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martes, 8 de mayo de 2012

La máquina de hacer mariachis



Por Raúl Rivero

En un filme mexicano de los años 50, el personaje que interpretaba el cantante Miguel Aceves Mejías acosaba en una avioneta el techo de la casa de la novia que le había abandonado. Sobre el ruido del motor se escuchaban las trompetas y el guitarrón que lo acompañaban mientras el galán cantaba un bolero en el que se repetía en cada vuelo rasante: Ando volando bajo / no más porque no me quieres.

El poeta Práxedes Armenteros me confesó, recostado en el tocadiscos que envejeció junto a él, que después de ver esa película no pudo creer jamás en el cine de México, pero que la armonía y la potencia del mariachi lo convirtió en un fanático de esa música y en un devoto del compositor Manuel Esperón (Ciudad de México, 1911-Cuernavaca, 2011), que escribió casi 500 piezas para las bandas sonoras de aquellas películas.

En esas cintas planas y enrevesadas como las pesadillas salió de México la cultura del mariachi y con las voces de Pedro Infante, Jorge Negrete, Tito Guizar y los hermanos Luis y Tony Aguilar se extendió por América Latina, el mundo hispano de Estados Unidos y buena parte de Europa.

Esos grupos de músicos, entre 10 y una docena, nacieron en la región de Jalisco, pero avanzado el siglo se adueñaron de todo México y de todos los géneros y, después de pasar la prueba de los boleros (en especial los de José Alfredo Jiménez), estuvieron preparados para adaptar sus tonos a las corrientes que entran y salen como las modas y a manifestaciones musicales de otros países.

Ahora que la UNESCO ha declarado el mariachi Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, los amantes de esa música de guitarrones, vihuela, violín, trompeta y guitarra, los que no tienen dudas en pedir que se arranque una fiesta con Ay, Jalisco no te rajes, o Amorcito corazón, no pueden dejar de pensar en Esperón porque él (que empezó como pianista en el cine mudo) fue el hombre que puso el mariachi en el cine y, por lo tanto, en el mundo. Y como para que no faltara nunca ni una nota en los atriles, en sus 80 años de trabajo, compuso 947 canciones.

Algunas de las piezas más conocidas del compositor son Serenatas tapatías, Flor de Azalea, No volveré, Un tequila con limón, Mi cariñito, Mía, Maldita sea mi suerte y Yo soy mexicano. Carlos Monsiváis lo dejó escrito: «La música de Manuel Esperón es la sangre que corre por las venas de México».

El Mundo, 5 de diciembre de 2011
Video: Mariachi El Sol de México - El Rey de La Huasteca.

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