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viernes, 2 de noviembre de 2012

Tareas de mujer



Todavía en regiones orientales de Cuba, hay mujeres que lavan su ropa en el río, dándole golpes con un palo. No es la única faena rústica que ya pasó a mejor vida en muchos países, pero las cubanas las siguen desempeñando, como sacar piojos.

En busca de liendres, muchas habaneras dedican horas a escarbar las cabezas de sus hijos. Lo hacen las que viven en el Nuevo Vedado y Miramar o en El Cerro y Marianao.

Limpiar arroz, escoger frijoles, hervir la ropa de la cama, tostar chícharos para moler y mezclar con granos de café, guardar pan viejo para hacer pudín y tener limpias y ordenadas las jabitas de nailon, para con ellas todos los meses sacar los mandados de la bodega, son tareas frecuentes de las amas de casa en la isla.

Claro que también tienen que cocinar, fregar, limpiar, lavar y planchar. Todavía algunas almidonan los calzoncillos de algodón blanco del marido o se sientan a zurcir las medias de los hijos. Son las menos. La mayoría anda como locas, resolviendo todos los días el condumio de su familia, a veces con más de ocho personas conviviendo bajo un mismo techo.

También toca a las mujeres averiguar dónde pueden adquirir un poco de leche en polvo, estar al tanto de pagar la luz, agua, gas y (las afortunadas) la cuenta del teléfono.

Hacer cola para comprar el pan, los huevos, el jurel en lata, el picadillo de soya o la papa que vino al puesto. Montarse en un 'camello' e ir hasta el centro de la capital, a ver si encuentra un par de tenis para la abuela que ya cumplió los 80 y todavía ensarta la aguja sin usar espejuelos.

El abuelo, por suerte, aún puede ir tirando con las botas rusas de cuando era miliciano. Está fuerte y saludable y cuando el tomate lo venden por la libre, en un saco carga hasta 20 libras, para preparar puré, jugo o mermelada. Con la ayuda de las mujeres de la casa, claro, porque los hombres siempre dicen lo mismo: "Yo salgo a la calle y resuelvo el dinero, que ya es bastante. Pero las tareas hogareñas les corresponde a ustedes. ¿ Quien ha visto a un macho con delantal?".

Y está la tía, que necesita un par de blumers nuevos. Fue maestra hogarista y se quedó solterona. Se pasa todo el día cosiendo o tejiendo. Con retazos de tela hace sobrecamas y con el cordel que un primo se roba del almacén, teje chalequitos para niñas y cada uno los vende a dólar. A las mujeres igualmente toca ir a la reunión de padres en la escuela, al consultorio del médico de la familia, a la farmacia a ver si llegó el salbutamol para el hijo asmático, a la funeraria, a darle el pésame la cuñada que se le murió el marido.

Misión suya también es ir a la CADECA (casa de cambio), a vender los 5 dólares que quedan. Después, arreglátelas como puedas, hasta que llegue el dinero de la hermana que vive en Miami. La que manda hebillitas para vender a 10 pesos el par, areticos a 20 pesos y pulovitos a 50 pesos o dos 'fulas'. Así y todo, no se llega a fin de mes.

Para poder sobrevivir, tienes que 'inventar'. Pero legalmente, porque lo último es ir a parar a una cárcel. Que para las mujeres es tan dura como para los hombres.

Tania Quintero
Cubafreepress, 19 de abril de 1999.
Foto: Augusto César San Martín. Tomada de Iguales y diferentes, Cubanet, 25 de enero de 2012.

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