Rose Marie Pehrson era hija de un capitán de caballería, que había estado destinado cerca de la frontera con Noruega, en Värmland, durante la guerra, donde había conocido a quien iba a ser su mujer. Tuvieron tres hijas. Rose Marie era la segunda. Cuando Bebo la conoció, ella solía ir a bailar con sus amigas dos o tres veces por semana. Frecuentaban Nalen, el legendario palacio de baile, meca del jazz sueco hasta que al principio de los 60 se convirtió en un lugar de música pop.
En junio de 1963, sin embargo, la temporada de los bailes en las pistas al aire libre estaba en su apogeo, el parque de atracciones de Gröna Lund estaba abierto, y Rose Marie iba al restaurante Tyrol a escuchar a los Lecuona Cuban Boys. A ella le había gustado el grupo y había ido varias veces. "Dos muchachas se acercaron para decirnos que les gustaba mucho cómo tocábamos y que nos querían invitar a un café". Bebo entonces invitó a Rose Marie a una copa en el Hotel Strand. Para los dos la experiencia fue muy buena. Había química entre ellos.
Era una situación potencialmente difícil. Bebo tenía 44 años y Rose Marie 18. Él era negro y ella blanca. En la Suecia de 1963 no existía esa clase de parejas. Pero funcionó, en gran parte gracias a los padres de Rose Marie. Su madre estaba entusiasmada porque le encantaba Nat King Cole. El padre de Rose Marie se mantenía algo más distante, pero pronto aceptaría a Bebo. "Empezamos a salir y un día apareció con sus padres. Ellos me dijeron que estaba muy ilusionada y que le dejaban un mes para que se viniera de gira conmigo y así comprobar si nos llevábamos bien. Me la llevé a Finlandia y allí le dije que pensaba que podría ser una buena madre y que quería que se casara conmigo. Ella aceptó y seis meses después de conocernos nos casamos".
El 5 de julio, Bebo pidió la mano de Rose Marie. La boda se celebró el 1 de diciembre de 1968 en Hökarängen, un suburbio de Estocolmo, y Bebo se quedó en Suecia, pero no en ese momento. Los Lecuona Cuban Boys tenían un contrato de dos semanas para actuar en Lyon, Francia, y un par de semanas más en Barcelona. El matrimonio Valdés tuvo que partir al día siguiente de la boda.
Los años 60 fueron un calvario para Bebo. Tuvo que empezar su carrera de nuevo y sin poder hacerlo al nivel que le correspondía. En el ambiente musical de Suecia no tenían cabida los inmigrantes cubanos que tocaban música latinoamericana. La música preferida era música americana bailable y rock. A partir de 1965, Bebo encontró un representante que había dejado su puesto en la oficina estatal de empleo para llevar los negocios de cuatro o cinco orquestas, "un representante sueco fantástico, Per Norberg. Conocido en el gremio como Knobben, nadie se acordaba de su nombre. Debió de significar muchísimo para Bebo", dice Ove Hahn.
Per Norberg fue el representante de Bebo hasta 1968, pero incluso más tarde hicieron algunas cosas juntos. Gracias a Norberg, Bebo consiguió un contrato con la cadena hotelera Reso, para la que tocó el piano desde 1965 hasta 1968. Fueron años de mucha faena: "ni un mes de vacaciones". Tenía que mantener a la familia. Bebo también interpretó música de ballet para Lia Schubert en su academia de baile durante un año y medio, cuatro horas al día cinco días a la semana, durante sus estancias en Estocolmo, "por 25 coronas la hora. Lia era de las grandes y conseguía lo que se proponía. Era divina como bailarina y como persona".
Ese mismo año, 1968, nació Rickard, el segundo hijo de Bebo y Rose Marie. Estar de gira con dos hijos pequeños resultó demasiado pesado. "A veces no veía a Rose Marie durante un mes o dos. Durante los primeros siete años no tenía ni un día de descanso, porque éramos pobres y había que pagar los instrumentos". Bebo había comprado un órgano Hammond que llevaba consigo.
En enero de 1968, cuando la familia se encontraba en Lulea, al noreste de Suecia, recibió una llamada de teléfono de los padres de Rose Marie en la que les decían que habían encontrado un piso para ellos. Rose Marie se marchó con sus hijos a Estocolmo y estuvieron separados hasta marzo. Al año se compraron el piso que siguen teniendo hoy en Brandbergen, al sur de Estocolmo. Entonces Bebo sólo actuaba en la capital y Uppsala. Después de algunos compromisos en el sur de Suecia, entre 1971 y 1972, dejó de actuar fuera de la capital durante el año siguiente.
No había tenido ningún compromiso en Estocolmo en 1972. "Yo tocaba en todos los lugares que había en Estocolmo, hoteles y bares. Lo más importante para mí fue mi familia. Tocaba de todo: clásico, ópera, cubano. Todo lo que quería escuchar el público. Siempre fue un público bastante internacional". La música que interpretaba Bebo había pasado de moda tanto en Suecia como en otros países. Estaba de moda la música pop. "Tocaba muy poca música cubana. Había que tocar sobre todo música bailable. De 7 a 8 de la noche tenía que tocar el piano solo. En esa época, en Suecia no se podía tocar nada más que hasta las 12 de la noche. Estaba prohibido tocar después. Eran cosas americanas, fox-trot… Había que tocar mucho pop también, porque los Beatles estaban en su apogeo, y Elvis Presley, muchas cosas de él también".
Bebo estaba confuso y no sabía qué hacer. No podía dedicarse a la enseñanza porque su sueco era defectuoso y estaba pensando en ponerse a trabajar como conductor de autobús o taxi. Gracias a Dios no lo hizo. En cambio, le ofrecieron un contrato de un mes para tocar en el restaurante Tegnér en diciembre ese mismo año (1972).
En 1978, Bebo vio a su hijo Chucho en Nueva York por primera vez en 18 años. No se habían visto y tampoco se habían hablado desde que Bebo dejara Cuba en 1960. Entonces Chucho tenía 19 años y nunca le había escrito una sola línea a su padre: "Yo estaba aquí en Suecia con Rose Marie. Mi hermano me llamó y me dijo que mi madre estaba muy grave. Y al otro día me llamó mi cuñado y me dijo: ‘Tenía 92 años, y se fue, Bebo’. Entonces llamó mi hermana de Nueva York, que hacía 20 años que no la veía, y me dijo: ‘Bueno, mamá murió y hace 20 años que no te veo. Yo sé que tu madre era lo más importante en tu vida. Júrame por ella, entonces te creeré, que vas a venir a verme’.
"Prometí contestar al día siguiente. Salí a hablar con Rose Marie: ‘Vamos a ir para hacer una misa a mi madre’. Antes de llegar a Nueva York mi hermana puso un anuncio en el periódico cubano de Nueva York en el que decía que yo iba de visita y que los que quisieran llamarme podían hacerlo. Cuando yo llegué allí me llamó la madre de Paquito D’Rivera y me dijo que Irakere iba a ir a los Estados Unidos. Yo era muy amigo del padre de Paquito. Tocábamos juntos por los años 30 y seguimos siendo amigos toda la vida. Paquito venía a Nueva York con Irakere. Mi hermana y yo nos pusimos de acuerdo para que llevaran a Paquito a un lugar cerca del Metro y donde nos podíamos ver. Compramos entradas para Carnegie Hall para que yo viera a Chucho también. Eran 18 años".
Cuando Bebo fue a saludar a Chucho después del concierto enseguida hubo complicaciones: "Allí estaba ese de la camiseta colorada que siempre va con ellos, el comisario político, y me dijo: ‘¿Usted ya ha visto cómo formamos a su hijo?’. ‘Me alegro mucho -le contesté, pero ¿cuándo fue eso? Porque Chucho tocaba el piano cuando tenía cuatro años, y a los 16 entró en una orquesta que se llamaba Sabor de Cuba, que era mía. Y su primer maestro fue Óscar Muñoz Bouffartique’. Y entonces le pregunté a Chucho: ‘¿No fue así, Chucho?’.
"Pero yo ya sabía más o menos que él no podía decir nada. No fue fácil. No había hablado con él por teléfono, solamente con mi madre, pero con él no, en Cuba. Cuando nos vimos fue como un desconocido y como si yo no supiera quién era. Pero era un padre que veía a su hijo. Fue muy emocionante, como se pueden imaginar. Tenía mucho miedo de que mi persona le hiciera daño en Cuba. Para él fue igual, las dos cosas: emociones y miedo. Tenía miedo porque mi nombre estaba prohibido en Cuba".
Bebo tardó muchos años en volver a ver a sus hijos cubanos: 18 en ver a Chucho, 30 en ver a Mayra; y pasarían 36 años antes de que pudiera ver a Miriam y a Raúl; y con Ramón, que vive en Nueva York, perdería el contacto.
Bebo tocó en el Hotel Sergel Plaza entre mayo de 1985 y febrero de 1990, cuando consideró que había llegado la hora de retirarse: "Dejé los restaurantes". Desde el punto de vista musical habían sido años muy duros para Bebo. A las personas que frecuentaban los restaurantes no les interesaba la música latina y nadie quería escuchar jazz. "Pues, ustedes que en alguna ocasión han estado con la cabeza baja después de una reunión de negocios y demasiados tragos, piensen que han escuchado a una leyenda", escribió Boel Janérus de Dagens Nyheter en su homenaje a Bebo el día de su 80 cumpleaños. "Mi vida ha sido de ostracismo en Suecia, tocando en hoteles, hasta que me llamó Paquito D’Rivera en 1994 para grabar el disco Bebo Rides Again".
Nota.- Fragmentos del libro Bebo de Cuba. Bebo Valdés y su mundo, de Mats Lundahl, que salió a la venta el 9 de octubre de 2008, día del 90 cumpleaños del músico cubano. Ese mismo día fue homenajeado en la Casa de América de Madrid, donde tocó el piano. En la semana siguiente fue presentado el disco Juntos para siempre (Sony), de Bebo y Chucho Valdés. El 23 de octubre de 2008, padre e hijo iniciaron una gira por siete ciudades españolas. Tomado de Magazine, suplemento dominical del periódico El Mundo.
Gracias, querida Tania. Excelentes estos retratos de BV. Feliz día de las madres.
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