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viernes, 7 de febrero de 2014

Álvaro Torres: tres conciertos en La Habana



"Álvaro Torres es mi cantante preferido, escuchando sus canciones mi marido y yo nos enamoramos, por eso cuando me enteré que iba a cantar en el teatro de la CTC, no dudé en pagar 20 cuc por una entrada", comenta una mujer de unos 45 años.

Pocos conocen las directrices de los asesores de divulgación del Ministerio de Cultura. Lo mismo montan un show con gran despliegue publicitario para un artista mediocre y, en otras ocasiones, la promoción de un músico de calibre es por lo bajo.

Nadie sabe a ciencia a cierta por qué Oscar D’ León, Joan Manuel Serrat, Fito Páez o la fabulosa Mercedes Sosa, en su momento, fueron recibidos con alfombra roja, y a otros cantantes de renombre se les difunde de una manera discreta. Juanes y Silvio Rodríguez han tenido el beneplácito de cantar en la Plaza de la Revolución, la tribuna de Fidel Castro.

Al cubano simple, ése que desayuna café sin leche, le ha llamado la atención de que un baladista de pegada como Álvaro Torres, muy conocido en la isla, tuviera un eco casi reprimido en la prensa nacional.

Un señor que dice ser trabajador por cuenta propia, está indignado por lo que han hecho con el cantante salvadoreño, que en vez de poner en venta libre las entradas, se las dieron a los sindicatos para que las repartieran. "Y quienes no estamos sindicalizados, como es mi caso, si no las compramos por fuera, a sobre precio, nos quedamos sin disfrutar del concierto. Tal vez lo hicieron porque Álvaro vive en Miami", expresa molesto.

La distribución de entradas fue un misterio. Se dijo que los sindicatos serían los encargados de repartirlas en diferentes centros laborales. Pero Diario Las Américas consultó con varios trabajadores de distintas empresas habaneras y nadie conocía de qué forma se distribuyeron las entradas para los tres conciertos que Torres ofreció en La Habana.

Según vecinos del barrio de la Victoria, donde radica el teatro Lázaro Peña, en la mañana del domingo se pusieron a la venta algunas entradas, que se agotaron en menos de media hora. El precio era de veinte pesos, menos de un dólar. Pero en la puerta del teatro, el viernes 13 y el sábado 14, se vendían a 20 pesos convertibles, 480 pesos, 24 veces su costo.

No todos pudieron adquirirlas. En los alrededores del teatro, ubicado en una zona marginal y mayoritariamente pobre, cuna del jineterismo y donde se vende y se compra de todo, desde jabones robados de los almacenes de Sabatés hasta marihuana criolla, los revendedores hicieron zafra.

Pero vayamos al grano. Después de los recitales programados para el viernes 13 y sábado 14, con las 3,500 lunetas ocupadas y decenas de personas sentadas en el piso, Álvaro Torres tuvo la deferencia de ofrecer una actuación extra el domingo 15.

En tres noches, más de 11 mil personas presenciaron el concierto. Pero miles de seguidores del cantautor salvadoreño, que no podían pagar un boleto a 20 cuc, su salario mensual, se quejaban amargamente y no entendían por qué las autoridades no ofrecieron el concierto en un estadio o plaza pública.

En lo musical, estuvo flojo. Una orquesta sinfónica de primera acompañó a un Álvaro Torres que, en mi opinión, ya vio pasar sus mejores tiempos. Eso sí, el hombre todavía cala hondo en aquéllos que se enamoraron al ritmo de canciones como Buenos Amigos o Nada se compara contigo. Hubo sintonía con el público. De principio a fin, los asistentes corearon una veintena de canciones.

El recital fue un repaso de su amplia discografía. Más allá de la música y del malestar por el manejo de las actuaciones de Álvaro Torres, afloraron cuestionamientos por la particular manera que el gobierno tiene de interpretar los intercambios culturales entre Cuba, Estados Unidos y otros países.

Mientras la crema y nata de la cultura cubana radicada en la isla viaja y canta en Miami, a los músicos cubanos exiliados, llámense Willy Chirino, Arturo Sandoval o Paquito D’ Rivera, se les sigue ignorando.

Al igual que a la gran Celia Cruz o la Lupe. Que ni aún después de muertas se les ofrece un homenaje en su tierra. El recital casi clandestino de Álvaro Torres fue retrasmitido 48 horas después por la televisión. Así y todo, entre los cubanos de a pie quedó un sabor amargo, por haber estado limitadas sus actuaciones.

Muchos se pueden disgustar con artistas como Isaac Delgado o Pancho Céspedes, que vienen a cantar a un país que viola sistemáticamente las libertades políticas. Y se vuelven a ir. Pero es su derecho.

Más allá de la política, los tres conciertos de Álvaro Torres fueron un reencuentro con ese público que ronda los 40 y que en los años duros del período especial, al compás de Acaríciame y Chiquita mía conocieron a su esposa. Para ellos, el concierto de Álvaro Torres fue algo entrañable y muy personal.

Iván García
Video: Álvaro Torres interpreta Te olvidaré, de su autoría, en un programa de la televisión salvadoreña. De su actuación en La Habana, en You Tube no se localizaba ningún video con buena calidad.
Leer también: Álvaro Torres, ídolo en Cuba.

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