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miércoles, 14 de octubre de 2015

Deudas pendientes con Ninón Mondéjar



Su nombre artístico era Anacario Cipriano Mondéjar Soto (Matanzas 1914-La Habana 2006). Ninón Mondéjar, un músico matancero que dejó su imborrable huella en la historia del pentagrama cubano, gracias a su labor en agrupaciones como la Orquesta América.

Desde muy joven, Ninón se asentó en Bauta, poblado que en aquella época pertenecía a La Habana y hoy es un municipio de la provincia Artemisa. Allí dejó una constelación de recuerdos aún no borrados del imaginario popular en ese pedazo de la geografía artemiseña.

Entrada ya la década del 30 del pasado siglo (aunque algunos afirman que desde la del 20), cuando arribó a Bauta, trabajó en la panadería La Paila, de la cual extraía, a espaldas del dueño, paquetes de galletas partidas para regalarlas a personas con penurias económicas.

"Hasta el final de su vida fue un hombre de gran corazón", cuenta Carlos Pascual Prats, originario de Los Arabos, amigo muy cercano de Ninón y residente en Bauta hace trece años. Por voluntad del propio músico, él entregó al museo municipal de Los Arabos, varios de los premios y reconocimientos obtenidos por el compositor y vocalista.

Según Pascual, obrero jubilado del sector ferroviario, se cree que haya sido en Bauta, en la barbería Siglo XX -de la cual era propietario Rafael Acosta, miembro del Partido Socialista Popular-, donde Ninón Mondéjar acabó abrazando las ideas socialistas.

Estas ideas las llevó después a Los Arabos, donde mostraba a los campesinos revistas que hablaban del socialismo, y los invitaba a sumarse al Partido Ortodoxo, de Eduardo Chibás, para intentar un cambio de la triste situación de la Cuba de entonces.

"En aquel momento, hablar de socialismo era como hablar del mismísimo demonio. Por eso Ninón trató de comprometer a los campesinos con la línea de Chibás, un hombre que no era marxista, pero sí muy honrado y valiente", dice Pascual.

Por sus ideas socialistas, Ninón Mondéjar nunca tuvo acceso a los escenarios de Estados Unidos, ni a los grandes medios de ese país ni a los de México, que no mostraron hacia Ninón demasiada simpatía, como sí parecen haberla demostrado por Enrique Jorrín, con quien Mondéjar mantuvo una larga polémica respecto al verdadero creador del chachachá.

Según Ninón Mondéjar, el pianista Orestes López, integrante de la Orquesta América, de la cual era violinista Enrique Jorrín, en el teclado repetía un ritmo que pugnaba por nacer, al que sumaron sus dotes e instrumentos todos los integrantes de la Orquesta. Al ritmo de “tres pasitos para alante y tres pasitos para atrás”, comenzaba a surgir el chachachá, lo que el tiempo apuntaría a Jorrín. Pero que, contrariamente, Ninón, apuntaría a Orestes López y la Orquesta América.

Acerca de esta polémica, Leonardo Acosta, único ganador de los Premios Nacionales de Música y Literatura, escribió:

1) Los primeros números inscritos como chachachás no son de Jorrín. 2) El apelativo onomatopéyico no es de músicos ni de bailadores, sino de un promotor, de quien lo toma Mondéjar como reclamo publicitario.

3) El ritmo básico no es nuevo, pues ya se usaba en los danzones de los hermanos López.

4) Jorrín aceptó el slogan de la América como creadores del chachachá un año antes de proclamarse 'creador único'.

De todo esto se desprende que Jorrín no creó él solo o inventó el chachachá, mito surgido posteriormente. Lo que sí podemos afirmar es que Jorrín fue el compositor y arreglista más representativo del género, al que aportó números fundamentales para su éxito nacional e internacional; o como diría el musicólogo Danilo Orozco, la figura con que ‘cristaliza’ el género.

La afirmación de tan lúcido crítico y ensayista cubano no da por zanjada la ya extensa discusión respecto a la paternidad de este ritmo musical tan difundido por el mundo. Se ha cortado mucha tela y queda mucha por cortar aún, aunque todo apunta a una especie de creación colectiva, sin dudas memorable.

A partir de 1954, la Orquesta América con Ninón Mondéjar al frente permaneció durante un largo tiempo en México, gracias a la ayuda de Ninón Sevilla, bailarina y actriz cubana allí radicada, quien también hizo posible que la reconocida Orquesta participara en doce películas, entre ellas Club de señoritas y Amor y pecado y Las viudas del chachachá.

Excelente vocalista y ex integrante de otras agrupaciones de renombre, Mondéjar popularizó con la América piezas con gran aceptación, como Rico y sabroso, A Veracruz me voy, México lindo y Yo no camino más, un exitazo en la voz de Laíto Sureda.


En 1959, Ninón cumplió su deseo de visitar la URSS. Junto a Felina, su esposa, se retrató frente al célebre crucero Aurora. Vivió siempre con ella, detrás del Capitolio, en un edificio llamado Hotel Gran América, y hasta el final de sus días se mantuvo creando.

Tras casi un siglo de haber desandado las calles de Bauta, dejando su impronta humanista en ellas y hermosos recuerdos en amigos como Carlos Pascual, la historia de este músico de vanguardia sigue aspirando a tener un fragmento mayor de memoria en la vida cultural de los cubanos. Eso se lo debemos.

Por Miguel Terry Valdespino
El Artemiseño, 28 de agosto de 2015.

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