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jueves, 29 de marzo de 2012

El museo más visitado de Suiza



Por Patricia Islas

El Museo de Transportes de Suiza, en Lucerna, es el más visitado del país, con una oferta de actividades que atraen especialmente a los más jóvenes, como los estudios de radio y televisión para introducirse en el quehacer de los medios audiovisuales.

Ser el piloto de un avión con el simulador aéreo, recorrer el sistema solar en el planetario y sentirse entre tiburones al ver un filme tridimensional, entre las opciones.

Este museo resguarda la historia de la movilidad motora en el país alpino, que ha desarrollado tecnologías de vanguardia a través de la historia -como el tren de cremallera para la montaña-, lo que también lo ha convertido en un gran atractivo para los nostálgicos y para los apasionados de la tecnología.

La Casa de Transportes de Suiza se encuentra a orillas del Lago de los Cuatro Cantones, en una ciudad turística por excelencia. No obstante el flujo de visitantes internacionales a Lucerna, el 90% de los interesados son familias con residencia en Suiza, explica la portavoz del museo, Blandina Werrer.

Si la decisión es visitarlo, hay que calcular al menos media jornada para disfrutar de parte de la oferta. Para muchos de los chicos, la cita directa es en los estudios de radio y televisión.

Los visitantes frecuentes -algunos de los 31.000 miembros de la asociación que sostiene a esta institución-, conocen bien la forma de trabajar el sonido y las imágenes, pero no les aburre repetir el ejercicio cada vez que están en Lucerna.

Vianka vive en Zúrich, pero esta chica de 12 años, con sus padres, frecuenta el museo al menos 5 veces al año. Esta vez viene acompañada de dos amigas y ha terminado su programa radiofónico musical. “Lo tengo grabado en mi tarjeta de ingreso al museo y en casa lo desciendo a través de la ‘Media-Factory’ en la página internet del museo, y los escuchan mi familia y amigos”.

La joven ha colocado las cápsulas de identificación de un programa radial y algunos temas musicales a disposición en la consola del estudio. “Hay otros niños que quieren ocupar el estudio”, le dice la madre, para poder pasar a otra actividad. Ella cree que su hija bien pudiera seguir los pasos de la locución o de la edición y, sobre el museo, agrega: “Es para visitarlo una y otra vez. Los niños nunca se aburren y este espacio es el primero al que acudimos”.

Justo al lado está el escritorio de presentación de un noticiero, copia del modelo con el que en canal suizo en alemán SF presenta las noticias. Allí el “presentador”, lee el telepromter.

Un “editor” en la consola de mando puede elegir imágenes, despachos ya trabajados por la Sociedad Suiza de Radiodifusión y Televisión SRG SSR en las lenguas nacionales.

“A los niños les cuesta menos plantarse frente a la cámara y describir imágenes o narrar una noticia. Les gusta y son espontáneos. Los adultos, en cambio, tienen mayor resistencia ante la lente. Lo cierto es que al final, el objetivo es alcanzado: comprender de modo lúdico cómo se realizan los informativos con este estudio, establecido gracias a la colaboración de la SRG”, explica el encargado de ayudar a estos “aprendices”.

Once estaciones para elaborar programas en total y una de las más gustadas es aquella con la Blue-Box, en la que pueden elegir el fondo de imagen, una, tal como la de los presentadores del pronóstico meteorológico.

Y poco después todos esos ‘creadores mediáticos’ ven, entusiasmados, transmitir sus programas terminados en las pantallas del museo.

No se trata de simple entretenimiento, sino la transmisión de contenido pedagógico. Otro socio oficial del museo es el Touring Club Suisse (TCR), organización del sector de asistencia automovilística que introduce a los niños en las reglas de tránsito, con pequeños vehículos a pedal que los chicos conducen por una ruta con los señalamientos de tránsito.

“Mira, ellos sí respetan al señal de alto”, advierte una mujer a su esposo, al tiempo de ver la cortesía de sus hijos en la pista, en la explanada interior del museo, al lado de aviones que han hecho historia, como el Coronado de Swissair, uno de los más veloces en sus tiempos; y varias unidades del control fronterizo helvético, invitado temporal en el museo.

La Administración Federal de Aduanas explica los procedimientos de inspección en los tramos fronterizos con sus vehículos provistos de un escáner especial, que colocan en paradores específicos o son enviados, sin previo aviso, a empresas de paquetería o mercancía para controlar lo que entra a territorio helvético.

Los apasionados de la movilidad encuentran en 20.000 m², más de 3000 piezas históricas, testimonio de la evolución del transporte en caminos, vías férreas, lagos y en el aire.

En el área interior del museo dedicada a la aviación y la navegación, abierta desde 1972, se ven prototipos de aquellas primeras ideas del sueño de volar del hombre, como el cuarto aparato de los hermanos Henri (1879-1980 y Armand Dufaux (1883-1941). Fue la construcción de estos dos suizos que antecedió al Dufaux 4, que el 28 de agosto de 1910 sobrevoló el lago Léman durante 56 minutos y 5 segundos.

Y la memoria viviente de esas grandes hazañas también está presente con el Breitling Orbiter 2, el aparato donde Bertrand Piccard partió de su tierra natal, Suiza, para recorrer 8.000 km.

Esta barquilla es muy similar a la del Orbiter 3, en el que finalmente Piccard y Brian Jones hicieron un año más tarde la proeza de dar la vuelta al mundo, y que hoy se encuentra en el ‘National Air and Space Museum’ de Washington.

En el salón de locomotoras el olor a aceite envuelve el ambiente, y de pronto, imponente, aparece la última gran locomotora a vapor de Suiza, que pasó a la historia cuando se tomó la decisión de electrificar la red ferroviaria en 1916.

Los simuladores de conducción de trenes no sólo gustan a los más pequeños y la experiencia del simulador aéreo, no hay joven que se la pierda. No obstante, los menores de 1.20 metros deberán esperar a crecer un poco más para volver al museo y vivir la experiencia de emprender el vuelo.

Swissinfo, 10 de julio de 2011

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