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lunes, 17 de diciembre de 2018

Julián del Casal frente al olvido


La poesía y sus cauces hacia la perdurabilidad están asentados en inextricables misterios. Un ejemplo de ello reside en la obra de Julián del Casal de cuya muerte se cumplieron 125 años el pasado 21 de octubre. Junto con nuestro Apóstol José Martí conformó el binomio poético más significativo para la cultura nacional en el cierre decimonónico.

Casal nació en La Habana el 7 de noviembre de 1863, ciudad donde cursó sus estudios. Desde muy joven expresó inclinación hacia las letras al fundar con otros compañeros de escuela el periódico manuscrito y clandestino El Estudio, donde publicó sus primeros versos, aunque fue en El Ensayo, publicación semanal sobre ciencias, artes y literatura donde apareció su primera obra conocida en un medio de prensa.

Fue amigo de Nicolás Azcárate, un cubano que jugó un rol importante en los medios jurídicos y culturales habaneros y en cuyo bufete José Martí trabajó como pasante. Gracias a esa amistad Julián del Casal se vinculó con otros importantes intelectuales de ese momento como el novelista Ramón Meza.

En 1888 Casal viajó a España pero tuvo que regresar casi de inmediato a La Habana debido a su situación económica. Para ganarse la vida hizo periodismo en La discusión y La Habana Elegante, donde publicó un artículo sobre el Capitán General Sabás Marín y su familia, que le costó su puesto de trabajo en la Intendencia General de Hacienda. Otros medios que difundieron sus trabajos periodísticos y poemas fueron El Fígaro, La Habana Literaria, El Hogar, El País y La Caricatura, entre otros.

Hay seres que se acostumbran a la cotidianidad y someten todo a la satisfacción de los deseos más primitivos. Otros dedican más atención a su alma y la ejercitan de forma tal que pareciera que nada mundano les interesa. A este último grupo perteneció Casal, pues su vida fue una constante negación de la materialidad y una búsqueda permanente de la pureza poética que potenciaba lo idílico por encima de las circunstancias. De esa forma lo entienden algunos de los estudiosos de su vida y obra, advirtiendo que Casal buscó refugio en el arte y lo convirtió en el único espacio donde valía la pena vivir.

Ese hastío por la vida lo hizo una persona desinteresada por la política y los problemas del país, aunque esta fue una postura asumida por la mayoría de los poetas del modernismo, movimiento literario del cual Casal es iniciador junto con nuestro Apóstol, y los poetas Manuel Gutiérrez Nájera, de México y José Asunción Silva, de Colombia.

Estudiosos como Salvador Bueno aseguran que su obra poética evolucionó desde el romanticismo presente en sus primeros poemas de “Hojas al viento” hasta el parnasianismo y simbolismo de los poemarios “Nieve” y “Bustos y rimas”, en los que ya se aprecia la presencia modernista. Si en “Hojas al viento” es apreciable la influencia de clásicos españoles como Zorrilla, Campoamor, Núñez de Arce y Gustavo Adolfo Bécquer, en sus libros posteriores la influencia fundamental que recibió Casal procedió de los poetas franceses Baudelaire, Gautier, Leconte de Lisle, Verlaine y Moreas.

Al producirse su muerte, y un año y siete meses después la de José Martí, la poesía cubana recibió un golpe demoledor, al extremo de que después de la muerte del Apóstol y hasta 1913, cuando Regino E. Boti publicó su famoso poemario “Arabescos mentales”, el período ha sido considerado por algunos especialistas como sombrío para la poesía cubana.

Al conocer la muerte de Casal, José Martí publicó en el periódico Patria un hermoso artículo, en cuyo primer párrafo escribió: “Aquel nombre tan bello que al pie de los versos tristes y joyantes parecía invención romántica más que realidad, no es ya el nombre de un vivo. Aquel fino espíritu, aquel cariño medroso y tierno, aquella ideal peregrinación, aquel melancólico amor a la hermosura ausente de su tierra nativa, porque las letras sólo pueden ser enlutadas o hetairas en un país sin libertad, ya no son hoy más que un puñado de versos, impresos en papel infeliz, como dicen que fue la vida del poeta”.

Adorado por las mujeres y la sociedad elegante de La Habana finisecular de entonces, conocido en toda América, periodista brillante y excelso poeta, Julián del Casal es hoy otro gran poeta desconocido para la mayoría de los cubanos, aunque su obra jamás podrá ser relegada al olvido.

Roberto Jesús Quiñones Haces
Cubanet, 28 de octubre de 2018.
Foto: Tomada de Radio Reloj.

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