Por Eugenio Yãñez
La noticia resultó algo confusa, aunque después se aclaró rápidamente: bases navales sí, bases navales no, puntos de asistencia y mantenimiento para la flota rusa sí, en Vietnam, Seychelles y Cuba.
Lo anunció el Jefe de la Marina de Guerra rusa: “Estamos estudiando la creación de puntos de asistencia y mantenimiento técnico en territorio de Cuba, las islas Seychelles y Vietnam”, porque se proyecta “el despliegue de las fuerzas de la Armada rusa fuera de las fronteras de la Federación”.
De inmediato se dispararon alarmas y pánicos: agencias de prensa y “expertos” comenzaron a hablar de bases navales rusas y a recordar fantasmas de la Guerra Fría y la Crisis de Octubre. Los apocalípticos titularon: “Rusia negocia reapertura de bases en Cuba a 50 años de la crisis de los misiles con EEUU”. Los más razonables fueron cautos, mientras otros menos realistas negaban que Rusia fuera una potencia significativa para tener bases en el extranjero.
Sin embargo, una vez que el oso ruso ha despertado de su largo invierno provocado por la crisis económica tras el desmembramiento de la Unión Soviética y las presiones terroristas-nacionalistas en su propio territorio, sería bueno irse acostumbrado a esta nueva realidad. Con miles de cabezas nucleares en su poder, y los vectores para lanzarlas, es ridículo pretender que Rusia no es una potencia colosal y respetable, aunque ya no sea la superpotencia militar que fue la URSS.
Afortunadamente, el portavoz del Pentágono restó drama a las informaciones y dejó sin combustible a los tremebundos de siempre: “El gobierno ruso tiene intereses en varias partes del mundo, y es su derecho promover esos intereses” (…) “Nosotros mismos tenemos un firme interés en mantener buenas relaciones militares con los rusos”. No parecía que fuera a comenzar la tercera guerra mundial, por el momento al menos.
Poco duró incólume la declaración inicial: horas después un portavoz del Ministerio de Defensa desmintió que Rusia estuviera negociando la reapertura de bases militares en el extranjero, negando que las “supuestas declaraciones” del jefe de la Marina fueran oficiales: “Las cuestiones relativas a las relaciones entre los Estados no dependen de la competencia del comando de la marina rusa, y por lo tanto, no pueden ser presentadas a los medios de comunicación de ninguna manera”. Así que el Ministerio de Defensa ruso optó por matar al mensajero: “La publicación de semejantes informaciones en los medios no es más que la fantasía de su autor, que optó por el sensacionalismo (…) en detrimento de la ética profesional”.
Sutilezas de la política a lo ruso, se negó el derecho del Jefe de la Marina a realizar tales declaraciones, y se desautorizó al periodista y al medio de prensa que las publicó, pero la información en sí no fue desmentida, sino reiterada, como se diría en Cuba, “por las instancias correspondientes”: el Canciller ruso reconoció que la flota necesita puntos de mantenimiento y abastecimiento en otros países para desarrollar misiones en todo el mundo. “No se trata de ninguna base. Entrar en un puerto, reponer víveres y facilitar el descanso a la tripulación es una necesidad absolutamente natural. Hemos hablado de esta posibilidad con nuestros amigos cubanos. El punto está operativo”.
Habló el Canciller. Sí, pero no. No, pero sí. A fin de cuentas, lo mismo que dijo el jefe de la flota, desautorizado por decirlo, pero no por lo que dijo. La Marina de guerra rusa busca puntos de asistencia y mantenimiento técnico para sus flotas, en Vietnam, Seychelles y Cuba. No nos sorprendamos si busca algunos “puntos” más en otras regiones, como la costa del Pacífico de América del Sur o el Golfo de Guinea en África occidental. Nada fuera de lo normal, teniendo en cuenta los mares por donde Rusia proyecta que naveguen sus flotas.
No fue casual la visita del secretario general del Partido Comunista de Vietnam a Cuba en abril, ni la de Raúl Castro a Vietnam en julio, y de ahí su salto a Rusia hablando de modernizar las Fuerzas Armadas cubanas, así como la visita del Presidente vietnamita a Rusia hace unos días, y en medio de todo esto, el anuncio de la búsqueda de “puntos de asistencia y mantenimiento técnico” para las flotas rusas, aunque ni Putin ni Raúl Castro ni Truong Tan Sang mencionaron el tema en sus declaraciones públicas. Pero es indudable que se llevó a cabo una triangulación de las negociaciones en Hanoi y Moscú, mientras Machado Ventura daba pie al tema en Cuba en el acto por el 26 de julio, al referirse a la “ilegal” Base Naval de Guantánamo.
Esos puntos de asistencia y mantenimiento en el caso cubano podrían estar en La Habana o en Cienfuegos, donde existió una base de submarinos en tiempos de la Unión Soviética. Pueden garantizar a los rusos alojamiento y playas, servicios médicos, reparaciones y mantenimiento, combustibles y lubricantes, agua potable, así como comida fresca, frutas tropicales y jugos, vegetales, carnes, embutidos, pescados y mariscos, leche, yogurt, mantequilla y quesos, pan, galletas, y muchas otras cosas (sí, sí, ya sé que me dirán que en Cuba no hay esos productos, pero para los extranjeros sí los hay, y mucho más para los “hermanos” rusos que reviven la nostalgia de los tempos de la Unión Soviética y los subsidios inacabables).
De esa forma, se puede pagar por la deseada “modernización” de las Fuerzas Armadas cubanas a que hizo referencia Raúl Castro en Moscú. Había llamado la atención su reclamo de aviones, tanques y tecnología, ya que no se sabía cómo pensaba pagar por eso, pues estos tiempos rusos no son aquellos de los soviéticos, ahora nada sería gratis, y las arcas cubanas están llenas de telarañas.
Porque nosotros no sabíamos los de los “puntos de asistencia y mantenimiento técnico” para la flota. Pero ellos, los “líderes”, ya lo habían cocinado entre ellos, sin preocuparse por nosotros. Como siempre.
Texto y foto: Cubaencuentro, 1 de agosto de 2012.
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