Google
 

miércoles, 27 de junio de 2012

En el Punto G de la Revolución (II). Entrevista a Monika Krause.


Por Ileana Medina y Manuel Zayas

Para regresar al inicio, a la pregunta de si en Cuba se vivía mucho mejor o peor que en Alemania, mi respuesta es: ni mejor ni peor, sino muy diferente. Y al final, cuando había decidido regresar definitivamente a Alemania, sencillamente estaban gastadas mis energías, después de haberle dedicado a Cuba casi treinta años de mi vida, los años más importantes, cuando mi rendimiento intelectual, mis fuerzas y también mi capacidad de soportar reveses, estaban al máximo. Ya no quería batallar como Don Quijote contra los molinos.

¿Cuándo comienza a colaborar con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y cómo se involucra en el trabajo de educación sexual?

En 1970, depués de haber tenido que interrumpir varias veces mis estudios en la Universidad de La Habana, terminé "con broche de oro" la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas. Casualmente, recibí la oferta de Vilma Espín, presidenta de la FMC, de trabajar en el departamento de relaciones exteriores de esa organización. Gustosamente acepté. Primero realizaba trabajos de traducción y de intérprete y, poco a poco, fui promovida a asumir responsabilidades de mayor importancia. A menudo fui solicitada, tanto por Vilma Espín como también por el Comité Central y por otros organismos, para servir de intérprete y/o traductora.

Fue Vilma Espín la que me encomendó la tarea de elaborar un Programa Nacional de Educación Sexual que abarcara también los aspectos de la orientación y terapia sexuales y la planificación familiar, en 1976. Yo no tenía idea de cómo concebir tal programa. Para comenzar, Vilma me entregó un montón de libros guardados en la biblioteca de la FMC, la mayoría en inglés, otros en alemán y en francés. De alguna manera todos trataban de planificación familiar, de orientación de la pareja o de la capacitación de los jóvenes para la vida en pareja y el matrimonio, con criterios ideológicos y acercamientos muy variados.

Al comienzo me declaré incapaz de realizar el trabajo, pero Vilma me aseguró que en Cuba nadie estaba capacitado para implementar educación sexual, que utilizara mi sentido común, sacara de la lectura los aspectos que me parecían importantes y que al final nos reuniríamos ella y yo para diseñar un proyecto de programa.

Igualmente me aseguró que para la puesta en práctica del programa, yo recibiría la capacitación necesaria. Otro paso importante fue la búsqueda de experiencias principalmente en Suecia y en la RDA. Ambos países dieron aportes muy importantes. Con estos y los elementos útiles encontrados en la literatura, estructuramos el "Programa Multisectorial y Multidisciplinario de Educación Sexual".

¿Cuáles fueron los principales objetivos de ese programa, quizás único de su tipo en el mundo, y cómo se evaluó?

Los objetivos principales de este programa se basan en los acuerdos de Naciones Unidas, en su Plan de Acción Mundial de 1975, así como en el Programa del UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas), de 1976, en lo referente a la planificación familiar, a la necesidad de bajar los altos índices de embarazos en adolescentes, a la salud y los derechos reproductivos de la mujer, a la educación de la población para el logro de conocimientos, actitudes y conductas sexuales responsables.

Hicimos nuestra la definición de salud sexual de la Organización Mundial de Salud (OMS): "Salud sexual es el estado de bienestar físico, psíquico y social relacionado con la sexualidad", etc. Igualmente, forman parte del Programa las resoluciones del II y III Congreso Nacional de la FMC y del Partido Comunista de Cuba (PCC), así como del Código de Familia, que hacen referencia explícitamente a la lucha por el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, a la educación sexual y para la familia, a la superación del machismo, a los derechos y deberes de madres y padres en la educación de sus hijos.

Comenzamos, pues, con la formación de un pequeño grupo de especialistas -médicos, psicólogos y pedagogos- para capacitarlos como sexólogos. Después estos mismos debían llevar la responsabilidad de multiplicadores. La meta era preparar a especialistas en todo el país para crear consultas de orientación y terapia sexuales y de planificación familiar. Principalmente, con financiamiento del UNFPA contratamos a profesores de la RDA y de Suecia, más tarde también de América Latina, los cuales realizaron una serie de cursos intensivos para capacitar al "pie de cría", los futuros sexólogos multiplicadores (entre ellos yo). Durante los primeros años, los especialistas extranjeros apoyaron a nuestro todavía pequeño grupo de responsables de la formación de profesionales a lo largo y ancho del país. Después realizamos este trabajo sin esta ayuda.

Paralelamente, me dieron la responsabilidad de buscar literatura sobre sexualidad para especialistas (médicos, psicólogos, pedagogos, sociólogos y otros, cuya labor profesional tuviera que ver con la educación sexual, la orientación y terapia sexuales y con la planificación familiar), para niños y sus padres, para adolescentes y para adultos, con el objetivo de conseguir cobertura nacional con este tipo de medios informativos. Esta tarea era responsabilidad mía en su totalidad. En relativo corto tiempo, conseguimos una base bibliográfica considerable, con un total de casi un millón de ejemplares.

La evaluación de este programa -a cargo mío- nos proporcionó por primera vez en la historia de Cuba información sobre los conocimientos, actitudes y prácticas sexuales de los adolescentes cubanos, así como sobre sus preocupaciones, problemas, intereses y dificultades. La realización de investigaciones y de evaluaciones constituyó un aspecto importante. Sin embargo, la respuesta de los sectores de educación superior y de nivel preescolar y primario fue negativa. A menudo hemos tenido que buscar otras vías para realizar este trabajo.

Durante un curso de "Sexualidad humana" que tuve que impartir en varios centros habaneros y en Santiago de Cuba, a médicos del segundo año de especialización como médicos de familia, apliqué un cuestionario para indagar sobre sus conocimientos, actitudes y prácticas sexuales y sobre su capacitación real y creída en orientación y terapias sexuales y planificación familiar. Los resultados evidenciaban que sus conocimientos, sus creencias, convicciones, actitudes machistas y terriblemente discriminatorias frente a la problemática de la homosexualidad se parecían mucho a los de los adolescentes, con el agravante de que como médicos se creían (91 % de los hombres, 65 % de las mujeres) capaces de orientar y de realizar terapia sexual.

Los resultados de encuestas, investigaciones y evaluaciones podrán encontrarlos en mi libro ¿Machismo? No, gracias. Cuba: sexualidad en la revolución, y en Monika y la Revolución relato los resultados del Programa Piloto en escuelas internados.

En 1984 se estrenó el filme Conducta impropia, de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal, documental que denunció los crímenes del castrismo contra los homosexuales y que causó convulsión en las autoridades cubanas. En ese año, usted reconocía a la publicación Gay Community News, de Boston, que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) "fue una cosa realmente triste en la historia de Cuba". A la luz de los años y viendo que la homofobia revolucionaria no acabó con el cierre de aquellos campos de concentración, ¿cómo define usted el trato que el régimen cubano ha dispensado a los homosexuales?

La película refleja fielmente la situación de los homosexuales en Cuba y también el trato que el régimen cubano les ha dispensado. Pero quiero subrayar un aspecto: no es solamente la cúspide del poder la que ha manifestado actitudes y conductas de agresión, discriminación, humillación, desprestigio, desclasificación, odio, repulsa, condena frente a los homosexuales, sino que se trata de un fenómeno ampliamente difundido en la población cubana.

No dispongo de elementos suficientes para explicar este fenómeno. Sin embargo, el hecho de que los dirigentes máximos hayan actuado con agresividad, que hayan creado las UMAP, que hayan hecho declaraciones a la prensa nacional como internacional, que hayan creado leyes y resoluciones criminalizando a los homosexuales, que los hayan calificado de lumpen, parásitos, corruptores de menores y de la juventud, que hayan desencadenado verdaderas campañas contra los homosexuales, todo esto ha contribuido a que la población se sintiera invitada a seguir su ejemplo.

Especial importancia cobra en este sentido la Resolución aprobada por el I Congreso Nacional de Educación y Cultura (La Habana, 1971, firmada por los profesores J. A. Bustamante, psiquiatra, Abel Prieto -padre del que fuera Ministro de Cultura- y otros dos profesores muy conocidos, cuyos nombres no recuerdo), que trata sobre el fenómeno de la homosexualidad y las medidas a tomar al respecto.

No recuerdo ni el título exacto ni el número de la Resolución, pero me consta su existencia: Vilma Espín me la entregó (original) para guardarla en el archivo del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), cuando yo era su directora. El simple hecho de aprobar una Resolución cuya aplicación se exigió rigurosamente, de manera que adquiriera más fuerza que una ley, demuestra que la homofobia había permeado a la dirigencia política.

La Resolución era la demostración "científicamente fundamentada" de que la homosexualidad es una degeneración, una perversión sexual irreversible, una enfermedad incurable; decía que los homosexuales se caracterizan por ser débiles de carácter, fácilmente expuestos al chantaje, ejercen influencia peligrosa en niños y jóvenes, son personas en las que no se puede confiar. La Resolución fue la licencia omnipotente para arremeter contra los homosexuales. Fue aplicada regularmente como instrumento para "depurar las filas del Partido y de la Juventud", para mantener "limpios" los sectores de educación, medicina, psicología, o sea, todas aquellas ramas donde profesionales pudieran influir en niños y jóvenes. Los homosexuales no debían tampoco ocupar cargos de dirección, ni ser funcionarios.

Durante casi veinte años, la Resolución fue aplicada en las "asambleas de balance" del PCC, de la UJC, en centros de trabajo y de estudio. El Ministerio de Educación estableció que todos los alumnos -desde el nivel preescolar hasta el preuniversitario- que manifestaran una conducta sospechosa (varones, "amanerados", niñas "marimachas") se registraran como sospechosos de ser homosexuales en los expedientes escolares, de forma que el comportamiento, el desarrollo de cada niño cubano, quedara controlado y registrado rigurosamente.

El expediente no se le enseñaba a los padres, la mayoría no sabía de esta medida, pero lo cierto es que el expediente se "mudaba" de centro escolar a centro escolar: si el niño en cuestión pasaba de la primaria a la secundaria, de allí al preuniversitario, el expediente lo acompañaba sin que el alumno o sus padres lo supieran.
Foto: Monika Krause, a la derecha de Fidel Castro, durante la inauguración de una escuela secundaria en 1972. Tomada del trabajo publicado en Diario de Cuba el 12 de abril de 2012 .

No hay comentarios:

Publicar un comentario