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lunes, 10 de diciembre de 2018

Cuidar ancianos para tener una casa en La Habana


La promesa de ser incluida en el testamento, 60 pesos convertibles al mes y un techo donde vivir en La Habana es lo que ha recibido Rebeca, una guantanamera que cuida a una pareja de ancianos en la barriada de La Víbora. Este es un fenómeno no exento de riesgos y cada vez más común en la Isla, donde crece el número de personas de la tercera edad.

Con un déficit de asilos y de asistentes sociales, las autoridades han reconocido que el cuidado de ancianos está plagado de lagunas legales. El Gobierno ha habilitado una licencia de trabajo por cuenta propia para ejercer de cuidador de ancianos, por la cual el cuentapropista recibe un pago, pero el resto de acuerdos entre cuidadores y ancianos (o sus familiares) son meramente verbales, están al margen de la ley y pueden ser incumplidos por una de las dos partes.

"Empecé a hacer este trabajo por necesidad, porque llegué a La Habana y no tenía donde vivir", recuerda ahora Rebeca, divorciada y con dos hijos, uno de los cuales reside con ella en casa de los jubilados. "Es una labor dura porque no solamente es velar porque coman, estén limpios y se tomen sus medicamentos, sino que también hay que darles afecto".

Trabajar como enfermera durante más de 15 años en un policlínico de la ciudad de Guantánamo le ha servido para ejercer su nueva profesión. "La mayoría de las personas que están ahora cuidando ancianos provienen del sector de la Salud Pública", asegura Rebeca. "Allí aprendemos muchos procedimientos que son importantes a la hora de velar por una persona de la tercera edad".

Sobre la repisa de la sala donde viven los ancianos hay una fotografía de hace más de una década donde se ve a los padres, que se quedaron en Cuba, junto a los hijos que emigraron. Puntualmente, los dos hijos mandan desde Estados Unidos el dinero para pagar a la cuidadora, comida y paquetes con pañales desechables. "Pero casi no llaman y hace tres años que ninguno ha venido", dice Rebeca.

En la misma cuadra, otros seis ancianos viven en situaciones similares, algunos reciben remesas y otros viven rozando la mendicidad. No faltan tampoco quienes sufren de falta de atención o malos tratos o que sólo sobreviven porque los vecinos se han hecho cargo de su cuidado.

La práctica de cuidar a ancianos dependientes para obtener a cambio algunos beneficios ha logrado que muchos cubanos vivan sus últimos años acompañados, pero también encierra grandes peligros cuando alguna de las dos partes incumple su parte del acuerdo, especialmente para los mayores dependientes.

"Se da mucho la situación de que vienen ancianos a poner en su testamento a alguien que los va a cuidar, pero después que esa persona se ve con ese derecho sobre la casa, muchas veces no cumple con su parte", lamenta Iloisa, trabajadora de una notaría en el municipio San Miguel del Padrón. "Los riesgos son altos si la familia no puede controlar que todo va bien y si el anciano está recibiendo una buena atención".

Marisabel Ferrer García, responsable de la Dirección de Trabajo del municipio Diez de Octubre, reconoció recientemente en la prensa oficial que "es muy complicado poner a un individuo desconocido dentro de una casa, debido al riesgo de robos y maltratos", pero que esa sigue siendo una solución muy socorrida.

En la Estación de Policía de la calle Zanja en La Habana son comunes los reportes sobre ancianos que sufren maltrato, explica un oficial que hace la guardia en la carpeta donde se recepcionan las denuncias. "Hemos tenido casos de personas muy viejas encerradas en cuartos pequeños para que no se escapen y hasta amarrados a las camas o con claras señales de desnutrición".

"Por regla general, cuando recibimos esas denuncias las pasamos a trabajadores sociales para que visiten el lugar, pero nosotros no podemos hacer mucho", reconoce. "Los casos más duros que hemos tenido ocurren con cuidadores que le dicen a la familia, que no vive en Cuba, que ellos se están ocupando bien del viejito, pero en realidad no es así, lo maltratan y hasta le roban".

"Muchas veces las personas que cuidan ancianos centran toda su atención en las necesidades de tipo físico, especialmente en aquellos que tienen problemas de movilidad y están recluidos dentro de sus casas, pero ese es un momento en que el individuo necesita muchísimo del afecto y el apoyo emocional", explica la psicóloga Indira Villavicencio.

Para Villavicencio, debido a la gran necesidad que existe "de cuidadores ahora mismo en el país está ocurriendo que personas sin preparación o que no están capacitadas para atender a los ancianos en todos los aspectos, están al frente de su cuidado y sin la presencia de hijos o familiares que supervisen su labor".

El maltrato a las personas de la tercera edad pocas veces se denuncia, puntualiza la psicóloga, "porque el anciano no tiene la capacidad de decirlo a una autoridad que lo ayude, porque teme quedarse más solo si pierde a su cuidador o porque tiene miedo de sufrir mayores represalias de parte de éste".

Zunilda Mata
14ymedio, 1 de noviembre de 2018.
Foto: Tomada de 14ymedio.

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