, obstinado, testarudo, frugal al borde de la penuria. Todos esos adjetivos fueron aplicados a Don Tomás Estrada Palma en algún momento. Existen numerosas anécdotas que apoyan esta imagen.

La honestidad de Estrada Palma es memorable, pero brilla más cuando se compara con la corrupción imperante en muchos de los gobiernos que vinieron después del suyo. El subtítulo que en su biografía puso Pánfilo Camacho, publicada en 1938 es "el gobernante honrado". La inscripción en la corona de flores enviada a su funeral por Charles Magoon, gobernador provisional Cuba (1906-1909), decía "A la memoría de un hombre honrado".

Durante sus años como Delegado del Partido Revolucionario Cubano (1895-1898), Estrada Palma dirigía las actividades de recaudar fondos para los insurgentes cubanos que habían iniciado la revolución contra España el 24 de febrero de 1895. Cada semana, publicaba en el periódico Patria, que se editaba en Nueva York, las cantidades recibidas y los nombres de los contribuyentes. El 30 de enero de 1899 había un millón 513 mil dólares.

Asombrosamente, ni una sola acusación de malversación o mal manejo de fondos fue dirigida contra él.

La única insinuación vino de un tal William O. McDowell de una llamada Liga Cubano-Americana, quien afirmó que una gran cantidad de fondos se habían usado para sobornar a políticos y periódicos americanos. Estrada Palma negó vehementemente los cargos y declaró que no sabía nada de ese grupo. En realidad existía una Liga Cubana de los Estados Unidos, formada originalmente durante la Guerra de los Diez Años y resucitada en 1895.

Una gran parte de la razón por la cual los fondos recaudados se extendieron lo suficiente para cubrir compras de armas y otros pertrechos de guerra, rentas o compras de naves para financiar 51 expediciones, gastos de representación en el extranjero y ayuda monetaria a familias necesitadas, fue la frugalidad legendaria de Don Tomás, cuyas consecuencias él y su propia familia eran los primeros en sufrir. Cuenta el comandante Luis Rodolfo Miranda, que "todos los cubanos sabíamos en Nueva York que Don Tomás, por ahorrarle gastos a la Junta Revolucionaria, muchas veces reducía su almuerzo a unos uvas y un poco de pan".

Horacio Rubens, el abogado de la Junta Cubana de Nueva York en los días agitados de la actividad revolucionaria, relata algunas anécdotas, como la de los zapatos de Charles Silva y la entrevista con Richard Croker, líder de Tammany Hall. Charles Silva era uno de los miembros de la tripulación de los barcos encargados de llevar pertrechos a las cosas cubanas. En una de esas operaciones, se tiró al mar para tratar de salvar un bulto de mercancías que se había caído y en la maniobra perdió sus zapatos. Cuando regresó a Nueva York, Silva le pidió dinero a Estrada Palma para comprarse un nuevo par, pero éste se lo negó, alegando que la Junta ya le había proporcionado un par de zapatos hacía solo tres meses. Costó trabajo convencer al Delegado que Silva había perdido su calzado en servicio a la causa y estaba usando unos zapatos prestados que no le servían.

El abogado Rubens había hecho contacto con el Tammany Hall de Nueva York y Richard Croker, su líder, le había dado indicios de que "de fondos de campaña inesperados", podían hacer una contribución a los cubanos. Antes de ir a esa reunión con los políticos demócratas, tuvieron que reparar los puños de la camisa de Estrada Palma que estaban demasiado desgastados, porque Don Tomás se negaba a comprarse ropa.

Hacia fines de 1895, después de haber sido nombrado Delegado Plenipotenciario y Agente General en el extranjero de la aún no oficialmente reconocida República de Cuba, Don Tomás tuvo que establecer residencia en la ciudad de Nueva York y solamente podía visitar Central Valley, donde había fundado y dirigido el Instituto Estrada Palma, en algún que otro fin de semana. Como él era el principal sostén del Instituto, éste empezó a declinar, los alumnos disminuyeron y el dinero de la matrícula prácticamente dejó de llegar. Don Tomás alquiló una habitación de soltero en uno de los pisos altos del Hotel Astor, que había sido construído al lado del Waldorf, llamándose al complejo de los dos hoteles Waldorf=Astoria (con un símbolo de igual, no un guión entre los dos nombres), en la Quinta Avenida y Calle 34. Aunque el nombre Waldorf=Astoria siempre ha sido sinónimo de opulencia, la sección correspondiente al Hotel Astor fue construida con la intención de incluir habitaciones de soltero a precios moderados.

Don Tomás pagaba 14 dólares a la semana por su cuarto, un precio que podía haber sido especial, porque su dueño, John Jacob Astor IV, era miembro de la Liga Cubana de Estados Unidos, un grupo que abiertamente apoyaba la causa cubana. Los 14 dólares por la habitación y los 16 adicionales a la semana para otros gastos (30 dólares en total) era la única remuneración recibida por Don Tomás como Delegado del Partido Revolucionario Cubano. A pesar de frugal, esta cantidad no era suficiente para mantener una esposa y seis hijos. La propiedad de Central Valley fue entonces hipotecada por 1,500 dólares en enero de 1897 para poder sostener a la familia.

Cuando la noticia de la posible pérdida del edificio del Instituto Estrada Palma en Central Valley llegó a los oídos de la influyente emigrada cubana Marta Abreu en París, ella inmediatamente le mandó un cheque por la cantidad total de la hipoteca. Don Tomás enseguida se lo devolvió y le escribió a Marta: "Yo le he mandado su carta a mi esposa para que sea preservada como un documento sagrado; ella le enseñará a nuestros hijos a bendecir su nombre. Permítame devolver su cheque, la hipoteca no me causa angustia".

El hábito de vida simple y la economía de Don Tomás lo acompaña a la residencial presidencial en La Habana en 1902. Poco después de haber asumido el cargo de Presidente de la República, devolvió al tesoro nacional un cheque de 3 mil dólares que el gobernador norteamericano Leonard Wood le había dado para gastos iniciales. Es más, no aceptó ninguno de los fondos que estaban en el presupuesto destinados a "gastos de representación" del presidente.

Cuando sus amigos de Central Valley lo visitaron en Cuba después de haber sido proclamado presidente, el 20 de mayo de 1902, Estrada Palma les entregó una servilleta doblada que años atrás se había llevado sin darse cuenta de un establecimiento llamado Vienna Coffee Shop and Bakery en Nueva York, con el ruego que se la devolvieran a los dueños y le dieran sus excusas.

Cuando Estrada Palma renunció a la presidencia de Cuba en 1906, sobre el escritorio dejó un reloj de oro que le habían dado los banqueros de Speyer & Cia, quienes habían suscrito un empréstito a la república por 35 millones de dólares para pagar a los veteranos del ejército cubano de liberación. "Se lo dieron al presidente", cuentan que dijo, "y yo ya no soy presidente".

Margarita García
Fragmento de su libro Antes de "Cuba Libre". El surgimiento del primer presidente Tomás Estrada Palma (Editorial Betania, Colección Ensayo, 2015).

Acerca de la autora.- Margarita García nació en La Habana, donde asistió al Colegio Trelles y al Ruston Academy. Después que emigrara a los Estados Unidos, estudió en la Universidad de Columbia en Nueva York, obteniendo los títulos de Bachelor of Science (BS), Master of Arts (MA) y Doctor of Philosophy (PhD), todos en Psicología Experimental. Durante 38 años trabajó como profesora en el Departamento de Psicología de la Universidad Monclair en Nueva Jersey, de la cual se retiró con el grado de Profesora Emérita. En 2004 comenzó a estudiar la vida de Tomás Estrada Palma y ha visitado los lugares donde estuvo antes de ser proclamado primer presidente de la República de Cuba, el 20 de mayo de 1902. Está casada con Guillermo Estévez y tiene una hija llamada Victoria.

Acerca del libro.- En su debut como escritora, la Dra. Margarita García ha creado un retrato del hombre antes de que éste encontrara el "oceáno de dificultades" de la presidencia -como dijo George Washington al ser elegido y que terminarían por abrumarlo. En el libro se narran antecedentes pocos conocidos de Estrada Palma antes de convertirse en el primer mandatario electo de la Isla. El texto se desarrolla a través de tres continentes, desde celdas de prisiones hasta preparación de expediciones de filibusteros e ingeniosos esquemas de recaudación de fondos. Y se muestran fotos nunca antes vistas e ilustraciones difíciles de encontrar. Es el relato íntimo de un patriota, un maestro de vocación y profesión, un revolucionario idealista, un hombre escrupulosamente honesto y un presidente testarudo.

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