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miércoles, 15 de mayo de 2013

"Estoy aprendiendo mucho de los flamencos"



Bebo Valdés ha forjado su carrera a golpe de éxitos. Íntimo de algunos de los personajes que han cambiado el curso de la historia de la música cubana y el jazz latino, los mayores elogios le llegan de manos de algunos musicólogos que lo emparentan a los cimeros compositores decimonónicos cubanos como Saumell, Cervantes o Romeu. A sus 84 años y medio, sus dedos añosos y algo artríticos, pero aún ágiles, son capaces de atacar escalas endiabladas o tumbaos originales del mambo que inventó Cachao López. Desde que los flamencos lo han acogido en su seno su sentir musical se ha revitalizado y engrandecido. Siempre luminoso en sus circunloquios pianísticos, Bebo Valdés cristaliza en forma de disco su colaboración con Diego el Cigala. El resultado, Lágrimas Negras, un disco de boleros conspicuos bajo diversos tamices estilísticos. Quejío con fundamentos tropicales, duende y sabor, negritud y esencia jonda en los que el cante y el toque se persiguen y se encuentran, se acarician, se besan y se funden en un solo sueño.

En sus tiempos de formación musical algunas de sus influencias más importantes provienen del acervo español. ¿Qué música le impactó más?

Manuel de Falla, Joaquín Turina e Isaac Albéniz. Falla por sus arreglos, tenía una técnica muy francesa basada en lo español, parecía alumno de Albéniz. Este último y Turina me encantaban porque me llegaban al corazón. Sin embargo, si tengo que elegir a uno de ellos, me quedo con Falla, para mí es el mejor de todos.

¿El flamenco apareció en su vida haciéndole revivir aquellos amores de juventud con la música española?

(Risas) Puede decirse que sí, pero de aquellos grandes compositores hasta el flamenco pasaron algunos años, concretamente, hasta que un muchachito flamenco (Diego el Cigala) me escuchó tocar con Chucho y Cachao López el bolero Lágrimas Negras y me comentó que él quería aprender. Yo desde el principio le dije que por qué no. Entonces el primer encuentro se produjo en casa de Fernando Trueba. Tocando con Dieguito empecé a descubrir semejanzas entre la música cubana y la española. Por ejemplo, que hay una cadencia malagueña que es exactamente igual que el guaguancó nuestro. Como en otros muchos casos, existen similitudes rítmicas y armónicas gracias a las influencias africanas e indias. Así, naturalmente empezamos a tocar bulerías, seguiriyas y guajiras que aquí llaman colombianas.

Pero, además en ese hilo conductor que enlaza el flamenco con el afrocubanismo, existen otras analogías entre, por ejemplo, el tango y las comparsas o entre la rumba flamenca y los cantos "de nación" de origen yoruba...

Sí, yo creo que todo eso se debe a que en Cuba la colonización empezó en 1509. Además de todo lo que mencionaste no hay que olvidar un género eminentemente español que viajó a Cuba y que se llamó habanera. Ocurre lo mismo que con la contradanza, pero mientras la habanera recaló en La Habana, la contradanza entró por Santiago de Cuba proveniente de Haití y de Francia. Los terratenientes haitianos se establecieron en Santiago y Guantánamo portando consigo a sus esclavos. Estos negros que trabajaban en las plantaciones de caña o añil tenían sus músicas que eran entre otras muchas, la contradanza al estilo africano y el son-changuí. Pero con la contradanza existen versiones contradictorias sobre su origen. Algunos musicólogos cuestionan su origen francés y dicen que proviene de la "country music" inglesa. Yo sin haber podido probar nada considero que es ciento por ciento francesa.

Demos un salto a la modernidad y hablemos de Paquito de Rivera, él fue el principal responsable de su vuelta a los escenarios internacionales tras más de veinte años de apartamiento...

Paquito un día de 1994 me llamó y me pidió que lo ayudara ya que tenía una presentación musical y le faltaban piezas originales. Yo le respondí que estaba fuera de eso, que hacía años que no había compuesto nada. ¿Pero tienes ideas? Sí, ideas tengo unas cuantas. Entonces me puse a registrar mi material y en 36 horas preparé algunas piezas como 'Oleaje', una obra para piano solo. El disco era para Paquito, pero él finalmente me cedió los créditos y así finalmente salió 'Bebo Rides Again' (Bebo Cabalga de Nuevo, en su traducción del inglés).

Usted participó muy activamente en la vida musical de las décadas de los 40 y 50, en los tiempos anteriores a la Revolución. ¿Qué recuerdo guarda de aquella época?

Cuba en aquellos tiempos era muy frecuentada por los americanos, especialmente de noviembre a marzo. Ellos venían y se metían a rumbear, a jugar en los casinos... por aquel entonces yo ya andaba metido en el jazz, aunque también estaba asimilando la rutina de la calle, el boogie-boogie, el danzón, la rumba. Ahí comencé a trabajar con Cachao en una orquesta que formamos en 1937 en la que él "desintegró" el mambo a su manera con esos bajos locos que él metía. Luego vino la orquesta de Camacho, pero yo no dejaba de estudiar. En 1943 entré en el grupo de Wilfredo García Curbelo, "Curbelito". Por esos años ya estaba terminando mis estudios, había terminado armonía y empezaba con el contrapunto y la orquestación. Yo no estaba acostumbrado a variar de tonos en el medio de un show así que, a la fuerza, tuve que pasar de la universidad del conservatorio a la universidad de la calle.

¿Fue en ese tiempo que Norman Granz, el mítico productor de jazz, le enconmendó grabar una sesión?

Eso fue un poco más tarde en 1952. No puedo decir que lo viera. Llegaron una "pila" de americanos a nuestro show del Tropicana y nos contrataron para grabar la primera descarga cubana de la historia. Como un mes más tarde, la sesión se grabó en unos estudios habaneros, pero sin la presencia de Granz, que no sé por qué, no pudo viajar para supervisar el set. Fue una típica descarga cubana entre rones y cervecitas... buena de verdad.

Usted ha señalado alguna vez que no es lo mismo el afrocuban-jazz que el latin jazz, ¿cuáles son las diferencias entre ambos?

Afrocuban-jazz era lo que nosotros tocábamos cuando improvisábamos sobre bases rítmicas cubanas, lo mismo que Mario Bauzá hacía en Estados Unidos, pero el problema principal tiene que ver con el "business" porque a las disqueras de toda América Latina les convenía el término latin-jazz. Eso incluía a todo el continente y aseguraba un número mucho mayor de ventas

En ese sentido, ¿cree usted que músicos como Xavier Cugat o Dámaso Pérez Prado sacrificaron la complejidad rítmica y "aguaron" el jazz-afrocaribeño en aras de la comercialidad?

Bueno, no sé, yo puedo hablar especialmente de Pérez Prado, provenía de Matanzas, hacía muy buenos arreglos, quizás en su ida a México, cuando le llegó la fama descuidó algo la calidad de su música. Xavier Cugat, era más caricaturista y agente de Hollywood que músico, aunque su show tuvo muchísima aceptación y ganó mucho más dinero que cualquier artista cubano.

El que fue más artista que comerciante fue Benny Moré, la voz sonera de Cuba. ¿Es cierto que cuando Benny vio tocar a su hijo Chucho, chiquito, le espetó: "¡Oye, ése chico va a tocar mejor que tú!"?

(Entre risas) Eso fue lo que él dijo... A Benny lo conocí en 1945, yo estaba trabajando para una radio como arreglador de plantilla. Miguel Matamoros necesitaba un (vocal) segundo porque el suyo se había enfermado. Benny lo sustituyó. Su mérito fue impresionante porque él tuvo que aguantar mucha lucha como guitarrista callejero. Nadie pensó que pasaría de eso a liderar su propia orquesta. Sin embargo, aunque sabía dar entrada a su orquesta, él no era director, el que se encargaba de eso era su arreglista, Generoso Jiménez. Por la época en que yo estrené (el ritmo) "batanga", él vino a pedirme trabajo pues Mercerón lo había echado de su piquete. Yo hablé con Paquito Gutiérrez y ahí empezó con nosotros en la radio. Despúes de esto el Benny triunfó.

Si hablamos de Bebo no podemos dejar de mencionar la saga pianística de los Valdés. Primero su hijo Chucho, ya consagrado y ahora, ¿también su nieta?

Sí, es increíble. La hija de Chucho, Dayane, que es su gran apuesta personal, ganó un primer premio de piano clásico en Italia con 19 años. Hace poco Chucho me la presentó, ella me miró a los ojos y me advirtió que iba a seguir la estela de Chucho y mía en el jazz. Pero no me lo dijo como buscando consejo, sino afirmándolo. Claro, ella quería que yo convenciera a Chucho para que la deje seguir ese camino... Por ahora, te puedo decir que tenemos una cita -yo ni lo sabía- en el Festival de Jazz de San Sebastián el 27 de julio. En primera instancia, vamos a estar Chucho con su grupo y yo con el de Cigala, pero parece que también habrá un encuentro a tres pianos entre Chucho, su hija yo.

Algunos críticos han señalado que su forma de tocar entronca más con los pianistas "neoclásicos" cubanos del siglo XIX como Romeu o Saumell que con los jazzistas del siglo XX...

Todo es una cuestión de estilo. Cuando yo hice la "batanga" dijeron que era lo más adelantado que había en Cuba. Pero yo no me puedo olvidar de Ernesto Lecuona o Romeu, ellos marcaron el territorio que después pisaríamos los demás.

Centrémonos en el disco que acaba de salir a la calle, Lágrimas Negras, donde los boleros coquetean con el flamenco. ¿Por qué un disco de boleros y por qué Lágrimas Negras?

Lágrimas Negras, porque es un bolero clásico de Miguel Matamoros y queríamos darle una lectura diferente, en lo posible, a las cientos de versiones que existen. Además, ese bolero enloquece al Cigala. Y el resto de boleros... porque los he tocado durante toda mi vida. Te puedo decir que la gente está entusiasmada con este show, tiene partes muy emotivas, en las que el público llora. y partes muy guaracheras.

A la hora de tocar bulerías, tanguillos u otros palos, ¿cómo se implementa la adaptación en su piano?

En lo básico, en el estilo, no cambio nada, intento mantener la forma. Otra cosa es que cambie algo las armonías para embellecerlas. Estoy aprendiendo mucho de los flamencos. Entre Dieguito, el Niño Josele, El Piraña, me estoy metiendo en su mundo y ellos en el mío. Mira, esto me lo regalaron ellos -nos muestra orgulloso una estampita que porta atada a su muñeca derecha-, pertenece a una cofradía de gitanos de Almería. Ellos me dicen que yo soy de ellos y yo les digo que también ellos son míos (hace una pausa). Lo increíble es que son muy musicales. Mira, sin ir más lejos, el Niño Josele, no fue nunca al conservatorio y es un concertista de los mejores.

Para concluir, ¿qué proyectos maneja para el futuro?

Yo no tengo proyectos de futuro sino de presente. Yo pienso hacer de todo mientras Dios me dé vida. A mi edad no estoy para hacer planes a largo plazo. Claro que voy armando números de dos meses en dos meses. Lo que sí te digo es que todavía voy a dar guerra porque ya están grabados otros tres discos míos este año. Uno con mi big-band, otro de violín y piano solos y uno más con un noneto. Cada disco muestra una faceta mía. Todo eso me lo sugirieron Nat Chediak y Trueba y por suerte se pudo hacer. Ahora sólo pido que Dios nos ayude y que podamos seguir juntos mucho tiempo.

Ezequiel Paz
Flamenco-world.com, julio de 2003.
Video: La bien pagá, de Ramón Perelló y Ródenas (España, 1903-1978). Una de las canciones del disco Lágrimas Negras (2003).

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