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miércoles, 6 de marzo de 2013

Cuando viajar no está en tus planes (II)


A principios de junio de 2003, después de días y noches dándole vueltas, conseguí el teléfono y el nombre de un funcionario de la Embajada de Suiza en La Habana. El 10 de junio lo llamé desde un teléfono público, me identifiqué y le pedí una cita. Me la dio para el 17 de junio. Nunca había estado en esa embajada ni había conocido a ningún diplomático suizo. Pero ellos sí sabían quién yo era, por los trabajos míos que desde 1995 se localizaban en internet. Brevemente le conté mi situación y le dije que iba a solicitar asilo político en su país. Luego de algunas aclaraciones, me dio cuatro formularios, cada uno con 25 hojas.

El día 30 de julio, a las 11 de la mañana, el embajador me recibió y me dio la nueva buena: Suiza, una de las naciones más exigentes a la hora de otorgar asilo político, nos lo había otorgado a los cuatro: a mí, mi hija, mi nieta y mi hijo, quien un imponderable le hizo quedarse: el nacimiento de su primera hija, de lo que me enteré en diciembre de 2003, ya en Suiza.

Los suizos me pidieron que mantuviera la mayor discreción y a partir de ese momento, dejara mis actividades como periodista independiente. Mantuve la discreción, pero seguí escribiendo. Y corrí riesgos, al mecanografiar y difundir artículos escritos en la cárcel por el economista Arnaldo Ramos, uno de los 75 sancionados en la Primavera Negra.

También fue arriesgada la colaboración que Iván y yo le dimos a la periodista independiente Claudia Márquez, al revisar y editar un número extra, clandestino, de la revista De Cuba. Las dos tiradas de esa revista, en 2002, fueron una de las ‘pruebas’ presentadas por el régimen contra sus realizadores, Raúl Rivero y Ricardo González Alfonso, en el juicio celebrado el 4 de abril de 2003.

Debido a la cercanía del invierno en Suiza y por el temor de que por cualquier motivo me pudieran detener, las autoridades suizas me pidieron acelerar los trámites. Y que siguiera siendo discreta. En la primera semana de noviembre de 2003, ya con todo listo, fui con los tres pasaportes a la embajada. Les pusieron las visas y también, sin tener que pagar, me dieron los tres billetes de avión, por Air France hasta París y por Easy Jet hasta Zürich. La fecha de salida debía mantenerla en secreto y al aeropuerto solo debía ir mi hijo. Nada de cámaras ni despedidas. Tampoco debía llevar papeles ni documentos comprometedores.

Tania Quintero

Foto: Texto y foto de la entrevista que en febrero de 2004 me realizara el periodista suizo David Coulin. Fue publicada en junio de 2004 en la revista Wenderkreis. El 'mar' que se ve de fondo es el Lago de los Cuatro Cantones. Su nombre proviene porque originalmente pasaba por cuatro cantones: Lucerna, Uri, Schwyz y el desaparecido Unterwalden, hoy dividido en dos cantones, Nidwalden y Obwalden, por lo que en realidad debería llamarse 'lago de los cinco cantones'.

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