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lunes, 1 de octubre de 2018

Adiós, Aretha


Con la muerte de Aretha Franklin (https://es.wikipedia.org/wiki/Aretha_Franklin), el 16 de agosto, a los 76 años, luego de una larga batalla contra un cáncer de páncreas, el mundo pierde a una de las más grandes cantantes que hayan existido en la música popular.

Pese a las numerosas cantantes a las que influyó y las muchas que la imitaron, resulta imposible que surja una cantante que pueda sustituir a Aretha Franklin. No solo por su prodigiosa voz de mezzosoprano y su torrente de sentimientos al cantar, sino también porque Aretha fue un producto auténtico -para nada fabricado por la industria de la música y el entretenimiento- que resultó de circunstancias muy particulares: su medio familiar, sureño y profundamente religioso, el surgimiento de la música soul y los conflictos raciales de los años 60 en los Estados Unidos.

Desde muy niñas, Aretha y sus hermanas Erma y Carolyn , que eran hijas de Clarence Levaughn Franklin, un famoso predicador bautista de Memphis, Tennesee, que luego se asentó en Detroit, quisieron imitar a su madre, que era cantante de gospel, y a una de sus colegas que visitaba la casa: nada menos que la gran Mahalia Jackson.

Pero además del ambiente gospel que la rodeaba, Aretha absorbió el más mundanal rythm and blues que le llegaba a través de la radio y los discos, y que le ayudó para aprender a tocar piano de forma casi autodidacta.

Tras sus primeros discos de gospel (el primero lo grabó a los 14 años), en 1967, con la grabación en Atlantic Records del álbum I never loved a man the way I love you, se convirtió en la máxima exponente de la música soul, al extremo de que empezaran a llamarla Lady Soul. Arteha Franklin llegaría a significar para el soul tanto o más que lo que Ella Fitzgerald y Billie Holiday significaron para el jazz.


Pero su relevancia no se limitó al terreno musical, sino que también se extendió a lo social. En su momento de máxima popularidad, contribuyó al movimiento por los derechos civiles con canciones como Young, gifted and black, que se convirtió en un himno de reivindicación del orgullo negro. A mediados de los años 80, Sisters are doing for themselves, que grabó con Eurhytmics, se convertiría también en un himno del movimiento de liberación femenino.

Actuó en el baile presidencial de Bill e Hillary Clinton en 1993. En 1999 recibió la Medalla Nacional de las Artes. Y en enero de 2009 cantó en la toma de posesión de Barack Obama (https://www.youtube.com/watch?v=JLppmMQA67U). En la Casa Blanca ofreció dos conciertos, uno en junio de 1994, durante el primer mandato de Bill Clinton y otro en abril de 2015, bajo la segunda y última presidencia de Obama.

Las interpretaciones de Aretha Franklin son conmovedoras, te llegan a lo más profundo. Lo mismo cuando cantan a Dios –como en el extraordinario álbum de 1987 One Lord, one baptism, one faith- que cuando cantan al amor terrenal, que aun con sus penas y desdichas, no dista demasiado de lo divino si es verdadero. Especialmente si es Aretha la que le canta.

Luis Cino Álvarez
Cubanet, 16 de agosto de 2018.
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