Revisando los archivos fotográficos de Life en internet, encontré una veintena de imágenes de Alina Johnson de Menocal, realizadas en 1945 por Nina Leen y clasificadas bajo el rótulo "Havana Glamour Girl". Pero cuando uno las revisa, se percata de que la etiqueta no se corresponde con la realidad: además de una dama de la alta sociedad cubana de entonces, la señora Johnson, al menos en ese momento, era madre de dos hijos, como en las dos fotos a continuación se puede apreciar.
Pensé que se trataba de la esposa de Raúl García-Menocal, alcalde de La Habana en los años 40 e hijo del tercer presidente que tuvo Cuba en su etapa republicana, Mario García Menocal. Para cerciorarme, continué buscando en internet.
Y descubrí que fue esposa de Luis García-Menocal Nadal, quien debe haber estado emparentado con los García Menocal, una de las familias con un árbol genealógico de profundas raíces en la Isla.
Con él, Aline tuvo tres hijos: Teodoro, Alina y Luis, los tres apellidados García-Menocal Johnson. Éste último, Luis, se casó con Kathy Barnwell y tuvo dos hijos: Carlos García-Menocal Johnson y Emilia Elena García-Menocal Johnson, quien se casaría con Eduardo Beruff García-Beltrán y con él tuvo tres hijos: Jorge Alejandro, Luis Eduardo y Alina, con un mismo apellido los tres: Beruff García-Menocal.
El nombre completo de la "Havana Glamour Girl" era Alina Johnson Aguilera y sus padres fueron Teodoro Johnson Anglada y Emilia Aguilera Sánchez.
Son fotos y nombres de cuando La Habana era una de las ciudades más cosmopolitas del hemisferio americano, a la altura de Nueva York, París y Londres. La capital de una república que por su posición geográfica la llamaban La Llave del Golfo. Y por su esplendor, La Perla de las Antillas.
Texto: Tania Quintero
Fotos: Nina Leen, Life
Nota.- Este post se publicó el 20 de febrero de 2010 en el blog Desde La Habana y tuvo más de veinte comentarios, el último, el 26 de febrero de 2015. A continuación pueden leerlo, también mi respuesta.
Gracias, Tania por estas preciosas fotos que realzan la elegancia de nosotros, todos los cubanos de cualquier clase, raza o procedencia que tenemos buen gusto y formación. Veo que algunos que opinan son de tendencia comunista y con desánimo me doy cuenta de que a pesar de que éstos son más abusados y muchísimo más mal pagados por tales gobiernos, siguen con la misma temática y metodología cansona y ya ridícula. Será que todavía albergan una envidia y un odio incontrolable hacia aquello que ellos por sí mismos no han podido lograr? Por qué esa gente piensa que todo el que tiene nombre, alcurnia o fortuna lo ha obtenido de mala forma o con abusos a los menos afortunados? Por qué generalizan sin conocer o investigar?
Yo he conocido a personas ricas muy buenas y a otras no tanto, pero también he conocido personas pobres que pudiesen ser los peores de los verdugos si tuviesen la oportunidad. El ser rico o el ser pobre no garantiza la bondad de un ser humano y a muchos de estos comunistas por los poros se le sale la bilis, la maldad y su forma de crianza vulgar, simplona y elemental. En vez de tratar de subir las escalas sociales hasta donde puedan llegar, resienten a los que pudieron o pueden y se regocijan cuando éstos son rebajados a sus ínfimos niveles por estos gobiernos que se convierten en el peor y más vil de los latifundistas, pero sin clase ni elegancia ninguna.
Tome usted de ejemplo a la Condesa Revilla de Camargo, patrona de las artes y la caridad, quien ayudó a triunfar a tantas de nuestras lumbreras cubanas en las artes, la cantidad de poetas y pintores españoles y mexicanos que esta mujer mantuvo económicamente en infinidad de ocasiones sin preguntar su afiliación política, como hacen los gobiernos comunistas. Dígame usted si esa actitud no es mil veces peor que el club privado más exclusivista que existiese en La Habana. Si no hubiese sido por ella, Cuba y el mundo tuviese muchisimos menos poetas, pintores y escultores, todo ese talento se hubiese perdido.
Otro ejemplo es el Sr. Julio Lobo, uno de los hombres más ricos del mundo en su época. Muchas cosas se han escrito sobre él: el poderoso siempre está en la mirilla del que critica, pero por experiencia personal sé que fue un hombre justo con sus trabajadores que ciertamente lo querían, respetaban y admiraban, un hombre que ayudaba a que sus empleados en toda Cuba tuviesen sus propias casas con todos los adelantos y comodidades de la época e ingresaran en las filas de las clases medias del país. Apoyó la revolución y para que estos que tienen el cerebro lavado acaben de enterarse, la revolución nunca fue una lucha de clases. Cuando ésta triunfó, específicamente en el Central Tinguaro de su propiedad, muchos de sus empleados con los cantos de sirena de los comunistas le dieron la espalda. Julio Lobo se marchó el mismo día del incidente y jamás regresó al lugar, hoy en ruinas y todas las casas que él ayudó a construir fueron desahuciadas, sus moradores y antiguos empleados en la más austera pobreza.
Como ése, podría mencionar miles de familias cubanas que eran benefactores y hacían que el país funcionase sin tener que vender el alma al diablo, pero no hay tiempo y espacio para ello. Para terminar, en mi casa el servicio era como parte de la familia, si alguno de ellos necesitaba algo, mi padre se lo proporcionaba, eran bien pagados, mucho más que lo que el gobierno de Cuba le paga hoy en día a un médico o abogado. Una vez colocaron a una muchacha del campo como niñera y al poco tiempo quedó embarazada, mis padres se ocuparon de los gastos de médicos y hospitales, mi padre buscó al muchacho que la embarazó y tuvo que casarse, yo soy el padrino del niño. El chofer de mi padre y su esposa vacacionaban junto a nosotros, hoy en día sus hijas están entre mis mejores amigas.
Con ninguno de los empleados de mis abuelos y de mi padre en sus empresas, de mis tíos en las suyas y de mis tías que eran abogadas bien pagadas, se abusó y jamás tuvieron motivos de quejas, eran amigos de mi familia, a la cual ayudaron a enriquecer mientras ellos se ganaban sus sueldos y aguinaldos de acuerdo a la capacidad de cada uno. Sueldos que mantenían a muchos hogares de forma aceptable para unos y muy holgada para otros. Cuando hemos visitado Cuba, a la cual pensamos regresar algún día, muchos de los antiguos empleados y miembros del servicio nos visitan, nos acogen y nos recuerdan con mucho cariño.
Habiendo dicho esto, debo recordar a estos señores comunistas que las divisiones de clases ya sean sociales o políticas siempre existirán, todavía existen en Cuba y mucho más marcadas que en el pasado. Así que verdaderamente no entiendo lo que abogan o critican. Me parece que estos individuos practican la filosofía del escorpión, que mata a quien puede salvarlo, está en su naturaleza (los que odian y destruyen).
Tome usted de ejemplo a la Condesa Revilla de Camargo, patrona de las artes y la caridad, quien ayudó a triunfar a tantas de nuestras lumbreras cubanas en las artes, la cantidad de poetas y pintores españoles y mexicanos que esta mujer mantuvo económicamente en infinidad de ocasiones sin preguntar su afiliación política, como hacen los gobiernos comunistas. Dígame usted si esa actitud no es mil veces peor que el club privado más exclusivista que existiese en La Habana. Si no hubiese sido por ella, Cuba y el mundo tuviese muchisimos menos poetas, pintores y escultores, todo ese talento se hubiese perdido.
Otro ejemplo es el Sr. Julio Lobo, uno de los hombres más ricos del mundo en su época. Muchas cosas se han escrito sobre él: el poderoso siempre está en la mirilla del que critica, pero por experiencia personal sé que fue un hombre justo con sus trabajadores que ciertamente lo querían, respetaban y admiraban, un hombre que ayudaba a que sus empleados en toda Cuba tuviesen sus propias casas con todos los adelantos y comodidades de la época e ingresaran en las filas de las clases medias del país. Apoyó la revolución y para que estos que tienen el cerebro lavado acaben de enterarse, la revolución nunca fue una lucha de clases. Cuando ésta triunfó, específicamente en el Central Tinguaro de su propiedad, muchos de sus empleados con los cantos de sirena de los comunistas le dieron la espalda. Julio Lobo se marchó el mismo día del incidente y jamás regresó al lugar, hoy en ruinas y todas las casas que él ayudó a construir fueron desahuciadas, sus moradores y antiguos empleados en la más austera pobreza.
Como ése, podría mencionar miles de familias cubanas que eran benefactores y hacían que el país funcionase sin tener que vender el alma al diablo, pero no hay tiempo y espacio para ello. Para terminar, en mi casa el servicio era como parte de la familia, si alguno de ellos necesitaba algo, mi padre se lo proporcionaba, eran bien pagados, mucho más que lo que el gobierno de Cuba le paga hoy en día a un médico o abogado. Una vez colocaron a una muchacha del campo como niñera y al poco tiempo quedó embarazada, mis padres se ocuparon de los gastos de médicos y hospitales, mi padre buscó al muchacho que la embarazó y tuvo que casarse, yo soy el padrino del niño. El chofer de mi padre y su esposa vacacionaban junto a nosotros, hoy en día sus hijas están entre mis mejores amigas.
Con ninguno de los empleados de mis abuelos y de mi padre en sus empresas, de mis tíos en las suyas y de mis tías que eran abogadas bien pagadas, se abusó y jamás tuvieron motivos de quejas, eran amigos de mi familia, a la cual ayudaron a enriquecer mientras ellos se ganaban sus sueldos y aguinaldos de acuerdo a la capacidad de cada uno. Sueldos que mantenían a muchos hogares de forma aceptable para unos y muy holgada para otros. Cuando hemos visitado Cuba, a la cual pensamos regresar algún día, muchos de los antiguos empleados y miembros del servicio nos visitan, nos acogen y nos recuerdan con mucho cariño.
Habiendo dicho esto, debo recordar a estos señores comunistas que las divisiones de clases ya sean sociales o políticas siempre existirán, todavía existen en Cuba y mucho más marcadas que en el pasado. Así que verdaderamente no entiendo lo que abogan o critican. Me parece que estos individuos practican la filosofía del escorpión, que mata a quien puede salvarlo, está en su naturaleza (los que odian y destruyen).
Armando Ruiz
Mi respuesta:
Gracias, Armando, por tu comentario. Nací en La Habana en 1942, no solo en el seno de una familia humilde y trabajadora, si no también mestiza y, además, ligada al Partido Socialista Popular, el partido de los comunistas cubanos antes de 1959.
Mi padre fue guardaespalda de Blas Roca, pero a diferencia de muchos de los comunistas-fidelistas, los que conocí y con los cuales en 1959 trabajé, eran respetuosos con los sectores de la burguesía nacional, casi todos dueños de fábricas, centrales, tiendas…
Alfredo Hornedo conversaba con Blas Roca, Juan Marinello y Salvador García Agüero, que quienes sepan un poco de historia, deben saber que los tres fueron constituyentes, trabajaron en la redacción de la Constitución de 1940, la más avanzada que ha tenido Cuba.
Mi tía Cuca, una mulata alta y gorda, era modista de alta costura, ella vivía en 21 entre F y E, y al lado de su edificio, el Alaska (ahora a punto de derrumbarse, como toda la ciudad) vivía una familia adinerada a quien ella le cosía y siempre la trataron con gran respeto.
En 1961-63 fui maestra en una escuela nocturna de superación para la mujer, la mayoría de las alumnas habían sido criadas, casi todas eran negras y no sé si ellas tuvieron suerte, pero ninguna hablaba mal de las familias donde servían, limpiando, lavando y planchando, cocinando o cuidando niños.
Hace cinco años que se publicó este fotorreportaje y no esperaba que tuviera tanta repercusión. Ojalá encontrara más fotos de mujeres y familias que vivieron en una de las capitales más cosmopolitas de América. A todos los comentaristas, a favor o en contra, gracias. Saludos, Tania Quintero
Leer también: La elegancia de La Habana; Julio Lobo, el Napoleón de Cuba; Julio Lobo, el magnate que financió al Che y ...el castrismo se vistió de gala.
Buenos días Tania,
ResponderEliminarQue linda era Cuba. Añoro ese país en el que me crié, y que nada tiene que ver con el actual.
Mi padre siempre trabajó duramente, a sus empleados los trató bien y era respetado por todos ellos. Prefirió entregar el comercio que tenía, un bar cafetería, cuando ya apenas se conseguía mercancía a cerrar y dejar en la calle a todos los que de él dependían hasta ese momento. Fue un momento duro para él, pero él siempre hacía lo que pensaba que era justo y no actuaba a favor de su propio interés, una enseñanza que legó a sus hijos.
Saludos.