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miércoles, 2 de octubre de 2013

"En la otra orilla del Atlántico tienen un 'feeling' que te cagas"


Una noche turbia mecida a ritmo de son y cha cha cha por los mostradores de los clubes de La Habana, oyendo de lejos una milonga en los brazos del tango mientras se ve ya la aurora por las calles del viejo arrabal. Diego El Cigala le ha dado una nueva calada a su historia de amor con Latinoamérica y le ha salido Romance de la Luna Tucumana, en el que repasa el cancionero argentino al compás que marca el continente hermano.

De nuevo un viaje fascinante por la música iberoamericana...

-Creo que sí, porque he ido a buscar a grandes genios como Atahualpa Yupanqui, Martín Fierro, Gardel... Están los más gordos y luego un homenaje a Mercedes Sosa, Adriana Varela. Ha sido un disco muy poético, muy andino, tiene sonidos que para nada esperaba que pudiesen llegar de esa manera y, sobre todo, con un amplio abanico de registros. Hay guitarra slide, twan, bandoneón, sonidos como de Django Reinhardt, de Nueva Orleans, que se mezclan con un tango. Tampoco quería cantarlo como flamenco, de manera ortodoxa, porque entonces sería una cagada muy dura. Había que creerse la película que estabas cantando, respetando las melodías, como en Balderrama.

En la otra orilla es que hay otro ritmo, otra cadencia de cantar y de vivir.

-Totalmente, en la otra orilla del océano Atlántico tienen un 'feeling' que te cagas. Muy caliente, muy sentido y muy de verdad, eso es lo que a nosotros nos mueve. Se emocionan rapidísimo y son sentimentales. Luego está la gente de Latinoamérica, que es extraordinaria. Me pasa en la República Dominicana o cuando voy a México: (pone acento mexicano) "Hey güey", todo el rato (risas).

Por lo que veo y por lo que se escucha en el disco, ha habido una compenetración muy grande entre los músicos.

-Desde luego. No conocía la guitarra de Diego García El Twanguero y cuando nos encontramos me dijo que teníamos que hacer una canción, la hicimos y a raíz de ahí comenzamos a trabajar en el disco y a descubrir un montón de cosas. Luego apareció Changuito, que es como un dios de la percusión. ¿Sabes lo bueno que tiene este disco? Que hay una mezcla maravillosa de todas las músicas, pues hay un paso entre el flamenco, Cuba y el tango. Mira, La canción de las simples cosas comienza libre y termina en guaguancó. (La canta) "Demórate aquí, chan chan, en la luz mayor, chan chan". Es una maravilla.

Hay mucho de John Lee Hooker, de Gardel, de Bola de Nieve...

-La verdad es que me he pasado mucho tiempo delante de Youtube viendo lo que tocaban y cómo lo sentían los grandes como Atahualpa Yupanqui. Me impactaron muchas cosas, como la versión de Gardel de Por una cabeza. Me fueron llegando los temas poco a poco, viendo cosas de Roberto Goyeneche, Mercedes Sosa o a los Hermanos Expósito. ¿Te ha gustado Siempre París?

Sí, claro.

-Ésa ha sido el mayor reto del disco, porque es sólo la voz y la guitarra. Todo era mirarnos y ponernos a cantar y tocar. No fue una idea mía, sino de Diego García, que vino y me dijo: "Ya sé qué tema tienes que cantar. Siempre París es para ti". (Canta) "No fue Mimí, ni fue Manón", yo pensé ¿pero esto qué es? No sé cómo explicarte.

En Tres tristes tigres, Guillermo Cabrera Infante recomienda que se lea con nocturnidad, porque se escuchan todos los sonidos de la vida que despierta en la noche habanera. Creo que con este disco sucede algo similar...

-La verdad es que sí, con una copa de vino y con dos o tres colegas, flipas saboreándolo poco a poco. Aunque si te coge por la mañana tumbado en una hamaca tampoco está mal (risas).

O sea que sentado en el metro en hora punta no cuaja demasiado, ¿no?

-Creo que también. Funciona si el disco está hecho con el corazón y el cariño.

La guitarra de Diego García ha sido un camino para descubrir otro espacios al igual que sucedió con el piano de Bebo Valdés. ¿Piensa igual?

-Me ha pasado algo similar, pero para poder conocer a Diego tuve antes que encontrarme con Bebo, que gracias a su piano me ha llevado a todo lo que vino posteriormente. Sin su piano estaría aún dentro del flamenco, exclusivamente. Él me decía (lo imita): "Oye, escucha esto, pon esa voz aquí, usa esta clave".

¿Le debe mucho al azar?

-Sí, y cada día estoy más con aquello de Picasso: "No busco, encuentro". Pues yo no busco, encuentro y deseo mucho, como me pasó con Mercedes Sosa.

Pepe Lugo
La Razón/Sevilla, 29 de abril de 2013.
Video: El Cigala en una versión flamenca del tango En esta tarde gris (1941) con música de Mariano Mores y letra de José María Contursi. Del disco Cigala & Tango, once clásicos del tango fundidos con el flamenco como El día que me quieras, Sus ojos se cerraron, Alfonsina y el mar y Garganta con arena, entre otros. Después del éxito de Lágrimas negras, con Bebo Valdés, y Dos lágrimas, que giraban en torno al bolero, Diego El Cigala decidió apostar por el tango.

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