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jueves, 16 de noviembre de 2017

Isora Club y Coralia López



Nada en su aspecto actual hace suponer que fue allí donde estuvo por mucho tiempo uno de los templos de la música bailable en Cuba. Sólo la gran puerta de madera que da paso al interior del recinto, parece recordar la edad que tiene, y que está allí desde entonces. Aun así, sobrecoge saber que hacia ese lugar encaminaron sus pasos muchísimas veces hombres y mujeres que hoy veneramos, agradecidos por la mar de música buena que nos dejaron.

Difícil imaginar hoy que esa puerta desvencijada de la casa marcada con el número 720 de la calle Melones, en la medianía de la cuadra que escoltan la Calzada de Luyanó y la calle Compromiso, en la barriada habanera de Luyanó, franqueaba el paso a bailadores y bailadoras y, por supuesto, a los músicos de las más famosas orquestas, en lo que fue una de las primeras y más famosas sociedad de recreo de negros y mulatos: el Isora Club.

Constituída a finales de la década de 1930, a escasos metros de la casa de los Cachao, familia legendaria de músicos cubanos, el entusiasmo y la dedicación de su fundador, Nando Padrón hizo que el Isora Club deviniera rápidamente en uno de los sitios preferidos de los bailadores y que su fama permaneciera por espacio de casi treinta años. Al inicio, Nando alquiló aquella casa espaciosa y bien ventilada, que aumentaba su valor al poseer dentro de la propiedad un terreno aledaño, y decidió inscribir el Isora Club como una sociedad de instrucción y recreo en el Registro Nacional de Asociaciones, donde consta su existencia a partir del 19 de octubre de 1941.

Clara Emelina Padrón Morales, hija de Nando, en 2015 era una anciana muy avanzada en años, aunque su rostro denotaba los rasgos de una belleza pretérita incontestable. La enfermedad la mantenía inmovilizada en su cama, pero cuando le pedí que me contara sobre el Isora Club, su mirada se tornó vivaz, la voz firme y alegre y las remembranzas obraron el milagro: el Isora comenzó a dibujarse ante mis ojos.

“Mi padre le puso así por el árbol florido del mismo nombre -Isora- que estaba frente a la entrada. La casa donde se instaló el club es esta misma, pero ahora ha cambiado mucho. Fue alquilada por mi padres para ese fin y luego pasó a ser de su propiedad. Constaba del área de vivienda, como tal, y de un patio lateral donde se ponía la tarima para los músicos, las mesas y las sillas, así como el espacio para que la gente pudiera bailar. Aquí adentro, en esa habitación de ahí al lado-y señala a la que se ubica en el fondo de la edificación actual- era donde ensayaba Pérez Prado todos los días. Celia Cruz también venía mucho. Todos venían, y las orquestas que tocaban aquí eran las más populares del momento: los llamados Tres Grandes (Conjunto de Arsenio Rodríguez, Orquesta Melodías del 40 y Arcaño y sus Maravillas), en la que entonces tocaba Orestes López, el primer Cachao. Lo que más se bailó en el Isora Club fueron danzones y hasta un danzón le compusieron en su honor!”, contó orgullosa Clara Emelina Padrón

Y claro que tenía razón: en 1941 la compositora y pianista Coralia López, hermana de los Cachao, los músicos Orestes e Israel López Valdés, y también vecina de la misma barriada de Luyanó compuso el famoso danzón Isora Club, a mi juicio, uno de los mejores danzones de todos los tiempos, presente en los repertorios de casi todas las orquestas cultoras del género y a través del cual, el recinto creado y animado por Nando Padrón pasó a la historia musical de Cuba. Con este danzón, su creadora conquistó el premio del concurso de danzones realizado aquel año por la radioemisora Mil Diez.

Al hablar de la familia de los Cachao se suele relegar un tanto la labor de Coralia, como músico, debido, quizás, a los aportes fundacionales y magníficos que sus hermanos varones Orestes 'Macho' e Israel 'Cachao', hicieron a la evolución del danzón y el surgimiento del mambo, así como las innovaciones de Cachao en la ejecución del contrabajo. Sin embargo, Coralia vivió una vida musical tan activa como las de sus hermanos, salvando las distancias y limitaciones que imponían su condición femenina y las costumbres de la época.



Juana Coralia López Valdés, nacida en La Habana el 6 de mayo de 1910, estudió con su padre, el contrabajista Pedro López. En el piano recordaría únicamente el apelativo misterioso de la que fue su mentora inicial: Madame Clara. Contaba 30 años cuando fundó su propia orquesta, que llamó como ella: la Orquesta de Coralia López, de la que sería pianista y directora, marcando un hito importante: fue la primera mujer que dirigió una orquesta danzonera en Cuba. Entre sus integrantes tendría a Edelmiro Pérez, en la flauta; Alfredo Lazo, güiro; Armando Lazo, timbal; Rubén Cortada, cantante; Pepito Seoani, contrabajo; y en los violines Raúl Valdés, Jesús Lanza, Tomás Reisoto y un joven llamado Enrique Jorrín, quien luego pasaría a la historia musical cubana por ser el creador del chachachá. En su repertorio figuraban los danzones escritos por la propia Coralia y por otros compositores danzoneros como Abelardito Valdés y Antonio María Romeu. Al parecer, la orquesta nunca realizó grabaciones, a pesar de que tocaban en numerosos bailes y sitios habaneros, como El Carmelo, Los Marquesitos, las sociedades Club Progresista y el propio Isora Club.

A partir de 1930 proliferan este tipo de sociedades de instrucción y recreo, que, como el Isora, se regían por un patrón segregacionista: había sociedades de blancos y de negros y mulatos. En el caso de estas últimas se convierten en sitios apropiados para la recreación y disfrute de aquéllos y, en general, de personas de los sectores más humildes, ya fueran blancos o negros, igualados por los escasos recursos: obreros, operarios, maestros, trabajadores portuarios... Eran sitios de mucha afluencia y socialización y, por tanto, fueron muy importantes en la difusión de los ritmos emergentes en cada momento: del danzón, el llamado 'danzón de nuevo ritmo' que sería para algunos, quizás, la prehistoria del mambo, el mambo y más tarde, el chachachá.

En las sociedades de instrucción y recreo de negros y mulatos alcanzaron popularidad músicos como Arsenio Rodríguez, Antonio Arcaño con sus Maravillas, Dámaso Pérez Prado, Regino Frontela, al frente de la orquesta Melodías del 40 y muchos otros. Eran auténticos laboratorios musicales donde sometían a la consideración de los bailadores sus nuevas creaciones, en un proceso de constante experimento y retroalimentación entre músicos y público. De ahí su importancia en la evolución de la música popular cubana en las décadas de 1930, 1940 y 1950.

Las más famosas fueron la Unión Fraternal, situada en el piso superior del inmueble ubicado en la confluencia de las calles Misión y Revillagigedo, en el barrio de Jesús María; Isora Club, en Luyanó; Jóvenes del Vals, en la calle Rodríguez esquina a Atarés primero, y luego en Santos Suárez en Calzada de 10 de Octubre y Correa; Las Águilas, en Luz 56, Lawton. El Marianao Social Club quedaba muy distante de éstas, al oeste de la ciudad, en la calle 57 entre 134 y 136, en La Lisa. Este club tiene un lugar destacado en la historia musical cubana, pues fue allí donde la Orquesta Aragón, en 1950, tuvo su debut oficial en la capital.

El Club Social de Buenavista, muy popular en las décadas del 40 y del 50, también se ubicaba en otro barrio marianense, como lo indica su nombre, inspirador del proyecto musical cubano que alcanzara la mayor repercusión global a finales del pasado milenio; el Antilla Sport Club, el Club Paseo y Mar, la Sociedad Los Faraones, el Club Intersocial, el Club Artístico y Cultural y muchas otras, diseminadas no sólo en la capital, sino en todo el país. La popularidad de estas sociedades llega hasta la década de 1950, jugando también un remarcable papel en la difusión del mambo y el chachachá entre los bailadores. El Isora Club, como muchas otras sociedades, continuó vigente con los nuevos ritmos.

En las décadas de 1930 y 1940, en pleno auge del danzón, se hizo costumbre que muchas orquestas, a modo de agradecimiento y elogio, dedicaran una promoción a esas sociedades. El título de esos danzones era, por lo general, el nombre de aquellas sociedades de recreo y clubes sociales donde solían presentarse. Los Cachao y su hermana, la creativa Coralia, todos músicos de formación académica, fueron prolíficos en la composición de danzones para rendir tributo a aquellas entidades que acogían las presentaciones en bailables de las orquestas más populares. Así surgieron las piezas Club Social de Marianao, Jóvenes de la Defensa; Armoniosos de Santa Amalia, Juventud de Colón, Aponte Sport Club, Avance Juvenil de Ciego de Avila, Centro San Agustín de Alquízar, Jóvenes del Ritmo, Marianao Social y Social Club Buenavista, entre otros.

Por su parte, Coralia López, como autora, homenajeó también con sus danzones a otras sociedades como Magnetic Sport Club y Juventud de Colón (1942). Otras piezas suyas, de cierta popularidad fueron Los panqueleros (1942); Sal de la cueva cua cua, Transferencia a quilo, El bajo come chivo, El gran stadium del Cerro, El sueño de Rolando, Llegó Manolo, Los jóvenes del agua fría (1941) y Pepito el castigador, la mayoría de ellas con un perfil de cronismo social de su época, destacando personajes pintorescos y situaciones peculiares. Coralia López aportó también su creación a esa larga lista de danzones, pero sin duda, ninguno conquistó la popularidad y permanencia de su danzón Isora Club, convertido ya en un clásico del género, con versiones excelentes.


En grabaciones, no encuentro ninguna que sea anterior a la realizada por Cachao y su Típica en 1958 en los estudios de Radio Progreso y que se incluye en el LP Camina Juan Pescao, publicado por los sellos Kubaney (392) y Duher (1603) unos años después. Por la Orquesta Aragón se conserva una grabación de 1960 realizada en vivo en los estudios de Radio Progreso, La Habana, y que forma parte del LP Danzones de ayer y hoy” (sello Discuba LP-515, reeditado en 1990 por el mismo sello en CDD-155). Israel Cachao López vuelve a grabarla en 1993 para su premiado CD Cachao. Masters Sessions. Vol. 1 (sello Crescent Moon), registrado en Los Angeles por un verdadero all-stars y que recibiera el Premio Grammy en 1994 a la Mejor Interpretación Tropical Latina (Best Tropical Latin Performance), y en la que, para mi gusto, descuellan el propio Cachao en el contrabajo y la flauta del boricua Néstor Torres. En esta versión, intervienen Cachao en la dirección, arreglo, contrabajo y coros; el boricua Néstor Torres en la flauta; en el piano el cubano Alfredo Valdés Jr.; el newyorrican Richie Flores en las tumbadoras; el boricua Rafael 'Felo' Barrio en el güiro y coros, y en los timbales, el camagüeyano Orestes Vilató.

El pianista Rubén González, bajo el influjo del Buenavista Social Club, elige también Isora Club para su disco Chanchullo, en una memorable grabación revisitando la pieza en la que aportó una fabulosa versión insertada con propiedad en un contexto actual, ejemplo de cómo puede el género ser aún atractivo y dúctil a abordajes oportunos más allá de los patrones iniciales establecidos por Miguel Faílde, pero nutridos por el camino con el ingenio creativo de otros nombres como Cheo Belén Puig, Antonio María Romeu, Belisario López, Antonio Arcaño. Grabada en los Estudios Areíto, de EGREM, en La Habana, en el año 2000, la versión de Rubén González da protagonismo a su piano, en un delicioso solo, secundado por el trombón de Jesús 'Aguaje' Ramos -quien se encarga también de la dirección-, y la trompeta de Manuel 'Guajiro' Mirabal, a los que se le une en el contrabajo un descendiente de la familia Cachao, Orlando 'Cachaíto' López; Amadito Valdés, en las pailas; Roberto García (bongó y percusión menor); Alejandro Pichardo Pérez (güiro y claves) y Alberto 'Virgilio' Valdés (maracas).

Cuando Coralia López falleció en 1993, el nombre de Isora Club recorría ya el mundo, asociado al danzón, que a diferencia de aquella sociedad que creara Nando Padrón en la calle Melones de Luyanó, ha resistido el paso del tiempo.

Rosa Marquetti Torres
Desmemoriados. Historias de la Música Cubana, septiembre de 2017. 
Ver fotos y otros datos en Desmemoriados.

Video inicial: Al final, uno de los tres hombres haciendo coro con el estribillo "Isora, mi vida, te quiero" es el actor cubano Andy García, gran amigo y admirador de Orestes 'Cachao' López.

Nota de Tania Quintero.- En Tampico, México, una Academia de Danzón se llama Isora Club. En You Tube se localizan varios videos realizados por aficionados en distintas ciudades mexicanas en los cuales niños, jóvenes o adultos bailan un danzón del cual probablemente no saben su historia ni quién lo compuso. Bailando Isora Club en Veracruz; Jalisco y Yucatán, entre otros.

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